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Jorge dio un tirón y dejó que aquel trozo de lana se desenrollara como una serpiente. Ante los ojos de María apareció una bufanda roja de lana con bolitas.

Jorge la agarró con las dos manos y la hizo volar sobre la cabeza de María. Cuando la bufanda colgó de su cuello, con gesto cuidadoso, tomó un extremo, rodeó el cuello de María y dejó que le colgara por la espalda.

¿Qué… qué es esto? preguntó María.

Lo llaman bufanda. Se utiliza para protegerse del frío. Algunas las venden hechas y otras las hacen las abuelas.

Ya, bobo. Eso ya lo sé. Pero… dijo frunciendo el ceño.

Era de un colega tuyo.

¿Un colega?

Sí, un muñeco de nieve. Estaba en medio de un descampado, cerca del apartamento. Lo vi y me acordé de ti. Pensé que a ti te haría más falta.

Muchas gracias. Me encanta.

María acarició la bufanda.

Vámonos, Jorge dijo Ingrid. Ha dicho mamá que nos demos prisa.

También llevaba sombrero dijo Jorge ignorando a su hermana. Uno de esos de cartón que regalan en Nochevieja.

¿Y ese a quién se lo has regalado?

¿Por quién me tomas? El sombrero se lo dejé puesto y añadió en voz baja: Yo no robo por cualquiera.

María sintió que si sonreía un poco más, se le desencajaría la mandíbula. Durante unos segundos, ninguno dijo nada.

Vámonos aprovechó para reclamar la pequeña. No vamos a llegar a tiempo.

¿Qué más tenía? preguntó María con el único propósito de retener a Jorge.

¿Quién?

El muñeco.

Jorge se quedó pensativo.

Mmm. Tenía ojos… dijo mirando fijamente a los ojos de María. Pero se los tapaba con un antifaz.

¿Y qué más?

Tenía nariz dijo Jorge mirando la nariz de María. Una trompetilla.

¿Y boca? ¿Tenía boca? dijo María mirando la boca de Jorge.

¡Vámonos ya! volvió a gritar Ingrid.

Jorge dio un paso hacia María, hacia la boca de María. María dio un paso hacia la boca de Jorge.

No, creo que se la habían robado susurró él a escasos centímetros de ella.

María entreabrió los labios y tragó la nube de vaho que exhaló Jorge al hablar. «Si los muñecos de nieve besan, tienen que besar así», pensó. Y entonces comprobó cómo besaban los pájaros que no emigran en invierno, cuando Jorge le robó un tímido beso en los labios.

Ingrid volvió a tirar de la mano de Jorge.

Me tengo que ir dijo él en un susurro.

Cuando se alejaban, María oyó preguntar a la pequeña:

¿Es tu novia? ¿Y Raquel?