48
Informe psiquiátrico

Es el 14 de abril de 2035. Los doctores Mary y Robert Lefavre están en el consultorio de un célebre psiquiatra de Nueva York. Es el doctor Chaim Weinberg, un psiquiatra infantil especializado en los problemas de niños especialmente dotados.

Weinberg abre la delgada carpeta que tiene en el escritorio.

—Bien, es indudable que Jacque es un niño brillante —recorre la hoja de arriba con el dedo—. Su coeficiente intelectual es de 188 con el Stanford-Binet modificado (181 con la versión anterior); su capacidad de lectura es la del universitario medio de primer año. Los tests de percepción temática y preferencia vocacional… revelan una personalidad creativa y desafiante. Tiene el mayor potencial para el éxito y la felicidad que pueda encontrarse en un niño —les clava una mirada expectante.

Robert le inicia la frase.

—Pero…

—Bien, como ustedes saben, no se lleva bien con los otros niños.

—Una manera moderada de expresarlo —dice Mary.

—Doctora Lefavre, si no me expresara moderadamente ante los padres, en poco tiempo me quedaría sin pacientes —comparten una sonrisa de cortesía ante la situación del doctor Weinberg—. He tenido dos charlas con Jacque, sometido a hipnosis. Él cree que todos sus compañeros son o bien aliados fieles o enemigos implacables. No hay términos medios.

—¿Es tan insólito? —dice Robert—. Creo que a esa edad yo sentía lo mismo.

—Sólo es insólito por su intensidad y carácter absoluto. La mayoría de los niños son por lo menos moderadamente paranoicos. En el caso del hijo de ustedes, la situación es exactamente la inversa. Entrevisté a sus maestros y al asistente social: dicen que tiene algunos amigos íntimos, pero todos los otros niños le tienen miedo. Sus imprevisibles estallidos de violencia…

—¡Se juntan para pegarle! —dice ásperamente Robert.

—Bien, es una cabeza más alta que todos ellos, y más fuerte.

—¿No estará sugiriendo que le adelantemos otro año? —dice Mary.

—No. Los otros ya le preceden un año o dos en las características de la pubertad. Pero como decía, los otros en verdad no le odian. Curiosamente, le tienen respeto. Jacque ayuda a sus compañeros a hacer los deberes, y sin arrogancia, y en clase no alardea de su inteligencia. En eso lo han sabido educar.

—Pasé por las mismas —dice Robert.

—Sí, por supuesto. Pero el resultado concreto es… bien, en la jerga de los niños, dicen que tiene un electrodo flojo. Ese asunto de los animales, el año pasado, no fue una ayuda.

—Se le dio mucha más importada de la que tenía —dice Robert serenamente—. Curiosidad científica. Pensó que los había anestesiado.

Weinberg acomoda el fajo de papeles del escritorio y fija la mirada en ellos. Suavemente:

—Eso no es lo que dice bajo hipnosis.