ESCENA III

Entran CELIA y ROSALINA.

CELIA

ROSALINA

CELIA

ROSALINA

CELIA

ROSALINA

CELIA

ROSALINA

CELIA

ROSALINA

CELIA

ROSALINA

CELIA

ROSALINA

CELIA

ROSALINA

CELIA

Entra el DUQUE [FEDERICO] con nobles.

ROSALINA

CELIA

Con los ojos llenos de ira.

DUQUE FEDERICO

Mujer, por tu seguridad

vete de mi corte a toda prisa.

ROSALINA

¿Yo, tío?

DUQUE FEDERICO

Tú, sobrina. Si de aquí a diez días

te encuentran a solo veinte millas

de mi corte, morirás.

ROSALINA

Alteza, os lo suplico: permitid

que me aleje conociendo mi culpa.

Si tengo comunicación conmigo misma

o conocimiento de mis propios deseos;

si no sueño y, como espero,

no estoy loca, entonces, querido tío,

jamás he concebido el pensamiento

de agraviar a Vuestra Alteza.

DUQUE FEDERICO

Así hablan los traidores. Si solo

con palabras pudieran exculparse,

serían tan inocentes como el cielo.

Bástete saber que no me fío de ti.

ROSALINA

Desconfianza no es prueba de traición.

Decidme en qué se fundan las sospechas.

DUQUE FEDERICO

Eres la hija de tu padre, y basta.

ROSALINA

Lo era cuando vos tomasteis el ducado;

lo era cuando vos le desterrasteis.

La traición no se hereda, Alteza, y aunque

de los nuestros la heredásemos, a mí,

¿en qué me afecta? Mi padre no fue un traidor.

Así que, Alteza, no os engañéis creyendo

que mi pobreza es traición.

CELIA

Mi querido señor, escuchadme.

DUQUE FEDERICO

Celia, por ti se quedó con nosotros,

o, si no, andaría errante con su padre.

CELIA

No se quedó porque yo lo suplicara.

Fue vuestro deseo y vuestra compasión.

Yo era entonces muy pequeña para apreciarla,

mas ahora la conozco. Si ella es traidora,

yo también. Juntas siempre hemos dormido;

juntas nos hemos levantado, estudiado,

jugado y comido, y, adondequiera que íbamos,

cual cisnes de Juno íbamos juntas y unidas.

DUQUE FEDERICO

Ella es más lista que tú, y su dulzura,

silencio y mansedumbre,

llegan a la gente, y es compadecida.

Eres una ingenua: te está quitando el rango.

Cuando ya no esté, tú lucirás

más excelencia y distinción. Conque no hables.

La sentencia que he dictado es firme

e irrevocable: está desterrada.

CELIA

Extended a mí también vuestra sentencia,

señor, pues no sé vivir sin su compañía.

DUQUE FEDERICO

No seas boba.— Tú, sobrina, haz los preparativos.

Si rebasas el plazo, por mi honor

y el poder de mi palabra, que morirás.

Salen el DUQUE y acompañamiento.

CELIA

¡Ah, mi pobre Rosalina! ¿Adónde irás?

¿Cambiamos de padre? Te doy el mío.

Y te lo ordeno: no te aflijas más que yo.

ROSALINA

Más motivo tengo.

CELIA

No, prima. Vamos, alégrate. ¿No sabes

que el duque ha desterrado a su hija?

ROSALINA

No ha hecho tal.

CELIA

Ah, ¿no? Entonces te falta el cariño

que te enseña que somos uña y carne.

¿Vamos a dividirnos, separarnos, niña mía?

No: que mi padre se busque otra heredera.

Conque piensa conmigo el modo de escapar,

adónde ir y lo que vamos a llevarnos;

y no intentes cargar con el peso de tu suerte,

llevar sola tus penas y excluirme,

pues, por el cielo, que se oscurece de lástima,

que, digas lo que digas, nos vamos las dos.

ROSALINA

¿Y adónde iremos?

CELIA

Al Bosque de Arden a buscar a mi tío.

ROSALINA

¡Ah! Y, siendo muchachas, ¿qué peligros

nos acechan en un viaje tan largo?

Más mueve al ladrón la belleza que el oro.

CELIA

Llevaré una ropa sencilla y humilde

y me mancharé la cara de un tono ocre;

tú también. Así podremos seguir

nuestro camino sin que nadie nos asalte.

ROSALINA

¿No será mejor, puesto que soy

más alta de lo corriente, que me vista

del todo como un hombre? Con intrépida

espada al costado, venablo en mano

y, guardado en el pecho el temor de mujer,

tendré una presencia ufana y marcial,

como tantos cobardes bravucones

que blasonan con las meras apariencias[9].

CELIA

¿Y cómo he de llamarte cuando seas hombre?

ROSALINA

Por el nombre del paje de Júpiter,

conque habrás de llamarme Ganimedes[10].

¿Y cuál será tu nombre?

CELIA

Uno que aluda a mi estado.

Celia ya no, sino Aliena[11].

ROSALINA

Prima, ¿y si intentamos llevarnos

al bufón de la corte de tu padre?

¿No sería una distracción en el camino?

CELIA

Me seguiría al fin del mundo;

deja que yo me lo gane. Vamos ya,

reunamos nuestros bienes y joyas,

pensemos en la hora propicia y en el modo

más seguro de evadir la persecución

que vendrá tras mi fuga. Y ahora marchemos

gozosas a la libertad, que no al destierro.

Salen.