Aunque ésta sea una obra de ficción, muchos de los acontecimientos, en particular aquellos que tratan del internamiento de los japoneses americanos, ocurrieron tal como se describen. Como autor, hice todo lo posible por recrear este episodio histórico, sin juzgar las buenas o malas intenciones de aquellos involucrados en el momento. Mi pretensión no fue crear una obra moral, con mi voz como la voz la más potente del escenario, sino dejarlo en manos del sentido de la justicia del lector, ante lo bueno y lo malo, y dejar que los hechos hablen con claridad. Y si bien hice todo lo posible por mantenerme fiel a dichos hechos, la responsabilidad de cualquier error histórico o geográfico es exclusivamente mía.
En respuesta a la pregunta de muchas personas, el Hotel Panamá es un lugar auténtico. Y sí, las pertenencias de 37 familias japonesas están allí, en el polvoriento y mal iluminado sótano. Si lo visita, no deje de entrar en el salón de té donde se exhiben muchos de esos objetos. Recomiendo la mezcla de lichi; nunca desilusiona.
Bud’s Jazz Records también está allí. Un poco más allá en el corazón de Pioneer Square, en Seattle. Es fácil no verlo pero difícil de olvidar. Entré una vez para hacer unas cuantas fotos de publicidad. El propietario se limitó a preguntar: «¿Son para bien o para mal?».
Por supuesto, respondí: «Para bien».
«Pues a mí ya me vale», fue su respuesta.
Pero si va a cualquiera de estos dos lugares para buscar un disco de Oscar Holden, desaparecido hace mucho, quizá no tenga suerte. Si bien Oscar fue uno de los grandes padres del jazz del Noroeste, hasta donde yo sé no existe un disco de vinilo. Claro que nunca se sabe.