IX

Cuatro días después de la absolución de Sherry, hicieron pasar a la señora Ringgo a mi despacho.

Iba vestida de negro. No había la menor placidez en su cara oriental, hermosa y no muy inteligente. Solo preocupación.

—Por favor, no le diga a Dolph que he venido —fueron sus primeras palabras.

—Claro que no, si usted me lo pide —prometí mientras le arrimaba una silla.

Se sentó y me miró con los ojos bien abiertos, mientras toqueteaba los guantes que sostenía en el regazo.

—Es tan temerario… —dijo.

Moví la cabeza en señal de amable asentimiento mientras pensaba qué pretendería.

—Tengo tanto miedo… —añadió, retorciendo los guantes. Le temblaba la barbilla. Los labios dieron forma a las palabras entre sacudidas—: Han vuelto al bungalow.

—Ah, ¿sí?

Me senté bien rígido. Sabía a quién se refería.

—La única razón —protestó la mujer— por la que pueden haber vuelto es que quieren matar a Dolph igual que mataron a mi padre. Y él no me quiere escuchar. Está tan seguro de sí mismo… Se ríe y dice que soy una niña tonta, y me dice que sabe cuidar de sí mismo. Pero no sabe. Al menos, no con un brazo roto. Y lo matarán igual que mataron a mi padre. Lo sé. Lo sé.

—¿Sherry odia a su marido tanto como a su padre?

—Sí. Eso es. Dolph trabajaba para mi padre, pero su participación en el… En el negocio que provocó los problemas de Hugh, era más activa que la de mi padre. ¿Podrá…? ¿Podrá impedir que maten a Dolph? ¿Podrá?

—Claro.

—Y Dolph no debe enterarse —insistió— y si se entera de que lo está vigilando, no le diga que se lo he pedido yo. Se enfadaría conmigo. Le pedí que lo llamara, pero él… —Se interrumpió, como si le diera vergüenza. Supuse que su marido habría mencionado mi fracaso en el intento de mantener a Kavalov con vida—. Pero se negó.

—¿Cuánto hace que volvieron?

—Desde anteayer.

—¿Alguna manifestación?

—¿Se refiere a las cosas que pasaban antes? No lo sé. Dolph no me lo contaría.

—Bajaré mañana —le prometí—. Si me quiere hacer caso, dígale a su marido que me ha contratado. Pero si no se lo dice, yo tampoco lo haré.

—¿Y no les permitirá lastimar a Dolph?

Prometí que haría cuanto pudiera, le cobré algo de dinero, le di un recibo y la despedí con una reverencia.

Poco después, aquella misma noche, llegué a Farewell.