CAPÍTULO XII | BIOGRÁFICO |
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Queequeg era nativo de Kokovoko, una isla muy lejos al oeste y al sur. No está recogida en ningún mapa; los lugares auténticos nunca lo están.
Siendo un salvaje recién incubado, que correteaba montaraz por sus bosques nativos con un taparrabos de hierbas, seguido por cabras rumiantes como si fuera un verde brote; incluso entonces, en la ambiciosa alma de Queequeg se ocultaba el intenso deseo de ver algo más de la cristiandad que uno o dos especímenes de ballenero. Su padre era un gran jefe, un rey; su tío un gran sacerdote; y por el lado materno alardeaba de tías que eran esposas de guerreros invencibles. En sus venas había sangre excelente… sustancia de reyes; aunque desgraciadamente viciada, me temo, por la propensión caníbal que cultivó en su indisciplinada juventud.