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Diario de la princesa

Esmeralda

E l diario de la princesa Esmeralda estaba escrito con la misma caligrafía anticuada y llena de florituras que adornaba la cubierta. La tinta era negra y clara; como la horrible historia que contaba.

Día de la Luna

Hoy ha sido un día muy horrible y temido.

Por órdenes de mamá (que me ha hecho trabajar duro en los lugares más modestos de nuestro Palacio para que así «sepas, Esmeralda, lo que es trabajar»), he ido a las cocinas de la carne. Me han puesto a trabajar sacando todas las tripas y mollejas para el cocinero de la carne, que es un hombre malhablado que suda como un queso demasiado maduro. También tenía la cara como un queso, de esos que come mamá: blanco y con la nariz salpicada de venas azules. Creo que si mamá se comiera la nariz del cocinero de la carne no notaría la diferencia. Y si se enterase de que era la nariz del cocinero de la carne, creo que mamá se la comería igual. Pero no debo escribir sobre mamá, pues es un asunto peligroso.

Cuando volví a mi habitación desde las cocinas de la carne, y el criado me dio una palangana de agua limpia para quitarme la sangre y la mugre de las uñas, Mary llamó a mi puerta con tanto frenesí como si las brujas de Wendron que habitan en el Bosque le pisaran los talones. Mary, a quien quiero mucho, casi tanto como quiero a mis hermanitas pequeñas, estaba muy apenada.

Le pregunté a ella, como siempre hago (pues mamá no me deja ver a mis queridas hermanas tan a menudo como me gustaría), cómo se encontraban mis pequeños querubines ese día. Entonces Mary se puso a gimotear como gimen los cerdos cuando ven el cuchillo del carnicero. Me senté junto a mi pequeño fuego (para el cual mi criada me roba unos pocos carbones en las noches heladas) y calenté un poco de agua en él, pues los dientes de la pobre Mary castañeteaban como los de una ventana abierta con el viento.

Le volví a hacer la misma pregunta sobre mis pequeñas hermanas gemelas con, confieso, cierto temor en mi corazón. «¡Se han ido!», dijo Mary, llorando con una pena tan desgarradora que el querido sir Hereward entró corriendo (o mejor dicho, flotando) y nos preguntó: «¿A qué vienen esas lágrimas?». Y cuando el querido fantasma estuvo a nuestro lado, supe la verdad sobre el destino de mis queridas hermanas. Se habían ido.

A primera hora de esta mañana, Mary cogió a mis hermanitas para que vieran a nuestra mamá, como ella misma había ordenado. El Petulante Tonel de Manteca le dijo a Mary que dejara a las niñas en el Salón del Trono para esperar a mamá. Ellas corrieron tras ella, gritando: «Mary, Mary», pero el Petulante Tonel la echó a empujones de la cámara y cerró la puerta.

Ahora mamá y el Petulante Tonel dicen que Mary nunca les llevó las niñas al Salón del Trono y que ella las ha perdido. La pobre Mary tiene los pies cual vejigas de cerdo, hinchados después de recorrer el Palacio de arriba abajo buscándolas, y creo que se está volviendo loca. Temo que caiga enferma, la pobre. Y ¿qué habrá sido de mis pobres hermanitas?

Día de Marte

Un día muy triste. Tengo la moral baja. Nada se sabe de mis hermanitas y no hay ni rastro de Mary. Estoy sola en el mundo.

Día de Mercurio

Hoy no sé ni quién soy. Mi mente es un torbellino. Vuelvo a mi cámara después de otro repugnante día en las cocinas de la carne, y algo no va bien. No sé qué es. Tengo una horrible sensación.

Día de Júpiter

Al amanecer, sir Hereward ha ido a buscar a mi querido hermano. Anoche oí grandes lamentos y llantos detrás de los paneles de madera a todas horas. Eran las voces de mis hermanitas. No me importa lo que diga mi hermano ni sir Hereward, porque yo conozco los llantos de mis hermanas. Le supliqué a mi hermano que arrancase los paneles de madera y él, temiendo que yo enloqueciera, así lo hizo. No había nada, pero incluso ahora oigo sus vocecitas gritando que las liberen.

Día de Venus

Vino mi hermano. He estado un rato con él. Le estoy agradecida, pues no puedo soportar oír los llantos ni un momento más. Al principio mamá no le dejaba, pero él la ha desobedecido. Me iré esta tarde y me llevaré mi librito conmigo.

Día de Saturno

Hoy mamá ha llamado a mi querido hermano para despachar ciertos asuntos. Mi hermano está algo preocupado por ello, pues me ha dicho: «No haré eso, Esmeralda. Aunque quiero bien a mamá, como debe ser, dado que soy su hijo, no quiero que ella viva eternamente». Aunque no comprendí lo que significaba —¿cómo puede una persona vivir eternamente?— le repliqué que, desde luego, yo tampoco lo deseaba y nos reímos. Es bueno reír con mi hermano.

Día del señor

Mamá me ha vuelto a llamar hoy. Mi hermano se encerró en su cámara y me dijo: «Vete, Esmeralda, pues éste no es un asunto sobre el que tú debas pensar». Pero aunque debí haber obedecido a mi querido hermano, no lo hice. Escuché detrás de la puerta, aunque no necesitaba apretar tan fuerte la oreja, pues la voz de mamá me taladraba el oído a través de la gran puerta de roble como si fuera el pico de un pájaro carpintero. «¡Te digo, Marcellus, que no descansaré hasta que lo tenga!», gritaba mamá. No oí la respuesta de mi hermano, pues mamá no cesó de soltar su torrente de palabras.

Cuando se fue, su criatura, que muerde a todos los que le disgustan y hace que enfermen y mueran, mordió a mi gatito. Esta noche el pobre Puss se quejaba y gemía lastimeramente.

Día de la Luna

Las cámaras de mi hermano están más oscuras y sombrías, pues hay una gran tormenta aullando a través del Castillo, pero no me importa, pues es un reflejo de mi mente. Mi pobre gatito ya no está.

Mamá ha vuelto a llamarme. Cuando partió con su séquito, formado por el Petulante Tonel de Manteca y seis guardias, mi querido hermano vino a verme y me contó lo que había ocurrido. Mi hermano fue obligado a prepararle a mamá una poción de la eterna juventud. Ella vivirá eternamente. Yo protesté y pregunté a qué penalidades se enfrentaba. YO NO QUIERO que mamá viva eternamente, pues quiero ser reina algún día y ¿cómo voy a ser reina si mamá no se muere, como todos hemos de morir? Y mi querido hermano sonrió tristemente y dijo que aunque había una poción, no sería para ella, ¡ja, ja! Era para él y él la había bebido hacía muchos meses.

Día de Marte

¿Por qué no puedo yo también tener una poción de la eterna juventud? No es justo. No me acostumbro.

Día de Mercurio

Mi hermano tiene hoy un nuevo aprendiz. Creo que tiene un semblante agradable y es un chico muy peculiar. Cuando me vio se rió y me llamó por un extraño nombre que no conozco. Le hablé con mucha simpatía, aunque no es más que un humilde aprendiz, pero cuando le hablé, salió corriendo. Mi hermano aún está muy preocupado. No deja de repetir una y otra vez: «He visto mi futuro. He visto mi terrible destino. ¡Oh, Esmeralda, soy un estúpido! No debería esperar. ¿Qué he hecho?». Pero no sé qué es lo que ha hecho porque no me lo dice.

Día de Venus

Un día de malos augurios. Mamá ha venido a buscarme hoy. Ya no me deja estar con mi querido hermano porque «tiene un importante trabajo que hacer, Esmeralda, y con tus grandes lamentos lo distraes de su tarea». Le supliqué quedarme y mi hermano también, pero no nos valió de nada. Ahora estoy sentada en mi muy deprimente cámara. Mamá enviará al Petulante Tonel de Manteca a buscarme mañana al romper el alba. Tengo mucho miedo.

Y así acababa el diario. Jenna cerró lentamente el libro y se sentó en el borde de la cama de Esmeralda, intentando asimilarlo todo. ¿Qué le había ocurrido a Esmeralda? ¿Y qué le sucedería a ella ahora que todo el mundo pensaba que era Esmeralda?