Aunque sea mi nombre el que figura en la cubierta de El cementerio de barcos, estoy en deuda con numerosas personas por su ayuda e inspiración. La cuadrilla del taller de escritura de Blue Heaven: Greg van Eekhout, Sarah Prineas, Jenn Reese, Cat Valente, Sandra MacDonald, Deb Coates, Paul Melko y Daryl Gregory me ofrecieron valiosos consejos, sobre todo mis primeros lectores Sarah Castle (quien sabe más de la cuenta sobre ahogarse en petróleo) y Tobias Buckell, el cual me abasteció de información técnica. Vaya un agradecimiento extra y muy especial para Charles Coleman (C. C.) Finlay por fundar Blue Heaven e invitarme a formar parte de su comunidad de escritores. Dudo que El cementerio de barcos hubiera visto la luz sin ella. Mi más sentido agradecimiento también para mi esposa, Anjula, que continúa apoyándome en esta locura de escribir, incluso cuando me asaltan las dudas. Y, por último, debo dar las gracias a mi padre, Tod Bacigalupi. Él fue quien me introdujo en el maravilloso mundo de la ciencia ficción cuando era pequeño, y eso lo cambió todo.
Cualquier error, omisión o defecto que contenga el libro son exclusivamente míos.