Día caluroso al sol. El polvo hace cosquillas. Me hace resoplar.
Grandote pasa y consigue respeto enseguida. Mucho. Hembras y machos por igual, todos extienden la mano.
Grandote los toca, pasando un tiempo con todos, haciéndoles sentir su presencia. El mundo anda bien.
Yo también extiendo las manos. Me hace sentir bien. Quiero ser como Grandote, ser grande como él, ser él.
Las hembras no le causan problemas. Si quiere una, ella acepta. Folla enseguida. Él es Grandote.
La mayoría de los machos no consigue mucho respeto. Las hembras no quieren estar con ellos tanto como con Grandote. Los machos pequeños resoplan, arrojan arena y todo eso, pero todos saben que no serán gran cosa. Nunca serán como Grandote. No les gusta, pero no pueden evitarlo.
Yo soy bastante grande. Obtengo algo de respeto.
A todos los machos les gusta acariciar, abrazar, mimar. Las hembras los manosean y ellos retribuyen.
Los machos reciben más mimos, sin embargo. Después de eso no están tan gruñones.
Yo estoy sentado, mientras me peinan, y de repente huelo algo.
No me gusta. Me sobresalto, grito. Grandote lo nota. También lo huele.
Extraños. Todos se abrazan. Olor fuerte, mucho. Muchos Extraños. El viento nos avisa que se acercan.
Vienen corriendo desde el risco. Buscando hembras, buscando problemas.
Corro a coger mis piedras. Siempre tengo algunas a mano.
Arrojo una, yerro. Ya están entre nosotros. Corren tan rápido que es difícil acertarles.
Cuatro Extraños capturan dos hembras. Se las llevan a rastras.
Todos aúllan, gritan. Polvo por todas partes.
Arrojo piedras. Grandote encabeza a los machos que luchan contra los Extraños.
Dan media vuelta y huyen. Súbitamente. Pero tienen las dos hembras, y eso es malo.
Grandote se enfurece. Empuja a algunos machos, hace ruidos. Ahora no luce tan bien, dejó entrar a los Extraños.
Malos, esos Extraños. Todos nos agachamos, nos peinamos, nos acariciamos, hacemos bonitos sonidos.
Grandote se acerca, abofetea a las hembras, folla con algunas. Se asegura de que todos sepan que aún es Grandote.
No me abofetea a mi. Sabe que no le conviene intentarlo. Le gruño cuando se acerca y él finge no oírme.
Tal vez ya no sea tan Grandote, pienso yo.