Al salir del agua barrosa Carol Wachal se topó con un espectáculo insólito: Jacque y Ch’ing aferrándose las manos.
—¿Qué era ese animal, Ch’ing…?
Ninguno de los hombres dijo nada hasta que ella se acercó. Luego Ch’ing le tomó la mano y le dio el animal, sin soltarla:
Ch’ing | Carol | |
«¿…cuál es el gran misterio, por qué no me lo decís? Que gracioso animalito, qué… ¿Ch’ing? ¿Eres Tú? ¿De veras estamos hablando así?». | «Mente a mente sí… oyes pensamientos. Oyes pensamientos. Sí.» |
—Telepatía —dijo Jacque—. Pura y simple. Intentémoslo los tres —tendió la mano y tocó también la criatura.
Nada.
Ch’ing se retiró:
Jacque | Carol | |
«… supongo que no funciona a tres, ¿me oyes Jacque?, ¿me oyes Carol?, sí yo Sí». | «… ahora funciona de nuevo. ¿Me oyes Carol? Sí.» |
Tania y Vivian emergieron unos veinte metros corriente abajo.
—¿Qué estáis diciendo vosotros tres? —dijo Tania.
Se lo explicaron rápidamente y luego demostraron los poderes de la criatura, primero a Tania y después a Vivian.
—Esperad —dijo Vivian—. ¿Decís que podéis hablar entre vosotros con esta criatura?
—En efecto —dijo Ch’ing.
—Oraciones completas —añadió Jacque.
—No puedo creerlo. Ch’ing, piensa en algo, prueba conmigo y luego con Jacque.
Ch’ing pensó.
—Todo lo que recibo —dijo Vivian— es «montaña» y «rosa»… y una sensación de tristeza y nostalgia.
—Déjame probar de nuevo —dijo Jacque—. Son dos versos de un poema: «Hace mucho que no veo el Monte del Este. ¿Cuántas veces ha florecido la rosa?».
—Es bastante exacto —dijo Ch’ing—. Es un poema, un célebre poema de Li Po: Pu chien Tung Shan chiu Ch’iang-wei chi tu hua. Es decir, los dos primeros versos del poema.
—¿Lo pensaste en chino? —dijo Jacque.
—Sí —dijo Ch’ing.
Los cinco se quedaron casi una hora a orillas del río, experimentando. Rechazaron la primera noción, ideada por Jacque, de que la criatura funcionaba mejor con los hombres que con las mujeres. Tratando de comunicar datos «difíciles», como números de la seguridad social y fechas de nacimiento, pronto dedujeron la sencilla verdad: la sensibilidad de la recepción telepática disminuía de acuerdo con el número de gente que había tocado a la criatura antes que uno.
Así que el más sensitivo era Ch’ing, y le seguían Jacque, luego Carol, Tania y Vivian, en ese orden. Ch’ing podía leerlos a todos ellos como un libro (aunque las palabras en realidad le llegaban en chino a menos que no hubiera un equivalente preciso del vocablo inglés); Vivian sólo recibía impresiones vagas y palabras ocasionales. Captaba la mitad de los dígitos de un número de la seguridad social.
—Obviamente —dijo Tania—, vale la pena apartarnos por un día o dos de nuestro plan para buscar más de estas criaturas. —Sugirió que formaran una hilera perpendicular a la orilla, enfrentándose a la corriente subacuática con las luces encendidas. Podrían ver a las criaturas nadando si pasaban a uno o dos metros.
Ch’ing permaneció fuera del agua para cuidar «su» criatura, mientras los otros cuatro se metían a buscar las suyas.
Durante un rato hablaron excitadamente, luego se concentraron en la observación de la corriente turbia y ocre. El tiempo transcurría muy lentamente. Si una burbuja o el fragmento de una rama aparecían en el campo visual de Jacque, era todo un hallazgo. Sin embargo estaba satisfecho; había muchas cosas en qué pensar. Trató de evocar cada asociación que había hecho durante el curso de los experimentos de esa hora.
Una campanilla suave le indicó que era hora de comer. No tenía demasiada hambre, pero le alegraba contar con una ocupación. El tubo alimenticio culebreó frente a él y Jacque sorbió: la textura y el sabor de puré y caldo de carne, pero demasiado suaves. Luego algo parecido a una mezcla inofensiva de zanahorias y arvejas. Lamentó no tener un salero. Al menos el tubo de fluidos le ofreció una moderada cantidad de vino tinto.
Si sólo hubiera algún modo de añadir un cigarro para la sobremesa.
Jacque oyó que Carol le preguntaba a Ch’ing si le gustaría intentar, en beneficio de la ciencia, un experimento en comunicación biológica íntima en cuanto regresaran a la Tierra con la criatura (pues esa era otra de las cosas que no se podía hacer dentro de un traje MEM). Él respondió que se sentiría honrado y complacido.
Jacque admitía que la ola de celos que le asaltó era tan injusta como irracional.
Tras dos horas de inmersión, que parecieron muy largas, Tania decidió que era mejor desistir y continuar con la exploración. Tal vez la presencia de ellos había ahuyentado a las criaturas, o, como sugirió Vivian, la que había capturado Ch’ing había enviado una advertencia telepática a las demás.
Pidieron una opinión a Ch’ing y no obtuvieron respuesta.
Mientras salían trabajosamente del agua, Tania pidió una lectura del sistema biométrico de Ch’ing. Todo parecía normal salvo las ondas cerebrales: una ligera oscilación en theta: ninguna actividad en los otros niveles.
Antes de que le encontraran, sonó una alarma y la siguiente información se proyectó en la videopantalla de Tania:
EMERGENCIA
TODAS LAS FUNCIONES VITALES HAN CESADO EN MEM 2
ADÓPTENSE MEDIDAS DE EMERGENCIA
DISFUNCIÓN NO DETECTADA DEL MEM
REACCIÓN NEGATIVA 21:33:00
REACCIÓN NEGATIVA 21:33:05
REACCIÓN NEGATIVA 21:33:10
REACCIÓN NEGATIVA 21:33:15
REACCIÓN NEGATIVA 21:33:20
REACCIÓN NEGATIVA 21:33:25
REACCIÓN NEGATIVA 21:33:30
MUERTE CAUSADA POR PARO CARDÍACO
MUERTE PRECEDIDA POR CESACIÓN ABRUPTA DE ACTIVIDAD MENTAL
MUERTE CAUSADA POR DISFUNCION NO DETECTADA DEL MEM