V

Itchy estaba sentado en una sala apenas amueblada de la comisaría central, rodeado de agentes.

—Bueno, guapito… —Uno de ellos sonrió y clavó la mirada en el blanco y negro ligeramente arrugado de la ropa del preso—. Te hemos pillado.

La mirada de Itchy recorrió con frialdad la línea circular de rostros, hasta que se detuvo en el de quien hablaba, y su manera de cruzar las piernas denotó una absoluta despreocupación.

—Estoy harto de usted —dijo—. Me agota. Me aburre. Me exaspera. Usted… ¡Usted es un impresentable!