Documento n.º 6

INFORME DE BASE DEL EMBAJADOR EN MOSCÚ SOBRE LA POLÍTICA

EXTERIOR Y DE SEGURIDAD SOVIÉTICA

La política actual de la URSS está dominada por la idea de construcción socialista de dicho país. Después de otros propósitos que se abrigaron por algún tiempo sobre proselitismo integral de semejante conquista en otras naciones, sin éxito satisfactorio, la táctica ha evolucionado hacia una realización de la construcción socialista en la URSS sin abandonar, creo yo, la posibilidad de ayudar tareas o coyunturas parecidas en otras regiones en cuanto lo permitan las circunstancias y sin prescindir del órgano, de varia acción, de la Internacional Comunista; pero dando gran énfasis y sin arriesgar por tanto demasiado fuera de buen cálculo la construcción socialista de la URSS, muy con mucho predominante a todo, no sólo de momento como trabajo sino también como decisiva para el futuro del socialismo en el mundo. Éste es, a mi juicio, el eje de la cuestión por lo que a los soviets se refiere.

(Conviene mucho insistir, como ya he hecho otras veces, que la «opinión pública» en la URSS es absolutamente dirigida y controlada, y por consecuencia debe atribuirse a sus manifestaciones externas una significación e importancia circunstanciada al momento y a las conveniencias de los asuntos en cuanto a las ventajas que puedan derivarse. Variable, por tanto, a veces en algunos términos que pueden llegar a sorprender a algunas gentes, pero que, por el contrario, conserva la línea general al criterio más arriba indicado).

Tal como por ahora está planteado el problema español y sus posibilidades de progreso social temporalmente (¿o permanentemente?), en el marco —conveniente para los soviets— de una república democrática y la coyuntura que supone en el mundo europeo en relación con el fascismo, particularmente con el nacionalsocialismo alemán, parece claro el mejor deseo de ayudarnos en nuestra situación y luchas. Hay evidentes pruebas de ello y hasta ahora ningún signo, de volumen, restrictivo de esta favorable y eficaz disposición. Por el contrario, la preocupación de nuestras ventajas y avance en cuanto al régimen republicano y su Gobierno en la forma actual es firme y constante, hasta ahora.

Pero, repito que en mi opinión subordinado todo el juego político a la colosal y esencial tarea de los líderes soviéticos a que más arriba hago mención insistente.

La URSS tiene que vivir, y vive de hecho, con una alerta tensísima a los peligros del exterior (aparentes y claros por parte de Alemania y el Japón, en mucho grado de Italia), complicidades implícitas en aquellos primeros (Finlandia tal vez, en menor escala y compromiso Estonia, Letonia y Rumania), juego oscuro y oscilante pero nunca en sentido confiantemente favorable de Polonia e importante retracción y sorda inamistad, más bien por consideraciones sociales, de Inglaterra, con todo su enorme peso en el conjunto europeo y mundial. Más indecisa y vacilante política francesa por toda una complicada serie de factores en acción. Buen ambiente checoslovaco en busca de bien necesitado y casi único soporte militar y relaciones satisfactorias con Turquía.

Agréguense a esto dificultades que puedan surgir dentro del partido comunista respecto a la práctica y desarrollo de los planes de reconstrucción e incluso de las relaciones en los problemas exteriores que, por otra parte, no conviene ni parece justo magnificar ni sacar de juicio en cuanto a su relativa trascendencia y repercusión y podrá apreciarse la condicionalidad de los movimientos del Gobierno soviético en política extranjera. Está, a mi juicio, muy lejos el problema de estar situado como para colocarse en una posición que pueda desembocar en un arriesgarlo todo. Lo que no infiere en aminorar por ahora solidaridad efectiva y útil en diversas esferas.

Particularmente en un aspecto del problema actual, tráfico marítimo con España y sus consecuencias, y dentro de las consideraciones que acaban de hacerse, debe señalarse que no obstante interpretaciones que pudieran darse con alguna ligereza a discursos y exposiciones de líderes soviéticos recientes, muy justificables a otros fines y objetivos, algunas fuerzas armadas no deben de estar en estado de suficiente preparación. Más concretamente, la Marina de Guerra. He aquí su fuerza y estado actual muy probables (no muy alejados de la realidad, desconocida por el secreto y rigurosa reserva habituales a los que se añaden mis dificultades de investigación personal por carencia de auxiliares competentes):

Pero todo ello para atender a dos mares. Repelente, pues, cualquier maniobra de importancia que pueda suponer desplazamiento de fuerzas a sitios alejados de las bases ordinarias de la flota.

Añádanse a los inconvenientes manifestados algunos de escaso desarrollo proporcionado todavía en sectores de actividad interior (transportes, tal vez municiones) y se comprenderá muy bien la política cautelosa respecto a actividades marítimas y la pretendida inteligencia al respecto con Inglaterra, que no ha dado al parecer los resultados que esperanzaban.

En consecuencia, la mayor decisión de la política soviética de apoyo al Gobierno y al pueblo españoles está condicionada, a mi modo de ver los acontecimientos, por una actitud más clara y eficaz de Francia, subordinada sin duda a la solidaridad inglesa. No debe olvidarse las vacilaciones, realmente enervantes para muchos políticos, que todavía se experimentan en Francia por lo que toca a las consecuencias naturales del pacto francosoviético y en su tibieza en otros muchos aspectos respecto a sus anteriores amigos de la Petite Entente.

Creo, en resumen, que ha de seguir por ahora por parte de la Unión Soviética un apoyo decidido en las esferas y medidas hasta ahora practicadas. Pero las ulteriores ampliaciones dependen a mi juicio de la variabilidad en el sector franco-inglés antes apuntado. Concuerda además en este punto con la necesidad apreciada de unos años de paz que servirían a la URSS para desarrollar sus enormes planes interiores de tan gran trascendencia para ella y el mundo político-social y para consolidar y perfeccionar su poder militar aún no maduro para las arriesgadas empresas a que está constantemente expuesta.

FUENTE: archivo del doctor Pascua. Reproducido en Viñas, 1979, pp. 321ss. El original se encuentra en AHN: Diversos/Marcelino Pascua/ 8-7.