ESCENA IV

Entran ROSALINA disfrazada de Ganimedes, CELIA de Aliena, y PARRAGÓN el gracioso.

ROSALINA

PARRAGÓN

ROSALINA

CELIA

PARRAGÓN

ROSALINA

PARRAGÓN

ROSALINA

Entran CORINO y SILVIO.

CORINO

SILVIO

CORINO

SILVIO

No, Corino. A tu edad no lo imaginas,

aunque en tu juventud amases tanto

como el que en la noche yace suspirante.

Mas si tu amor fue como el mío

(y creo que jamás nadie ha amado como yo),

¿a cuántos desatinos y dislates

te arrastró el enamoramiento?

CORINO

A miles que he olvidado.

SILVIO

Entonces nunca amaste con el alma.

Si no recuerdas la menor locura

que el amor te haya hecho cometer,

es que no has amado.

O si nunca te sentaste, como ahora yo,

a cansar a tu oyente elogiando a tu adorada,

es que no has amado.

O si nunca abandonaste compañía

como ahora me exige el sentimiento,

es que no has amado.

¡Oh, Febe, Febe, Febe!

Sale.

ROSALINA

¡Pobre pastor! Él hurga en su herida

y por un cruel azar yo encuentro la mía.

PARRAGÓN

ROSALINA

PARRAGÓN

ROSALINA

¡Ah, Júpiter! Lo que siente ese pastor

parece que lo siento yo.

PARRAGÓN

Y yo, pero a mí ya me está flojeando.

CELIA

Os lo ruego, preguntad a ese hombre

si quiere vendernos algo de comer.

Estoy que desfallezco.

PARRAGÓN

¡Eh, tú, patán!

ROSALINA

Calla, bufón, que no es de los tuyos.

CORINO

¿Quién llama?

PARRAGÓN

Tus superiores.

CORINO

Si no, ¡qué míseros serían!

ROSALINA

¡Calla ya! — Buenas tardes tengáis, amigo.

CORINO

Y vos, noble señor, y todos.

ROSALINA

Os lo ruego, pastor, si el favor o el dinero

pueden darnos posada en esta soledad,

llevadnos donde den descanso y alimento.

Aquí hay una doncella extenuada del camino

que se cae desfallecida.

CORINO

Gentil señor, la compadezco, y ojalá

(lo digo más por ella que por mí)

mis medios permitiesen aliviarla.

Mas trabajo de pastor para otro hombre

y no esquilo las ovejas que apaciento.

Mi amo es hosco de carácter

y no se afana por hallar la vía del cielo

practicando la hospitalidad. Además,

va a vender su casa, sus rebaños

y sus pastos y, estando él ausente,

ahora ya no hay nada de comer

en la cabaña. Mas venid a ver lo que tenemos;

mientras dependa de mí, seréis bienvenidos.

ROSALINA

¿Quién va a comprarle el rebaño y los pastos?

CORINO

El mozo que habéis visto hace un momento,

al que apenas le preocupa comprar nada.

ROSALINA

Os lo ruego, si cabe hacerlo honradamente,

comprad la casa, los pastos y el rebaño,

que nuestro dinero tendréis para pagarlos.

CELIA

Os subiremos la paga. Me gusta este sitio,

y de buena gana pasaría la vida aquí.

CORINO

Es seguro que lo venden. Venid.

Si, una vez informados, os agradan

la tierra, el beneficio y esta vida,

seré vuestro fiel servidor y al momento

iré a comprarla con vuestro dinero.

Salen.