ESCENA VI

Entran las máscaras, GRACIANO y SALERIO.

GRACIANO

Aquí está el soportal donde Lorenzo

nos pidió que le esperásemos.

SALERIO

Se está retrasando.

GRACIANO

Curioso retraso: los amantes

van siempre por delante del reloj.

SALERIO

Ah, las palomas de Venus[34] son diez veces

más veloces en sellar un pacto de amor

que en cumplir las promesas de fidelidad.

GRACIANO

Así es en todo. ¿Quién sale de un banquete

con tan buen apetito como entró?

¿Qué caballo vuelve a tomar paso

con el brío incontenible del principio?

Las cosas se persiguen con más ánimo

que se disfrutan. Como un muchacho

o hijo pródigo es el barco empavesado

que zarpa de su puerto, acariciado

y abrazado por la lujuria del viento.

Y como hijo pródigo regresa, con el casco

deslucido, las velas desgarradas, flaco, mísero

y saqueado por la lujuria del viento.

Entra LORENZO.

SALERIO

Aquí llega Lorenzo. Luego seguiremos.

LORENZO

Queridos amigos, disculpad mi retraso.

Mis asuntos, y no yo, son la causa.

Cuando vayáis a jugar al robo de esposa,

yo haré lo mismo por vosotros. Acercaos.

Aquí vive mi suegro el judío. ¡Ah de casa!

[Entra] YÉSICA arriba[35] [vestida de muchacho].

YÉSICA

¿Quién sois? Decídmelo para mi certeza,

aunque juraría que conozco vuestra voz.

LORENZO

Lorenzo, tu amor.

YÉSICA

Lorenzo, sí, y seguro que mi amor,

pues, ¿a quién quiero yo tanto? Pero, ¿quién,

sino tú, Lorenzo, sabe si soy tuya?

LORENZO

El cielo y tu corazón son testigos.

YÉSICA

Toma, coge este cofre. Merece la pena.

Menos mal que es de noche y no me ves,

pues me da vergüenza este disfraz.

Mas ciego es el amor, y los amantes

no ven las travesuras que cometen,

que, si las vieran, Cupido enrojecería

de verme convertida en un muchacho.

LORENZO

Baja, que tú me llevarás la antorcha.

YÉSICA

¡Cómo! ¿Que alumbre mi propia vergüenza?

Ya luce demasiado por sí misma. Amor mío,

el oficio de la antorcha es descubrir

y yo debo ocultarme.

LORENZO

Estás oculta, vida mía,

en tu lindo atavío de muchacho.

Vamos, ven, que la noche se vuelve fugitiva

y nos esperan en la fiesta de Basanio.

YÉSICA

Voy a cerrar las puertas y proveerme

de más ducados. En seguida estoy contigo.

[Sale arriba.]

GRACIANO

A fe mía, gentil y no judía.

LORENZO

Que me pierda si no la quiero de verdad.

Es prudente, si no me equivoco,

y bella, si los ojos no me engañan,

y fiel, como lo ha demostrado;

y así, prudente, bella y fiel,

la llevaré en mi pecho constante.

Entra YÉSICA.

¡Ah! ¿Ya estás? En marcha, señores.

La mascarada nos espera.

Sale [con YÉSICA y SALERIO].

Entra ANTONIO.

ANTONIO

¿Quién va?

GRACIANO

¿Signor Antonio?

ANTONIO

¡Válgame, Graciano! ¿Y los demás?

Ya son las nueve; los amigos esperan.

No hay mascarada: el viento ha cambiado

y Basanio está para embarcarse.

Mandé en tu busca a veinte hombres.

GRACIANO

Me alegro, pues Graciano solo anhela

navegar esta noche a toda vela.

Salen.