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Wanda Seldon Palver estaba terminando de empacar el maletín con librofilmes esenciales, registros codificados en discos y cubos y algunos enseres personales, aun antes que Stettin regresara a casa. Enfrentó su mirada preocupada con ojos altivos, guardó otro artículo, una pequeña flor de juguete, en el estuche.

—También he hecho el equipaje por ti —dijo.

—Bien. ¿Cuándo te enteraste?

—Hace una hora. No le dejaron enviar ningún mensaje. Llamé a su apartamento de la universidad, luego a la biblioteca. Había preparado un mensaje de muerte.

—¿Qué? —Stettin la miró alarmado.

—Un mensaje para mí, en caso de que no apareciera.

—Pero no está muerto… no habrás oído eso.

—¡No! —respondió Wanda airadamente. Aflojó los hombros y rompió a llorar. Stettin la cogió en sus brazos. Durante un minuto, ella sucumbió a sus emociones. Luego, recobrando la compostura, se apartó del pecho de su esposo y dijo—: No. Han ido a buscarle temprano, es todo lo que sé. Está vivo. El juicio comenzará antes de lo que esperábamos.

—¿Por traición?

—Por traición y sedición, tengo entendido… El abuelo siempre dijo que esas serían las acusaciones.

—Entonces haces bien en hacer el equipaje. No tengo mucho que agregar. —Stettin fue a su escritorio y sacó dos paquetes pequeños y se los metió en los bolsillos de la chaqueta—. Tenemos que…

—Ya hice las llamadas necesarias —lo interrumpió Wanda—. Nos iremos de vacaciones por primera vez en años, los dos juntos. Nadie sabe adónde… un pequeño descuido de nuestra parte.

—Un poco sospechoso, ¿verdad? —preguntó Stettin con una sonrisa burlona.

—¿A quién le importa lo que sospechen? Si empiezan a buscarnos, si algo sale mal y encuentran culpable al abuelo, si las predicciones resultan ser erróneas… tenemos pocos días para irnos de Trantor y comenzar de nuevo.

—Espero que no lleguemos a eso —dijo Stettin.

—El abuelo se siente muy confiado —dijo Wanda—. Se sentía, al menos. No sé cómo estará ahora.

—En el vientre de la bestia —dijo Stettin mientras la puerta de su apartamento se abría y salían al corredor.

—¿Qué significa eso?

—Prisión. Cárcel. Vieja expresión de convictos. Mi abuelo pasó diez años en una cárcel municipal… por desfalco.

—Nunca me lo contaste —dijo Wanda, sorprendida.

—Robó los fondos de pensión de un gremio de los pozos térmicos. ¿Me habrías dejado manejar los libros si lo hubieras sabido?

Wanda le pegó en el brazo con fuerza, luego corrió hacia los ascensores y las veredas deslizables.

—¡Apresúrate! —dijo. Stettin jadeó sin aliento, pero la siguió como había seguido a Wanda tantas veces, sabiendo que ella tenía mejor instinto y una turbadora capacidad para hacer lo correcto en el momento oportuno.