Gracias a todos los que me han ayudado a dar vida a este libro, de alguna manera he conseguido el equipo de mis sueños, y por ello estoy realmente agradecida. Estoy en deuda con Rowan Lawton y PFD, por concederme una oportunidad —de verdad que no puedo imaginarme un agente mejor—. Soy increíblemente afortunada por estar trabajando con Leah Woodburn y Headline, cuya dedicación y certeza son asombrosas. Y en Estados Unidos le debo las gracias a Beth Dawey y a mi brillante editora en MIRA, Erika Imranyi —Köszönöm szépen—. Por el camino, me rozó la magia legendaria de la Arvon Foundation, y me inspiraron Louise Dean, Bidisha, Patrick Neate, Harriet Evans y el Polly Clark’s Fielding Programme. Estaré siempre agradecida por el apoyo rotundo y el ánimo de mis queridos amigos y de mi familia, especialmente a Kate Haines, una de mis más tempranas lectoras. Mis amigos de EMO en Bristol se merecen un agradecimiento especial por hacerme la despedida más fantástica. No creo que estuviera escribiendo en absoluto si mis padres no me hubieran inculcado la creencia de que la vida que se vive con imaginación es la más rica que puedes tener; y por esto debo agradecer a mi madre su pasión por Hungría, que nos llevó allí en primer lugar, a mi padre, por proveerme siempre de inspiración creativa, y a mi hermana, mi aliada en todos esos viajes de nuestra infancia. Y, finalmente, Robin. Mi marido, mi amor. Gracias por creer siempre. Y también por todo lo demás.