36
en aquel vacío de un blanco inmaculado, su hermana, Jennsen, apareció ante sus ojos. Tom la acompañaba, con el brazo posado en gesto tranquilizador alrededor de sus hombros. Anson, Owen y Marilee estaban también allí, salvo por Tom, todos estaban inmaculadamente desprovistos del don. Eran pilares de la Creación.
—Richard —dijo Jennsen—, queremos ir a ese mundo nuevo.
Una lágrima descendió por la mejilla de Richard. Sabía que todos aquellos que eran como ella pensaban lo mismo.
—Todos vosotros tenéis todo el derecho de permanecer aquí y vivir libres.
—Lo sé —dijo ella por todos.
—Pero me has enseñado el valor de la vida, y de respetar las vidas de otros. Éste es un mundo con magia. Somos pilares de la Creación. Necesitamos crecer y desarrollarnos, crear nuestro propio mundo, un mundo sin magia. Éste es tu mundo. Ese mundo distante es el nuestro.
Richard posó la mano sobre su mejilla.
—A pesar de lo mucho que querría que te quedaras, lo comprendo.
Más que comprender, había sabido que ellos querrían ir a ese otro mundo.
Richard sonrió ante lo hermosa que era ella, ante lo buena persona que era.
—Creo que encontrarás un hogar seguro para ti y tus amigos.
—¿Creéis que estaremos a salvo, lord Rahl? —preguntó Tom—. Quiero decir, teniendo en cuenta la naturaleza de las personas que enviasteis a habitar ese mundo lejano…
Richard asintió.
—Movimientos como la Orden, que no hacen más que degradar y destruir las vidas de sus creyentes, necesitan un enemigo para desviar la atención sobre la profunda aflicción que causan. Tal enemigo, como lo hemos sido nosotros, es lo que mantiene unido su caótico y desnortado padecimiento. Sin la excusa de un malvado y poderoso enemigo al que culpar, sus ideas, incluso aunque campen descontroladas durante mil años, acabarán por desmoronarse sobre sí mismas. La simple tiranía acostumbra a alzarse de esas cenizas para volver a transformarse en un fuego sin llama una y otra vez a lo largo de la historia en ciclos interminables.
»Los inmaculadamente desprovistos del don serán un enemigo demasiado pequeño para que la Orden sea consciente de vuestra existencia, os tome en cuenta u os culpe. Simplemente seréis demasiado pequeños e insignificantes en número para ser una excusa que valga la pena.
—Estaremos a salvo —dijo Jennsen, respondiendo a la preocupación presente en los ojos de Richard—. Sin un enemigo como el que tenían aquí al que culpar, combatir y conquistar, la gente de la Orden volverá su odio hacia su interior. Se ensañarán con los suyos. Nos ocuparemos de no atraer demasiado su atención hacia nosotros. Estaremos perfectamente.
Richard asintió.
—Si os cruzáis en su camino, ante su vista, os aplastarán, pero tengo la esperanza de que tú y tu gente podáis hallar un lugar…, quizá en la zona conocida como Bandakar, aquí, en este mundo. Podéis vivir vuestras propias vidas allí. Desearía que fuera de otro modo, pero sé que debe ser así.
»He enviado el hechizo Cadena de Fuego a ese distante mundo nuevo —le explicó—. Se abrirá paso por todos los que viven allí, borrando su recuerdo de este mundo, de lo que habéis dejado atrás. Debo dejarlo infectado con los repiques para asegurar que cualquier magia llevada a ese mundo lejano será destruida.
»Junto con la magia, los recuerdos de este lugar quedarán destruidos.
»No tengo ni idea de cómo se llenarán los huecos en los recuerdos de esas personas, con qué sustituirán su historia real, sus recuerdos auténticos. Esos recuerdos creados serán por definición más tenaces que la realidad que había aquí. Esos recuerdos creados se unirán en la mente de los hombres a través del hechizo Cadena de Fuego, convirtiéndose en una convicción común, una certeza compartida. Esas creencias prevalecerán sobre las generaciones futuras. Cualquier recuerdo sobre nosotros acabará por desaparecer en ese mundo lejano.
»Pero no puedo contar con que el hechizo Cadena de Fuego y la contaminación destruyan toda la magia. Sencillamente no puedo estar seguro de que aquellos que todavía poseerán magia allí durante un tiempo no hallen un modo de remediarlo.
Richard posó una mano sobre el hombro de Jennsen.
—Tú, y los que son como tú, seréis el seguro para el futuro de vuestro mundo, el seguro de que la magia quedará borrada para siempre en ese mundo, mediante las generaciones futuras. Una vez que vuestros descendientes, con el paso del tiempo, transmitan su rasgo característico a todos los que nazcan, ya no habrá más magia en ese mundo distante, incluso aunque alguien intente preservarla para sus propias ambiciones despóticas. El tiempo, y todos esos pilares de la Creación que nazcan, esparcirán esa característica vuestra de carecer de la chispa del don, de modo que, en el futuro, nadie en ese mundo podrá volver a nacer con la menor chispa del don, nadie podrá hacer regresar la magia. Pero ésta seguirá viviendo aquí.
»Sé que me recordarás, Jennsen, pero también sé que tras un tiempo, ese recuerdo, junto con todo lo de este mundo, todo lo que había en él, se desvanecerá y pasará a ser tan sólo una leyenda.
Richard se giró hacia Tom, el fornido d’haraniano rubio.
—Tú no estás inmaculadamente desprovisto del don.
Tom asintió.
—Lo sé, pero amo a Jennsen y deseo estar con ella más que cualquier cosa en la vida. Dondequiera que estemos juntos será maravilloso, y tendremos una vida maravillosa juntos. Me siento emocionado ante la perspectiva de ayudar a construir un mundo para nosotros, un mundo donde Jennsen y todas las otras personas sin el don no serán diferentes, sino tan sólo personas.
»Os pido, lord Rahl, que me liberéis de vuestro servicio de modo que pueda consagrar mi vida a amar y proteger a vuestra hermana, así como a nuestra gente en el nuevo mundo.
Richard sonrió a la vez que estrechaba la mano del hombre.
—No hay necesidad de que te libere, Tom. Siempre me has servido por tu propia voluntad. Te estaré agradecido eternamente por haber hecho feliz a Jennsen.
Tom saludó llevándose un puño al corazón, luego, con una amplia sonrisa, abrazó brevemente a Richard. Owen, Anson y Marilee, también sonriendo emocionados ante las vidas que tenían por delante, estrecharon la mano a Richard, dándole las gracias por enseñarles cómo abrazar la vida.
—Te quiero —susurró Jennsen a la vez que le daba un fuerte abrazo—. Gracias, Richard, por ayudarme a amar la vida. Incluso aunque te olvide, siempre estarás en mi corazón.
Mientras se alejaba, ella y los demás empezaron a desvanecerse en el blanco vacío del portal.
Completamente solo en el blanco vacío, Richard agarró la Espada de la Verdad para retirarla de la Caja del Destino, para extraer la llave del portal. Sólo podía pensar en que aunque todo había salido como había planeado, la única cosa que había deseado con más ansia había fracasado.
El campo estéril que había necesitado para permitir que el poder de las cajas tuviera éxito había sido contaminado. Kahlan había sabido que él la amaba.
—Eres una persona poco común, Richard Rahl —oyó decir a la voz más hermosa del mundo.
Se dio la vuelta y se encontró con ella de pie delante de él. Los ojos verdes de Kahlan chispeaban. Lucía su sonrisa especial que no lucía para nadie más.
Richard se quedó paralizado, con una mano sujetando la espada con tanta fuerza que podía sentir la palabra verdad presionando contra la mano.
Kahlan se le acercó y deslizó un brazo alrededor de su cuello.
—Richard, te amo.
Richard le rodeó la cintura con un brazo, abrumado por sus sentimientos.
—No comprendo. No tendría que funcionar, el campo estéril lo alteró un conocimiento previo.
—Estaba protegida —dijo ella con una sonrisa maliciosa.
—¿Protegida? —Richard frunció el entrecejo—. ¿Cómo?
—Ya me había vuelto a enamorar de ti. No necesitaba un campo estéril. Creo que desde el primer momento en que te vi en aquella jaula que entraba en el campamento de la Orden empecé a enamorarme de ti. En todo lo que hacías, revelabas la clase de hombre que eres… el hombre del que me enamoré hace tanto tiempo, el hombre con el que me casé en el poblado de la gente barro.
—Cuando me entregaste aquella talla de Espíritu, eso confirmó todo lo que yo había vuelto a saber.
»El arte revela la personalidad del artista. El arte revela los ideales de un hombre, lo que valora. Cualquiera que sienta tanta veneración, tanta pasión por la nobleza del espíritu humano, sólo podría ser un hombre que comparte mi pasión por la vida.
Richard sonrió mientras notaba como una lágrima le corría por la mejilla.
—Fui al inframundo a conseguir los recuerdos arrebatados por la Magia de Resta de Cadena de Fuego. Allí averigüé que el núcleo de esos recuerdos sólo podía ser restituido si los aceptabas por tu propia voluntad. Los puse en aquella talla.
»Cuando la aceptaste, aceptaste los recuerdos de todo el mundo. Rompiste el hechizo Cadena de Fuego que había arrebatado tantas cosas a tantas personas. Al estar tan dispuesta a abrazar todo lo que es bueno, a valorar la belleza de la vida y llevarla en el corazón, devolviste a todos sus recuerdos.
Ella lo miró a los ojos durante un larguísimo instante.
Y entonces él besó a su esposa, la mujer que amaba, la mujer que lo significaba todo para él. La mujer que lo amaba.
La mujer por la que había ido al inframundo y regresado.
Mientras se ensimismaba en aquel beso y los brazos de Kahlan se apretaban a su alrededor, apartó la Espada de la Verdad de la Caja del Destino, cerrando el portal para siempre.
Cuando Richard abrió por fin los ojos, el mundo había regresado. Zedd estaba de pie a poca distancia, contemplándolos, sonriente.
—Zedd —dijo Richard, parpadeando al ver a todas las otras personas que había también allí.
—No hay necesidad de disculparse, muchacho.
—No me estaba disculpando.
Zedd les indicó con un ademán que continuaran.
—Bueno, tienes derecho a besar a tu esposa tras todo este tiempo. Siempre supe que vosotros dos os pertenecíais el uno al otro para toda la eternidad.
»Sólo desearía que no hubieras tardado tanto en descifrar todo esto.
Richard miró con severidad a su abuelo.
—Lamento haberte causado molestias. A lo mejor deberías haberme enseñado un poco mejor desde un principio y así no habría tardado tanto.
Zedd se encogió de hombros.
—Debo de haber sido un buen maestro. Lo hiciste bien.
—Richard —dijo Nathan a la vez que avanzaba—. ¿Te das cuenta de lo que acabas de hacer?
Richard miró a su alrededor.
—Bueno, eso creo.
—¡Cumpliste la profecía!
Richard ladeó la cabeza para mirar al profeta con escepticismo.
—¿Qué profecía?
—¡La profecía sobre el gran vacío!
Richard hizo una mueca.
—Pero acabo de salvarnos del gran vacío que nos advertiste que era la amenaza que indicaba la profecía.
Nathan alzó los brazos con gran agitación.
—No, no, ¿no lo ves? Acabas de crear un mundo donde la magia no existe. Por eso la profecía ve ese otro mundo como un vacío… ¡porque la profecía no puede ver dentro de un mundo sin magia! La profecía en realidad predecía lo que harías. Cuando separaste los mundos, ésa era la bifurcación de que hablaba la profecía. El gran vacío es la profecía de ese otro mundo.
—Si tú lo dices, Nathan… —repuso Richard con un suspiro.
—Hay algo que no comprendo —dijo Zedd—. ¿Cómo sabías que la Espada de la Verdad era la llave para abrir las Cajas del Destino? Quiero decir que tú sabías que el Libro de las sombras contadas no podía ser el auténtico medio porque el poder de las cajas era anterior a la existencia de las Confesoras. Pero ese poder también era anterior a la Espada de la Verdad. ¿Cómo podía ser ella la clave?
—La espada protegió mi mente del hechizo Cadena de Fuego porque las Cajas del Destino son la contramedida al hechizo Cadena de Fuego, y la Espada de la Verdad… o, más correctamente, la magia de la que está investida… es la clave para usar las cajas, de modo que forma parte del poder de éstas. Ésa fue la chispa de comprensión que hizo que me diera cuenta de que la espada era la clave. Como yo la sujetaba cuando las Hermanas activaron el hechizo, protegió mis recuerdos de Kahlan, y la espada interrumpía los efectos continuados del hechizo para aquellos que la tocaban.
Zedd se puso en jarras.
—Pero la espada se creó después que las cajas.
—Ése era el truco.
—¡Un truco!
—Qué mejor modo de proteger algo de un poder tan profundo que con un truco, en lugar de con una estructura mágica compleja, como el Libro de las sombras contadas.
»Al fin y al cabo, un truco, si se hace bien, es magia. —Richard sonrió—. Me enseñaste eso, ¿recuerdas? Eso fue lo que los magos de aquella época hicieron. Todo el asunto del Libro de las sombras contadas fue un truco para esconder la auténtica llave: la Espada de la Verdad. A la espada la invistieron con la magia necesaria para abrir las cajas. El libro era una estratagema, un truco, para despistar a todo el mundo.
»La auténtica llave… la espada… posee elementos mágicos que completan la magia construida de las cajas. La espada contiene esos elementos necesarios. Puede que la espada fuera creada después, pero la magia con la que la invistieron era magia creada por los mismos magos que crearon las cajas. Estuvo justo ante las narices de todo el mundo todo el tiempo.
ȃse era el motivo de que la Espada de la Verdad haya sido siempre responsabilidad del Primer Mago. Su valor era inconmensurable.
»Tú, Zedd, fuiste un cuidador digno de la espada. Encontraste a la persona correcta para ella, a la persona correcta para ser el auténtico Buscador de la Verdad.
»La razón de que fuera tan importante encontrar a la persona correcta para ser el Buscador era que sólo esa clase de persona, con auténtico amor por la vida y empatía para con los otros, conseguiría hacer que la hoja se volviera blanca. Únicamente esa persona, cuando tocara con ella la caja correcta, podría volver blanca la hoja.
»Tan sólo un Buscador de la Verdad auténtico puede usar la Espada de la Verdad y de ese modo el poder de las cajas.
»Ése es el mensaje de la admonición al inicio del Libro de la Vida que dice: “Aquellos que han venido aquí a odiar deberían marchar ahora, pues en su odio no hacen más que traicionarse a sí mismos”. La Espada de la Verdad exige compasión para funcionar. El odio no hará que la hoja se vuelva blanca… sólo la compasión lo hará. Ése es el mecanismo de seguridad definitivo del poder de las cajas. Al mismo tiempo, funciona como la llave de las Cajas del Destino.
»No puedes utilizar el odio para hacer que el poder funcione. El odio no es una parte de la solución. El libro de la vida nos advierte justo de eso. Una vez que captas el concepto, es todo muy simple.
—Sí, ya veo lo simple que es —masculló Zedd para sí mientras hundía un dedo en su mata de rebelde pelo blanco para rascarse el cuero cabelludo.
Nathan chasqueó los dedos a la vez que se giraba hacia Zedd.
—Ahora también comprendo esa otra profecía.
Zedd alzó la mirada.
—¿Cuál?
Nathan se inclinó más cerca de él.
—Recuerdas: «Algún día, alguien no nacido en este mundo tendrá que salvarlo». Ahora tiene más sentido.
Zedd frunció el entrecejo.
—No para mí.
Nathan agitó una mano.
—Bueno, tendremos que resolver los detalles más tarde.
Zedd dirigió una mirada penetrante a Richard.
—Hay muchas preguntas pendientes, mucho que comprender. Como Primer Mago necesito saberlo todo para poder decirte si tienes todos los detalles correctos. ¿Y si efectuaste algún error de cálculo? Es necesario que sepamos si…
—No había tiempo —dijo Richard, interrumpiéndolo—. A veces uno tiene sólo un instante para hacer algo, y en tales circunstancias no pueden tenerse en cuenta ni resolverse todas las eventualidades. En ese instante no todas las circunstancias se pueden reconocer, y mucho menos preverlas o darles solución.
»A veces es más importante atrapar la oportunidad y hacer lo que puedas, aun cuando sepas que es probable que no lo resuelva todo.
»Sólo más tarde puede uno reflexionar.
»Tenía que actuar. Lo hice lo mejor que pude antes de que fuera demasiado tarde.
Zedd sonrió y luego apretó el hombro de Richard.
—Lo hiciste bien, muchacho. Lo hiciste bien.
—Sí, ya lo creo que lo hizo bien —dijo Nicci.
Todos se dieron la vuelta y la vieron avanzando por el sendero, con una sonrisa enorme en el rostro.
—Acabo de comprobarlo. El ejército de la Orden Imperial ha desaparecido de las llanuras Azrith. Quedan unos cuantos hombres, aquellos que son como Bruce, que quieren la oportunidad de vivir libres para intentar aprovechar a sus vidas.
Todos los presentes lanzaron un grito de entusiasmo al oír la confirmación de que el vasto ejército de la Orden Imperial había desaparecido.
En cuanto Nicci estuvo cerca, Kahlan la abrazó. Finalmente se apartó y dedicó una sonrisa de complicidad a la hechicera.
—Sólo alguien que realmente lo ame habría hecho todo lo que hiciste para traerme de vuelta. Eres más que una amiga para nosotros.
—Richard me enseñó que amar a alguien significa que en ocasiones te sientes más realizado al poner sus más profundos deseos por delante de los tuyos. No negaré que lo quiero, Kahlan, pero no podría sentirme más feliz por vosotros dos. Veros juntos, y tan enamorados, me produce una tremenda alegría.
Nicci volvió su atención a Richard, mirándolo con una seriedad perturbadora.
—Quiero saber cómo pudiste crear un mundo lejano en el otro lado de ninguna parte y enviar allí a todo el mundo.
—Bueno —empezó a decir él—, leí en los libros sobre la teoría que rige las cajas que el portal que se creaba podía curvar la magia en cierto modo para contrarrestar Cadena de Fuego. Eso me dio la idea.
Sacó la tela blanca doblada del bolsillo.
—¿Ves esto? Una gota de tinta cayó aquí.
Zedd se inclinó al frente.
—¿Y qué?
Richard desdobló la tela.
—Mirad —dijo, señalando los dos puntos en lados opuestos de la tela—. Cuando la tela estada doblada, estos dos puntos se tocan. Cuando la desdoblas, están en lados opuestos.
»El poder de las cajas es capaz de curvar la existencia; de hecho ese poder es la curva en la existencia capaz de deshacer Cadena de Fuego y restituir los recuerdos. Así que usé el poder de las cajas para crear una imagen de este mundo. El poder envió a esas personas a través del portal a ese otro mundo que estaba en realidad justo aquí, en el mismo lugar, y, luego, cuando yo extraje la espada de la caja y cerré el portal, ese otro mundo pasó a estar en el otro lado de la existencia; igual que esta mancha que estaba en una ocasión tocando a la original y ahora está en el otro extremo de la tela.
—Así que lo que quieres decir —dijo Zedd, mientras se frotaba el mentón— es que el poder de las cajas creó un portal que por un momento unió los dos lugares para permitir a aquellos que deseaban un mundo sin magia pasar al otro lado, y luego separó a los mundos para siempre.
—Aprendes muy de prisa —repuso Richard en tono socarrón.
Zedd le asestó un manotazo en el hombro.
Richard avanzó unos cuantos pasos para posar una mano en el hombro de Verna.
—Fue Warren quien me proporcionó la chispa de la idea. Él fue el primero que me contó que las Cajas del Destino eran un portal, un conducto a través del inframundo. No podría haberlo hecho sin Warren. Nos ayudó a todos con sus conocimientos.
Verna, con los ojos anegados de lágrimas, acarició la espalda a Richard.
Richard alzó el amuleto que llevaba al cuello, el que había llevado en el pasado el mago Baraccus.
—Este amuleto ilustra la danza con la muerte. Implica algo más que el simple combate con la espada, o incluso que vivir la vida. El emblema también contiene lo que necesitaba para ir al inframundo, al mundo de los muertos. Esto es parte de lo que Baraccus quería que yo comprendiera.
»Pero este amuleto también representa el movimiento final de la danza con la muerte, la estocada mortal, que hacía falta para usar las Cajas del Destino.
Kahlan le rodeó la cintura con el brazo.
—Seguro que, en alguna parte, el mago Baraccus se siente orgulloso de ti, Richard.
—Has hecho que todos nos sintiéramos orgullosos de ti —dijo Zedd.
Los ojos azules de Nicci centellearon junto con su sonrisa.
—Desde luego que lo ha hecho.
Zedd sonrió de un modo que Richard no había visto en mucho tiempo. Era el viejo Zedd, el abuelo de Richard, el consejero y el amigo. El anciano mago habló con sosegado orgullo:
—Lo que todos esos antiguos magos trataron de hacer con la gran barrera del sur, y lo que yo, como Primer Mago, traté de hacer con los límites, tú lo conseguiste, Richard.
»Eliminaste la amenaza para impedir que ellos volvieran a hacernos daño jamás, pero dejaste vida para el futuro. Todos los hijos de esas personas tendrán una posibilidad de aprender de los errores de sus padres y, posiblemente, aprenderán y crecerán y se alzarán por encima del odio como un modo de vida. Les has dado un mundo en el que vivir su odio hacia la vida, un mundo al que conducir a mil años de oscuridad, pero también has dado a las generaciones futuras la oportunidad de que la humanidad renazca allí, la cual, con un poco de suerte, abrazará la vida y la nobleza del espíritu humano.
»Has dado a ambos mundos el don de la vida, y lo hiciste mediante una firmeza carente de odio.