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El chiquillo humano, un nervudo y avispado habitante del Ágora, había dejado un mensaje para Daneel. Mientras Daneel reproducía el mensaje en su apartamento, recordó nuevamente a ese humano olvidado, Sherlock, y sus fuentes de información.

La red de informadores de Daneel no dependía sólo de los robots. Los robots se estaban convirtiendo en una desventaja en todos los sitios donde operaba Vara Liso.

Escuchó el jadeante informe.

—Este fue difícil de seguir —decía el chiquillo, moviendo la cara ante el grabador—. No estaba donde dijiste que estaría. Fue al Ágora, luego estuvo por todas partes, luego lo persiguió la policía… Faltó poco para que lo pillaran. Luego desapareció. Yo lo perdí, ellos también lo perdieron, creo. No lo he visto desde entonces. Eso es todo. Si necesitas algo más, dímelo.

Daneel permaneció en silencio junto a la ventana, mirando el techo oscuro y las sombrías torres de Streeling. Los informes internos de los Especiales Imperiales confirmaban que no habían capturado a Lodovik, y que Vara Liso estaba muy contrariada. Pero Daneel no tenía más información.

Lo que más importaba, sin embargo, era que Lodovik había desobedecido sus órdenes específicas, y que todavía estaba libre.

Con sus largos milenios de experiencia, Daneel no necesitaba más pruebas para sacar conclusiones. Era un tiempo cúspide. Ninguna actividad compleja que procurase guiar a la humanidad podía desarrollarse sin oposición. El cambio de Lodovik parecía ser desde el principio una manifestación de esta oposición, o al menos una faceta.

Daneel tenía que trabajar adelantándose a esa fuerza, antes que se definiera con mayor claridad. No había desactivado a Lodovik por varias razones, las cuales no entendía del todo: razones complejas, inductivas, contradictorias, basadas en miles de años de entrenamiento y pensamiento.

Aumentaba la probabilidad de que Lodovik formara parte de una fuerza opositora. En cierto sentido, Daneel había previsto esta posibilidad, y perversamente la había fomentado. Los elementos conocidos podían lograr que la fuerza opositora fuera más previsible. Lodovik era un elemento conocido, aunque perturbador.

A Daneel no le gustaba trabajar con tan poca información. Pero había medidas que podía tomar, advertencias que podía transmitir.

Hari estaba en el centro de todas las líneas posibles y las rutas alternativas de la historia humana. Daneel había contribuido a que esto sucediera; ahora era la mayor desventaja del Plan. En ese momento toda fuerza opositora tenía que apuntar a Hari Seldon.