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«A quien cuentas tu secreto, entregas tu liberad», dicen. Hay quien prefiere vivir libre, esclavo solo no es poco de su secreto. Otros eligen cuidadosamente la persona a quien entregar su libertad, y permanecen unidos toda su vida a ella. Los hay, por el contrario, que revelan sus secretos a lo loco, a sus más de trescientos amigos en Facebook. Pero aún existe otra posibilidad más terrible: que sea otra persona quien cuente tu secreto. Robada tu libertad, quedas preso para siempre. Contra tu voluntad.

Eso le sucedió a Jorge.

Clara no tuvo que seguir esforzándose en mantener su secreto. Otro lo desveló por ella. Fue el Bigotes, el profesor de inglés.

Hombre dijo cuando pasó lista y llegó al nombre de Jorge Zaera. ¡El hijo de Rebeca Lindon! Espero que tengas el mismo talento que tu madre… para el inglés.

Se hizo un silencio sepulcral.

Al minuto, una ola creciente de cuchicheos rompió el silencio. Todos hablaban de lo mismo.

Jorge, desde su pupitre, miraba desafiante hacia la pizarra. Jorge Zaera jamás habría osado mirar así a un profesor. Pero Jorge Zaera Lindon sentía ahora la fuerza de aquel apellido y la rabia de quien acababa de convertirse en esclavo.

Ante él, impune, sonreía con ingenuidad el Bigotes, el delator de su secreto, el ladrón de su libertad.

Todo cambió a partir de entonces.

Y las rectas pasaron a ser curvas.