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Les había tocado hacer un trabajo de Historia juntos, a Jorge y a María.

¿Quedamos en tu casa o en la mía? preguntó María, y al momento volvió a sentirse el ser más torpe del universo. Con lo fácil que era preguntar: «¿Dónde quedamos?»

Mejor en la tuya dijo Jorge rápidamente, y se marchó dejando a María con la palabra en la boca.

Aquella tarde, como todas las demás, Jorge se entretuvo hablando a la salida de clase. María y Clara llegaron antes la urbanización. María subió a casa corriendo.

Papá anunció nada más llegar. Esta tarde va a venir un compañero de clase a casa. Tenemos que hacer un trabajo de Historia.

Muy bien dijo Teo.

Necesitaremos el ordenador.

Vale.

Pero el «muy bien» y el «vale» no valieron cuando Jorge llamó a la puerta.

Teo abrió la puerta, y los ojos, y la boca al ver a quién tenía delante.

Al momento, hizo pasar a Jorge al salón y llamó a María a la cocina.

No me habías dicho que el trabajo era con el hijo de Berto Zaera dijo en susurros.

Probablemente Teo, el padre de María, era la única persona del universo que llamaba a Jorge «el hijo de Berto Zaera» en lugar de «el hijo de Rebeca Lindon».

Bueno respondió María, es un compañero de clase. Y se llama Jorge. ¿Qué más te da quién sea?

Teo abrió una lata de limonada y se la dio a María.

Está bien. Pero procurad no alargaos mucho. Será mejor que acabéis antes de que llegue mamá.

¿Por? preguntó María.

Teo desvió a mirada y dijo:

Seguramente vendrá cansada y preferirá que cenemos cuanto antes para irse a la cama pronto.

María salió de la cocina y fue con la lata hacía donde la esperaba Jorge.

Aquella tarde, cuando Jorge salió de casa, María lo agregó como amigo en Facebook.