EL TERCER CUSTODIO

1

LA OSCURIDAD está colmada de insectos. Las sirenas de la gran ciudad suenan como los silbatos del tren en la pradera americana. Empezamos la tercera botella de vino.

—Bueno —digo finalmente, dejando reposar la copa de vino contra mi pecho—, ¿y por qué me habéis contado todo esto?

—Te hemos estado esperando —dice Beatriz.

—¿A mí?

—Desde que el Conservador y yo empezamos a investigar este material a finales de la década de los sesenta, hemos estado esperando al tercer custodio.

Se abre un abismo de confusión.

—¡Esperad! ¡Esperad! ¡Esperad! ¿Qué queréis decir?

—Tú, Bjørn —dice Beatriz—, eres el tercer custodio.

—Yo no soy un custodio.

—No teníamos ni idea de que eras tú, pero sabíamos que el tercero tenía que tener algo especial, algo que le hiciera destacarse.

—Eres tú —dice el Conservador.

—Cuando oímos que había venido un noruego al Palacio Miércoles, y que el noruego eras tú, lo comprendimos —dice Beatriz—. Bjørn Beltø… El hombre que salvó el cofre de los secretos sagrados.

—Beatriz y yo tenemos una misión —dice el Conservador.

—¿Y cuál es?

—Llevar a término la misión de los custodios.

—¿Quieres decir…?

—Devolver la momia a la cámara mortuoria de Egipto.

—¿La momia existe? Esteban dijo…

—¡No escuches a Esteban! —me ataja Beatriz—. Miente, miente, miente. El mundo se merece poder leer los textos tal y como fueron escritos.

—No comparto la inquietud del Vaticano —dice el Conservador—. Quienes crean, pueden seguir creyendo. Su fe adquirirá una nueva dimensión. Y los teólogos tendrán algo con lo que afanarse durante los próximos cien años.

—¿Qué significa eso de que me habéis estado esperando? El Conservador se saca una hoja plegada del bolsillo de la camisa.

—Esto es una traducción de algo que escribió Asim en Selja antes de morir: es una profecía astrológica, un augurio, llámalo como quieras.

Me tiende la hoja:

Y llegarán los tiempos en que los CUSTODIOS llevarán a EL DIVINO de vuelta a su lugar de descanso, bajo el sol sagrado, en el aire sagrado, bajo los peñascos sagrados; y pasarán mil años; y la mitad del tiempo transcurrirá en la niebla de la corrupción y la depravación; y de la legión de CUSTODIOS sólo quedarán tres; y los tres son leales, son limpios de corazón y su número es tres; porque el tres es un número sagrado y el tres agrada a EL DIVINO, del mismo modo que el tres alberga los tres pilares de Dios: el judaísmo, el cristianismo y el islam, y la sagrada trinidad, las tres ciudades sagradas del islam, los tres patriarcas, las tres festividades de los peregrinos de Shalosh Regalim, los tres sabios, los tres patriarcas de Israel durante la travesía del desierto: Moisés, Arón y Myriam, las tres secciones del Tanaj y la verdad eterna: Cielo, Infierno y Purgatorio.

2

BEATRIZ se restriega la nariz y dice que va siendo hora de irse a la cama.

Lo dice dirigiéndome una breve mirada. Durante unos segundos fantaseo con la idea de que me está diciendo que quiere que la acompañe, pero luego añade que está terriblemente cansada y que el vino le ha provocado dolor de cabeza. Se levanta y recoge las botellas de vino vacías.

—Difícilmente puede ser una casualidad que hayan pasado mil años desde que la momia se sacó de su lugar de descanso —dice.

—O que hayan pasado quinientos años desde la zozobra moral de los custodios aquí en el Caribe —añade el Conservador apagando la vela.

—Y ahora —dice Beatriz—, por fin somos tres.