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sin perder un instante, Richard fue al altar de piedra en el que descansaban las Cajas del Destino.

Desenvainó la espada. El nítido tañido metálico inundó el Jardín de la Vida.

—Richard —dijo Zedd en un creciente tono de advertencia—, ¿qué crees que haces?

Richard no prestó la menor atención a su abuelo. En su lugar miró a Kahlan a los ojos.

—¿Estás conmigo, Kahlan?

Ella fue a colocarse a pocos pasos de él.

—Siempre he estado contigo, Richard. Te amo, y sé que me quieres.

Los ojos de Richard se cerraron un instante.

No tenía elección.

Se giró hacia las Cajas del Destino y cerró los ojos a la vez que alzaba la espada para tocarse la frente con ella.

—Espada —musitó, sé certera en este día.

Bajó la Espada de la Verdad y la pasó sobre la parte interior de su brazo, dejando que la sangre manara hasta gotear por la punta.

Colocó la hoja sobre la parte superior de la caja de la derecha, la que la Hermana Ulicia había abierto.

La hoja se volvió tan negra como la misma caja.

Retiró el arma y ésta recuperó su brillo.

Colocó la espada sobre la caja de la izquierda. De nuevo, se volvió tan negra como el mismo inframundo.

La retiró, dejando que regresara a su estado normal.

Richard inhaló profundamente, y luego colocó la hoja plana en la caja del centro. Pensó en todos los inocentes que sólo querían vivir sus vidas. Pensó en todos aquellos como Cara y las otras mord-sith a las que se había hecho enloquecer hasta que estuvieron dispuestas a servir a un tirano. Pensó en Nicci, adoctrinada toda su vida con odio, empujada a una vida miserable de autosacrificio en aras de unas creencias retorcidas. Pensó en Bruce, su alero izquierdo, quien, al verla sin odio, se sintió atraído hacia ella.

Pensó en Denna.

Cuando abrió los ojos, la hoja se había vuelto blanca. La caja que tenía debajo era igual de blanca.

Aferrando la empuñadura con ambas manos, Richard alzó la punta de la Espada de la Verdad bien alta por encima de la caja blanca… y con la estocada letal de la danza con la muerte, la empujó hacia abajo, hacia la caja del altar.

El Jardín de la Vida se tornó blanco. Todo el mundo de la vida se tornó blanco. El tiempo se detuvo.

En ese instante, Richard se encontró de pie en el centro de un mundo blanco, sin nada a su alrededor. Miró en derredor, pero no había nadie allí, y al mismo tiempo todo el mundo estaba allí con él. Cada individuo del mundo de la vida estaba allí con él.

Comprendió. Esto era en muchos aspectos lo opuesto del último viaje que había emprendido, cuando penetró en el mundo de la oscuridad y en cierto modo cada alma había estado allí con él.

En ese lugar, en ese estado, era consciente de cada persona viva. En ese momento, en ese lugar, todos aguardaban a que el hombre que controlaba el poder de las cajas diría, y lo que haría. Esto era el poder de las Cajas del Destino, el poder de la vida misma.

—Todo el mundo efectúa elecciones sobre cómo vivirá —empezó a decir Richard—. El mal no existe independientemente del hombre. Los hombres hacen el mal por elección propia. Elegir implica pensar, aunque sea de un modo ineficaz. La elección más básica que uno puede efectuar es pensar o no pensar, dejar que otros piensen y te digan qué hacer, aun cuando te digan que hagas el mal.

»La elecciones sabias requieren más, requieren un pensamiento racional. La negativa a pensar racionalmente te proporciona la habilidad para mantener la ilusión de conocimiento, de sabiduría, incluso de santidad mientras cometes maldades. Si sigues las enseñanzas de otros que piensan por ti y que te obligan a hacer el mal, las víctimas inocentes sufren igual que si decidieses hacerles daño tú mismo.

»Los muertos están muertos. Su vida ha finalizado.

»Las enseñanzas que desafían la razón desafían la realidad; lo que desafía la realidad desafía la vida. Desafiar la vida es abrazar la muerte.

»Festejar la fe por encima de la razón no es más que otro modo de negar la realidad y abrazar cualquier antojo que te venga en gana.

»Los seguidores de la Fraternidad de la Orden han decidido cómo desean vivir sus vidas. Si ello se detuviera aquí, a ninguno de los que valoramos nuestra libertad individual nos importaría cómo decidieran vivir, pero ellos han efectuado la elección… la elección consciente… de que no permitirán que otros vivan sus propias vidas como deseen.

»Es esa elección, hecha por su libre albedrío, lo que no podemos tolerar. No les permitiremos imponernos su maligna elección. Esto acaba aquí. Ahora.

»Les otorgo su deseo de un mundo en el que puedan vivir como han elegido. Les concedo lo que más desean en la vida: la vida que eligieron.

»No podría condenarles a un destino peor.

»A partir de este momento hay ahora dos mundos, idénticos en muchos aspectos. Este mundo permanecerá tal y como es.

»El poder de las cajas acaba de duplicar, en muchos aspectos, este mundo, dándoles un mundo propio. Su mundo será suyo.

»Puede que jamás lleguen a comprender lo insensato de su elección, pero desde luego padecerán debido a ella. Tendrán las vidas miserables a las que tan fervientemente se aferran. Tendrán las vidas de sufrimiento que tan ciegamente abrazan. Tendrán las vidas de desesperado terror que han elegido imponerse al rehusar utilizar su propia mente para pensar de un modo racional.

»Han elegido arrojar sus vidas al caldero del odio devastador. Les concedo su deseo. Es la última vez que desear les proporcionará algo. Vivirán el resto de su existencia entre deseos y esperanzas, perdidos constantemente en la oscuridad que han impuesto a sus propias mentes: su propio desprecio por sí mismos. Pero jamás podrán volvernos a hacer daño.

»Creen que todos aquellos que son libres son los causantes de todas sus penurias. Nos culpan por sus tribulaciones. Nos atacan, diciendo que somos la causa del mal porque existimos, porque somos prósperos, porque somos felices. Desean destruirnos para poder hacer que el mundo sea como ellos desean que sea.

Richard volvió su atención a los seguidores de la Orden que estaban ya en aquel otro mundo, en el otro extremo del portal abierto. Los que estaban en el mundo de Richard también podían oírle.

—Os concedo vuestro deseo.

»Ahora tenéis lo que siempre habéis afirmado querer, un mundo en el que vuestras creencias gobiernen. Un mundo sin magia, sin hombres libres ni mentes libres. Podéis creer lo que deseéis, vivir como deseéis.

»Pero no nos tendréis a nosotros como la excusa para la infelicidad que creéis para vosotros mismos. No nos tendréis como una excusa para alimentar vuestro odio.

»No tendréis otro enemigo que vuestras miserables personas. Vuestro mundo será vuestro para que lo gobernéis como creáis conveniente, para que se desmorone a vuestro alrededor mientras os revolcáis en vuestro propio odio.

»Vuestros hijos, testigos de la crueldad sin sentido de vuestras ignorantes y obstinadas creencias, es de esperar que con el tiempo cambien vuestro mundo para bien, que conviertan sus propias vidas adultas en algo que valga la pena y sea dichoso. Pero eso dependerá por completo de ellos. Tendrán que elegir por sí mismos utilizar la razón en lugar de la fuerza. Como todas las demás personas, tendrán que efectuar elecciones sobre cómo vivirán su única vida.

»Este mundo será nuestro.

»Éste será un mundo sin las enseñanzas de la Orden Imperial. Sin aquellos que desean utilizar la fuerza para imponernos esas creencias. Sin aquellos que nos asesinarían por querer vivir nuestras vidas.

»Este mundo será un mundo con todas las imperfecciones e incertidumbres de la vida, con todas las consecuencias de las elecciones poco afortunadas, con todas las privaciones y fracasos que presenta la vida, pero será un mundo en el que tendremos una oportunidad de hacer lo que queramos con nuestras vidas, un mundo en el que nuestras vidas nos pertenecerán y nuestros logros serán nuestros, un mundo en el que el hombre pueda aprender, crear, conseguir cosas y conservar los frutos de su mente y su trabajo. Éste será un mundo de libertad, un mundo en el que las personas tengan el derecho de vivir su vida como deseen, de creer lo que deseen, siempre y cuando sigan leyes razonadas y no usen la fuerza para imponer su voluntad a otros.

»No todos en este mundo tendrán éxito, o serán felices, o sabrán crear una vida moral para sí mismos. Por ahora, no obstante, para aquellos de nosotros que estamos vivos, será un mundo sin los seguidores de la Orden.

»Éste es un mundo de vida. La vida es lo que nosotros hacemos de ella. Podemos fracasar. Pero por el momento, tendremos la libertad de tener éxito o de fracasar. Cómo hagamos honor a esa libertad dependerá de cada uno de nosotros.

»A lo mejor nuestros hijos desaprovecharán todo esto, y desearán volver a sumirse en el padecimiento que traen los dogmas, pero, también eso, será el mundo que ellos crearán de nuevo para sí mismos. Ésa será su elección, su vida. También ellos tendrán que padecer las consecuencias si no prestan atención a las lecciones aprendidas a través de nuestra lucha. Será su responsabilidad para consigo mismos, para con sus propias vidas.

»Pero por ahora, para aquellos de nosotros que sí estamos vivos, aquellos de nosotros que existimos ahora, éste será un mundo donde la razón será libre para permitirnos vivir nuestras vidas, sin las creencias de la Orden Imperial.

»No obstante el daño que aquellos que están en ese recién creado mundo nos han infligido, no los mataré. No necesito matarlos. Mi responsabilidad para conmigo mismo y aquellos que amo es extirpar la amenaza para que podamos vivir. Eso he hecho.

»Nuestra venganza será vivir vidas llenas de amor, risas y alegría.

»Dedicaremos nuestra atención y valiosas vidas a las cuestiones que tienen significado en la vida, a aquellos que amamos y que nos importan, a nuestro futuro.

»A los que estáis en ese nuevo mundo lejano os espera lo que nos habríais traído a nosotros: mil años de oscuridad.

»Supongo que veneraréis eternamente aquello con lo que ya no tendréis ninguna conexión, que orareis eternamente por una vida después de la muerte con el Creador en el mundo de los espíritus, pero estaréis aislados para siempre de cualquier mundo que no sea el vuestro. En ese mundo distante tendréis vuestras propias vidas, y una vez muertos, estaréis muertos. Vuestros espíritus ya no existirán. Vuestras almas se extinguirán junto con vuestras vidas.

»Tendréis vuestras vidas, y si las desperdiciáis continuando con visiones inventadas de salvación eterna, queriendo escapar de la realidad de la existencia, recogeréis tan sólo el vacío de la muerte tras soportar unas vidas no vividas. Tendréis una posibilidad de vivir; dependerá de vosotros valorar esas vidas preciosas o arrojarlas por la borda a cambio de nada.

»Queríais un nuevo amanecer de la humanidad. Queríais un mundo de la vida en el que suspirar por otros reinos inventados en vuestras mentes. Os concedo vuestro deseo. Ahora debéis vivir con él.

»Estaremos libres de vosotros.

»Vuestro mundo será vuestro. Jamás podéis regresar a este mundo, porque no existirá camino de vuelta.

»A vuestro mundo no lo rodeará ningún otro reino. Será una isla de vida. La eternidad os separará de todo lo que hay aquí. Eso significa que quedareis aislados del inframundo, del mundo de los muertos.

»Vuestra existencia en vuestro mundo será finita. Tendréis vuestras vidas, pero al morir vuestras almas dejarán de existir. Tenéis sólo una existencia… en vuestro mundo. Si seguís desperdiciándola, si no sois capaces de utilizar vuestras mentes para comprender como es debido la realidad de vuestro mundo, de vuestra singular existencia, os perderéis eso tan valioso que es vuestra propia vida.

»Tenéis vida. Ahora tenéis vuestro propio mundo. No podéis regresar jamás a éste. No podéis volver a hacernos daño jamás. Os doy lo que habéis querido: un mundo sin magia. Anhelaréis eternamente lo que ya no podéis tener.

»Estoy seguro de que cada nuevo día nos traerá desafíos que superar, pero las creencias de la Orden no serán uno de ellos. Como Nicci dijo, sois irrelevantes.