Stride subió a la parte de atrás del coche patrulla. Su fuerza de voluntad para dejar de fumar se evaporó nada más llegar al fondo de la colina; bajó la ventanilla a la mitad, encendió un cigarro y exhaló una nube de humo al exterior. Estaba mojado, tenía frío y le dolía todo el cuerpo. Se palpó la piel quemada del cuello, que era como un tatuaje rojo allí donde el cinturón de Brandt lo había estrangulado. Éste estaba sentado a su lado, esposado, sin abrir la boca y contemplando el mundo exterior a través del cristal.
Los que delinquían por primera vez siempre adoptaban esa actitud cuando la realidad se cernía sobre ellos. Adiós a la libertad.
Las luces rojas y circulares de una ambulancia brillaron como faros estroboscópicos en el interior del coche. Había coches patrulla y agentes por todas partes. Stride dio otra calada y esta vez soltó el humo dentro del coche. Brandt tosió.
—Lassiter se pondrá bien —dijo Stride.
Brandt torció la boca, pero se abstuvo de decir nada.
—Hay algo que no entiendo, Mitch. Eres un as de la bolsa, debes de sacarte… ¿cuánto? ¿Un par de cientos de miles al año? Eso es una fortuna en esta ciudad. ¿Por qué echarlo todo por la borda?
No hubo respuesta.
Stride suspiró y se recostó en su asiento.
—Lassiter me dijo que es difícil hacerse rico contando las horas, y seguramente trabajaba el doble que tú. Pero supongo que nunca es suficiente, ¿verdad?
Buscó alguna señal en el rostro de Brandt, pero el joven agente de bolsa se mostraba hosco y retraído.
—¿O acaso era la emoción de sentirse acechado? —preguntó—. ¿Lo hacías para saber si podías salir airoso? —puesto que Brandt seguía sin responder, continuó—: Está bien, no es necesario que digas nada. Consigue un abogado y empieza a planear alguna estrategia. Podemos acusarte de asalto e intento de asesinato, así que ya puedes despedirte de los próximos seis o nueve años de tu vida. Por supuesto, tendremos que competir con los federales, porque querrán que vayas a la prisión federal por el tema de Infloron Medical.
Brandt se volvió hacia él de golpe. Stride asintió.
—Así es, lo sabemos todo sobre el tráfico de información confidencial. Tú y Lassiter. La SEC también está al corriente, pero seguro que eso no es nuevo para ti. Por eso has ido a por Lassiter esta noche.
Stride tiró el cigarro por la ventanilla.
—Aunque la SEC tendrá que esperar su turno. Cuando hayamos añadido violaciones múltiples a la lista de cargos, tu delito de guante blanco parecerá una minucia, como copiar en un examen. Estaríamos hablando de entre veinticinco años y cadena perpetua. Lo cual es mucho tiempo.
Al oír la palabra «violaciones», se decidió a despegar los labios.
—¿De qué diablos está hablando?
—No te hagas el tonto conmigo, Mitch.
—Yo no he violado a nadie.
—¿No? ¿Y lo de esta noche en casa de Sonia sólo era un juego? —vio que Brandt reaccionaba poco a poco, y luego añadió—: Sí, también sabemos lo del club sexual.
—No puede hacer pasar eso por violación.
—¿Y qué hay de las otras?
—¿Qué otras?
—Las otras chicas alfa —dijo Stride.
—¿Qué pasa con ellas? Por si no lo sabía, para eso vienen al club, para tener sexo. No violamos a nadie.
Stride se encogió de hombros.
—¿Y Tanjy?
—¿Qué?
—Simulas una violación con ella en Grassy Point Park, luego te deja y resulta que la violan en el mismo lugar. Eso sí que es coincidencia. Parece que el tema de las violaciones te persigue allí adonde vas, ¿no, Mitch?
—Tanjy se inventó lo de la violación —insistió Mitch.
Stride negó con la cabeza.
—No, no es cierto. ¿Fue emocionante volver a estar con ella de ese modo, sabiendo que si contabas sus fantasías nadie la creería? ¿Qué ocurrió luego? ¿Decidiste que te gustaba el poder que emanaba de ello? Cuando saliste airoso de la violación de Tanjy, ¿consideraste que las chicas alfa harían cualquier cosa por guardar su secreto? ¿Aun después de que las hubieras violado también?
—Eso es una locura. No sé de qué coño está hablando.
—Estoy hablando de las dos chicas alfa a las que atacaron después de las fiestas. Igual que estabas haciendo tú esta noche con Kathy Lassiter. Y quizá no lo sepas, pero este caso es una cuestión personal para mí.
Brandt forcejeó con los puños.
—Ni hablar.
—No será un caso difícil, Mitch. Tenemos una docena de testigos del asalto a Kathy Lassiter. Tú eres uno de los poquísimos hombres que estuvieron en todas las fiestas del club cuya chica alfa fue violada después. Tienes el tamaño y la fuerza necesarios para poder hacerlo. Y me dijiste que cada noche simulabas una violación con Tanjy a punta de navaja. Lo mismo que hiciste con las otras mujeres.
—Joder, no puedo creerlo.
Brandt se golpeó la cabeza contra la ventana tan fuerte que se hizo un corte en la frente; la sangre le cayó por la cara, apelmazándole la ceja. Una marca roja manchó el cristal. Stride se sacó un pañuelo de papel del bolsillo y se acercó a Brandt para secarle la sangre. El pañuelo se volvió carmesí.
—El club era secreto, Mitch —continuó Stride—. Nadie más sabía lo de las chicas alfa. ¿Qué crees que va a pensar el jurado? ¿Crees sinceramente que se imaginarán a alguien como Delmar Bezac como violador? Tú eres el semental del grupo. —Se inclinó hacia el oído de Brandt y susurró—: Es lo que creyó Eric Sorenson, ¿verdad? Vino a ti y te acusó de violar a su mujer. Así que tuviste que pararle los pies. Y a Tanjy.
Brandt estaba tan cerca que podía oler su sudor. Con la mano de Stride encima de un ojo y la cara perfectamente cincelada y sin afeitar, Brandt parecía un pirata.
—Usted no sabe nada —le dijo—. No tiene ni idea de lo que pasa en esta ciudad.
—Pues explícamelo.
—Me han tendido una trampa. Igual que a Maggie.
—Claro.
—Mire, no sé lo que dirá Lassiter, pero fue idea suya. Me conoció en el club. Vino a mí con todo el plan sobre Infloron Medical y la aprobación de la FDA. Así que cuando averigüé que estaba negociando un buen trato con la SEC para cargarme a mí el mochuelo, perdí los estribos.
Stride negó con la cabeza.
—Lo entendiste mal, Mitch: la SEC no tenía ni idea de lo de Kathy Lassiter. Tú eres el único que estaba en su punto de mira, no ella. Recibieron un chivatazo anónimo.
Observó la mirada de Brandt, que cambió como un camaleón.
—Miente —dijo éste.
—No. Alguien te engañó.
—Qué hijo de puta —replicó Brandt, soltando el aire entre los dientes.
—Parece que sabes quién fue.
Brandt cerró los ojos.
—Maldita sea. Tengo que hablar con mi abogado. Tengo algo con que negociar, pero quiero averiguar hasta qué punto vale la pena antes de decir otra jodida palabra.
—¿De qué se trata? —quiso saber Stride.
—Dice que anda detrás de un violador, ¿no es así?
Stride vio que la sangre había sobrepasado los bordes del pañuelo en la frente de Brandt. Presionó más la herida y éste se tensó de dolor.
—Me parece que no me he explicado bien, es posible que ese tipo haya matado a dos personas. Ahora mismo, pienso que podrías ser tú. Si no lo eres, será mejor que me cuentes por qué y me ayudes a encontrarle.
—Quiero algo a cambio si atrapan a ese individuo. Quiero algún trato.
—De acuerdo, ¿qué te parece una placa con tu nombre en el ayuntamiento? ¿Quién es?
—No lo sé.
—Entonces no tienes nada con qué negociar.
—Oiga, no sé nada sobre él, pero es el tipo que buscan.
Stride aguardó.
—Le pagué —continuó—. Hicimos un trato, y ahora está echando a perder mi vida de todos modos. Para él es como un maldito juego.
—¿De quién estás hablando?
—Ya le he dicho que no le conozco —insistió Brandt—. Usted dice que yo era el único que sabía lo de las chicas alfa, pero no es cierto. Él también lo sabía todo.
—¿Quién?
—El hijo de puta que me ha estado chantajeando.
Stride arrugó el pañuelo y lo tiró al suelo del coche. Se apartó de Brandt y oyó la voz de Serena: una sola palabra, cuando le vencía el sueño después de que hicieran el amor. Una sola palabra, en la caja.
«Chantaje».
—Aún estoy sangrando —protestó Brandt.
—Sobrevivirás. Cuéntame más cosas.
—Ese tío sabe cosas. No sé de dónde las saca. Me llamó hace un par de meses y lo sabía todo sobre Infloron Medical y las operaciones aprovechando información privilegiada. Fechas, compras e importes. Me ha exprimido hasta la médula.
—¿Y las chicas alfa?
—También lo sabía. Bromeó sobre el hecho de que Lassiter y yo nos hubiéramos conocido en el club. Me preguntó cómo era hacerlo con las chicas alfa. Conocía sus nombres. Y ayer por la noche me volvió a llamar. Sabía que Lassiter iba a ser la chica alfa de hoy, y me dijo que ella le había estado hablando de mí a la SEC. Dijo que tuviera cuidado con ella. Pero el bastardo también debió de llamar a la SEC.
—¿Intentaste estafarle?
—¡No! Simplemente, el muy hijo de puta ha decidido joderme.
Stride salió del coche patrulla y cerró la puerta de golpe detrás de él. Alzó la vista al perfil de la torre de la colina y pensó en la chica de Enger Park y luego en Maggie y Serena. Y en la violación, el asesinato y el chantaje. Trató de organizarlo todo en su cabeza y no le gustó adónde le llevaba aquello.
A Mitchell Brandt le estaban chantajeando. Si Serena quiso decir lo que él creía, entonces también Dan Erickson estaba siendo víctima de un chantaje. Alguien que sabía lo del club sexual y las chicas alfa. Lo que le convertía a él en sospechoso principal de la serie de violaciones y los asesinatos de Eric y Tanjy.
Sufrió un ataque de ira al preguntarse cuánto sabía Serena y por qué no se lo había contado.
Después de meses de trabajar en las sombras, el chantajista debía de darse cuenta de que el reloj avanzaba inexorablemente. Ahora, la policía sabía lo de las violaciones. Sólo era cuestión de tiempo que Stride encajara las piezas del rompecabezas.
Eso significaba que Dan Erickson estaba en la trayectoria del huracán. Y en consecuencia, Serena también.