Los poetas que se interesan por el Tema poético único no pueden permitirse el recurso de hacer una distinción falsa entre la «historia sagrada» y el «mito profano» y establecer la disociación habitual entre ellos, a menos que estén dispuestos a rechazar las Sagradas Escrituras como completamente ajenas a la poesía. Eso sería lamentable, y en esta época de tolerancia religiosa no puedo comprender por qué necesitan aceptar una visión tan notoriamente no histórica de la autoridad, la procedencia, la fecha y los textos originales del Antiguo Testamento lo cual rompe su íntima relación con el Tema. En el siguiente capítulo ataré algunos cabos más.
El mito de Llew Llaw Gyffes ha conservado bastante bien sus contornos originales, aunque ha sido redactado cuidadosamente para atribuir a los dioses todo el mérito de las hazañas mágicas que, como sabemos por la comparación con mitos de la misma clase, las realizaban originalmente diosas. Por ejemplo, el Niño Divino Llew Llaw nace de una virgen, pero por la magia de Math, y Arianrhod no sólo ignora que ha dado a luz un niño, sino que además le indigna justificadamente que le acusen de ser una madre soltera; en tanto que en la versión de Cuchulain de la leyenda de Llew su madre Dechtire concibe tragando una mosca de mayo sin ayuda mágica. Y Nana, que es la equivalente frigia de Arianrhod y cuyo hijo Atis tiene una historia posterior muy parecida a la de Llew Llaw, concibe por su libre albedrío mediante el empleo mágico de una almendra o, según dicen algunos mitógrafos, una granada, asimismo, Blodeuwedd, la esposa de Llew, es creada por Gwydion con flores de roble, retama, ulmaria y otras seis plantas y árboles; en tanto que en la leyenda más antigua es Cibeles, la Madre de Todos los Vivientes y completamente independiente de cualquier demiurgo varón.
Que los dedos de Blodeuwedd sean «más blancos que la novena ola del mar» prueba su relación con la Luna; el nueve es el número primo de la Luna, la Luna produce las mareas, y la novena ola es tradicionalmente la mayor. Así Heimdall, el equivalente de Llew, portero del cielo escandinavo y rival de Loki, era «el Hijo de la Ola», por haber nacido de nueve olas por medio del encantamiento de Odin (Gwydion). Después de su pelea con Loki, en la que ambos vestían piel de foca, Heimdall recibió la manzana de la-vida-en-la-muerte que le entregó Iduna, nacida de flores, la equivalente de Blodeuwedd, y cabalgó en su caballo «Crin dorada» por la Vía Láctea, lo que sucede también en la leyenda de Llew Llaw. Pero los escaldos escandinavos han alterado el mito concediendo a Heimdall la victoria y ocultando doblemente la seducción de Iduna, la desposada de Heimdall, por Loki.
Cuando Blodeuwedd engaña a Llew, Gwydion la castiga transformándola en lechuza. Ésta es otra intromisión patriarcal. Ella era una lechuza miles de años antes que naciera Gwydion: la misma lechuza representada en las monedas de Atenas como símbolo de Atenea, la Diosa de la Sabiduría; la misma lechuza que dio su nombre a la primera esposa de Adán, Lilith, y que como Annis, la Bruja Azul, chupa la sangre de los niños en el folklore británico primitivo. Hay un poema de Davydd ap Gwilym acerca de la lechuza Blodeuwedd en el que ella jura por San David que es hija del Señor de Mona, igual en dignidad al mismo Meirchion. Esto equivale a llamarse «Hija de Proteo» —pues Meirchion podía cambiar de forma a su voluntad— y tal vez a identificarse con la vieja y cruenta religión druídica suprimida por Paulino en Anglesey en el año 68 d. de C. Davydd ap Gwilym, el más admirado de todos los poetas galeses, estaba afligido por la actitud contemporánea respecto de las mujeres e hizo todo lo que pudo para convencer a una monja a la que amaba de que debía abandonar el claustro.
En el romance, solamente la Cerda carroñera de Maenawr Penardd no depende de la vara del mago masculino. Es Cerridwen, la Diosa Cerda Blanca disfrazada. Se verá que Arianrhod, la diosa del Nacimiento; y Arianrhod, la diosa de la Iniciación que da un nombre y armas a Llew; y Blodeuwedd, la diosa del Amor; y Blodeuwedd, la Lechuza, diosa de la Sabiduría; y Cerridwen, la Cerda Vieja de Maenawr Penardd, forman un grupo de cinco. Son la misma diosa en sus cinco aspectos estacionales, para los que Ailm, Onn, Ura, Eadha eldho son las vocales correspondientes en el calendario del Beth-Luis-Nion. Si aquí no se distingue a las dos Arianrhod y a las dos Blodeuwedd es porque el grupo de cinco puede ser visto también como una tríada: el autor del romance, para que la narración sea más inteligible, la hace en función de un año de tres estaciones.
Igualmente, Llew Llaw cambia su nombre con las estaciones. Dylan, el Pez, es su nombre del Año Nuevo, aunque en algunos relatos Dylan y Llew son mellizos; Llew Llaw, el León, es su nombre de la Primavera y el Verano; no se da su nombre del Otoño; y en el Solsticio Hiemal es el Águila de Nant y Llew. En el romance se le presenta como un jinete maravilloso, pues Hércules cabalgó también así en el caballo indómito Arión, y Belerofonte en Pegaso. En la leyenda irlandesa se atribuye a su equivalente Lugh la invención de la equitación.
La historia de cómo le engañó Blodeuwedd recuerda cómo engañó Ishtar a Gilgamesh y Dalila a Sansón. Sansón era un dios solar palestino que, al ser incluido inadecuadamente en el cuerpo del mito religioso judío, fue inscrito finalmente como un héroe israelita de la época de los Jueces. Que pertenecía a una sociedad exogámica y por consiguiente matrilineal lo prueba que Dalila siguiera en su tribu después de su casamiento, pues en la sociedad patriarcal la esposa pasa a la tribu de su marido. El nombre «Sansón» significa «del Sol» y «Dan», su tribu, es una denominación del dios solar asirio. Sansón, como Hércules, mató a un león sólo con las manos, y su enigma acerca de las abejas que enjambran en el cuerpo del león que ha matado, si se le restaura su forma iconográfica, muestra al Hércules pelasgo Aristeo (padre de Acteón, el rey del culto del ciervo, e hijo del centauro Quirón) matando en el monte Pelión un puma de cuya herida abierta en la carne salió el primer enjambre de abejas. En la versión de la misma leyenda relacionada con Cuchulain, a Blodeuwedd se le llama Blathnat y arranca a su marido el rey Curoi —el único hombre que dio una paliza a Cuchulain— el secreto de que su alma está oculta en una manzana en el estómago de un salmón que aparece una vez cada siete años en un manantial de la ladera de Süeve Mis (la montaña del dolmen de Amergin). Esa manzana sólo puede ser cortada con la espada de él. Su amante Cuchulain espera siete años y consigue la manzana. Blathnat prepara luego un baño y ata la larga cabellera de su marido a los postes y la barandilla de la cama, toma su espada y se la da a su amante, quien corra por la mitad la manzana. El marido pierde su fuerza y exclama: «¡No hay que confiar ni secretos a las mujeres, ni joyas a los esclavos!» Cuchulain le corta la cabeza. Hay una referencia a esta leyenda en uno de los poemas de Gwion. Una versión griega de la misma se refiere a la época minoica: al rey Niso de Nisa —una antigua ciudad de las cercanías de Megara destruida por los dorios— le corta la guedeja «purpúrea» su hija Escila, quien deseaba matarlo y casarse con Minos de Creta. Los griegos dieron a esta leyenda un final moral inverosímil: que Minos ahogó a Escila como parricida arrojándola desde la popa de su galera. De todos modos, la genealogía de los reyes de Nisa muestra claramente que el trono se transmitía por medio de la sucesión matrilineal. Otra versión más aparece en el Excidium Troiae, un compendio latino medieval de la guerra de Troya, tomado de fuentes muy primitivas; aquí el secreto de su talón vulnerable le es arrancado mañosamente a Aquiles por su esposa Polixena, «porque no hay secreto que las mujeres no puedan arrancar a los hombres como prueba de amor». Puede suponerse que en la leyenda original de Osiris era Isis cómplice voluntaria de su asesinato anual por Set; y que, en la leyenda original de Hércules, Deyanira era cómplice voluntaria de su asesinato anual por Aqueloo o el centauro Neso; y que cada uno de estos héroes fue muerto en un baño, como en las leyendas de la muerte de Minos en el baño por la sacerdotisa de Cócalo y por instigación de Dédalo, y la de Agamenón por Clitemnestra por instigación de Egisto; aunque en la versión popular de la leyenda de Osiris se le introduce con añagaza en un ataúd y no en un baño. Los chacales, consagrados en Egipto a Anubis, Guardián de los Muertos, porque se alimentan de carne de cadáveres y tienen misteriosos hábitos nocturnos, tenían que estar muy al tanto del asesinato.
SOLICITUD DE LOS CHACALES A ISIS
Concede esto a los hijos de Anup: |
aullar contigo, Reina Isis, |
sobre los miembros diseminados del injusto Osiris. |
¿Qué destino más arduo que el de ser mujer? |
Ella hace y deshace a su hombre. |
En la tierra de los chacales no es secreto |
quién incitó al pelirrojo Set de orejas de asno |
a tan cruento extremo: quién más debe, |
en consecuencia, llorar y lamentarse |
para apaciguar al ánima agitada. |
Y cuando Horus tu hijo |
vengue esta dilaceración |
con el cetro en el puño y sandalias en les pies, |
volveremos a través del Sana |
desde la leal tierra de los chacales |
para hartarnos durante cinco noches y días con carne de asno. |
Una versión cananea de la misma leyenda aparece en forma iconotrópica en el evidentemente no histórico Libro de Judith, compuesto en la época de los Macabeos. Los judíos parecen haber basado siempre sus anécdotas religiosas en una leyenda, o un icono, existente, nunca haber escrito literatura novelesca en el sentido moderno. Póngase el relato de Judith, Manasés, Holofernes y Ajior en forma gráfica y luego dispónganse los episodios en su orden natural. La Reina ata el cabello de su regio marido al poste de la cama para inmovilizarlo y lo decapita con una espada (XI11, 6-8); un ayudante lo lleva al amante que ella ha elegido para que sea el nuevo rey (XIV, 6); después de la lamentación para aplacar al ánima del viejo rey, el Tammuz del cereal que ha muerto en la cosecha de la cebada (VIII, 2-6), ella se purifica con agua corriente y se viste de novia (X, 3-4); luego se forma el cortejo nupcial (X, 17-21) y el casamiento se celebra con gran júbilo (XII, 15-20), fogatas (XIII, 13), banquete religioso (XVI, 20), danzas y tremolar de ramas (XV, 12), muchos regalos (XV, 2), matanza de víctimas (XV, 5) y la circuncisión ritual del novio (XIV, 10). La Reina lleva una corona de olivo como símbolo de fecundidad (XV, 13). La cabeza del viejo rey es puesta en la muralla de la ciudad como un talismán profiláctico (XIV, 11); y la diosa aparece en tríada: Bruja, Novia y Doncella (XVI, 23) para bendecir la unión.
El hecho de que la diosa Frigga ordenara un luto general por Balder la acusa como cómplice de su muerte. Era en realidad Nana, la novia de Balder, seducida por su rival Holder; pero como los sacerdotes de Isis egipcios, los escaldos o bardos escandinavos alteraron la leyenda en interés de la rectitud marital. ¿En qué parte exactamente del talón o del pie fueron heridos mortalmente Talos, Bran, Aquiles, Mopso, Quírón y los demás? Los mitos de Aquiles y Llew Llaw dan la clave. Cuando Tetis tomó al niño Aquiles por el pie y lo sumergió en la caldera de la inmortalidad la parte que cubrían sus dedos índice y pulgar permaneció seca y por consiguiente vulnerable. Éste era probablemente el lugar entre el llamado tendón de Aquiles y el astrágalo, donde, como indico en mi King Jesús, introducían el clavo para fijar el pie del crucificado al costado de la cruz, siguiendo el ritual romano tomado de los cananeos cartagineses, pues la víctima de la crucifixión era originalmente el rey sagrado anual. La certera puntería del niño Llew Llaw fue alabada por su madre Arianrhod porque, como el Petirrojo del Año Nuevo, o sea Belin, traspasó a su padre el Reyezuelo, o sea Bran, a quien estaba consagrado el reyezuelo, «entre el tendón y el hueso» de su pierna.
Que Arianrhod entregara armas a su hijo es un hecho común en el ritual celta; Tácito menciona esa prerrogativa de las mujeres en su obra sobre los germanos; la Germania de su época era la Germania celta, todavía no invadida por los patriarcales de cabeza cuadrada a los que ahora llamamos germanos.
Gronw Pebyr, quien figura como el señor de Penllyn —el «Señor del Lago»—, que era también el título de Tegid Voel, el marido de Cerridwen, es en realidad el mellizo y tanista de Llew. A Llew nunca le falta un mellizo; Gwydion es un sustituto de Gronw durante la visita al Castillo de Arianrhod. Gronw reina ducante la segunda mitad del año, después del sacrificio de Llew, y el ciervo cansado al que mata y desuella fuera del castillo de Llew representa a Llew mismo (un «ciervo de siete peleas»). Este cambio constante en los valores simbólicos hace difícil la alegoría para el lector de mentalidad prosaica, pero para el poeta que recuerda el destino del Hércules pastoral el sentido es claro; después de matar a Llew con la flecha disparada contra él desde Bryn Kyvergyr, Gronw lo desuella, despedaza y distribuye los trozos entre sus compañeros de diversión. La clave k da la frase «dando de comer a sus perros». Math había convertido igualmente en ciervo a su rival Gilvaethwy en un momento anterior de la leyenda. Parece probable que el sucesor medieval de Llew, Red Robin Hood, fuese también adorado como ciervo en otro tiempo. Su presencia en la Danza de los Cuernos de Abbot’s Bromley sería difícil de explicar de otro modo, y al musgo «asta de ciervo» se le llama a veces «Cinta del Sombrero de Robin Hood». En mayo el ciervo se pone su vestido de verano rojo.
Llew visita el Castillo de Arianrhod en una barquilla hecha con algas y juncos. La barquilla es la misma vieja canasta de la cosecha en la que casi todos los dioses solares antiguos hacen su viaje de Año Nuevo; y la princesa virgen, su madre, lo espera siempre para recibirlo en la orilla. Como ya se ha dicho, los delfianos adoraban a Dioniso una vez al año como el niño recién nacido, Liknites, «el Niño en la Canasta de la Cosecha», que era una cesta en forma de pala hecha con juncos y mimbres empleada en la cosecha, una cuna, un pesebre y un aventador para arrojar el grano al aire contra el viento y separarlo de la paja.
El culto del Niño Divino se estableció en la Creta minoica, su sede primitiva más famosa de Europa. En 1903, en el lugar donde estaba el templo de Zeus Dicteo —el Zeus que nacía anualmente en la cueva de Rea en Dictea, cerca de Cnossos, donde Pitágoras pasó «tres veces nueve días sagrados» de iniciación— se descubrió un himno griego que parece conservar la fórmula minoica original con que los curetes, o instructores, empolvados con yeso y bailando con espadas, saludaban al Niño en la fiesta de su natalicio. En ese himno se le saluda como «el croniano» que viene todos los años a Dictea montado en una cerda y escoltado por una multitud de espíritus, y se le pide la paz y la abundancia como recompensa por sus alegres saltos. La tradición conservada por Higinio en su Astronomía Poética según la cual la Constelación Capricornio[14] («Cabra») era el hermano adoptivo de Zeus, Egipán, el cabrito de la cabra Amaltea cuyo cuerno colocó también Zeus entre las estrellas, prueba que Zeus nació en el solsticio de invierno, cuando el Sol entraba en la casa de Capricornio. Confirma la fecha la versión alternativa del mito, según la cual fue amamantado por una cerda —evidentemente la cerda en la que iba montado anualmente a Dictea—, pues en Egipto sólo se podía comer carne y leche de cerdo en el festival del solsticio de invierno. Es sabido que los dioses solares Dioniso, Apolo y Mithra nacieron, según se cree, en el solsticio de invierno, y la Iglesia cristiana fijó al principio la fiesta de la Natividad de Jesucristo en la misma estación, en el año 273 d. de C. San Crisóstomo, un siglo después, dijo que la intención era que «mientras los paganos se ocupaban con sus ritos profanos, los cristianos pudieran realizar los suyos sagrados sin perturbación», pero justificaba la fecha como apropiada para quien era «el Sol de la Rectitud». Otra confirmación de la fecha es que Zeus era hijo de Cronos, a quien hemos identificado seguramente con Fearn, o Bran, el dios del mes F en el Beth-Luis-Nion. Si se cuenta hacia atrás 280 días desde el solsticio de invierno, es decir, diez meses del calendario del Beth-Luis-Nion, el período normal de la gestación humana, se llega al primer día de Fearn. (Igualmente, si se cuentan 280 días hacia adelante desde el solsticio de invierno se llega al primer día del mes G, Gort, consagrado a Dioniso; y Dioniso, el dios de la vid y la hiedra como opuesto al dios solar, era hijo de Zeus.) Cuchulain nació por haber tragado su madre una mosca de mayo; pero en Irlanda las moscas de mayo aparecen con frecuencia a fines de marzo, por lo que el día de su nacimiento era probablemente el mismo.
El alma de Llew se escapa en la forma de un águila, como el alma de Hércules, y se posa en un roble. Esta apoteosis seguía la antigua tradición regia. Las almas de hombres de menor importancia podían elevarse en la forma de aves blancas o de mariposas doradas, pero el alma de un rey sagrado tenía alas de águila o de grifo real. Águilas con cabeza de león aparecen en sellos de la Creta minoica. Tenía la máxima importancia política que cuando el emperador Augusto murió, su alma fuera trasladada al cielo y se convirtiera en la divinidad principal del Imperio Romano; y un caballero romano que declaró bajo juramento que había visto al alma del emperador elevarse de la pira en la forma de un águila fue recompensado por Livia, la viuda de Augusto, con un valioso regalo. En la leyenda original Ganímedes era un príncipe frigio que se elevó al Cielo como un águila; no fue transportado por un águila para ser el copero de Zeus, como en la versión preferida por los homosexuales. Es probable que, como el Dioniso cretense, hijo de Zeus; Icaro, hijo de Dédalo; Faetón, hijo de Apolo; Esculapio, hijo de Apolo; Demofonte, hijo de Celeo; Melicertes, hijo de Atamas; Mermero y Feres, hijos de Jasón; Gwern, hijo de Matholwch; Isaac, hijo de Abrahán, y otros muchos príncipes infortunados de la misma clase, Ganímedes, hijo de Tros, fuese investido con un solo día de realeza y luego quemado en la pira[15]. Como señalé en el caso de Peleo, Tetis y Aquiles, el rey sagrado pelasgo del tipo de Minos no podía seguir reinando más allá de los cien meses que le concedía la ley, pero podía suceder a un hijo que era rey titular durante un día que no formaba parte del año. Durante el día en que reinaba su hijo, a juzgar por la leyenda de Atamas, el viejo rey simulaba estar muerto y comía los alimentos reservados para los muertos; inmediatamente después iniciaba un nuevo reinado por medio de su casamiento con su nuera viuda, pues el trono se transmitía por derecho materno. Cuando el reinado establecido por la ley se prolongaba a cien meses, el viejo rey lo prolongaba todavía más raptando a la heredera más cercana, que era teóricamente su propia hija, como en el caso del rey Ciniras de Chipre. Las leyendas de Sexto Tarquino y Lucrecia, David y Bathsheba, Math y Arianrhod, deben ser interpretadas en este sentido.
La subsiguiente resurrección de Llew se produce en lo más inclemente del invierno, en la estación de la Cerda Vieja, el momento en que los atenienses hacían el anual sacrificio de cerdos a la diosa de la Cebada, su hija Perséfone y Zeus: «nueve veintenas de tempestades», es decir 180 días, han pasado desde su asesinato en el solsticio de verano. La piedra agujereada llamada Llech Gronw, «la piedra de Gronw», era tal vez una de las muy comunes piedras agujereadas prehistóricas que al parecer representaban la boca de la betílica Diosa Madre a través de la cual pasaban los espíritus en la forma de vientos y penetraban en el seno de las mujeres que se hallaban cerca. Dicho de otro modo, Gronw, al interponer la piedra entre su cuerpo y la flecha de Llew, se aseguró el renacimiento.
La muerte de las doncellas de Blodeuwedd en el lago se refiere, al parecer, a la conquista de las sacerdotisas de la vieja religión por los nuevos sacerdotes de Apolo, y recuerda que Melampo curó a las hijas enloquecidas de Proteo e hizo que desapareciera su locura lavándolas en un manantial de Lusi. Pero hay una semejanza más clara que ésta: la muerte de las cincuenta sacerdotisas palántidas de Atenas que se arrojaron al mar antes que someterse a la nueva religión patriarcal.
El romance termina con la muerte de Gronw por el renacido Llew Llaw, que vuelve a reinar en Gwynedd. Ésta es la terminación natural de la fábula, excepto que Llew Llaw en realidad debería tener otro nombré cuando mata a Gronw, pues Gronw es el equivalente del dios Set que mata a Osiris y lo despedaza, y también del griego Tifón y el irlandés Finn Mac Coll, todos ellos dioses de la misma clase. Osiris muere, pero renace como Harpócrates («el niño Horus»), y se venga de Set exactamente como Wali venga el asesinato de Balder por Holdur; por eso a los faraones egipcios se les honraba con el nombre de Horus y se decía que «los había amamantado Isis».
El nombre otoñal de Llew, omitido en la leyenda, puede ser recuperado por medio de la lógica del mito. Que su rivalidad con Gronw, señor de Penllyn, por el amor de Blodeuwedd es la misma que la de Gwyn con Gwythyr ap Greidawl por el amor de Creiddylad lo prueba la Tríada 14, donde se describe a Arianrhod como la madre de los héroes mellizos Gwengwyngwyn y Gwanat. Gwengwyngwyn es meramente «El Tres Veces Blanco», o sea el nombre de Gwyn repetido tres veces, y el deber de Gwyn, como hemos visto, era conducir a las almas al Castillo de Arianrhod, como el Tres Veces Gran Hermes; en realidad, Gwyn, como Dylan y Llew, era hijo de Arianrhod. Pero Dafydd ap Gwilym dice que la lechuza otoñal, Blodeuwedd transformada, estaba consagrada a Gwyn, de lo que se deduce que cuando Llew, que iniciaba el año como Dylan, llegaba a Bryn Kyvergyr frecuentada por las cabras, o sea al punto decisivo del solsticio estival, y moría a manos de su rival «Vencedor, hijo del Bochornoso», desaparecía de la vista y en seguida se convertía en Gwyn, el jefe de la cacería otoñal de animales silvestres. Como la Diosa Blanca, alternativamente Arianrhod de la rueda de plata, Blodeuwedd de las flores blancas, y Cerridwen la cerda blanca espectral, también él era tres veces blanco: alternativamente Dylan el pez plateado, Llew el ciervo blanco, y Gwyn el jinete blanco en el caballo pálido que conducía su jauría de perros blancos con orejas rojas. Que el padre de Gwyn fuese Nudd o Lludd, y el de Gwengwyngwyn fuese Lliaws no echa a perder la argumentación. La paternidad de Hermes era discutida igualmente en Grecia.
El arca en que Gwydion deposita a Llew es un símbolo ambivalente. Es hasta cierto punto el arca del renacimiento, semejante a aquellas en que se depositaba a los difuntos cretenses. En otro sentido es el arca donde la Virgen y el Niño —Danae y Perseo es el más conocido de varios ejemplos— son habitualmente dejados a la deriva por sus enemigos; es la misma arca de madera de acacia en la que Isis y su hijo Harpócrates navegaron por las aguas del Delta desbordado en busca de los fragmentos diseminados de Osiris. En este caso, sin embargo, Arianrhod no está en el arca con Llew. El autor hace todo lo posible por mantener a la diosa, en su aspecto maternal, fuera del relato; ni siquiera amamanta a Llew.
Mur-y-Castell, llamado ahora Tomen-y-Mur, es un fuerte británico medieval, un montículo artificial de tamaño mediano coronado por una empalizada, en las colinas que se alzan detrás de Ffestiniog en Merioneth. Fue construido alrededor de la puerta del norte de un campamento romano, y las importantes ruinas de los baños romanos, abastecidos con el agua del río Cynvael, son todavía claramente visibles en las cercanías. Al parecer, el campamento fue ocupado por los galeses paganos cuando los romanos lo evacuaron en el siglo V, y luego se convirtió en el centro de un culto de Llew Llaw, si no lo era ya, como los campamentos romanos de Laon, Lyons y Carlisle. El sistema de baños se prestaba para la leyenda. El túmulo puede ser funerario, con los restos de un rey difunto enterrados en las ruinas de la puerta romana alrededor de la cual fue erigido.
El baño en la leyenda del asesinato de Llew es, como he dicho, conocido. Los reyes sagrados morían con frecuencia de ese modo: por ejemplo, Minos, el dios solar cretense, en Agrigento, Sicilia, a manos de la sacerdotisa de Cócalo y su amante Dédalo; y Agamenón, el rey sagrado de Micenas, a manos de Clitemnestra y de su amante Egisto. Es un baño lustral como los que toman los reyes en su coronación, pues Llew Llaw se unge en él. Los acompañantes son descritos habitualmente como sátiros con patas de cabra. También en el romance de Llew Llaw se les convoca bajo la figura de cabras para que presencien el sacrificio de su señor.
La tarea de hacer zapatos es rara, pero arroja luz sobre la misteriosa balada francesa del siglo XII acerca del Joven Zapatero:
Sur les marches du palais |
L’est une tant belle femme |
Elle a tant d’amouroux |
Qu’elle ne sait lequel prendre. |
C’est le p’tit cordonnier |
Qu’a eu la préférence, |
Un jour en la chaussant |
Il lui fit sa demande: |
«La belle si vous l’vouliez. |
Nous dormirons ensemble. |
Dans un gran lit carré |
Orné de tele blanche. |
Et aux quatre coins du lit |
Un bouquet de pervenches. |
Et au mitan du lit |
La rivière est si grande |
Que les chevaux du Roi |
Pourroient y boire ensemble |
Et là nous dormirions |
Jusqu’à la fin du monde.» |
La bella dama con muchos amantes y un gran lecho cuadrado adornado con tela blanca es evidentemente la Diosa, y el joven zapatero es Llew Llaw. Las partes en que se habla han sido intercambiadas. En la estrofa 2, Elle a tant d’amouroux debería ser, por la rima, Elle a tant d’enamourés. En la estrofa 4, En la chaussant Il lui fit sa demande debería ser Sur la chaussée Elle lui fit sa demande. «La belle» debería ser «Bel Homme» en la estrofa 5, roi debería ser rei en la estrofa 9, y en la última estrofa «nous dormirions» debería ser vous dormiriez. Estos ramilletes de pervincas muestran que el «río» (palabra empleada para expresar la comba que se forma en el colchón al hacer el amor) donde todos los caballos del rey podían beber al mismo tiempo, es el río de la muerte, y que el zapatero no volverá a levantarse del tálamo nupcial. Su desposada lo atará al poste de la cama y llamará a su rival para que lo mate. La pervinca era la flor de la muerte en el folklore francés, italiano y británico. En la Edad Media se ponía una guirnalda de pervincas en la cabeza de los hombres que iban a ser ejecutados. La flor tiene cinco pétalos azules y por consiguiente está consagrada a la Diosa, y sus vastagos correosos serian los lazos con que ataba a su víctima. Esto se puede deducir de su nombre latino vincapervinca («atar a todo alrededor»), aunque los gramáticos medievales lo relacionaban con vincere, «vencer», más bien que con vincire, «atar», y así pervinke llegó a significar «la que todo lo vence». Pero la muerte lo vence todo; lo que viene a ser lo mismo. Muy probablemente la costumbre de enguirnaldar al criminal con pervincas fue tomada del ritual de los sacrificios en honor del zapatero Llew Llaw. Es evidente que el poder mágico de Arianrhod, como el de Mach, residió en sus pies y que una vez que Llew había tomado el pie de ella en su mano como para medirlo para hacer un zapato podía obligarla a hacer lo que él deseara. Tal vez el cuento de Perrault acerca de la zapatilla de la Cenicienta sea una versión degenerada del mismo mito. Los fetichistas de los pies no son de modo alguno raros ni siquiera en los tiempos modernos: esos anormales pasan la mayor parte de su tiempo libre comprando o robando zapatos femeninos de tacón alto por la exaltación del ánimo que su posesión les produce. Lo que es más, es posible que el fetichismo de los pies fuese un culto antiguo en Ardudwy, el escenario de este romance, aunque no sé si la prueba de ello ha sido registrada alguna vez oficialmente. A unas pocas millas de Mur-y-Castell, en las colinas situadas entre Harlech (donde viví siendo niño) y Llanfair, hay un campamento de goideles, un grupo de chozas redondas en ruinas que datan tal vez del siglo IV, y no lejos de allí, hacia Llanfair, existe la huella de un pie de mujer hundida una pulgada más o menos en una gran piedra plana. Se llama localmente «la huella de la Virgen», y a otra marca cercana la llaman «la huella del pulgar del Diablo». La piedra se halla en el ángulo izquierdo de un campo, el más alejado según se acerca uno por la carretera desde Harlech. Huellas sagradas análogas son adoradas todavía en la India meridional.
¿Por qué cuero «cordobán»? Probablemente porque el culto de Llew llegó a Britania desde España, como se sabe que sucedió con el borceguí. En Uxama, España, se ha descubierto una dedicatoria a «los Lugoves», es decir los Lughs, por un gremio de zapateros. ¿Y por qué zapatos pintados y dorados? Porque tales zapatos eran un símbolo de realeza entre los celtas. Solían figurar también en la ceremonia de la Coronación inglesa, pero se prescindió de ellos desde el reinado de Jorge II. Aunque oficialmente se les llamaba «sandalias», eran borceguíes dorados, como los purpúreos que llevaban los emperadores bizantinos en la coronación, con suelas moradas y tacones de madera cubiertos con cuero escarlata. El tinte escarlata era un producto de la coscoja y sin duda los tacones eran de roble. En el Romance no se especifica el color de los zapatos, lo que indica otra relación con España, donde borceguíes de piel colorada no significa «borceguíes de cuero coloreado», sino «borceguíes de cuero escarlata». Se cree que se utilizaban otros análogos en la santificación de los reyes de Roma, pues formaban parte de la vestimenta sagrada del general triunfante en la época republicana, y esa vestimenta era de origen regio. Las sandalias aparecen también en las leyendas del héroe solar Teseo, cuya diosa madre le dio las armas y lo envió a matar monstruos; de Perseo, otro matador de monstruos, y de Mercurio.
Lo que se deduce de esta parte de la leyenda es que Llew Llaw se reservó el tercer par de zapatos dorados para su propio uso. Era uno de los Tres Teñidos de Carmesí de Britania, como sabemos por la Tríada 24; otro de ellos era el rey Arturo. Estar «teñido de carmesí» es ser un rey sagrado: en Roma el general triunfante tenía el rostro y las manos teñidos de rojo como señal de realeza temporal. Al parecer, a los reyes sagrados no se les permitía apoyar los talones en el suelo, sino que caminaban sobre las puntas de los dedos, como el cananeo Agag. El coturno, o borceguí de tacón alto, del dios Dioniso sólo se puede explicar en este sentido, aunque la razón era ocultada en Grecia con la observación de que los borceguíes hacían parecer más alto al que los llevaba.
En el Génesis, XXXII, Jacob lucha durante toda la noche con un ángel en Peniel y el ángel le lisia de modo que se le acorta el tendón de la articulación del muslo. Jacob sufrió un daño en otro tiempo común en los luchadores, el desplazamiento interno de la cadera que describió por primera vez Hipócrates. El resultado de esta dislocación, que es producido por forzar a las piernas a separarse demasiado, es que la persona dañada se encuentra con la pierna doblada, abducida y exteriormente dada la vuelta. En otros términos, sólo puede caminar, si puede hacerlo, tambaleando o sobre las puntas de los pies. La pierna afectada se alarga por la posición peculiar de la cabeza del fémur, o por lo menos parece más larga que la otra. El alargamiento de la pierna estira los tendones en el muslo y se produce el espasmo de los músculos, que es probablemente lo que significa el encogimiento del tendón en la articulación del, muslo. Como Jacob pertenece a la era del derecho materno, y como obtuvo su nombre sagrado y su herencia, los cuales sólo podía darle una mujer, en esa misma ocasión, el relato fue evidentemente objeto de la censura de los redactores patriarcales del Génesis. Pero los lexicógrafos árabes concuerdan en que el resultado de la lesión sufrida por Jacob fue que podía andar solamente sobre las puntas de los dedos de la pierna dañada; y ellos debían saberlo.
Mientras se halla todavía en el seno materno Jacob reemplaza a su mellizo Esaú asiéndolo del talón y privándole así de la virtud regia. Oseas, XII, 4 relaciona este reemplazo con el episodio de la lucha, lo que indica que el verdadero nombre de Jacob era Jahaceb, «el dios del talón». A Jacob se le llama «el suplantador» en la Versión Autorizada de la Biblia, ¿y qué significa «suplantar» sino poner la mano de uno sub planlam alicujus, bajo el pie de alguien, poniéndole la zancadilla? La palabra grieta pternizein, utilizada por los Setenta en este contexto, es todavía más exacta: significa «poner la zancadilla al talón de alguien» y es el primer empleo registrado de la palabra en este sentido. Jacob es el rey sagrado que ha conseguido el cargo echando la zancadilla a un rival; pero el castigo por su victoria es que nunca deberá volver a poner en el suelo su propio talón sagrado. El comentario del Génesis sobre la cojera de Jacob es: «Por eso los hijos de Israel no comen, todavía hoy, el tendón femoral de la articulación del muslo». El abuelo de Jacob, Abrahán, también tenía un muslo sagrado y en el Génesis, XXIV, 2 hace que su siervo ponga su mano bajo él cuando presta juramento, lo mismo que Jacob hace con José en Génesis, XLV1I, 29. La señora Hermione Ashton dice que varias tribus de la Arabia meridional besan el muslo de su Emir para rendirle homenaje; ella misma ha visto hacer eso a los qateibis, que viven a unas cien millas al norte de Adén y constituyen una de las cuatro tribus de raza amiri que se jactan de ser descendientes de Ma’in y la raza más vieja del mundo.
La manera de andar a pasitos o tambaleando de los reyes sagrados, ya se debiera a esa dislocación o fuera una fingida imitación de ella, era empleada en el escenario griego por los actores trágicos, que llevaban el coturno en honor de Dioniso. Como afectación fuera del escenario los griegos le atribuían un sentido erótico: las letras SALM que se dan en los nombres de varios reyes antiguos sugieren la palabra sahúma, oscilación o tambaleo; agregándole «de las nalgas», o sobreentendiéndolo, implicaba una ostentación deliberada de encantos sexuales. A las prostitutas griegas las llamaban «salmakidas». Isaías, III, 16 reprende a «las hijas de Sión, que van con la cabeza erguida y mirando con desvergüenza, pisando como si bailaran y haciendo sonar las ajorcas de sus pies».
Plutarco pregunta en sus Cuestiones griegas: «¿Por qué las mujeres de la Elida llaman a Dioniso en sus himnos para que vaya entre ellas con su pata de toro?» Es una buena pregunta, pero como ha señalado J. E. Harrison, Plutarco se desenvolvía siempre mejor haciendo preguntas que respondiéndolas. Pues bien, ¿por qué con su pata dé toro? ¿Por qué no con sus cuernos de toro, su testa de toro, sus cuartos delanteros de toro, su rabo de toro, todos los cuales simbolizan la terrible fuerza del toro más que sus patas? ¿Y por qué la pata y no las patas? Plutarco ni siquiera hace una conjetura, pero por fortuna cita el himno ritual utilizado en el misterio al que se refiere; del que se deduce que las «mujeres de la Elida» eran representantes dramáticas de las Cárites, las Tres Gracias que en la Elida compartían un altar con Dioniso. La respuesta parece ser: «Porque en la Antigüedad el rey sagrado del drama sacramental que se presentaba respondiendo a la invocación de las Tres Gracias tenía en realidad una pata de toro». Es decir, la dislocación de su muslo hacía que uno de sus pies se pareciese a la pata de un toro, con el talón como la cerneja, y que caminase entre ellas haciendo ruido con los coturnos. Plutarco debía haber recordado que en la isla pelasga de Ténedos una vaca sagrada había sido «reservada para Dioniso» en otro tiempo y cuando estaba preñada la habían tratado como una mujer durante el parto. Si parecía un ternero le ponían coturnos y lo mataban con un hacha sacrificial, o labris, como si fuera Zagreo, el Dioniso infante; lo que muestra la relación ritual de las patas de toro con los coturnos. Pero Eliano, la autoridad para esta ceremonia, no dice que el ternero fuese ataviado, coronado o adornado de otro modo. Tal vez valga la pena de anotar que en la corrida de toros española[16], llevada de Tracia a Roma por el emperador Claudio y desde allí introducida en España, al torero que mata a su toro con heroísmo y gracia sobresalientes le recompensa el presidente con la pata del animal.
Las inscripciones egipcias y chipriotas explican la relación del borceguí o coturno con la sexualidad. El nombre de la diosa Mari de Chipre está escrito con un «poste combado» que representa una choza de cañas, que significa «habitar en», y un coturno; por consiguiente habitaba en un coturno, como la diosa Isis que en Egipto llevaba su nombre «Asht» en la cabeza, juntamente con un coturno. En ambos casos un objeto parecido a un palo sale de la boca del coturno, a lo que el señor E. M. Parr considera un símbolo de fecundación, pues el jeroglífico correspondiente a coturno es interpretado como Ush, «la madre». Esto arroja nueva luz sobre el segundo casamiento de los misterios eleusinos, después de la realización del cual se sabe que el iniciado decía: «He ajustado lo que estaba en la caja a lo que estaba en el liknos». Sabemos qué había en el liknos —un falo— y por la analogía de los coturnos que se presentaban ceremonialmente al rey sagrado en su casamiento se puede sacar la conclusión de que la caja contenía un coturno en el que el iniciado insertaba el falo como un símbolo del coito.
Un acto de invocación que corresponde al ritual elidiano mencionado por Plutarco se registra en I Reyes, XVIII, 26, donde los sacerdotes de Baal danzan ante el altar y gritan: «¡Baal, respóndenos!». Apelan a él para que encienda las fogatas de primavera y queme el cadáver del año viejo. Saltaban de un lado a otro según la Versión Autorizada, pero la palabra hebrea original se deriva de la raíz PSCH, que significa «bailar cojeando», y de la que se deriva a su vez Pesach, el nombre de la Pascua de los hebreos. La Pascua de los hebreos parece haber sido un festival de primavera cananeo que la tribu de José adoptó y transformó en una conmemoración de su huida de Egipto a las órdenes de Moisés. En el Carmelo, la danza renqueante debió de ser una magia simpática para estimular la aparición del dios con pata de toro, quien iba armado, como Dioniso, con una antorcha. «Baal» significa meramente «Señor». El cronista se abstiene de mencionar su verdadero nombre; pero como los sacerdotes de Baal eran israelitas es probable que fuera «Jah Aceb» o «Jacob», el dios del talón. Jah Aceb parece haber sido adorado también en Beth Hoglah —«El Santuario del Cojo»— un lugar situado entre Jericó y el Jordán al sur de Gilgal e identificado por Epifanio con la era de Atad, mencionada en Génesis, L, 11 como el lugar donde José hizo un duelo de siete días por Jacob. Jerónimo relaciona este lugar con una danza en círculo realizada, al parecer, en honor de Talos, el héroe solar cretense —Hesiquio dice que Talos significa «Sol»— al que estaba consagrada la perdiz. En la leyenda ateniense Talos era arrojado por Dédalo desde una altura y transformado en perdiz, mientras estaba en el aire, por la diosa Atenea. La palabra arábiga que significa «cojera» y que da su nombre a Beth-Hoglah se deriva de la palabra que significa perdiz; de lo que se deduce que la danza era renqueante. La perdiz migra en la primavera y estaba consagrada a la diosa del amor a causa de su reputación de lascivia (mencionada por Aristóteles y Plinio) y la danza imitaba sin duda la danza amorosa de la perdiz macho que baila, como la chocha, en una pista de baile ordinaria. Es una danza guerrera, realizada para un público de gallinas, los gallos se mueven de un lado a otro describiendo círculos y renqueando, con un espolón siempre listo para golpear en la cabeza a un rival. Las gallinas miran y la excitación les hace temblar. El proverbio citado por Jeremías: «La perdiz reúne crías que no ha parido» significa que los hombres y mujeres judíos se sentían atraídos por esos ritos orgiásticos ajenos. Así también el inteligente Tiziano nos da la visión de una perdiz a través de la ventana de la habitación en la que su diosa del Amor desnuda medita lascivamente nuevas conquistas[17].
La relación entre la perdiz que renquea y el rey cojo es confirmada por los mitógrafos Higinio y Ovidio, quienes identifican al héroe Perdix («perdiz») con Talos. Apolodoro y Diodoro Sículo hacen a Perdix femenino, la madre de Talos, pero esto equivale a decir que Talos había nacido de virgen; porque, según Aristóteles, Plinio y Eliano, la perdiz hembra puede ser preñada por el sonido de la voz de la perdiz macho, o por su olor llevado por el viento. Plinio dice que «ningún otro animal tiene tal susceptibilidad para las sensaciones sexuales», y que cuando la hembra empolla sus huevos los machos alivian sus emociones practicando la sodomía, observación que puede haber inspirado la sodomía organizada en los templos de la diosa Luna siria, aunque a los perros y las palomas, también asociados con su culto, se les atribuye el mismo hábito. La isla del Egeo más famosa por sus perdices era Anafa, el primer lugar donde recalaron los argonautas en su viaje de vuelta desde Creta después de haber matado Medea a Talos; allí era adorado el Apolo Radiante con ritos muy parecidos a los de los Tabernáculos hebreos, aunque de un matiz erótico. Ese Apolo era un dios solar, y no del Infierno.
Las perdices se absorben tan profundamente en su danza que si un hombre se acerca y mata a alguna de las danzantes las demás siguen bailando, costumbre que aprovechaban plenamente los antiguos. En la estación del apareamiento solían poner como señuelo una perdiz macho en una jaula al final de un largo, estrecho y tortuoso túnel de matorrales y le daban de comer trigo. Su grito solitario, que combinaba el llamamiento al amor con el llamamiento a la comida, atraía a las hembras a lo largo del túnel, y cuando llegaban a la jaula y lanzaban su habitual grito de desafío, los otros machos se acercaban corriendo, sólo para que los cazadores en acecho los golpearan en la cabeza con palos tan pronto como salían del túnel. Así en I Samuel, XXVI, 20 se reprende a Saúl por-su conducta indigna de un rey al perseguir a David, quien no sólo es tan insignificante como una pulga, sino que además se le puede cazar tan fácilmente como a una perdiz. La perdiz que servía de señuelo se había dislocado la pata al tratar de escapar del lazo de crin de caballo en el que estaba apresada. Este señuelo cojo, y por consiguiente fácilmente domesticado, era engordado en una jaula como un rey sagrado en su palacio —ambos prisioneros a los que se rendían honores— y cuanto más numerosas eran sus víctimas tanto más jubiloso era su grito. En Eclesiastés, XI, 30 la perdiz enjaulada es una alegoría del hombre orgulloso que se alegra de los desastres a los que ha atraído a sus prójimos. Esta forma de deporte se practica todavía en los países del Mediterráneo incluso en una zona tan al oeste como Mallorca.
Parece, pues, que en el pesach se había superpuesto el culto del toro al cuito de la perdiz, y que el Minotauro al que eran sacrificados muchachos y muchachas de Atenas y otras partes había representado en otro tiempo a la perdiz señuelo colocada en el centro de un laberinto de matorrales y hacia la cual eran atraídas las otras para su danza mortal. Era, en realidad, el centro de una ceremonia ritual con la que originalmente se honraba a la diosa Luna, la lasciva perdiz hembra que en Atenas y en otras partes de Creta era la madre y amante del héroe solar Talos. Pero la danza de la perdiz macho renqueante fue transformada posteriormente en una danza en honor de la diosa Luna Pasifae, la vaca en celo, madre y amante del héroe solar Minos de cabeza de toro. Por consiguiente, el Juego de Troya bailado en espiral (llamado la «Danza de la Grulla» en Delos porque allí fue adaptada al culto de la diosa Luna como grulla) tenía el mismo origen que el pesach. Lo prueba Homero, quien dice:
Dédalo en Cnossos ideó en otro tiempo |
una sala de baile para la rubia Ariadna |
versos que el escoliasta explica como referentes a la danza del Laberinto; y Luciano, quien en su Acerca de la danza, una mina de tradiciones mitológicas, da como temas de las danzas cretenses: «los mitos de Europa, Pasifae, los dos Toros, el Laberinto, Ariadna, Fedra (hija de Pasifae), Androgeo (hijo de Minos), Ícaro, Glauco (sacado por Esculapio de entre los muertos), la magia de Polidio, y de Talos, el hombre de bronce que hacía la guardia alrededor de Creta», Polidio significa «el de muchas formas», y como el héroe corintio de ese nombre no tenía vinculación alguna con Creta, la danza era probablemente la de cambio de formas de Zagreo en las Leneas cretenses.
Aquí se pueden atar algunos cabos sueltos. Se ha indicado que el patrón del laberinto representaba el «Castillo en Espiral» o la «Ciudad de Troya» adonde el rey solar sagrado va después de su muerte y de donde vuelve si es afortunado. Todo el mito está claramente representado en un jarro para vino etrusco de Tragliatella, que data de fines del siglo VII a. de C. En él se ven dos héroes montados; el jefe lleva un escudo con el dibujo de una perdiz, y un demonio parecido a un moño se posa detrás de él; su compañero lleva una lanza y un escudo con el dibujo de un pato. Se alejan a caballo de un laberinto que tiene como rótulo «TRUIA» («Troya»). Al parecer, el rey sagrado, aunque debía morir como la perdiz en el laberinto de matorrales y ser sucedido por su tanista, se ha escapado. Otra ilustración del mismo jarro muestra cómo se ha escapado: un rey desarmado encabeza una procesión en la dirección del sol, escoltado por siete lacayos, cada uno de los cuales lleva tres jabalinas y un gran escudo con el dibujo de un jabalí; el tanista armado con lanza, cuya insignia es ésa, va en la retaguardia. Los siete lacayos representan evidentemente los siete meses invernales del tanista que transcurren entre la cosecha de la manzana y la Pascua de Resurrección. Al rey se le advierte su muerte ritual. Una sacerdotisa de la Luna sale a su encuentro: es una terrible figura vestida de ceremonia, con un brazo amenazadoramente en jarras mientras le ofrece una manzana, su pasaporte para el Paraíso. Las jabalinas amenazan con la muerte. Pero una figura femenina diminuta, vestida como la sacerdotisa, guía al Rey —si el héroe es Teseo la podemos llamar Ariadna—, al que ha ayudado a salir del Laberinto. Y él exhibe audazmente un contra-hechizo, a saber el huevo de Pascua, el huevo de la resurrección. La Pascua era la estación en que se realizaban las danzas de la Ciudad de Troya en los laberintos trazados en el césped de Britania; y también de Etruria, donde el famoso Lars Porsena de Clusium construyó un laberinto para su propia tumba. (Tumbas laberínticas análogas existían en la Grecia prehelénica: en las cercanías de Nauplia, en Samos y en Lemnos.) Un huevo etrusco de traquita negra pulimentada encontrado en Perugia, con una flecha en relieve que corre a su alrededor, es el mismo huevo sagrado. Junto a los lanceros que aparecen en el jarrón está escrita la palabra MAIM; junto al rey, EKRAUN; junto a la sacerdotisa, MITHES. LUEI. Si, como parece probable, estas palabras son griegas occidentales, significan respectivamente: «Invierno», «Él reinó» y «Habiendo sentenciado, lo pone en libertad.» Las letras escritas junto a Ariadna son indescifrables.
Al rey cojo se le vincula con frecuencia con los misterios del arte de la herrería. Jacob se relacionaba con el culto del dios herrero quenita; Talos en un relato era hijo, o sobrino materno, del herrero Dédalo, y en otro lo forjaban en el homo del herrero Hefestos. Dioniso, a causa de sus títulos pyrigenes e ignigena («engendrado por el fuego») —referencia al Dioniso-Hongo otoñal engendrado por el rayo— puede haber sido igualado con Talos en este sentido. Wieland, el dios herrero escandinavo, fue lisiado por una mujer.
Pero ¿qué prueba hay en esto de que fuera cojo Dioniso? ¿Por qué no había de llevar los coturnos solamente para aumentar su estatura y no como calzado ortopédico para compensar su deformidad? La mejor prueba es su nombre, Dioniso, traducido habitualmente como «el Dios Luz del Monte Niso», pero que más probablemente signifique «el Dios Cojo de la Luz». Nysos era una palabra siracusana que significaba «cojo» y, en consecuencia, probablemente de origen corintio, pues Siracusa era una colonia de Corinto. Sin embargo, cómo me ha indicado el señor E. M. Parr, Dioniso puede realmente haber tomado su nombre de Nysé, Nyssa o Nysía, nombre anexo a varios santuarios de la zona donde se cultivaba la cojera sagrada. Hay tres Nyssa en el Asia Menor, tres Nysiá en Tracia, una Nyza cerca de Mosul y una Nysia en Arabia, donde, según Diodoro, nació la diosa Isis. Esto indica que Nyse era un título de Isis, y que como Dioniso era un título de Harpócrates libio-tracio, su hijo cojo, los griegos de Corinto interpretaban que Niso, que era realmente su matronímico, significaba «cojo». El señor Parr dice: «Parecen producirse resultados que se prestan a confusión cuando un título divino establecido se mantiene en un nuevo idioma. Por ejemplo: al Apolo Agieueis de Atenas se le describe como jefe de colonias, pero es más probable que lo fuera el Apolo chipriota que llevaba una corona (aga, agu).» Se dice que Dioniso, al que los griegos de la época clásica consideraban un dios tracio, fue allí desde Creta, como se dice que su equivalente, el rey Proteo, fue desde Faros. En Creta no era cojo, como no lo era Velcanos, un demonio cretense que se convirtió en Vulcano cuando su culto se introdujo en Italia. Pero en Italia se decía que Vulcano era cojo y andaba con la ayuda de zapatos de oro de tacón alto, porque se le identificaba con Hefesto[18], una divinidad pelasga de Lemnos, que como Talos fue arrojado desde un cerro. La tradición de la cojera sagrada parece haber sido danaena y no de la Creta primitiva. Y, según Homero, la esposa de Hefestos era Caris, a la que en otra parte llama Afrodita. Así quedan explicadas las Tres Gracias como la diosa del amor, Afrodita, en tríada; y cuando invocan a Dioniso en la Elida las Tres Gracias llaman a su esposo cojo y con coturnos para que realice el acto amoroso con ellas.
Ahora podemos volver a considerar otro de los títulos de Dioniso, «Merotraphes», traducido habitualmente como «criado en el muslo» a causa de la tonta fábula olímpica según la cual Dioniso fue cosido al muslo de Jove cuando era infante para ocultarlo a la ira celosa de Hera; el significado más sencillo es «aquel a cuyo muslo se cuida mucho». Y, ¿qué se puede decir de las sandalias aladas de Mercurio, así como de las de Teseo y Perseo? A Mercurio, o Hermes, se le representa comúnmente como andando de puntillas. ¿Era porque no podía asentar el talón en el suelo? Es probable que las alas de águila de sus sandalias fueran originalmente, no un símbolo de velocidad, sino una señal de la santidad del talón, y por tanto, paradójicamente, un símbolo de cojera. En el sello cilíndrico hitita reproducido como una ilustración en mi King Jesús, el rey que está a punto de ser coronado después de subir tres escalones de un trono tiene el talón sagrado protegido por un perro-demonio. En latín a esas sandalias se las llamaba talaría, de la palabra talus, que significa talón: y los dados se llamaban tali porque estaban hechos con los huesos del talón de las ovejas o cabras consagradas a Hermes o Mercurio, aunque los del baibalis, el antílope libio, eran mucho más apreciados por los iluminados.
Mercurio no solamente era el patrono de los jugadores de dados, sino que también profetizaba con los dados. Utilizaba cinco dados con cuatro marcas en cada uno, en honor de su Madre, exactamente como los que se daban a los reyes indios en su coronación en honor de la Madre; y si, como supongo, los empleaba para la adivinación alfabética, tenía su propio alfabeto de quince consonantes y cinco vocales. El juego de tabas se juega todavía en Gran Bretaña con la tradicional serie de cinco. En el caso de dados de seis lados, no obstante, tres formaban una serie en la Antigüedad; éstos proporcionaban al adivino dieciocho letras del alfabeto, como en el Beth-Luis-Nion de trece consonantes.
Pero ¿el rey sagrado era elegido porque había sufrido accidentalmente esa lesión, o se le infligía la lesión después de haber sido elegido por razones mejores? La respuesta se encuentra en la leyenda, de otro modo sin sentido, del equilibrio de Llew Llaw entre el borde de la caldera sagrada y el lomo del macho cabrío. Llew iba a convertirse en un rey sagrado por su casamiento con Blodeuwedd, la Novia de Mayo, en un rey de los que andaban delicadamente con zapatos dorados o borceguíes purpúreos; pero no estaba preparado adecuadamente para ese cargo hasta que hubiera sufrido la lesión de Jacob que le impediría volver a asentar su talón sagrado en el suelo, ni siquiera por error. Esa lesión se la produjo artificialmente un incidente ingenioso durante el ritual de la coronación. Su novia le hizo colocarse con un pie en el borde del baño y el otro en el lomo de un animal sagrado y con el cabello atado a una rama de roble sobre su cabeza. Y entonces le hicieron una treta cruel. Los señores Romanis y Mitchener, en su Surgery, lo dicen así; «Esas dislocaciones internas o delanteras de la cadera, producidas por una extensa abducción de los muslos, pueden resultar cuando una persona que va a embarcarse en un bote no se decide a entrar en él o a quedarse en tierra.» Y lo mismo que con el muelle y el bote sucede con la caldera y el macho cabrío. El animal se apartó súbitamente de la caldera y Llew no pudo salvarse lanzándose hacia adelante porque tenía la cabeza sujeta por el cabello. El resultado fue la dislocación, pero cuando cayó, su talón sagrado no tocó el suelo, porque su cabello lo mantuvo en alto, que es exactamente lo que le sucedió a Absalón («Padre Salm») cuando el animal se apartó de debajo de él en el robledal de Efraim. Yo postulo como fuente principal de las partes anecdóticas de los primeros libros de la Biblia una serie de iconos tomados por los israelitas en Hebrón y que ilustraban el destino ritual del rey sagrado; una parte de la serie volvió a ser interpretada iconotrópicamente como la historia de Saúl, otra como la de Sansón, otra como la de Absalón y otra como la de Samuel. Se intenta una restauración de esos iconos en King Adam, un capítulo de mi King Jesús.
Se observará que todos estos nombres parecen formas corrompidas de la misma palabra Salma, o Salmón, un título regio entre los quenitas, que eran antepasados del rey David, entre los fenicios (Selim); entre los asirios (Salmau), entre los danaenos de Grecia y en la Creta minoica (Salmoneo). Salomón adoptó también ese título. Su nombre original parece haber sido Jedidiah (2 Samuel, XII, 25); de otro modo habría tenido un derecho al trono menos convincente que el de Adonías. No se conoce el nombre original de Absalón; pero que era el favorito de David, y no su hijo, excepto por cortesía, se ve en 2 Samuel, XII, 11, donde se le llama vecino de David. La discrepancia entre el relato de su ascendencia en 2 Samuel, III, 3 y 2 Samuel, XIII, 37 indica que su verdadero nombre era Talmai, hijo de Ammihud, rey de Geshur y uno de los aliados de David, y que se convirtió en Absalón sólo cuando se apoderó del trono de David y se casó con el regio harén de herederas en Hebrón. Como dios, Salma se identifica con Resef, el Osiris cananeo. Entre esos iconos puede haber habido uno que mostraba a Absalón con el cabello atado a una rama de roble, en realidad un episodio del casamiento del rey. El asesinato del rey en una ocasión como esa era fácil; pero la santificación, y no la muerte, era la finalidad de la treta; y si podemos aceptar la conclusión de A. M. Hocart de que la ceremonia de la coronación en todo el mundo antiguo simbolizaba el casamiento del Rey Sol con la Reina Tierra, su muerte como miembro de su tribu anterior y su nacimiento con un nuevo nombre en la tribu de la Reina, el ritual en que se basan todos estos mitos tienen que haber incluido el asesinato ficticio del rey durante la ceremonia del baño, lo que prueban las víctimas ofrecidas en lugar del rey en muchas formas del ritual que conocemos. Los confusos elementos del mito de Hefestos, quien se casó con la diosa del amor y fue engañado por ella, quedó cojo por haber sido arrojado súbitamente desde el Olimpo por la diosa Hera, y se burlaron de él todos los habitantes del Cielo, componen otra variante del mismo ritual. Originalmente el rey moría violentamente tan pronto como realizaba el coito con la reina, como muere el zángano después de acoplarse con la abeja reina. Posteriormente, la castración y la cojera sustituyeron a la muerte; y más tarde todavía la circuncisión sustituyó a la castración y el empleo de coturnos a la cojera.
Una vez que sabemos que al rey sagrado se le lisiaba ritualmente de una manera que le obligaba a contonearse o a andar tambaleándose con tacones altos, comprendemos por fin dos o tres iconos antiguos hasta ahora misteriosos. Tántalo, suspendido sobre el agua con un árbol frutal sobre la cabeza y el agua escabulléndose siempre, está siendo lisiado evidentemente a la manera de Llew Uaw: originalmente su cabello está atado a la rama, tiene un pie en la orilla y el otro se apoya en algo en el agua —tal vez en una jofaina en forma de barco que se aleja—. Tántalo es un tipo perfecto de Dioniso: se casó con Eurianasa (otra forma de Eurinome), una diosa Luna; fue arrojado desde el monte Sipilo, en la Lidia pelasga, donde luego fue enterrado y tenía un altar de héroe; era el padre antropófago de Pélope; ayudó a robar un Perro de la cueva cretense; y de su nombre se derivan otras tres palabras griegas: saleuein, de la que se formó saleuma, «fanfarronear o andar tambaleando»; tantaloein, tantaleuein y, por metátesis, talantoein.
Como Ixión y Salmoneo, Tántalo pertenecía a la vieja religión reemplazada por la olímpica, y los sacerdotes olímpicos deliberadamente interpretaron mal los iconos en favor del Padre Zeus presentándolo como un criminal odioso. El delito de Tántalo, según explican los mitógrafos, consistió en que, teniendo el privilegio de comer la ambrosía, el manjar de los dioses, con los Olímpicos, invitó a los plebeyos a probarlo. Ambrosía era el nombre de la comida otoñal de Dioniso en la que, sugiero, la seta embriagadora provocaba en otro tiempo en sus adoradores un frenesí divino; y en mi libro What Food the Centaurs Ate hago ver que los ingredientes que citan los gramáticos clásicos para la ambrosía, el néctar y el kekyon (la bebida de Deméter en Eleusis), representan un ogham de alimentos, todas las letras iniciales del cual expresan formas de una palabra griega que significa «seta u hongo». La leyenda del delito de Tántalo puede haber sido relatada cuando el vino sustituyó a las setas en las orgías de las Ménades, y una seta —tal vez no la amanita muscaria, sino la panaeolus papilionaceus, más suave y extasiadora—, era comida por los adeptos en los misterios eleusinos, samotracios y cretenses, quienes se hacían como dioses a causa de las visiones trascendentales que procuraba. Comoquiera que se produjese la dislocación —y es probable que otro método más se practicase en la cima de un cerro y no junto a un río— existía en Canaán la prohibición de comer la carne que rodea al fémur, como lo dice expresamente el Génesis en el relato de la lucha de Jacob en Peniel. Robertson-Smith relaciona con razón esta prohibición con la práctica, común en todos los países del Mediterráneo, de dedicar los fémures de todos los animales sacrificados, y las partes que los rodeaban, los dioses; lo primero que hacían era quemarlos, y luego los adoradores comían el resto del animal. Pero aquí se aplica la regla antropológica: «No hay tabú sin mitigación.» En los tiempos primitivos el fémur cubierto de carne del rey difunto debía ser comido por sus compañeros. Esta práctica era seguida hasta hace poco tiempo, como dice monseñor Terhoorst, un misionero católico romano, por los guerreros jóvenes de la tribu bantú de Bagiushu en el África Central, entre los que trabajó. Comían la carne cuando moría su Anciano, o cuando era muerto en batalla el jefe de una tribu enemiga. Monseñor Terhoorst dice que hacían eso para heredar la valentía del difunto, que según creían residía en el muslo, y que no tocaban el resto del cuerpo. Los bagiushus, que se liman los dientes delanteros en forma triangular, no son antropófagos en otras ocasiones.
En mi King Jesús sugiero que la tradición hebrea, fundamentada en el Talmud Babli Sanhedrin y el Tol Doth Yeshu, según la cual Jesús se lisió cuando trató de volar, se refiere a una ceremonia de coronación secreta que se realizó en el monte Tabor, donde se convirtió en el nuevo Israel después de quedar lisiado ritualmente en una lucha. Apoyan esta tradición el testimonio del Evangelio que aduzco y una observación de Jerónimo de que Jesús estaba deformado. El monte Tabor era uno de los principales santuarios de Jehová. Tabor se llama así por Atabirio, el hijo de Eurinome y nieto de Proteo, como reconoció la versión de los Setenta, y sabemos mucho acerca de este dios, a quien «el cretense Altámenes» erigió también un santuario en el monte Atabiria de Rodas. Altámenes significa «Cuidadoso de la diosa Altea», y Altea («la que hace crecer») era otro nombre de la madre de Atabirio, Eurinome, la diosa Luna de los órficos. El malvavisco —en galés hocys bendigaid, malva bendita— era la flor de Altea, y ella amaba a Dioniso, el dios de la vid. Con él fue madre de Deyanira, la misma Deyanira que hizo de Blodeuwedd con el Hércules del Eta. Como Atabirio era uno de los Telquinos cretenses, poseía, como Dioniso o Proteo, el poder de adoptar cualquier forma; y en su santuario de Rodas le estaban dedicados unos toros de bronce que mugían siempre que estaba a punto de suceder algo extraordinario; eran toros de bronce de la misma clase que el que hizo Dédalo para el rey Minos de Creta. Y sabemos que Atabirio era el dios, adorado cómo un becerro de oro, al que los israelitas atribuían que los hubiera sacado de Egipto. Pero la terminación byrius se da en el título regio de Burnaburiash, uno de los reyes de Babilonia de la tercera dinastía cassita (indoeuropea), que reinó desde 1750 hasta 1173 a. de C.; es evidente que Atabirio no era cretense, ni semita, sino un dios cassita que se introdujo en Siria a comienzos del segundo milenio. Cómo y cuándo fue llevado su culto a Tracia, Rodas y Creta no está claro, pero es probable que pasara a Egipto con los hicsos. Se le llamaba también Tesup.
Este galimatías mitológico contribuye a identificar al Jehová o Yavé israelita del Tabor, o Atabirio, con Dioniso, el dios Toro Blanco danaeno, identificación que se apoya en respetables autoridades clásicas. En Cuestiones conviviales de Plutarco uno de los invitados pretende que es capaz de probar que el dios de los judíos es realmente Dioniso Sabacio, el dios de la Cebada de Tracia y Frigia; y Tácito recuerda igualmente en su Historia (v. 5) que «algunos sostienen que los ritos de los judíos fueron fundados en honor de Dioniso». Asimismo, el historiador Valerio Máximo recuerda que hacia el año 139 a. de C. el pretor de los extranjeros D. Cornelio Hispalo expulsó de Roma a cienos judíos que «trataban de corromper las costumbres romanas por medio de un supuesto culto a Jove Sabacio». De ello se deduce que el pretor no los expulsó por un culto legítimo de su dios, sino porque introducían clandestinamente novedades en el culto tracio, probablemente la circuncisión, a la que los romanos consideraban como una automutilación y una corrupción de las costumbres, pues admitían a personas extrañas en sus Sábados. Según el Manual of Christian Arcbaeology de Leclercq, los entierros en el cementerio de las catacumbas de Pretextato en Roma confirman este culto de un Sabacio judío. Que los judíos de la Dispersión pueden haber utilizado una etimología falsa para igualar a «Sabazius» con «Sabaoth» —Jehová era el Señor del Sabbath y también de Sabaoth, «de los ejércitos»— no refuta la identidad original de los dos dioses.
Zeus Sabacio y Dioniso Sabacio eran nombres diferentes del mismo personaje, el hijo de Rea; lo que significa que era de origen cretense. Los frigios lo llamaban Atis y lo hacían hijo de Cibeles, pero esto equivalía a lo mismo; y en Roma se ha descubierto esta inscripción de origen judío: «A Atis, el Dios Supremo que mantiene unido el Universo.» La serpiente estaba consagrada a Sabacio, y esto recuerda el serafín de bronce Ne-esthan o Nehushtan que utilizaba Moisés como pendón y que, según se dice, destruyó el buen rey Ezequías por considerarlo idólatra y porque se le quemaba incienso como a un dios[19]. Pero la secta judía de los ofitas, concentrada en Frigia, veneraba a la Serpiente en los tiempos cristianos primitivos y sostenía que el Jehová de después del destierro era un simple demonio que había usurpado el Reino de la Serpiente Sabia, la Ungida. El Dioniso Sabacio era representado con cuernos de toro porque, como dice Diodoro Sículo, fue el primero que unció los bueyes al arado para las labores agrícolas, o sea para plantar la cebada. Como Jehová era preeminentemente un protector de la cebada —la Pascua de los hebreos era un festival de la cosecha de la cebada—, el invitado al banquete de Plutarco habría tenido poca dificultad para probar su pretensión, sobre todo porque, según la leyenda, Sabacio fue desgarrado por los Titanes en siete pedazos. El siete era el número místico de Jehová; también lo era el 42, el número de letras de su nombre ampliado, y, según la tradición cretense, el número de pedazos en que los Titanes desgarraron al dios-toro Zagreo.
Dioniso Sabacio era el Jehová original de la Pascua hebrea; y Plutarco identifica también al Jehová de la Fiesta de los Tabernáculos con Dioniso Liber, o Lusios («el que se libra de culpa»), el dios de la vid, sugiriendo que la palabra «levita» proviene de Lusios; y dice que los judíos se abstienen de la carne de cerdo porque su Dioniso es también Adonis, a quien mató un jabalí. Los rituales de Jehová y Dioniso, como señala Plutarco, se parecen mucho: los misterios de las gavillas de cebada y el vino nuevo, las danzas con antorchas hasta que canta el gallo, las libaciones, los sacrificios de animales, el éxtasis religioso. También parece que los amoríos promiscuos de los ritos cananeos, aunque severamente castigados en Jerusalén después del destierro, todavía sobrevivían entre los campesinos que acudían a la Fiesta de los Tabernáculos. En la época de Jesús, los sacerdotes del Templo admitían el carácter original de la fiesta, pero declaraban que había cambiado y anunciaban al final: «En este lugar nuestros antepasados volvían la espalda al Santuario de Dios y el rostro hacia el Este, adorando al Sol, pero nosotros nos volvemos hacia Dios.» Pues el Sol representaba la parte inmortal de Dioniso, y la cebada y el vino su parte mortal.
Inclusive hay testimonios numismáticos para la identificación de Jehová con Dioniso: una moneda de plata del siglo V a. de C. (que aparece en el Catalogue of the Greek Coins of Palestine de G. F. Hill) descubierta cerca de Gaza y que tiene en el anverso una cabeza barbuda del tipo de Dioniso, y en el reverso una figura barbuda en un carro alado llamada en caracteres hebreos JHWH: Jehová o Javé. Ésta no es, por supuesto, de modo alguno toda la historia de Jehová, cuya afinidad con otros dioses, especialmente con Cronos (Bran) se ha mencionado ya. Tal vez sea más fácil escribir acerca de él en función de los días de la semana. Su primera aparición gráfica tuvo lugar en los yacimientos de cobre de Ras-Shamra, en Sinaí, en una talla del siglo XVI a. de C. Allí es Elath-Iahu, un dios herrero quenita, el Dios del Miércoles, presumiblemente el amante de Baalith, la Afrodita local y Diosa del Viernes. Más tarde, en sus teofanías en Moreh, Hebrón y Ophrah es el dios del terebinto Bel, el Dios del Jueves. La leyenda de su victoria sobre los profetas del Carmelo se refiere a la conquista de su aspecto de Bel por Cronos, el Dios del Sábado, en la persona de Elías. Bel y Cronos aparecen siempre en oposición, y Bel es Beli y Cronos es Bran, como se ha demostrado. «Cuando Israel estaba en Egipto» Jehová era Set, el Dios del Domingo. En la Fiesta de los Tabernáculos de Jerusalén, en el Día de los Sauces, era el Dios del Lunes. Su nombre El, relacionado con la coscoja, prueba que era también el Dios del Martes. Por consiguiente, la universalidad reclamada para él por los fariseos y simbolizada por la Menorah, el candelabro de siete brazos, se apoya en una base mitológica bastante sólida.
Además, el nombre Iahu es muy anterior al siglo XVI a. de C. y estaba muy extendido. Aparece en Egipto durante la sexta dinastía (a mediados del tercer milenio a. de C.) como un título del dios Set; y está registrado en el Glosario Acadio-Sumerio de Deimel como un nombre de Isis. También parece ser el origen del nombre griego Iaco, un título del multiforme Dioniso Lusios en los misterios cretenses. Por consiguiente, aunque I.A.U. son las vocales del año de las tres estaciones del Nacimiento, la Consumación y la Muerte —con la Muerte en primer lugar porque en el Mediterráneo Oriental el año agrícola comienza en la estación I— parecen derivarse de un nombre que existía mucho tiempo antes que se formara alfabeto alguno, y los componentes del mismo son IA y HU. «Ia» significa «Exaltado» en sumerio y «Hu» significa «Paloma»; el jeroglífico egipcio «Hu» es también una paloma. La diosa Luna de la Palestina asiática era adorada con palomas, como sus equivalentes de la Tebas egipcia, Dodona, Hierápolis, Creta y Chipre. Pero se la adoraba también como una vaca con largos cuernos, Hathor, o Isis, o Ashtaroth Karnaim. Isis es una palabra onomatopéyica asiana, Ish-ish, que significa «la que llora», porque se creía que la Luna derramaba el rocío y porque Isis, el original precristiano de la Mater Dolorosa, lloró por Osiris cuando lo mató Set. Se decía que era blanca o, según Mosco, la vaca Luna dorada lo, que se había instalado en Egipto después de sus largas andanzas desde Argos. La o del nombre de Io es una omega, que es una variante griega común de alpha.
Ia-Hu parece ser, por tanto, una combinación de Ia, «la Exaltada», la diosa Luna como vaca, y Hu, la misma diosa como paloma. Sabemos por Plutarco que en los misterios de Isis como Luna-Vaca dorada en el solsticio de invierno daban siete vuelcas alrededor del ataúd de Osiris en conmemoración de los siete meses que transcurren de solsticio a solsticio; y sabemos también que la culminación del culto orgiástico del roble con el que se relacionaba la diosa como paloma se producía en el solsticio estival. Por consiguiente, Ia-Hu representa a la diosa Luna como gobernante de todo el curso del año solar. Éste era un título majestuoso y Set parece haberlo reclamado cuando su cetro con orejas de asno se convirtió en el símbolo egipcio de la realeza. Pero el niño Horas, la reencarnación de Osiris, vence a Set anualmente y es común que los reyes vencedores tomen sus títulos de los enemigos que cautivan. Por tanto, Horas era también Iahu, y sus equivalentes el Dioniso cretense y el Bel cananeo se convirtieron, respectivamente, en IACCHUS y (en una inscripción egipcia) IAHU-BEL El dios galés Hu Gardarn y el dios Hou, o Har Hou, de Guernesey son probablemente la misma deidad: que Hou era un dios del roble lo indica el hecho de que en sus ritos medievales se empleara la misma fórmula que en los del dios del roble vasco Janicot, que es Jano.
Iahu como título de Jehová lo caracteriza igualmente como gobernante del año solar, probablemente una combinación trascendental de Set, Osiris y Horas (por otro nombre Egli-Iahu, el becerro Iahu). Pero la sílaba Hu de su nombre ha llegado a adquirir gran importancia en el cristianismo, pues cuando en la purificación de Jesús por Juan el Bautista se cantaba el Salmo de la Coronación y descendía una Paloma, ésta debía ser interpretada como el ka, o doble del rey, que descendía sobre él en un rayo de luz desde su padre Iahu, como descendía sobre los Faraones en su coronación desde su padre, el dios solar Ra, en la forma de un halcón.
Hasta ahora nada se ha dicho del significado religioso del cedro, que figura tan destacadamente en el Antiguo Testamento como el más eminente y augusto de codos los árboles: «Hasta los cedros del Líbano que Tú has plantado.» Lo utilizó Salomón con el «abeto selecto» en la construcción de los tres templos contiguos que erigió en honor de una Trinidad formada por Jehová y dos Diosas. Los redactores fariseos ocultan la identidad del segundo de esos templos llamándolo «la Casa del Bosque del Líbano», refiriéndose al templo de la Diosa de la Montaña, la diosa del Amor y la Batalla del solsticio estival; a la del tercero la ocultan llamándolo «La Casa de la hija del Faraón», que, según muestra la leyenda de Moisés, era la diosa del Nacimiento del solsticio hiemal. Como sabemos que el abeto estaba consagrado a la diosa del Nacimiento y que el piso del templo era de tablazón de abeto, de ello se deduce que el cedro de los pilares y las vigas estaba consagrado a la diosa del Amor y la Batalla del monte Líbano, Astarté o Anatha. El cedro representaba en realidad a la vocal U, el árbol de la cual en Biblos y la Europa Occidental era el Brezo. La única otra madera empleada en esos templos era la de olivo, el que, como ya se ha dicho en el contexto de Hércules y los Dáctilos, representaba al Sol de Primavera, Jehová como Marduk, o sea el Apolo Peonio.
El cedro se une también al hisopo (probablemente el alcaparro silvestre que crece muy verde en las grietas de las rocas y paredes en Egipto y Palestina) en los dos sacrificios más primitivos del Antiguo Testamento: el de la «vaca roja perfecta» de Números, XIX, 6, y el del «gorrión» de Levítico, XIV, 4, ambos ofrecidos originalmente a una diosa y no a un dios. El hisopo era evidentemente el equivalente palestino del muérdago, el árbol del Día de la Liberación, que se le parece porque a veces crece en las grietas de los árboles viejos, a las que se amoldan sus hojas para mantenerlo vivo; de modo que la conjunción mitológica del cedro y el hisopo significa todo el curso del sol desde su infancia en el solsticio de invierno hasta su plenitud en el solsticio estival, y de vuelta. Así, cuando se dice en I Reyes, IV, 33:
Dio Yavé a Salomón sabiduría y un gran entendimiento… Y disertó acerca de los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en el muro,
es como si dijese que conocía todo el saber místico del alfabeto de árboles. Pero el hisopo era el árbol del solsticio de invierno, IA; y el cedro era el árbol del Solsticio estival, HU; por eso se atribuye a Salomón el Conocimiento del Nombre Divino, del cual era IAHU el sinónimo permisible.
El título masorético de JHWH, supuestamente el más antiguo, era Q’re Adonai («Señor Q’re»), aunque algunos eruditos hebreos prefieren interpretar esas palabras como significando; «Leed Adonai», es decir, «dad a las consonantes de JHWH las mismas vocales de “Adonai”». Q’re parece cretense. Los carios, lidios y misios, que eran de cepa cretense, tenían un santuario común de Zeus Carios en Mylassa, Caria; era un dios que sus primos los tirrenos llevaron a Italia como Karu, y que es también Caris, el fundador de Megara. Los quirites de Roma provenían de una ciudad sabina, Qu-res, que al parecer llevaba su nombre o el de su madre, Juno Quiritis, mencionada por Plutarco; y los curetes de Delos, Calcis, Etolia y Creta tal vez llevan también su nombre por él, aunque para los griegos, que nada podían hacer con la palabra bárbara Q’re, «Curetes» eran los jóvenes que habían sacrificado su cabello (Courai) al dios. Pausanias identifica a esos curetes con los hijos de Anax, el hijo de diez codos de altura de Urano. Anax era un cario que gobernó Mileto antes de su conquista por los milesios de Creta, le dio el nombre de Anactoria y fue padre de Asterios, el gigante de diez codos de altura. Pausanias relaciona a Anax con los misterios pelasgos de Samotracia. Los hijos de Anax aparecen en la Biblia como los gigantes de Hebrón, a los que expulsó Caleb y que luego vivieron en Gaza y las ciudades vecinas. En otros términos, eran el «Pueblo del Mar» asiánico que adoraba al dios Q’re, o (como se le llamaba en Siria en la época de Totmés, un faraón del Reino Medio) «el Gran Dios Ker». Su principal título cario era Panemerios («del día de toda la vida») —al menos ésta era la versión griega de un original cario— y parece haber sido un dios del año solar al que, como a Sansón de Tiro o Niso de Nisa (Megara), le trasquilaba anualmente el cabello y la fuerza la diosa Luna. Sus adoradores varones le dedicaban sus guedejas en señal de duelo en un festival llamado las Comirias. Que a Jehová como Q’re se siguió sacrificándole el cabello, como a su equivalente cario, hasta la reforma de su religión durante el destierro, lo indica esta prohibición del Deuteronomio: «No te harás una calvicie entre los ojos por los difuntos.» Las letras radicales de su nombre —Q, manzana, o membrillo, o ethrog, y R, mirto— estaban representadas en el lulab, o tirso, que se empleaba en la Fiesta de los Tabernáculos como recuerdo de su muerte anual y su traslado al Elíseo. Este festival de la Luna iniciaba la estación del año que transcurre de Q a R.
Pero Q’re probablemente derivaba su título de su madre la Luna —más tarde, en Grecia, su hermana melliza—, la Diosa Blanca Artemisa Cariatis («del nogal»), cuyo templo más famoso estaba en Caria, Laconia. Era la diosa de la curación y la inspiración, la servían sacerdotisas cariátides y se debe identificarla con la ninfa Filis[20] que, en la Era Tesea, fue metamorfoseada en un almendro; Filis puede ser una variante griega de Belili. En todo caso, llegó a ser durante un tiempo Nabu, el Dios Sabio del Miércoles, representado por el tallo de almendro de la Menorah de siete brazos, y a él particularmente refirió Job su pregunta: «¿Dónde se encontrará la sabiduría?», basándose en que era él quien medía, pesaba y enunciaba los poderes de que disponían los seis dioses colegas suyos: como Sin, el dios de la Lluvia del Lunes; Bel, el dios del Trueno y el Rayo del Jueves, y Ninib, el dios del Descanso del Sábado, regulador de los Vientos Ctonios. A Artemisa Cariatis se la puede identificar con Carmenta, la Musa madre del arcadio Evandro, que adoptó el alfabeto pelasgo al latino. Su nombre, que Plutarco en sus Cuestiones romanas deriva absurdamente de carens mente, «fuera de juicio», parece componerse de Car y Menta: la primera sílaba significa Q’re, y la segunda probablemente Mante, «el revelador». Plinio mantiene la tradición de que «Car, de la que Caria toma su nombre, inventó el augurio»; este Car, evidentemente el Gran
Dios Ker de Totmés, es mencionado por Herodoto como hermano de Lido y Miso, los antepasados epónimos de los lidios y misios. Pausanias dice que otro Car, hijo de Foro neo y hermano de Pelasgo, Europa y Agenor, fue un rey primitivo de Megara que dio su nombre a la acrópolis de la ciudad. El sexo de Car parece haber cambiado en ambos casos, pues los carios, misios y lidios eran matrilineales y la acrópolis de Melgara tuvo que recibir su nombre de la Diosa Blanca que gobernaba todas las colinas y montañas importantes. La diosa Car parece haber dado también al río Inaco su nombre original, Carmanor, antes que Inaco, el padre de Foroneo, enloqueciera y se arrojara a él, según informa Plutarco.
Ahora podemos volver a considerar el relato que hace Myvyrian de la Batalla de los Arboles y sugerir una enmienda en el texto que le da un sentido mejor.
Había en esa batalla un hombre que a menos que su nombre fuese E conocido no podía ser vencido, y había en el otro lado una mujer E llamada Achren («Arboles») que a menos que su nombre fuese conocido su bando no podía ser vencido. Y Gwydion ap Don, instruido por su hermano Amathaon, adivinó el nombre de la mujer…
Pues ya se ha demostrado que la Batalla de los Arboles se libró entre la Diosa Blanca (la mujer) por cuyo amor rivalizaban el dios del año creciente y el del año menguante, y «el hombre», el inmortal Apolo, o Beli, que desafió su poder. En otras palabras, el nombre sagrado IEVOA, o JIEVOAO, ampliado, revelado por Amathaon a Gwydion y utilizado como un medio para vencer a Bran, era el nombre de la diosa quíntuple Danu. Éste era un nombre con el que Bran podía pretender hablar oracularmente desde su reino de Dis, como quien había tenido una experiencia íntima de cada una de sus cinco personas: por haber nacido de ella, por haber sido iniciado por ella, por haber sido su amante, por haber sido adormecido por ella y finalmente por haber sido muerto por ella. El nuevo nombre de ocho letras al que reemplazó era el de Belt-Apolo, no compartido con la Diosa Blanca, y en consecuencia olvidaron convenientemente los mitógrafos posteriores que el original pertenecía a Bran, o Q’re, Iahu, sólo en virtud de su nacimiento, casamiento y muerte bajo los auspicios femeninos. El profesor Sturtevant, experto en los hititas, traduce Q’re como Ka-m rimni, que sólo significa «para el dios»; pero, como señala E. M. Parr, El es en Siria la palabra común para «dios» y un nombre adecuado para El, el dios del roble. Sostiene que otras formas de la misma palabra son Horus, o Qouros, un dios de la isla de Thera; la forma semítica de Horus es Churu. Hace confusa la identidad de Q’re el hecho de que los dioses Nergal y Marduk asumieran también su nombre (Qaru): los amoristas de Marduk lo llamaban Gish Qaru, «Q’re de los árboles y hierbas», para identificarlo con Nergal, el dios del Martes, día en el que fueron creados los árboles y las hierbas.