Ésta es la historia de un hombre llamado Alfons Materna. Tuvo lugar en uno de esos apartados rincones de la tierra en los que el tiempo parece haberse detenido: Masuria. Concretamente, en el pueblo de Maulen, situado en la parte sur de la Prusia Oriental, entre pantanos, bosques y lagos. Lo ocurrido comenzó en 1932 y 1933 y transcurrió en los doce años siguientes, durante los cuales el mundo fue devastado como un jardín invadido por jabalíes.
Pero ya antes de producirse esta catástrofe, la procreación y la muerte eran en Masuria cosas tan naturales como la lluvia o el sol. La tierra era lecho y mortaja; las pasiones humanas eran como leyes de la naturaleza. Y Dios era para muchos un amigo de confianza.
Alfons Materna quería simplemente vivir. Para ello tuvo que pagar un elevado precio. Muchas personas murieron. Pero en Masuria, en aquella época, se reían hasta de los muertos.