Querido Jorge:
Ya, ya sé que estás hasta arriba con Lengua. ¿Cómo te crees que estoy yo? Pero justo hoy necesitaba algo más que esas tontas líneas que me has escrito. No sé, unos pocos mimos, o un dibujo tuyo. Sí, un dibujo tuyo. Un dibujo tuyo bastará para sanarme. Tus dibujos hablan por ti. Y hoy, especialmente hoy, noto que nadie habla. Ni siquiera tú.
Solo te salva que hayas escrito «Tq». Parece mentira que con solo dos letras puedas hacerme tan feliz. Pero con lo nerviosa que estoy por lo del programa de mañana, habría agradecido unas cuantas letras más. Soy una pesada, ¿verdad?
No, si yo ya noto que me pongo muy melodramática. ¿Pero cómo quieres que esté? Es como saber con toda seguridad que te va a caer un meteorito en la cabeza, solo que no sabes si va a ser del tamaño de un guisante, de un elefante o de un estadio de fútbol. ¿Cómo se prepara uno para eso?
Ya sabes que la semana pasada no me atreví a salir. No quería que me señalaran por la calle, pero creo que mañana si saldré. No puedo quedarme en casa intentando escuchar la tele de los vecinos, volviéndome loca. Creo que bailaré y cantaré y bailaré. Eso me ayudará a no pensar.
A la vuelta, le pediré a Clara que suba hasta tu casa para recoger el pendrive de la maceta.
¿Será mejor no saber? Ay, te lo pido con miedo pero te lo pido: cuéntamelo todo.