ESCENA II

Entran ROSALINA y CELIA.

CELIA

ROSALINA

CELIA

ROSALINA

CELIA

ROSALINA

CELIA

ROSALINA

CELIA

ROSALINA

CELIA

ROSALINA

Entra [PARRAGÓN[5]] el gracioso.

CELIA

ROSALINA

CELIA

PARRAGÓN

CELIA

PARRAGÓN

ROSALINA

PARRAGÓN

CELIA

ROSALINA

PARRAGÓN

CELIA

PARRAGÓN

CELIA

PARRAGÓN

CELIA

PARRAGÓN

CELIA

Entra LE BEAU.

ROSALINA

CELIA

ROSALINA

CELIA

LE BEAU

CELIA

LE BEAU

ROSALINA

PARRAGÓN

CELIA

PARRAGÓN

ROSALINA

LE BEAU

ROSALINA

LE BEAU

CELIA

LE BEAU

CELIA

LE BEAU

ROSALINA

LE BEAU

ROSALINA

PARRAGÓN

LE BEAU

PARRAGÓN

CELIA

ROSALINA

LE BEAU

CELIA

Clarines. Entran el DUQUE [FEDERICO], nobles, ORLANDO, CARLOS y acompañamiento.

DUQUE FEDERICO

ROSALINA

LE BEAU

CELIA

DUQUE FEDERICO

ROSALINA

DUQUE FEDERICO

CELIA

DUQUE FEDERICO

LE BEAU

ORLANDO

ROSALINA

ORLANDO

CELIA

ROSALINA

ORLANDO

ROSALINA

CELIA

ROSALINA

CELIA

CARLOS

ORLANDO

DUQUE FEDERICO

CARLOS

ORLANDO

ROSALINA

CELIA

Luchan.

ROSALINA

CELIA

[Cae CARLOS.] Aclamación.

DUQUE FEDERICO

ORLANDO

DUQUE FEDERICO

LE BEAU

DUQUE FEDERICO

[Se llevan a CARLOS.]

¿Cómo te llamas, muchacho?

ORLANDO

Orlando, Alteza, el hijo menor

de don Roldán de Boys.

DUQUE FEDERICO

Ojalá fueras hijo de otro hombre.

Tu padre gozó de gran estima,

mas yo siempre vi en él un enemigo.

Tu hazaña más me habría satisfecho

si tú procedieras de otra casa.

Mas queda con Dios; eres un joven gallardo…

Ojalá hubieras nombrado a otro padre.

Sale el DUQUE [con LE BEAU, PARRAGÓN, nobles y acompañamiento].

CELIA

En el lugar de mi padre, prima,

¿habría hecho yo esto?

ORLANDO

Más orgullo siento ahora de ser hijo

de don Roldán, el menor, y de nombre no voy

a cambiar, aunque el duque me haga su heredero.

ROSALINA

Mi padre quería a don Roldán más que a su alma,

y todos compartían su sentir.

Si sé que este joven era hijo suyo,

a mi súplica le añado mis lágrimas

antes de que corra un riesgo así.

CELIA

Démosle las gracias noble prima,

y confortémoslo. Me duele en el alma

la aspereza y desafecto de mi padre.—

Señor, merecéis todo elogio. Si cumplís

vuestras promesas de amor igual que ahora

habéis rebasado con creces la promesa,

haréis dichosa a vuestra amada.

ROSALINA [quitándose del cuello una cadena]

Señor, llevad esto por mí, esta huérfana

de la Fortuna, que más daría

si en la mano más tuviera.— ¿Vamos, prima?

CELIA

Sí.— Quedad con Dios, noble caballero.

ORLANDO

¿No puedo decir «gracias»? Derriban

lo mejor de mí, y lo que sigue en pie

es solo un estafermo, un bulto sin vida.

ROSALINA

Nos llama. Mi orgullo cayó con mi suerte:

voy a preguntarle lo que quiere.— ¿Llamabais?

Señor, habéis luchado bien y no solo

al adversario habéis rendido.

CELIA

¿Vamos, prima?

ROSALINA

Ya voy.— Quedad con Dios.

Sale [con CELIA].

ORLANDO

¿Qué emoción me oprime la lengua?

No puedo hablarle, y ella quería conversar.

Entra LE BEAU.

¡Ah, pobre Orlando, te han derribado!

Si no Carlos, algo más débil te domina.

LE BEAU

Mi buen señor, por mi amistad os aconsejo

que salgáis de este lugar. Aunque habéis recibido

alabanzas, aplausos y cariño,

el ánimo del duque es ahora tal

que tergiversa todo cuanto hicisteis.

El duque cambia. Lo que le ocurre conviene

que vos lo imaginéis, no que yo lo diga.

ORLANDO

Os lo agradezco, señor. Servíos decirme

cuál de las dos que estaban en la lucha

era la hija del duque.

LE BEAU

Ninguna, si juzgamos su conducta,

aunque, en realidad, la hija es la más alta[7].

La otra es la hija del duque desterrado,

y aquí la ha retenido el duque usurpador

para hacerle compañía a su hija,

pues se quieren mucho más que dos hermanas.

Mas os diré que el duque últimamente

está molesto con su noble sobrina,

y la única razón en que se funda

es que la gente alaba sus virtudes

y la compadece por la suerte de su padre;

y, por mi vida, que su mala voluntad

se va a manifestar muy pronto. Señor, adiós.

Algún día, cuando vengan tiempos mejores

procuraré vuestro afecto y amistad.

ORLANDO

Os quedo muy agradecido. Adiós.

[Sale LE BEAU].

Huyo del relámpago y doy en el rayo:

de un duque cruel a un cruel hermano.

Mas, ¡celestial Rosalina!

Sale.