¡Es increíble! ¿Sabes que tú me regalaste una madreselva?
Cuando se ha marchado Clara con mi mensaje para ti, he ido al salón y le he pedido a mi padre que me dejara buscar una cosa en internet. Tendrías que haberlo visto. Se ha puesto tenso como un gato y luego me ha dicho:
¿Qué cosa?
Una madreselva le he contestado yo.
Me ha mirado con cara rara hasta que le he aclarado:
Es para un trabajo de Literatura.
Entonces me ha mirado con una cara aún más rara. Y le he contado la historia que nos contó la Perales. Él ha escuchado como si fuera lo más interesante que había oído en su vida, incluso ha tomado unas notas en su libreta, para una campaña, según ha dicho, y hemos buscado juntos imágenes de una madreselva[1].
No te lo vas a creer. Resulta que esa especie de enredadera que crece en la urbanización, en la verja de Juan, ¡es una madreselva! Ahora ya no tiene flor. Tú le arrancaste la última y me la diste. Tienes que acordarte. Yo te dije: «Parece una araña» (en aquella época me hacía la dura). Y tú dijiste: «Es que lo es» (en aquella época te hacías el gracioso). Pero yo no la solté. Luego me la llevé a casa y la tuve encima de mi mesa hasta que se puso tan pocha que parecía de verdad una araña Días después, tiré la flor a la basura. Qué rabia me da ahora. Solo de pensarlo, me da por llorar.
Que ahora mismo esté llorando por el cadáver de una flor con pinta de araña te dará una idea de mi desesperación. Me cuesta comer, respirar, vivir... Me estoy marchitando por momentos. Como la madreselva. Y ya sabes cómo acaba esa historia. Me muero sin ti.
En el fondo, para qué te voy a mentir, casi me consuela pensar que a ti te pasa igual.
No hago otra cosa que acariciar tu bufanda y mirar tu dibujo. Si al menos pudiera colgarlo... Lo imprimí y lo tengo escondido con todos los demás, dentro de la capucha del jersey blanco que tanto te gusta. ¿Lo ves? ¡Te tengo siempre en la cabeza!
Pero no me basta con eso. También necesito tenerte cerca. Necesito verte. Necesito ver algo más que tu silueta a contraluz en la ventana. Pero estoy encerrada en este castillo. Y entre tu ventana y la mía hoy hay un montón de niebla, y un foso lleno de cocodrilos.
María