[1] Se ordenó a Pascua que se presentara en Valencia a principios de junio. Salió de Moscú el 11 y llegó el 15. Regresó el 3 de julio. Los correspondientes telegramas se conservan en MAE: legajo 317, E 22640. Su contexto se abordará en el próximo volumen. <<

[2] La referencia al peligro japonés se contrastó algunos meses más tarde. Al embajador del Japón en París le llegó la noticia de que un amigo español de uno de sus funcionarios había sido testigo presencial de una entrevista entre los embajadores soviético y republicano. En ella, el primero había dicho al segundo que la tensión en las relaciones ruso-japonesas impedía al Kremlin dar a la República toda la ayuda que hubiese deseado (TNA: HW12/212,BJ069920). Los británicos se enteraron. <<

[3] En aquella época se enfrentaban dos concepciones diferentes en la política naval soviética. La derivada de la vieja escuela zarista, con énfasis en grandes unidades, y una «nueva escuela» que hacía hincapié en submarinos y una dotación flexible. Se había iniciado la construcción de cruceros del tipo Kirov y en noviembre de 1936 se había sondeado la posibilidad de que se construyeran acorazados en Estados Unidos (Ziemke, p. 210). <<

[4] TNA: FO 371/21105. Informe del 10 de enero de 1937. <<

[5] El 26 de septiembre de 1935 Jean Payart había negado que la postura soviética apuntara hacia una crisis general que permitiese desencadenar una revolución mundial. Antes al contrario, lo que preocupaba al Kremlin era la consolidación interna. Es cierto que tenía ensoñaciones de «imperialismo mitad político, mitad ideológico» pero no contaba con los medios militares o políticos para realizarlas ni disponía tampoco de un aparato revolucionario internacional capaz de sostener tales ambiciones. Payart concluía que, tanto en el plano político como en el militar, la URSS estaba a la defensiva (Soutou, 2005, p. 55). <<

[6] Una excepción la había constituido el norteamericano William C. Bullitt, en abril de 1934 (Glantz, p. 24). <<

[7] Sería interesante conocer qué tipo de reflexiones se hicieron al respecto en Londres pero, por desgracia, no he hallado rastro de ellas. <<

[8] Varios grupos numéricos no pudieron descifrarse totalmente pero lo que sí se descifró daba a entender que las esperanzas depositadas en ciertas posibilidades habían resultado nulas. Las cursivas son mías. <<

[9] Para hacer ver al lector el grado de conocimiento británico he preferido traducir el telegrama interceptado. El original se halla en AFIP (carpeta Rusia. Guerra) y se cursó al Ministerio de Estado el 27 de enero. <<

[10] El pedido está reproducido en Radosh et al. (doc. 32), sin comentario. <<

[11] El intercepto se encuentra en TNA: HW12/212, BJ067576. Los historiadores que condenan, sin más, el viraje republicano hacia la URSS deberían presentar evidencia de que existían alternativas. <<

[12] Como hemos indicado Pascua regresó el 2 de febrero de Ginebra, tras su entrevista con Álvarez del Vayo. Telegrafió inmediatamente que haría la gestión al día siguiente. AFIP: carpeta Rusia. Guerra. <<

[13] GRE, II, copia fotográfica del francés original, entre pp. 102 y 103, y Largo Caballero, 1996, pp. 421-424. <<

[14] Bolloten, p. 508, establece la hipótesis de que a lo mejor Rosenberg no «ejecutaba la política soviética con suficiente energía», lo cual no casa con la caracterización como enfant terrible que de él hizo nada menos que el propio Stalin. Payne piensa que Rosenberg no había sido demasiado diplomático y sí «ultrabolchevique». Ninguno documenta sus afirmaciones. <<

[15] Largo Caballero NO indicó que «Rosenberg parecía un poco delicado de salud y que acaso le sentara bien un cambio de aires», como señaló Araquistáin (p. 217). <<

[16] ¿Pedidos? ¿No indicó en sus escritos que no lo había hecho?<<

[17] Kowalsky (pp. 37s, 40 y 415) menciona que en los papeles de Pascua en el AHN se encuentran las notas de éste sobre la reunión. ¡Menos mal! Este autor, sin embargo, sólo se refiere a los episodios de Rosenberg y a la sugerencia respecto a un tratado hecha por Azaña. La entrevista da para mucho más. Moradiellos (2006, p. 214) ha avanzado un poquito. La reconstrucción completa la he efectuado en profundidad siguiendo una fotocopia de las notas que, gracias a la amabilidad de Don José Guillén, secretario y heredero del Dr. Pascua, pude hacer a finales de los años setenta. El original se halla en el AHN: diversos, Marcelino Pascua, 2-6. <<

[18] Tal noción de «lucha» es significativa. Durante mucho tiempo se creyó que el resorte principal de la colectivización (que llevó a millones de muertes en Ucrania, por ejemplo) obedecía a motivos étnicos y políticos y para aniquilar aspiraciones nacionalistas. Hoy se acepta más bien que se trataba de una pugna por controlar el excedente, como ha analizado Engerman. <<

[19] En la medida en que entre los campesinos existían grandes masas anarquistas, esta sugerencia podría entenderse como reforzamiento de la cooperación con éstos (Schwartz, p. 276). <<

[20] La aplicación de estos principios enconó las discrepancias entre el PCE (uno de cuyos dos ministros, Vicente Uribe, era titular de Agricultura) y el ala izquierda del PSOE y los anarcosindicalistas. <<

[21] Esta referencia tiene una gran importancia. Araquistáin explicaría posteriormente la entrevista en clave del deseo soviético de que el PSOE y el PCE se fusionasen. <<

[22] Si no, no se explica que poco más tarde, Negrín insistiera el 22 de febrero ante Stajevsky y le pidiera que, aprovechando su próximo viaje a Moscú, gestionase la puesta a disposición del Ministerio de Hacienda de consejeros técnicos para la organización e instrucción de las fuerzas del cuerpo. No eran muchos: de seis a ocho jefes y oficiales (AJNP). Entre los carabineros no había comunistas. <<

[23] Ésta no es una obra que examine las controversias internas en la España republicana, para lo cual se dispone del excelente libro de Graham y de la reciente investigación de Sánchez Cervelló. Pero la exasperación contra los anarquistas no estaba limitada a los comunistas. Los británicos, por ejemplo, descifraron un telegrama del ministro del PNV Manuel de Irujo al lehendakari Aguirre del 30 de diciembre de 1936 en el que se hacía eco de la petición que le había hecho Joan Comorera, secretario general del PSUC y conseller de la Generalitat, para que le suministrase 500 revólveres y otras tantas ametralladoras con las cuales armarse y proceder contra los confederales. Pagaría al contado. Esperaba recibirlas por vía aérea. Irujo aconsejó que se aceptara la propuesta ya que ello aumentaría el nivel de influencia de los industriales y políticos vascos por haber contribuido al descalabro anarquista (TNA: HW12/212, BJ067691). El PSUC continuó sus intentos. El 15 de abril de 1937 su agente confidencial informó a Negrín de que Roldán Cortada trataba de adquirir armas cortas en París (AFPI: ACZ 184-30). Broué (p. 226) se sorprende: ¿Para qué, si el PSUC mismo (!), era la policía? Volveremos al tema en el capítulo trece. <<

[24] El 14 marzo, con los dirigentes de la Comintern y los dos acompañantes que habían participado en la entrevista con Pascua, Stalin siguió insistiendo en que se trataba de un eslogan de resistencia cuando lo que se necesitaba era pasar a la ofensiva (Banac p. 58). Esta crítica se dirigía contra la consigna por excelencia del PCE. En tal ocasión se puso de relieve que a Stalin no le parecía necesario que Largo Caballero dejase la presidencia del Gobierno (no existía ninguna otra figura más adecuada) pero sí que abandonase el Ministerio de la Guerra. <<

[25] Stalin pasaba por alto dos puntos. En primer lugar, el ejército español había tenido la experiencia de Marruecos y hasta hacía poco tiempo la guerra civil se había parecido más a una contienda colonial que a un conflicto moderno. En segundo lugar, muchos de los asesores soviéticos que fueron a España no tenían mucha experiencia bélica ni tampoco habían actuado en condiciones de combate. <<

[26] Las mayúsculas son del propio Pascua, sin duda para resaltar las afirmaciones que le parecieron más importantes. El 27 de febrero Orlov informó a Moscú de que la lucha interpartidista minaba, entre otros factores, la capacidad de resistencia y que la disciplina era laxa: Costello/Tsarev, pp. 265s. <<

[27] No era Stalin el único en expresar estas dudas. Quince días más tarde el propio Araquistáin, desde París, escribió a Largo Caballero (1996, pp. 22ss) su sospecha, mencionada en el capítulo tres, de que «desde algunos ministerios se está saboteando la guerra» con la idea, quizá, de inducir una mediación o un gobierno que llevase a tal resultado. Denunció la política de Prieto como «conducente a no hacer la guerra a fondo, para no ganarla por completo, con objeto de que la victoria sólo sea a medias y o se realice plenamente la revolución social, que tanto le atemoriza». «No todos los hombres —añadió— quieren ganar la guerra en el mismo grado y con las mismas consecuencias». <<

[28] Como ciertamente había ya pensado el británico. <<

[29] Fernández López (p. 181) ha trazado un cuadro negro de la situación que culmina en la simple constatación de que «el ejército republicano no existía como tal en vísperas de la batalla de Madrid». Las críticas de este autor hacia Asensio, mentor militar de Largo Caballero, son igualmente duras. Se trae a colación este ejemplo simplemente para mostrar que hay historiadores contemporáneos que no discrepan demasiado en sus juicios sobre Asensio de los que se vertían en la época y de los que los comunistas se hicieron adalides. Sobre las malas condiciones en que se encontraban los soldados del Ejército Popular en la primera mitad de 1937, véase Seidman, pp. 135, 138, 141 y 171. <<

[30] Esta insistencia (porque ya lo habían señalado en su carta a Largo Caballero de diciembre) es extraordinaria. Tan sólo un año antes, en sus declaraciones al periodista norteamericano Roy Howard, Stalin había afirmado que el socialismo no podía establecerse por medio de procesos democráticos o constitucionales. Lord Chilston lo subrayó en su informe a Londres del 7 de marzo de 1936 (TNA: FO 371/20345). <<

[31] Los rusos también se lo dijeron a los británicos. La interpretación de Beevor (p. 377) no me parece correcta: Stalin deseaba que la República no le creara problemas en su política de no provocar a la Alemania nazi y de acercamiento a las potencias democráticas. Al contrario, Stalin buscaba esto último por la vía del robustecimiento de la seguridad colectiva y el apoyo a Francia. La ayuda a la República era uno de los mecanismos. <<

[32] Innecesario es destacar la importancia de esta información. Los líderes republicanos no podrían llamarse a engaño. <<

[33] El embajador informó a Azaña de la estrategia soviética y el presidente de la República consignó en sus apuntes (1990, p. 227): «Reflexiones de Stalin: que no se toma la guerra en serio, con voluntad de vencer. Que no se restablece la disciplina de Estado y, sin ella, no hay disciplina militar. En contra del proyecto de Gobierno sindical. Que el único porvenir posible es la República democrática parlamentaria. Dudas sobre la capacidad de L. C. en el Ministerio de la Guerra». <<

[34] La interpretación anticomunista clásica, pero sin base documental, la da Bolloten (p. 392): «Tras la fachada de las instituciones democráticas pretendían convertir la revolución popular en un Estado policial de un solo partido totalitario». <<

[35] A finales de 1936 la Comintern, por ejemplo, había instruido al PCF para que tomase medidas contra el transporte y desembarco de tropas italianas y alemanas en España (Banac, p. 45). Cómo hacerlo era, naturalmente, otra cuestión. El voluntarismo nunca estuvo demasiado alejado de los planteamientos de esta organización. <<

[36] Payne (p. 251) presenta esto como una muestra del «provincianismo» y «falta de comprensión política de Azaña» (cuyos motivos no están documentados) y silencia la reacción de Pascua. <<

[37] No cabe olvidar, sin embargo, que en la reunión del 14 de marzo con los dirigentes de la Comintern Stalin barajó la idea de que en un cambio de Gobierno quizá el PCE pudiera tener una mayor participación. Evidentemente, además de la estrategia, hay que tener en cuenta la táctica y Stalin era un maestro consumado en los dos ámbitos. Como ya hemos señalado, en tal reunión Stalin reforzó la idea de que Largo Caballero debía continuar como presidente del Gobierno, aunque sería mejor que dejase la conducción de los asuntos militares (Banac, p. 58). Se trata de un tema en el que abundaremos posteriormente. <<

[38] No veo el sentido de la afirmación de Beevor (p. 379) acerca de la ironía que supone que mientras los comunistas españoles pedían la cabeza de Asensio en Moscú se ordenaba el regreso del embajador (que no fue el 21 de febrero). La animosidad contra Asensio era bastante anterior. <<

[39] Desde el otoño de 1936 Antonov-Ovseenko había chocado con diversos representantes del Estado soviético. Alguno le había acusado de ser más procatalán que los propios catalanes. El 27 de marzo, el embajador Gaikis escribió al NKID quejándose de su falta de tacto (Radosh et al., 38). Era una época en que entre los soviéticos se ajustaban ciertas cuentas. Orlov criticó ferozmente a Gorev («no tiene experiencia militar») y a Berzin («en temas militares es un niño»): Costello/Tsarev, p. 265. Esto lo decía un mandante de asesinos profesional y que no era precisamente un genio de la guerra. <<

[40] La mejor descripción del incidente que conozco se encuentra en Moreno de Alborán (pp. 915ss). Previamente se habían interceptado tres mercantes soviéticos, dos de los cuales (Chubak y Kharkov) fueron conducidos a Palma. El tercero (Minsk) llevaba carga inocente y prosiguió su viaje (ibid. pp. 907s). <<

[41] RGAE: Fondo 413, inventario 13, asunto 1763, pp. 52-56. El informe está en inglés y fue compilado por alguien que firmaba como Stephen Spender (obviamente no el poeta). <<

[42] El 30 de abril Araquistáin escribió a Evgeny Hirschfeld, consejero de la embajada soviética en París, informándole de que un aviador francés que había salido de la cárcel de Ondarreta había visto a los marineros del Komsomol y de otro barco soviético, el Smidovich. Sugirió la posibilidad de canjearlos por prisioneros franquistas. AHN: Fondo Araquistáin, legajo 31/H34. <<

[43] AMAEC-AB: no intervención/caja 104. Sin fecha. <<

[44] Quizá sin saberlo, Stalin copió aquí el proceder de los norteamericanos en la primera guerra mundial cuando sus envíos a Europa hubieron de hacerse en barcos que no fueran estadounidenses para evitar que estos últimos corrieran el riesgo de ser torpedeados por los submarinos alemanes. Washington, en su época de neutralidad, aplicó esta política rígidamente, incluso hacia el Reino Unido. Debo esta referencia a José Antonio Montero Jiménez, que la menciona en una tesis doctoral espléndida siguiendo a David Kennedy. <<

[45] Sección 167 del Informe anual, 1936. TNA: FO 371/21105. <<

[46] Véanse las fascinantes referencias al respecto en el capítulo dedicado al embajador Davies, en la obra de Dunn. También en De Santis (pp. 34s). Davies llegó a Moscú en enero de 1937 y fue trasladado a Bruselas en junio del año siguiente. Publicó un curioso libro, mezcla de despachos oficiales, entradas de diario, cartas personales, etc., en el que presentaba una visión sumamente edulcorada de la Unión Soviética. Era un millonario hecho a sí mismo a quien se le concedió la embajada en Moscú por sus contribuciones a la campaña electoral. No tenía idea de política internacional, europea o soviética, pero era amigo de Roosevelt. Recientemente su figura ha sido recuperada por Glantz (pp. 25ss), mucho más favorable hacia él que sus subordinados y que una gran parte de la literatura especializada. <<

[47] Ya dijo Orwell (a, p. 116) que «tras años de agresiones y masacres habían entendido una sola cosa: que Hitler y Mussolini eran hostiles al comunismo» y, por tanto, «amigos de la caja registradora donde se guardaban los dividendos británicos». O que «cuando estalló la guerra civil española todo el que tuviera el conocimiento político que se puede obtener de un panfleto socialista de los que se vendían a seis peniques era sabedor de que, si Franco ganaba la guerra, el resultado sería estratégicamente desastroso para Inglaterra». <<

[48] Llegó a ser embajador en Noruega. Falleció en 1976. <<

[49] El memorándum de Collier («A Comparison of the Nazi-Fascist and Communist Systems, as affecting British Foreign Policy») se encuentra en TNA: FO 371/22289. Lamentablemente no sirvió para mucho. El primer ministro era ya Neville Chamberlain, rodeado de una pléyade de hollow men y el apaciguamiento de los dictadores fascistas se encaminaba hacia su apogeo en Munich. Collier había llamado la atención sobre tal peligrosidad en noviembre de 1936 y un mes más tarde adujo que en los siguientes años Italia sería un enemigo potencial de los intereses británicos (Moradiellos, 1996, pp. 116s y 126). <<

[50] Esto podría significar que para entonces los problemas de comunicación iniciales estaban resueltos, aunque los rusos nunca creyeron en la seguridad del cifrado republicano. <<

[51] No es cierto que Largo Caballero se encontrara en el dilema que señala Beevor (p. 382): «por un lado no podía revelar la peligrosa extensión del poder comunista sin confirmar los prejuicios británicos y, por otro, cada vez contaba con menos aliados de los que pudiera fiarse». <<

[52] No fue exactamente así. Como ya hemos indicado, Pascua telegrafió a Álvarez del Vayo que, en relación con un asunto de importancia excepcional, partía a Valencia. Le pidió que advirtiera a Largo Caballero y a Prieto. No le daba tiempo de pedir autorización pero señaló que lo justificaría. Para otros viajes posteriores se conservan telegramas, interceptados por los británicos, en los que Pascua anunció sus salidas de Moscú sin entrar en detalles. Normalmente Pascua, como cualquier embajador, se desplazaba siguiendo instrucciones y anunciaba su llegada y su regreso. Existen pruebas de ello en su expediente personal. <<

[53] La deficiente redacción es del original. En mayo de 1939 Araquistáin, preguntó a Largo Caballero acerca de su reacción respecto a las informaciones que Pascua le había transmitido sobre el oro y la unificación (Largo Caballero, 1996, p. 65). Nada de lo que reseñó Pascua avala tal afirmación. Payne (p. 265) considera que el viaje sirvió para llevar a España una petición en nombre de Stalin con el fin de que se realizara la fusión entre el PSOE y el PCE. <<

[54] Bolloten (p. 548), con fuentes secundarias, extrae la conclusión de que el episodio «acabó de convencer a los rusos de la inutilidad de seguir intentando doblegar a sus propósitos al dirigente socialista y fue la señal para una campaña de rumores encaminada a socavar lo que le quedaba de autoridad». No es una interpretación correcta. <<

[55] Corresponde, que yo sepa, a Tusell (pp. 32ss) y a Avilés Farré (pp. 87s) el honor de haber hecho sendas referencias, muy sucintas, a este episodio. Mi propia interpretación es, sin embargo, diferente. <<

[56] Según Xammar, consejero de prensa de la embajada, (pp. 408s) era difícil saber si se trataba de un judío de origen alemán, ruso, ucraniano, turco o armenio. Había sido secretario en Berlín del gran director de escena Max Reinhardt. Debo esta referencia al Dr. Hugo García, de la UNED. El informe del grupo socialista de París, al que hemos aludido en el capítulo tercero, ofrece, por lo demás, una imagen profundamente negativa de Xammar. <<

[57] En una carta del 6 de abril de 1937, le identificó como Norman Davies, delegado en la conferencia del azúcar de Londres, pero «en realidad, enviado especial» del presidente norteamericano (Largo Caballero, 1996, p. 37). <<

[58] La exposición que antecede está basada en las cartas a Largo Caballero del 12 enero, 9 de marzo, 18 de abril y 30 de julio que se conservan en AHN, Fondo Araquistáin, legajos 70/9 A, 10 A y 12 A (las dos últimas), respectivamente. <<

[59] Reflejo de los tiempos. Estos últimos fueron los puntales de la estrategia económica del Partido Laborista en el Reino Unido a partir de 1945. <<

[60] Esto equivalía numéricamente a unas 9 brigadas mixtas o tres divisiones republicanas, casi un cuerpo de ejército. ¡Y sólo a los tres meses de guerra! Agradezco esta información a Gabriel Cardona. <<

[61] Es de imprescindible lectura, como estudio de caso, el libro de Cobo Romero y Ortega López, que desvela tanto la expansión falangista como los mecanismos sociales, políticos e ideológicos que la acompañaron. <<