CARTA DEL AGREGADO MILITAR GOREV AL CORONEL ROJO
Sr. Jefe del E. M. C.
Estimado Jefe y amigo:
Reciba ante todo mi felicitación una vez más por su nombramiento como Jefe del E. M. C. del que estoy completamente seguro surgirán nuevos éxitos para las armas de la República.
Después de este deber, paso, mi coronel, a darle a usted mi opinión sobre alguno de los problemas existentes en el norte, en la seguridad de que Vd. los interpretará como un deseo ferviente de ayudar aunque modestamente en cuanto pueda y sepa.
Como Vd. bien sabe, la situación en el norte ha estado y aún no está libre de grandes dificultades. Ya que las características de Euzkadi impedían que el general Llano de la Encomienda pudiera practicar una política militar de unidad. Y aunque bien es cierto que el nombramiento del general Gámir Ulibarri ha logrado apartar de la dirección militar a quien a pesar de su buena voluntad no podía suplir la carencia de conocimientos técnicos, también es cierto que a pesar de la justa redacción del decreto que plantea el deber de colaboración entre los dos generales la unidad no está lograda.
Usted tiene una gran experiencia en este aspecto. Porque en Madrid también se produjo la existencia de dos generales con la división de un frente que nunca debió dividirse. Conoce, mi coronel, mejor que yo que cuando se nombró al general Miaja y a Vd. como jefe de su E. M. único mando de operaciones del Centro se obtuvieron importantes victorias. Y aquella situación se reproduce hoy en el norte. Por eso no es muy preciso hacer muy extensos los razonamientos.
Pero paralelamente a este problema está la organización de la retaguardia. No es secreto para Vd. /tachado/. Y esto se siente con más fuerza cuando, como consecuencia del aislamiento con el E. M. C., no es posible muchas veces vencer incomprensiones rápidamente. Porque hay veces que a pesar de la buena voluntad cada general puede pensar que el frente de mayor importancia es el suyo y que consecuente con este criterio no preste todo el apoyo que pueda necesitar el frente que dirige otro general.
Y esta cuestión va íntimamente ligada a la organización de la retaguardia. La existencia, como Usted sabe, de corrientes independentistas en las tres provincias hace que la utilización de los elementos sea muy pobre. No se utilizan los medios de transporte de manera que satisfaga las necesidades de todo el norte. En el abastecimiento cada provincia sólo se preocupa de ella. En fin, estoy seguro de que para Vd. es fácil de comprender todo esto.
Me abstengo de aconsejar nombres por considerarlo secundario, ya que lo fundamental es establecer la unidad de mando. /Tachado/.
En relación con esto que por Vd. sea conocida mi opinión. Lo importante es lograr la unidad de mando; lo accesorio el nombre de la persona en quien ha de recaer dicho nombramiento.
Ruego me dispense. No era mi intención hacer esta carta demasiado larga, por suponerme el trabajo que sobre Vd. pesa; pero considero un deber en darle mi opinión sobre problemas que, solucionados, nos llevaría a un camino de francos éxitos. Con el deseo de que se llegue a él y deseoso de ayudar, expongo estos juicios. La fórmula podría ser bien un Alto Comisario; en fin, la fórmula no es lo fundamental en este caso.
Pienso también que quizá fuera posible la creación de un Consejo Superior Militar en el norte, que orientara y ayudara al mando, organismo lleno de autoridad en relación con la situación de aislamiento aquí existente, y que fuera un fiel intérprete, aun en los momentos en que tuviera que obrar sin poder consultar a Vd., un fiel intérprete de la política militar del E. M. C. que Vd. tan dignamente dirige.
Otro problema de no menor importancia es el de las industrias de guerra o aquellas posibles de ser transformadas. La falta de coordinación de las industrias de guerra, de su utilización con relación de un plan racional de producción, como consecuencia de la independencia de cada provincia y de la no existencia de un organismo coordinador, impide que los frentes del norte tengan satisfechas sus necesidades. Y es cuestión de poca importancia razonar estos hechos, por ser de sobra conocida por Vd. la solución.
Y quiero terminar exponiéndole, mi coronel, algo que fue expuesto por Vd. en la conversación sostenida antes de mi partida al norte. Esto es el problema de los mandos.
Usted hablaba entonces de las formidables condiciones de los combatientes del norte. Fue señalada por usted también la carencia de mandos suficientes y capaces.
Le asiste a Vd. toda la razón. Los combatientes aquí son simplemente formidables, pero carecen de mandos que sepan utilizar estas condiciones preciosas. Es tan clara esta necesidad que yo me permito señalárselas en la seguridad de que le dará solución.
Y no se trata sólo de los mandos de infantería sino también de oficiales de artillería y zapadores, ya que conociendo la táctica enemiga (empleo en masa de la aviación) está clara, además de otras razones, la necesidad de oficiales de esta especialidad para impulsar las obras de fortificación y creación de refugios que aumenta las posibilidades defensivas del Ejército del norte.
Esto es mi modesta opinión en relación con algunos de los problemas que en norte existen.
Sólo pido me perdone por las molestias que pueda ocasionarle, y deseándole nuevos éxitos se ofrece a Vd. con todos los respetos.
Su buen amigo y subordinado.
V. Gorev
FUENTE: AHN, archivo del general Rojo, caja 6/4.