17

Marq llamó a Nim a su oficina.

—¡Lo he logrado! A partir de ahora, él podrá decir lo que quiera. He borrado todos sus enfrentamientos con la autoridad.

—Enhorabuena.

—¿Crees que también debería borrar los conflictos con su padre?

—No estoy seguro —dijo Nim—. ¿Cómo fueron?

—Bastante acalorados. Su padre era estricto en la disciplina, pues simpatizaba con la perspectiva «jansenista».

—¿Qué es eso? ¿Un equipo deportivo?

—Le pregunté, y me respondió: «Una versión católica de un protestante.» No creo que fueran equipos deportivos. Dicen que el pecado está en todas partes y el placer es repugnante… lo habitual en las religiones primitivas de la Edad Oscura.

Nim sonrió.

—La mayoría de esas cosas son repugnantes cuando se hacen bien.

Marq rio.

—En efecto. Aun así, es posible que él primero haya experimentado la amenaza de la censura por parte de su padre.

Nim reflexionó.

—Te preocupan las inestabilidades en el espacio caracterológico, ¿verdad?

—Es posible.

—Pero quieres un personaje implacable.

Marq asintió.

—Puedo insertar algunos algoritmos de edición para pulir las inestabilidades.

—Correcto. A fin de cuentas, no necesitas que esté totalmente cuerdo cuando haya terminado el debate.

—Bien podría intentarlo. No puede perjudicarnos. —Marq frunció el ceño—. Aunque me pregunto si deberíamos seguir con esto.

—¿Qué opción tenemos? El sector Junin quiere un duelo de campeones, y eso le damos. Cumplimos con el trato.

—Pero si algún imperial nos busca por usar simulacros ilegales…

—Me gusta el peligro, la pasión —dijo Nim—. Tú siempre estás de acuerdo en eso.

—Sí, pero… ¿por qué sólo ahora tenemos tiktoks más listos? No son tan difíciles de fabricar.

—La erosión de viejas prohibiciones, amigo mío. Y ha sucedido muchas veces. Sólo que después todo se olvidó.

—¿Por qué?

Nim se encogió de hombros.

—Política, fuerzas sociales… quién sabe. La gente no quiere máquinas que piensen. No puede confiar en ellas.

—¿Y si no pudieras distinguir si son máquinas?

—¿Qué? Eso es descabellado.

—Tal vez una máquina realmente lista no quiera ninguna competencia.

—¿Más lista que el bueno de Marq? Eso no existe.

—Pero podrían serlo… con el tiempo.

—Nunca. Olvídalo. Manos a la obra.