Las brujas

La competitividad entre equipos de escaladores de los dos lados de los Pirineos llegó a su máximo apogeo con el inicio de la década de los sesenta. Rabadá y Navarro se habían adelantado a Patrice de Bellefon en la ascensión de la cara oeste del Naranjo de Bulnes, y la lucha por las primeras ascensiones iniciada en Riglos entre aragoneses y catalanes había tomado un carácter más internacional.

Escaladores catalanes y franceses se unieron en 1960 para trazar un nuevo itinerario en el Tozal del Mallo, en Ordesa. Eran los inquietos Anglada y Guillamón y Patrice de Bellefon y Sylvain Sarthou. En esta ocasión, puesto que los dos equipos querían ascender por el mismo paño de pared, decidieron aunar fuerzas y durante la Semana Santa ascendieron la ruta Franco-Española, no muy lejos de la vía Ravier original. En 1962 Alberto Rabadá y Pepe Díaz visitaron la pared con la intención de escalar el espolón oeste, que todavía se encontraba virgen. Pero durante la aproximación sus ilusiones se desvanecieron, pues vieron que dos montañeros lo estaban ascendiendo. Eran el guarda del cercano refugio de Góriz con otro compañero.

Durante la primera ascensión de la vía Brujas al Tozal de Mallo, en el Valle de Ordesa. Junio de 1963. Realizada por Ernesto Navarro, Pepe Díaz y Alberto Rabadá.

Con el disgusto de no haber podido escalar el espolón, al día siguiente comenzaron otra apertura más ambiciosa por el centro de la pared, donde el terreno era vertical y desplomado. Progresaron con mucha lentitud hasta una repisa conocida como la Plaza de Cataluña y allí pasaron la noche. Alberto estaba extenuado tras la larga escalada y por la mañana decidieron descender para regresar en otro momento con más equipo. Mientras regresaban caminando, Alberto, ofuscado, dijo: «Esto está lleno de brujas», y así surgió el nombre de la popular ruta de Brujas.

El 27 de junio de 1962 estaban otra vez en la pared: en esta ocasión les acompañaba Navarro y habían traído con ellos una pesada cámara para grabar la ascensión. La pasión de Alberto por el cine había ido en aumento a medida que conseguía grabar hasta en sus ascensiones más difíciles. Su ilusión era tan desbordada que los amigos, bromeando, le llamaban Filmoberto.

Escalando en Ordesa.

No consiguieron grabar muchas imágenes, pero sí escalaron una ruta excepcional. Entre el 27 y el 29 de junio completaron los cuatrocientos metros de la cara sur del Tozal del Mallo sin más incidentes que una caída de Navarro, en la que se produjo un corte en el antebrazo. Su ilusión de trazar una ruta más directa se había frustrado a causa de un enorme techo; en la parte superior el itinerario era más sinuoso, aunque igualmente espectacular. De regreso a Zaragoza, Alberto juraba volver para enderezar la ruta y convertirla en una directísima.

Ernesto Navarro, Pepe Díaz y Alberto Rabadá durante la primera ascensión de la vía Brujas al Tozal de Mallo, en el Valle de Ordesa. Junio de 1963.