Extractos

(Aportados por un ayudante de ayudante de bibliotecario)

[Se verá que este simple esforzado escarbador y hormiga, pobre diablo de ayudante de ayudante, parece haber recorrido los largos vaticanos y los puestos callejeros de la Tierra, escogiendo cualesquiera aleatorias alusiones a ballenas que de todo modo pudiera encontrar en cualquier libro que fuese, ya fuera sagrado o profano. Por lo tanto, no debéis tomar los desordenados asertos sobre ballenas de estos extractos, al menos no en todos los casos y por muy auténticos que sean, por una verdadera evangélica cetología. Ni mucho menos. En lo tocante a los autores antiguos en general, lo mismo que a los poetas que aquí aparecen, estos extractos sólo son valiosos o amenos por proporcionar una panorámica general, a vista de pájaro, de lo que promiscuamente ha sido dicho, pensado, imaginado y cantado del Leviatán[2] por muchas naciones y muchas generaciones, incluyendo la nuestra.

Así que adiós, pobre diablo de ayudante de ayudante, cuyo comentador yo soy. Vos pertenecéis a esa pálida y desahuciada estirpe que ningún vino de este mundo confortará jamás; y para la que incluso el jerez pálido resultaría demasiado rojizo y fuerte; mas con la cual a veces a uno le agrada sentarse, y sentirse pobre diablo también; y solidarizarse entre lágrimas; y decirles simple y llanamente, con ojos cargados y vasos vacíos, y con tristeza no del todo desagradable… ¡Abandonad, ayudantes de ayudantes! ¡Pues cuantas más y mayores molestias os toméis para agradar al mundo, tanto más y mayormente quedaréis por siempre sin agradecimiento! ¡Ojalá que pudiera vaciar Hampton Court y las Tullerías para vos! Pero tragaos vuestras lágrimas, y corred con vuestros corazones arriba al sobremastelerillo; pues vuestros amigos, que han partido antes, están vaciando los cielos de siete pisos para vuestra llegada, y convirtiendo en refugiados a Gabriel, a Miguel y a Rafael. Aquí sólo chocáis corazones rotos… ¡allí chocaréis irrompibles vasos!]

Extractos

«Y Dios creó grandes ballenas.»

Génesis.

«Leviatán hizo un camino para que brillara tras él;

se diría que el piélago era cano.»

Job.

«El Señor había dispuesto un gran pez para que se tragara a Jonás.»

Jonás.

«Ahí van los barcos; ahí está ese leviatán que vos habéis hecho para que allí actúe.»

Salmos.

«En aquel día, el Señor, con su afligida y grande y fuerte espada, castigará a Leviatán, la punzante serpiente, la tersa Leviatán, esa retorcida serpiente; y matará al dragón que está en el mar.»

Isaías.

«Y cualesquiera cosa, además, que llegue dentro del caos de la boca de este monstruo, sea animal, lancha o piedra, todo va incontinentemente abajo de ese nauseabundo trago suyo, y perece en el insondable golfo de su panza.»

Moralia, de Plutarco, según Holland.

«El mar Índico cría la mayor cantidad de peces, y los de mayor tamaño que hay: de los cuales las ballenas, y los torbellinos, también así llamados, abarcan una longitud semejante a cuatro acres o arpendes de tierra.»

Plinio, según Holland.

«Apenas habíamos procedido dos días en el mar, cuando hacia la puesta de sol apareció una gran cantidad de ballenas, y otros monstruos del mar. Entre las primeras, una era de un tamaño de lo más monstruoso. * * Ésta vino hacia nosotros, con la boca abierta, alzando las olas por todos los lados, y batiendo espuma en el mar ante sí.»

«Historia verdadera», según Tooke.

«Visitó este país también con intención de capturar ballenas-caballo, que como dientes tenían huesos de muy gran valor, de los cuales trajo algunos al rey. * * * Las mejores ballenas fueron capturadas en su propio país, de las cuales algunas eran de cuarenta y ocho, y algunas de cincuenta yardas de longitud. Dijo que él era uno de seis que habían matado sesenta en dos días.»

Narrativa verbal de Other u Octher, recogida de sus labios por el rey Alfred. d.C. 890.

«Y mientras que todas las otras cosas, sean animales o navíos, que entran en el terrible golfo de la boca de este monstruo (ballena), desaparecen y son tragadas inmediatamente, el gobio se retira dentro de ella con gran seguridad, y allí duerme.»

Montaigne, Apología para Raimond Sebond.

«¡Volemos, volemos! Que Pedro Botero me lleve si Leviatán no es descrito por el noble profeta Moisés en la vida del paciente Job.»

Rabelais.

«El hígado de esta ballena era de dos carretadas.»

Anales de Stowe.

«El gran Leviatán que hizo bullir los mares como una sartén hirviendo.»

Versión de lord Bacon de los Salmos.

«En referencia a la monstruosa mole de la ballena u orca, no hemos recibido nada concreto. Engordan excesivamente, en tanto que de una ballena se extrae tan increíble cantidad de aceite.»

Ibidem, «Historia de vida y muerte».

«Lo más excelente del mundo para una contusión interna es parmaceti.»

Rey Henry.

«Muy similar a una ballena.»

Hamlet.

«Que para recurrir, ninguna habilidad del arte del escurrido

puede permitirle, sino volver de nuevo

a su obrero herido, que con encantadora lanza,

golpeando su pecho, había alimentado su inquieto dolor,

como la ballena herida desde alta mar se apresura a la orilla.»

La reina de las hadas.

«Inmenso como ballenas, de cuyos enormes cuerpos el movimiento puede en una plácida calma agitar el océano hasta hacerlo bullir.»

Sir William Davenant, prefacio a Gondibert.

«Lo que el spermaceti es pueden dudarlo los hombres con justicia, pues el erudito Hosmanus, en su obra de treinta años, dijo sencillamente: Nescio quid sit

Sir T. Browne, Del spermaceti y de la ballena spermaceti,Vide su V. E.

«Como el Talus de Spencer con su moderno mayal

amenaza destrucción con su pesada cola

* * * * *

Sus fijas picas en su costado porta

Y en su lomo un bosque de picas aparece.»

Batalla de las islas del verano, de Waller.

«Por arte es creado ese gran Leviatán, llamado una mancomunidad estatal… (civitas, en latín), que sólo es un hombre artificial.»

Frase inicial del Leviatán de Hobbes.

«El estúpido Mansoul lo tragó sin masticar, como si hubiera sido un espadín en la boca de la ballena.»

La Guerra Santa.

«Ese animal del mar,

Leviatán, que Dios de todas sus obras

Creó el más grande, que en la corriente oceánica nada.»

El Paraíso perdido.

«Allí Leviatán,

Mayor de todas las criaturas vivas del piélago,

Estirado como un promontorio, duerme o nada,

Y parece una tierra móvil; y en sus agallas

Absorbe, y con su respiración suelta a chorros, un mar.»

Ibidem.

«Las poderosas ballenas que nadan en un mar de agua, y tienen uno de aceite en ellas.»

El Estado profano y el santo, de Fuller.

«Tan cerca tras un promontorio yacen

Los enormes leviatanes para esperar su presa,

Y no dan caza, sino que tragan a los pequeños peces

Que yerran su camino a través de sus abiertas mandíbulas.»

Annus Mirabilis, de Dryden.

«Mientras la ballena está flotando en la popa del barco, cortan su cabeza, y la remolcan con una lancha lo más cerca de la orilla que pueda llegar; aunque encallará en doce o trece pies de agua.»

Diez viajes a Spitzbergen, en Purchass, de Thomas Edge.

«En su camino vieron muchas ballenas jugando en el océano, y gratuitamente esparciendo el agua a través de sus tuberías y conductos de respiración que la naturaleza ha situado en sus hombros.»

Las expediciones de sir T. Herbert en Asia y África.

Harris Col.

«Aquí vieron tales enormes tropas de ballenas, que se vieron forzados a proceder con muchísima precaución, por miedo a pasar el barco sobre ellas.»

Sexta circunnavegación, de Schouten.

«Nos hicimos a la vela desde el Elba, viento noreste, en el barco llamado el Jonás en la Ballena. * * *

Algunos dicen que la ballena no puede abrir la boca, pero eso es un cuento. * * *

Frecuentemente suben a los mástiles para ver si pueden ver una ballena, pues el primero que la descubre, obtiene un ducado por su esfuerzo. * * *

Me hablaron de una ballena capturada cerca de Shetland, que tenía más de un barril de arenques en su estómago. * * *

Uno de nuestros arponeros me dijo que él capturó una vez una ballena en Spitzbergen que era enteramente blanca.»

Una expedición a Groenlandia, 1671 d.C.

Harris Col.

«Varias ballenas han llegado a esta costa (Fife). Anno 1652, llegó una de ochenta pies de longitud de la clase de barba de ballena, que (como se me informó), además de una enorme cantidad de aceite, aportó 500 pesadas de barba de ballena. Las mandíbulas suyas se yerguen como puerta en los jardines de Pitferren.»

Fife y Kinross, de Sibbald.

«Yo me había comprometido a intentar ver si podía dominar y matar a esta ballena spermaceti, pues nunca había oído de una de esta clase que fuera muerta por el hombre, tal es su fiereza y su rapidez.»

Carta desde las Bermudas, de Richard Strafford,

Phil. Trans. 1668 d.C.

«Las ballenas en el mar

la voz de Dios obedecen.»

N. E. Primer.

«Vimos también abundancia de grandes ballenas, existiendo más en aquellos mares del sur, puedo afirmar, en proporción de cien a uno; de las que tenemos al norte de nosotros.»

Expedición alrededor del globo, del capitán Cowley. 1729 d.C.

* * * «y el aliento de la ballena frecuentemente va unido a un olor tan insoportable, que llega a producir desórdenes en el cerebro.»

Sudamérica, de Ulloa.

«A cincuenta sílfides escogidas de especial nota confiamos el

[importante asunto de la enagua.

Frecuentemente hemos sabido que siete capas proteger no logran,

aun rígidas de aros y armadas con costillas de ballena.»

Robo del rizo.

«Si comparamos animales de tierra con respecto a magnitud, con aquellos que hacen en el piélago su morada, encontraremos que en la comparación resultan despreciables. La ballena es, sin duda, el animal más grande de la Creación.»

Goldsmith, Historia Natural.

«Si escribierais una fábula para peces pequeños, les haríais hablar como grandes ballenas.»

Goldsmith a Johnson.

«Por la tarde vimos lo que se suponía era una roca, pero se descubrió que era una ballena muerta que unos asiáticos habían matado, y que estaban remolcando a tierra. Parecían esforzarse por ocultarse detrás de la ballena, con objeto de evitar que les viéramos.»

Viajes de Cook.

«Raramente se aventuran a atacar a las ballenas mayores. Tienen tal pavor a algunas de ellas, que cuando están en mar abierto, incluso tienen miedo de mencionar sus nombres, y en sus lanchas llevan estiércol, piedra caliza, madera de enebro y otros artículos de la misma naturaleza, con objeto de asustarlas y evitar un acercamiento demasiado próximo.»

Correspondencia de Uno von Troil sobre el viaje a Islandia de Bank y Solander en 1772.

«La ballena spermaceti encontrada por los nantuckeses es un animal activo y fiero, y exige de los pescadores enorme coraje y osadía.»

Thomas Jefferson, memorial sobre la ballena para el embajador francés en 1778.

«Y por favor, señor, ¿qué hay en el mundo que se la iguale?»

Edmund Burke, referencia en el Parlamento a la pesquería de la ballena de Nantucket.

«España… una gran ballena encallada en las costas de Europa.»

Edmund Burke (en alguna parte).

«Una décima rama de las rentas ordinarias del rey, que se dice fundamentada en la consideración de su custodia y protección de los mares ante piratas y asaltantes, es el derecho al pez real, que son la ballena y el esturión. Y éstos, cuando o bien encallan en tierra, o bien son capturados cerca de la costa, son propiedad del rey.»

Blackstone.

«Pronto las tripulaciones vuelven al ejercicio de la muerte:

Rodmon, infalible, sobre su cabeza suspende

El ganchudo acero, y cada ocasión espera.»

El naufragio, de Falconer.

«Brillantes relucían los tejados, las cúpulas, los chapiteles,

y cohetes volaban autoimpulsados,

a colgar su momentáneo fuego

alrededor de la bóveda del cielo.

Para comparar así fuego con agua,

el océano sirve en lo alto,

lanzado a chorro por una ballena al aire

para expresar voluminosa alegría.»

Cowper, sobre la visita de la reina a Londres.

«Diez o quince galones de sangre son arrojados del corazón de un latido, con inmensa velocidad.»

John Hunter, descripción de la disección de una ballena (una de tamaño pequeño).

«La aorta de una ballena es de calibre más grande que la tubería principal del alcantarillado en el puente de Londres, y el agua que ruge en su fluir a través de esa tubería es menor en su ímpetu y velocidad que la sangre que mana del corazón de la ballena.»

Teología, de Paley.

«La ballena es un animal mamífero sin extremidades inferiores.»

Baron Cuvier.

«A cuarenta grados sur vimos ballenas spermaceti, pero no capturamos ninguna hasta el primero de mayo, cuando el mar estuvo cubierto de ellas.»

Viaje con el propósito de extender la pesquería de la ballena spermaceti, de Colnett.

«En el libre elemento bajo mí nadaba,

braceaba y buceaba, jugando, persiguiendo, luchando,

con peces de todo color, forma y clase;

cuyo lenguaje no puedo representar, y que ningún marinero

jamás ha visto; desde el terrible leviatán

hasta diminutos millones que pueblan cada ola:

se agrupan en inmensos bancos, como islas flotantes,

conducidos por misteriosos instintos a través de esa desolada

región carente de senderos, aunque por cada lado

asaltados por voraces enemigos,

ballenas, tiburones y monstruos, armados al frente o mandíbula,

con espadas, sierras, cuernos espirales o garras ganchudas.»

El mundo antes del diluvio, de Montgomery.

«¡Io! ¡Gloria! ¡Io! Canta,

al rey del pueblo dotado de aletas.

Ninguna ballena más poderosa que ésta

hay en el enorme Atlántico;

ni un pez más gordo que él

bracea alrededor del mar polar.»

Triunfo de la ballena, de Charles Lamb.

«En el año 1690 había algunas personas en una elevada colina mirando las ballenas que entre ellas echaban chorros una y otra vez, cuando uno observó: allí —señalando el mar— hay verdes pastos donde los nietos de nuestros hijos irán a conseguir el pan.»

Historia de Nantucket, de Obed Macy.

«Construí una granja para Susan y para mí, e hice un pórtico en forma de arco gótico, colocando en pie los huesos de la mandíbula de una ballena.»

Relatos dos veces narrados, de Hawthorne.

«Vino a encargar un monumento para su primer amor, al que una ballena había matado en el océano Pacífico hace no menos de cuarenta años.»

Ibidem.

«“No, señor, es una ballena franca”, contestó Tom; “vi su chorrear; soltó hacia arriba un par de arco iris tan bonitos como cristiano pueda ver. ¡Ésa es un verdadero tonel de aceite!”.»

El piloto, de Cooper.

«Trajeron los periódicos, y en la Gaceta de Berlín vimos que allí habían presentado ballenas en los teatros.»

Conversaciones con Goethe, de Eckermann.

«“¡Dios mío! Señor Chase, ¿qué es lo que ocurre?” Yo contesté: “Hemos sido desfondados por una ballena”.»

«Narrativa del naufragio del barco ballenero Essex, de Nantucket, que fue atacado y finalmente destruido por un gran cachalote en el océano Pacífico», por Owen Chase de Nantucket, primer oficial de dicho navío, Nueva York, 1821.

«Un marinero estaba sentado en los obenques una noche, el viento

[silbaba franco;

ahora brillante, ahora oscuro, era el pálido resplandor de la luna,

y el fósforo relucía en la estela de la ballena,

mientras nadaba en el mar.»

Elizabeth Oakes Smith.

«La cantidad de estacha retirada de las distintas lanchas que participaron en la captura de esta ballena midió en total 10.440 yardas, es decir, cerca de seis millas inglesas.» * * *

«A veces la ballena agita su tremenda cola en el aire, que, restallando como un látigo, resuena a la distancia de tres o cuatro millas.»

Scoresby.

«Rabioso por los sufrimientos que soporta de estos nuevos ataques, el furioso cachalote voltea una y otra vez; echa atrás su enorme cabeza, y con mandíbulas muy abiertas muerde todo lo que hay a su alrededor; embiste a las lanchas con su cabeza; éstas son impelidas ante él con enorme rapidez, y a veces destruidas totalmente.

* * * Es materia de gran asombro que la consideración de los hábitos de un animal (como el cachalote) tan interesante, y tan importante desde un punto de vista comercial, haya sido tan enteramente ignorada, o haya suscitado tan poca curiosidad entre los numerosos, y muchos de ellos competentes, observadores que en los últimos años han dispuesto de las más abundantes y las más convenientes oportunidades de ser testigos de sus hábitos.»

Historia del cachalote, de Thomas Beale, 1839.

«El cachalote (ballena de esperma) no sólo está mejor armado que la ballena auténtica (ballena franca o de Groenlandia), al poseer un arma formidable en cada extremidad de su cuerpo, sino que también demuestra con mayor frecuencia una disposición a emplear estas armas ofensivamente, y de un modo tan hábil, osado y malicioso, como para hacer que se le mire como la ballena más peligrosa de atacar de todas las especies conocidas de la estirpe de ballenera.»

Expedición ballenera alrededor del mundo, de Frederick Debell Bennett, 1840.

«13 de octubre.

—Allí resopla —fue cantado desde el tope.

—¿Por dónde? —requirió el capitán.

—A tres puntos de la amura de barlovento, señor.

—Arriba la rueda. ¡Firme!

—Firme, señor.

—¡Ah del tope! ¿Veis ahora esa ballena?

—¡Sí, sí, señor! ¡Una manada de cachalotes! ¡Allí resopla! ¡Ahí rompe!

—¡Cantadlo!, ¡cantadlo cada vez!

—¡Sí, sí, señor! ¡Allí resopla!, allí… allí… allá resopla… sopla… ¡sooopla!

—¿A qué distancia?

—Dos millas y media.

—¡Truenos y relámpagos!, ¡tan cerca! ¡Llamad a toda la tripulación!»

Bosquejos de una travesía ballenera, de J. Ross Browne, 1846.

«El ballenero Globe, navío a bordo del cual sucedieron los horribles hechos que vamos a relatar, pertenecía a la isla de Nantucket.»

«Narrativa del motín del Globe», por Lay y Hussey, supervivientes, 1828 d.C.

«Siendo en una ocasión perseguido por una ballena que había herido, evitó durante un tiempo el ataque con una lanza; mas el furioso monstruo finalmente se lanzó contra la lancha; siendo salvados él mismo y los camaradas sólo gracias a que saltaron al agua cuando vieron que el embite era inevitable.»

Diario misionero, de Tyerman y Bennett.

«“El propio Nantucket”, dijo el señor Webster, “es una porción muy llamativa y peculiar del interés nacional. Hay una población de ocho o nueve mil personas que viven aquí en el mar, los cuales, mediante la más osada y perseverante laboriosidad, contribuyen copiosamente cada año a la riqueza nacional”.»

Informe del discurso de Daniel Webster en el Senado de los Estados Unidos, sobre la solicitud de construcción de un malecón en Nantucket. 1828.

«La ballena cayó directamente sobre él, y probablemente le mató en un instante.»

«La ballena y sus captores, o las aventuras de los ballenerosy la biografía de la ballena, reunidas en la travesía de regreso del comodoro Preble», por el reverendo Henry T. Cheever.

«“Si haces el menor ruido de mierda”, replicó Samuel, “te envío al Infierno”.»

La vida de Samuel Comstock (el amotinado), por su hermano, William Comstock. Otra versión de la narrativa del ballenero Globe.

«Las expediciones de los holandeses y los ingleses al océano del norte, con el objeto de descubrir, si fuera posible, un pasaje a través de él hacia la India, aunque fracasaron en su principal objetivo, abrieron las guaridas de la ballena.»

Diccionario comercial, de McCulloch.

«Estas cosas son recíprocas; la pelota rebota, sólo para volver a botar de nuevo hacia delante; pues ahora, al abrir las guaridas de la ballena, los balleneros parecen haber dado indirectamente con nuevas claves para ese místico pasaje del noroeste.»

De «Algo» no publicado.

«Es imposible encontrarse con un barco ballenero en el océano sin quedar sorprendido por su mera apariencia. El navío, con poca vela, vigías en los topes oteando ansiosamente la amplia extensión a su alrededor, tiene un aire totalmente diferente de los que están realizando una expedición normal.»

Corrientes y pesca de la ballena, U. S. Ex. Ex.

«Los peatones en la vecindad de Londres y en algún otro lugar puede que recuerden haber visto grandes huesos colocados de pie en la tierra, bien para formar arcos sobre entradas, o bien embocaduras de vanos, y puede que quizá les hayan dicho que éstos eran las costillas de ballenas.»

Narraciones de un expedicionario ballenero en el océano Ártico.

«No fue hasta que las lanchas regresaron de la persecución de estas ballenas, que los blancos vieron su barco en sangrienta posesión de los salvajes enrolados entre la tripulación.»

Relato periodístico de la toma y recuperación del ballenero Hobomack.

«Es generalmente bien sabido que entre las tripulaciones de navíos balleneros (americanos) pocos vuelven en los barcos a bordo de los que partieron.»

Travesía en una lancha ballenera.

«De pronto una poderosa mole emergió del agua, y salió lanzada perpendicularmente en el aire. Era la ballena.»

Miriam Coffin o el pescador de ballenas.

«La ballena está arponeada, sin duda; pero haceos idea de cómo manejaríais a un brioso potro salvaje con la única herramienta de una soga atada a la base de su cola.»

Un CAPÍTULO sobre pesca de la ballena en Ribs and Trucks.

«En una ocasión vi a dos de estos monstruos (ballenas), probablemente macho y hembra, nadando lentamente uno tras el otro, a menos de un tiro de piedra de la costa (Tierra del Fuego), sobre la cual el haya extendía sus ramas.»

Viaje de un naturalista, de Darwin.

«“¡Ciar a tope!”, exclamó el primer oficial, cuando al volver la cabeza vio las distendidas mandíbulas de un gran cachalote cerca de la proa de la lancha, amenazándola con instantánea destrucción; … “¡Ciar a tope, por vuestras vidas!”.»

Wharton, el matarife de ballenas.

«¡Ánimo, muchachos! ¡No desfallezcáis en la faena

mientras el osado arponero le acierta a la ballena!»

Canción de Nantucket.

«Ah, la excepcional vieja ballena, entre tormenta y galerna

En su hogar del océano estará,

Un gigante en poder, donde el poder es la ley

Y rey del ilimitado mar.»

Canción ballenera.