ESCENA V

Entran [SHYLOCK el] judío y [LANZAROTE,] su antiguo criado, el gracioso.

SHYLOCK

Ya verás, tus ojos juzgarán

la diferencia entre Shylock y Basanio.—

¡Eh, Yésica!— Ya no podrás hincharte

como hacías en mi casa.— ¡Eh, Yésica!—

Ni dormir, roncar y destrozar la ropa.—

¡Eh, Yésica!

LANZAROTE

¡Eh, Yésica!

SHYLOCK

LANZAROTE

Entra YÉSICA.

YÉSICA

¿Llamabais? ¿Qué deseáis?

SHYLOCK

Me han convidado a cenar, Yésica.

Toma mis llaves. Pero, ¿por qué voy?

Por amistad no me invitan: es por halagarme.

Iré por odio, por comer a las expensas

del pródigo cristiano. Yésica, hija,

cuida de mi casa. Voy de mala gana.

Algún mal amenaza mi sosiego:

anoche soñé con bolsas de oro[31].

LANZAROTE

SHYLOCK

LANZAROTE

SHYLOCK

¿Conque máscaras? Óyeme bien, Yésica:

atranca las puertas y, al oír el tambor

y el mísero chillido de los pífanos,

no te subas a ventanas, ni asomes

la cabeza a la calle para ver

a los estúpidos cristianos con caretas.

Tapa los oídos de mi casa (las ventanas):

que el ruido de la vana ligereza

no entre en mi digna casa. Por la vara de Jacob,

que esta noche yo no iría de banquetes.

Pero iré.— Tú adelántate y di que voy.

LANZAROTE

Señor, delante iré.— Señora,

no dejes de asomarte a la ventana:

«El cristiano a la judía

viene a traer alegría».

[Sale.]

SHYLOCK

¿Qué dice ese tonto de la estirpe de Agar?[33]

YÉSICA

Solo ha dicho «Adiós, señora», nada más.

SHYLOCK

Ese bobo es amable, pero traga mucho,

aprovecha poco y duerme de día

más que el gato montés. Conmigo los zánganos

no hacen colmena. Que se vaya.

Y que ayude al nuevo amo a vaciar

la bolsa prestada. Bueno, Yésica, entra.

A lo mejor vuelvo en seguida.

Haz lo que te digo: atranca las puertas.

Quien cierra, no yerra.

Refrán que buena economía encierra.

Sale.

YÉSICA

Adiós. Y, como nada lo corrija,

yo pierdo a un padre, y tú a una hija.

Sale.