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El asombro es diferente en un robot. Lodovik había visto a Daneel realizar muchas hazañas difíciles a lo largo de las décadas, pero ignoraba en qué medida la influencia de Daneel penetraba en las capas de la infraestructura burocrática de Trantor. Cuando era el primer ministro Demerzel, Daneel debía haber consagrado mucho tiempo (quizá sus horas de sueño innecesario) a insertar registros, instrucciones y distracciones en los ordenadores imperiales y palaciegos, datos que podían pasar inadvertidos durante décadas o siglos, confundiéndose con los registros comunes con cada ciclo de actualización y mantenimiento, e incluso propagándose a los archivos y máquinas de otros sectores, hasta cubrir todo Trantor.

Rissik Numant, la nueva identidad de Lodovik, había sido creado décadas antes. Daneel sólo introdujo algunos detalles de apariencia física, y un viejo meritócrata regresó a la vida en Trantor, un teórico y diplomático frustrado, visto en muchas fiestas pero rara vez recordado, antaño conocido como un inescrupuloso seductor de mujeres que accedían a ser inescrupulosamente seducidas. No había figurado en la vida social trantoriana durante décadas, habiéndose ido a Dau de los Mil Soles Dorados, donde (se rumoreaba) había aprendido a controlar sus instintos más bajos durante veinte años de estudio en la oscura secta conocida como los Monjes Corticales.

La estratagema era tan completa que Lodovik lamentaba que pronto tuvieran que abandonarla.

La experiencia de la sorpresa es diferente en un robot. Lodovik descubrió que Daneel lo dejaría libre en Trantor, sin supervisión, para que cumpliera sus deberes. Se mudaría a un pequeño apartamento a poca distancia del ágora del Sector Imperial (otro lugar seguro, que se mantenía vacío pero pagado) y visitaría a viejos conocidos que lo recordarían borrosamente, si lo recordaban. Lentamente, en un período de meses, Rissik Numant regresaría a la escena social, causaría cierta impresión y aguardaría un papel en los planes de Daneel, quizá como parte del vasto diseño tejido alrededor de Hari Seldon.

La experiencia del afecto es diferente en un robot. Lodovik consideraba a Dors Venabili como una creación extraordinaria, en ciertos sentidos un modelo perfecto para que su nuevo yo lo emulara sin reservas. Ella tenía un aura que los humanos habrían llamado trágica; rara vez hablaba a menos que la interpelaran directamente, rara vez intervenía en las conversaciones entre robots. Parecía sumida en sus propios procesos mentales, y Lodovik entendía por qué. Era muy probable que Daneel también lo entendiera.

El apego a un individuo humano podía afectar mucho a un robot. Organizaban toda su heurística interna para satisfacer las necesidades del amo, y para resolver los problemas que pudiera sufrir. Dors, a pesar de las reparaciones y reconfiguraciones realizadas por Yan Kansarv, aún no había eliminado la influencia de Hari Seldon, y quizá nunca lo hiciera. En tiempos antiguos este estado se llamaba «fijación»; Lodovik sabía que tiempo atrás Daneel había tenido una «fijación» con el legendario Bay-lee, Elijah Baley.

Dors recibía las instrucciones definitivas de Daneel por enlace de microondas; estaban a un metro de distancia en la pequeña sala principal donde Lodovik guardaba en silencio junto a la puerta.

Cuando hubieron terminado, Daneel se volvió hacia Lodovik.

—El juicio de Hari comenzará pronto. Habrá dificultades cuando concluya el juicio. Debemos hacer ahora nuestro trabajo más importante. —Dors se reunió con ellos, cerrando el círculo de tres. Cuando Daneel habló, fue con un temblor de preocupación, quizá de emoción, debida al largo hábito de parecer humano—. Este es el momento crucial del tiempo cúspide. Si fracasamos, es probable que sigan treinta mil años de desintegración y desdicha humana, de horrores inimaginables para nosotros. Esto no debe suceder, y no sucederá.

Lodovik sintió otro tipo de temblor, otro tipo de horror. Podía imaginar lo que sucedería si Daneel triunfaba: miles de años de lenta y segura sofocación, la humanidad protegida, aislada y amarrada con cadenas de terciopelo hasta convertirse en una vasta y cómoda masa sin estímulos, un engendro fungoso e idiota cuidado por máquinas meticulosas.

Dors, ahora Jenat Korsan, estaba entre los dos robots masculinos, aguardando en calma y en silencio. La paciencia es diferente en un robot…

Daneel movió la mano derecha y Lodovik y Dors partieron para representar sus nuevos papeles.