XVI. El santo e inefable nombre de Dios

El Ogham Craobh, publicado en Antiquities of Ireland de Ledwich y atestiguado por una inscripción alfabética en Callen, County Clare, Irlanda, atribuido al año 295 d. de C., dice así:

B L N T S
B D T C Q
M G Ng Z R

Éste es el alfabeto Ogham ordinario tal como lo da Macalister, excepto que donde se podía esperar F y H están T y B, las mismas consonantes que aparecen misteriosamente en el relato de Higinio acerca de las siete letras originales inventadas por las Tres Parcas. Es evidente que en Callen estaban prohibidas la F y la H, y había que emplear en su lugar la T y la B; y parece haber sucedido exactamente lo mismo en el alfabeto griego de 15 consonantes que conocía Higinio, y que se abstuvo de especificar la contribución de once consonantes que hizo Palamedes porque no deseaba llamar la atención sobre la repetición de B y T.

Si es así, el alfabeto de Palamedes se puede reconstruir de este modo en el orden del Ogham:

B L N F S
H D T C
M G (Ng) R

No hay garantía de la existencia de Ng en griego, por lo que la he puesto entre paréntesis, pero se debe recordar que los pelasgos originales hablaban un lenguaje no griego. Este casi había desaparecido en el siglo V a. de C., pero, según Herodoto, sobrevivía en por lo menos uno de los oráculos de Apolo, el de Apolo Ptous, que estaba en territorio beocio. Recuerda que cierto Mys, enviado por el yerno del rey Darío de Persia para que consultase los oráculos griegos, fue acompañado por tres sacerdotes beodos con tabletas de escribir angulares. La sacerdotisa dio su respuesta en un idioma bárbaro que Mys copió arrancando su tableta a uno de los sacerdotes. Resultó que estaba dicho en dialecto cario, que Mys comprendió, porque era «europeo», es decir de extracción cretense; Europa, hija de Agenor, fue llevada a Creta desde Fenicia en la grupa de un toro. Si el cretense era, como parece probable, un idioma camítico, muy bien puede haber tenido Ng en el lugar 14. Ng no forma parte del alfabeto griego y el Dr. Macalister indica que ni siquiera en el antiguo goidélico comenzaba palabra alguna con Ng, y que palabras como ngomair y ngetal que se dan en los alfabetos Ogham como los nombres de la letra Ng son formas completamente artificiales de gomair, y getal. Pero en los idiomas camíticos la inicial Ng es común, como mostrará una mirada al mapa de África.

La existencia de esta dudosa letra pelasga Ng, que no tomaron los autores del alfabeto cadmeo, puede explicar la inseguridad de «doce, o algunos dicen trece letras» atribuida por Diodoro Sículo al alfabeto pelasgo, y puede explicar también por qué Ng en medio de una palabra se escribía en griego GG, como Aggelos por Angelos, pues la G es la letra que precede inmediatamente a Ng en el Beth-Luis-Nion. Sin embargo, pot la analogía del Beth-Luis-Nion puede sospecharse que el alfabeto de Palamedes contenía dos letras secretas que elevaban el numero a 15. En todo caso, el alfabeto latino constaba originalmente de 15 consonantes y cinco vocales y «Carmenta» lo ordenó probablemente así:

B L F S N
H D T C Q
M G Ng P R

Pues los romanos seguían empleando el sonido Ng al, comienzo de palabras en la época republicana —incluso deletreaban natus como gnatus, y navus («diligente») como gnavus— y probablemente lo pronunciaban como la gn en medio de palabras francesas como Catalogne y Seigneur.

Parece que Epicarmo fue el griego que inventó la forma primitiva del alfabeto cadmeo mencionado por; Diodoro y que se componía de dieciséis consonantes, i; saber: las trece del alfabeto de Palamedes anteriormente citadas, menos la Ng; más Zeta, y Pi en sustitución de Koppa (Q); más Chi y Theta. Pero solamente: dos letras atribuye Higinio a Epicarmo; y estas aparecen en los manuscritos más respetables como Chi y Theta. Por consiguiente, es probable que Pi (o Koppa) y Zeta fueran letras ocultas del alfabeto de Palamedes, como Quert y Straif son letras ocultas del Beth-Luis-Nion; y que Higinio no las mencionara porque sólo eran C y S dobles.

Sabemos que Simónides suprimió la H aspirada y también la F, Digamma, que fue reemplazada por Phi, y agregó Psi y Xi y dos vocales: la E larga, Eta, a la que asignó el carácter de la H aspirada, y la O larga, Omega;  lo que elevó el número total de letras a veinticuatro.

Todos estos alfabetos parecen ser alfabetos sagrados cuidadosamente ideados, y no transcripciones griegas selectivas del alfabeto comercial fenicio de veintiséis letras como el que aparece rayado en los jarrones de Formello-Cervetri. Una virtud del alfabeto epicarmiano consiste en que tiene dieciséis consonantes —dieciséis es el número del aumento— y veintiuna letras en total, siendo ventiuno el número consagrado al Sol desde la época del faraón Akhenaton, quien implantó en Egipto hacia el año 1415 a. de C. el culto monoteísta del disco solar. Epicarmo, como asclepiada, descendía del Sol.

Debe observarse que las nuevas consonantes de Simónides eran, artificiales —anteriormente Xi se decía chi-sigma, y Psi, pi-sigma— y que en realidad no eran necesarias en comparación, por ejemplo, con la necesidad de nuevas letras para distinguir la A larga de la breve, y la I larga de la breve. Sospecho que Simónides compuso un encantamiento alfabético secreto que comprendía los nombres de las letras conocidos del alfabeto griego, ordenado, con las vocales y las consonantes juntas, en tres partes de ocho letras, y con cada letra sugiriendo una palabra del encantamiento; por ejemplo, xi, psi podía representar axiphon psilon, «una espada desenvainada». Por desgracia las abreviaturas de la mayoría de los nombres de las letras griegas son demasiado breves para que se pueda comprobar esta suposición; sólo alguna letra ocasional, como lambda, que parece significar lampada («antorchas») y sigma, que parece significar sigmos («silbido para guardar silencio»; alude al secreto).

¿Pero podemos adivinar por qué Simónides eliminó la F y la H del alfabeto? ¿Y por qué el español Higinio y el autor de la inscripción irlandesa de Callen emplearon la B y la T como disfraces con clave de esas mismas dos letras? Podemos comenzar observando que el calendario etrusco, que los romanos adoptaron durante la República, estaba dispuesto en nundina, o periodos de ocho días, llamados en griego ogdoads, y que la diosa romana de la Sabiduría, Minerva, tenía al 5 (escrito V) como su número sagrado. Podemos identificar a Minerva con Carmenta, porque a ella se atribuía generalmente en Roma la invención de las artes y ciencias, y porque las embarcaciones decoradas con flores, probablemente hechas con madera de aliso, eran lanzadas al agua durante su festival, las Quinquatria. «Quinqua-tria» significa «las cinco salas», presumiblemente las cinco estaciones del año, y se celebraban cinco días después de la fiesta del Nuevo Año Primaveral de la diosa Anna Perenna; esto indica que los cinco días eran los sobrantes cuando el año fue dividido en cinco estaciones de 72 días cada una, y la santidad de los cinco y de los setenta y dos quedó sentada igualmente en el sistema del Beth-Luis-Nion.

Un calendario alfabético compuesto de acuerdo con este principio, con las vocales mantenidas aparte de las consonantes, implica un año de 360 días de cinco vocales estaciones, cada una de 72 días, con 5 días sobrantes; como cada estación se divide en tres períodos, cada uno de éstos consta de 24 días. El año de 360 días puede dividirse también, en honor de la Diosa Triple, en tres estaciones de 120 días, cada una con cinco períodos de igual longitud, o sea 24 días, con los mismos 5 días sobrantes; y éste es el año que se utilizaba públicamente en Egipto. Los egipcios decían que los cinco días eran los que el dios Thoth (Hermes o Mercurio) ganó a la diosa lunar Isis en el juego de damas, compuesto con la septuagésima segunda parte de cada día del año; y los natalicios de Osiris, Horus, Set, Isis y Nephthys eran celebrados en ellos en este orden. El sentido mítico de la leyenda es que un cambio de religión necesitaba un cambio de calendario: que al anterior año de la diosa Luna de 364 días con uno adicional sucedía un año de 360 días con cinco adicionales, y que en el nuevo sistema los tres primeros períodos del año eran asignados a Osiris, Horus, y Set, y los dos últimos a Isis y Nephthys. Aunque, bajo la influencia asiría, cada una de las tres estaciones egipcias se dividía en cuatro períodos de 30 días, y no cinco de 24, hay una estación de 72 días porque, según el mito egipcio-biblosiano, la diosa Isis ocultó a su hijo Horus, o Harpócrates, a la ira de Set, el dios solar de orejas de asno, durante los 72 días más calurosos del año, o sea la tercera de las cinco estaciones, que era regida astronómicamente por el perro Sirio y los dos asnos. (A la ocultación del niño Horus parece haber contribuido el Avefría, muy utilizada en la ciencia de los augurios etrusca que hicieron suya los romanos; en todo caso, Plinio dice dos veces en su Historia Natural que el avefría desaparece por completo entre la salida de Sirio y su puesta.)

Pero aquí se hace necesaria una exposición de Set y de su culto.

La leyenda griega según la cual el dios Dioniso colocó los Asnos en el signo de Cáncer (el «Cangrejo») sugiere que el Dioniso que visitó Egipto y fue hospedado por Proteo, el rey de Faros, era Osiris, hermano del dios de los hicsos Tifón, alias Set. Los hicsos, pueblo pastoril no semita, provenían de Armenia o de más allá y descendieron a través de Capadocia, Siria y Palestina hasta Egipto hacia el año 1780 a. de C. Que consiguieran tan fácilmente instalarse en el Egipto septentrional con su capital en Pelusio, en el brazo canópico del delta del Nilo, sólo puede explicarse por una alianza con los habitantes fenicios de Biblos. Esta ciudad, protectorado de Egipto desde tiempos muy primitivos, era la «Tierra de Negu» («Arboles») de la que los egipcios importaban la madera, y en un sello cilíndrico del Imperio Antiguo aparece Adonis, el dios de Biblos, en compañía de la cornuda diosa Luna, Isis, o Hathor, o Astarté. Los habitantes de Biblos, juntamente con los cretenses, se encargaban de los transportes —los egipcios aborrecían el mar— y tenían factorías en Pelusio y otras partes del Bajo Egipto desde tiempos muy primitivos. A juzgar por la leyenda homérica acerca del rey Proteo, los colonos pelasgos más antiguos del delta utilizaban Faros, la isla faro frente a la que luego sería Alejandría, como su isla oracular sagrada. Proteo, el oracular Anciano del Mar, que era rey de Faros y vivía en una cueva —donde Menelao le consultó— tenía el poder de cambiar de forma, como Merddin, Dioniso, Atabirio, Llew Llaw, Periclimeno y todos los héroes solares de la misma clase. Evidentemente Faros era su Isla de Avalón. El hecho de que Apuleyo relacione el sistro de Osiris, utilizado para ahuyentar al dios Set, con Faros indica que a Proteo y Osiris se les consideraba allí como la misma persona. Proteo, según Virgilio, tenía otra isla sagrada, Carpatos, entre Creta y Rodas, pero ése era el Proteo tesalio. Otro Proteo, llamado Preto, era arcadio.

Sería un gran error creer que Faros era una isla sagrada apartada donde sólo vivían los encargados del oráculo: cuando Menelao llegó allí con sus naves entrón en el puerto más grande del Mediterráneo[6]. Gastón Jondet, en Les ports submergés de l’ancienne Ile de Pharos (1916), ha comprobado la existencia allí, inclusive en épocas prehelénicas, de un vasto sistema de obras; portuarias, ahora sumergidas, que superan en extensión; a la isla misma. Consistían en una dársena interior que abarcaba 150 acres y una dársena exterior de más o menos la mitad de ese tamaño, y los macizos malecones, espolones y muelles estaban construidos con piedras enormes, algunas de las cuales pesaban seis toneladas. Esas obras parecen haber sido realizadas hacia el final del tercer milenio a. de C. por obreros egipcios, de acuerdo con planes sometidos a las autoridades locales por arquitectos navales cretenses o fenicios. El amplio desembarcadero situado a la entrada del puerto estaba hecho con bloques sin labrar, algunos de dieciséis pies de longitud, profundamente estriados con un ajedrezado de pentágonos. Como los pentágonos son figuras inconvenientes para el ajedrezado, en comparación con los cuadrados y hexágonos, el número cinco debía tener algún significado religioso importante. ¿Era Faros el centro de un sistema calendario de cinco estaciones?

La isla estaba extrañamente relacionada con los números cinco y setenta y dos a comienzos de la era cristiana: los judíos de Alejandría solían visitar la isla para asistir a un festival anual (¿de cinco días?) y la excusa era que los Cinco Libros de Moisés habían sido traducidos allí milagrosamente al griego por setenta y dos doctores de la Ley (la versión de los Setenta) que habían trabajado durante setenta y dos días para ello, cada uno separado de los demás, y al terminar la tarea se encontraron con que todas sus traducciones coincidían exactamente. Hay algo detrás de este mito. Todos los festivales análogos del mundo antiguo conmemoraban algún tratado o acta de confederación tribal de una época anterior. Sigue siendo oscura la ocasión que se conmemoraba en este caso, a menos que el faraón que se casó con Sara, la diosa madre de la tribu de «Abrahán» que visitó Egipto al final del tercer milenio, fuese el rey-sacerdote de Faros. Si es así, el festival recordaría el casamiento sagrado mediante el cual los antepasados de los hebreos se unieron a la gran confederación de los Pueblos del Mar, cuya base más fuerte era Faros. Los hebreos parecen haber residido continuadamente en el Bajo Egipto durante los dos milenios siguientes, y el significado del festival habría sido olvidado en la época en que el Pentateuco fue traducido al griego.

En la Odisea, que es un romance popular que no depende en absoluto de los detalles míticos, las transformaciones de Proteo son descritas como de león, serpiente, pantera, jabalí, agua, fuego y árbol frondoso. Ésta es una lista miscelánea[7] que recuerda la deliberadamente revuelta de Gwion que comienza con los «Yo he sido». El jabalí es el símbolo del mes G; el león y la serpiente son símbolos de estación; la pantera es un animal mítico medio leopardo y medio león consagrado a Dioniso. Es lástima que Homero no diga cuál es el árbol frondoso; su asociación aquí con el agua y el fuego sugiere el aliso, o el cornejo, consagrado a Proteo, dios del tipo de Bran, aunque en la fábula Proteo queda reducido a un simple guardián de focas al servició del dios Poseidón.

Esquilo llama ogigiano al Nilo, y el gramático bizantino Eustaquio dice que Ogigia fue el nombre primitivo de Egipto. Esto indica que la isla de Ogigia gobernada por Calipso, la hija de Atlas, era en realidad Faros, donde Proteo, alias Atlas o «El Sufriente», tenía un santuario oracular. Faros, dominaba la desembocadura del Nilo, y los marineros griegos hablarían de «navegar Ogigia» más bien que de «navegar a Egipto»; sucede con frecuencia que una pequeña isla utilizada como factoría da su nombre a toda una provincia; Bombay es un ejemplo de ello. Hesíodo llama también ogigianas a las aguas del Estigia, no (como sugieren Liddell y Scott) porque ogigiano significa vagamente «primitivo», sino porque las fuentes estaban en Lusi, la sede de las tres hijas oraculares de Preto, que es al parecer el mismo personaje que Proteo.

Cuando los de Biblos llevaron a Egipto a su dios de la tempestad sirio, el que transformado en jabalí mataba anualmente a su hermano Adonis, el dios que nacía siempre bajo una higuera, lo identificaron con Set, el antiguo dios del desierto egipcio cuyo animal sagrado era el onagro y que anualmente mataba a su hermano Osiris, el dios de la vegetación del Nilo. Eso debe de ser lo que el fenicio Sanchthoniatho, en un fragmento conservado por Filón, quiere decir cuando afirma que los misterios de Fenicia fueron llevados a Egipto. Dice que los dos primeros inventores de la raza humana, Upsouranios y su hermano Ousous, consagraron dos columnas al fuego y el viento, presumiblemente la Jachin y la Boaz que representaban a Adonis, dios del año creciente y del sol recién nacido, y a Tifón, dios del año menguante y de los vientos destructores. Los reyes hicsos, bajo la influencia de Biblos, convirtieron igualmente a su dios de la tempestad en Set, y su nuevo hermano, el Osiris hicso, o Adonis, o Dioniso, hizo una visita de cortesía a su equivalente pelasgo, Proteo, rey de Faros.

En tiempos predinásticos Set debió de ser el jefe de todos los dioses de Egipto, pues el signo de realeza que llevaban todos los dioses dinásticos era el cetro de caña con orejas de asno de Set. Pero había disminuido su importancia antes de que los hicsos revivificaran su culto en Pelusio, y volvió a la oscuridad cuando fueron expulsados de Egipto unos doscientos años después por los faraones de la XVIII Dinastía[8]. Los egipcios lo identificaban con la orejuda constelación Orion, «Señor de las Cámaras del Sur», y «El Aliento de Set» era el viento sur proveniente de los desiertos, el que, como ahora, causaba una oleada de violencia criminal en Egipto, Libia y la Europa meridional siempre que soplaba. El culto del Set de orejas de asno en la Judea meridional está probado por el relato de Apión acerca de la máscara de asno dorada de la edomita Dora tomada por el rey Alejandro Janeo y robada hábilmente mi Jerusalén por un tal Zabidus. El asno aparece en muchas de las anécdotas más obviamente iconotrópicas del Génesis y en los primitivos libros históricos de la Biblia: Saúl elegido rey cuando busca los asnos perdidos de Kish; el asno que estaba con Abrahán cuando se disponía a sacrificar a Isaac; el asno cuya quijada utilizó Sansón contra los filisteos; el asno de Balaán con su voz humana. Además, al tío de Jacob, Ismael, hijo de Agar, con sus doce hijos, se le describe en Génesis, XVI, 12 como un «onagro de hombre». Esto indica una confederación religiosa de trece tribus adoradoras de la diosa del desierto meridional, bajo la dirección de una tribu dedicada a Set. Ismael significa quizás «el hombre amado», el favorito de la diosa.

La leyenda del frigio Midas y las orejas de asno confirma esta asociación de Dioniso y Set, pues Midas, hijo de la Diosa Madre, era devoto de Dioniso. La leyenda es claramente iconotrópica, y a Midas se le ha identificado confiadamente con Mita, rey de los mosquianos, o mushquis, pueblo proveniente de Tracia —originalmente del Ponto— que destruyó el poder de los hititas hacia el año 1200 a. de C., cuando tomaron Pteria, la capital hitita. Mita era un nombre dinástico y se dice que significaba «semilla» en el lenguaje órfico; Herodoto menciona ciertas rosaledas de Midas en el monte Bermios de Macedonia, plantadas antes de la invasión mosquiana del Asia menor. Es probable que su nombre griego moschoi, «hombres terneros», se refiera a su culto del Espíritu del Año como un ternero: un becerro de oro como el que los israelitas pretendían haber sacado de Egipto.

El hecho de que no haya sobrevivido en Egipto ningún recuerdo del año de cinco estaciones coexistente con el de tres estaciones no prueba que no fuese popular entre los devotos de Osiris. En cuanto a eso, no se ha descubierto en Egipto absolutamente ningún registro oficial de la construcción, ni siquiera de la existencia, del puerto de Faros, aunque dominaba las bocas del Nilo, controlaba los términos del sudeste de las rutas marítimas del Mediterráneo y estuvo en uso activo durante por lo menos mil años. El culto de Osiris era la religión popular en el Delta desde los tiempos predinásticos, pero no tenía una posición oficial. Los textos y los registros gráficos egipcios son notorios por su supresión o tergiversación de las creencias populares. Hasta el Libro de los Muertos, que pasa por ser popular, expresa raras veces las verdaderas creencias de las masas devotas de Osiris: los sacerdotes aristócratas de la Iglesia Establecida habían comenzado a corromper el mito popular en una fecha tan temprana como el año 2800 a. de C. Uno de los elementos más importantes del osirianismo, el culto de los árboles, no fue oficializado hasta alrededor del año 300 a. de C., bajo; el gobierno de los Tolomeos macedonios. En el Libro de los Muertos han sido suprimidas iconotrópicamente muchas creencias primitivas. Por ejemplo, al final de la: Duodécima Hora de Oscuridad, cuando la nave solar: de Osiris se acerca a la última entrada del Otro Mundo antes de su reaparición a la luz del día, se representa al dios inclinado hacia atrás en la forma de un aro, con las manos en alto y los dedos de los pies tocando la parte trasera de la cabeza. Se explica esto como «Osiris, cuyo circuito es el Otro Mundo», lo que significa que al adoptar esa postura acrobática está definiendo el Otro Mundo como una región circular detrás del anillo de montañas que rodea al mundo ordinario, y haciendo así a las Doce Horas análogas a los Doce Signos del Zodiaco. Aquí una ingeniosa idea sacerdotal se ha superpuesto claramente a una imagen popular anterior: Osiris apresado por su rival Set y atado, como Ixión o Cuchulain, con el lazo quíntuple que unía las muñecas, el cuello y los tobillos. «Osiris cuyo circuito es el Otro Mundo», es también la manera económica de identificar al dios con la serpiente Ofión, enroscada alrededor de la tierra habitable, un símbolo de la fertilidad universal que sale de la muerte.

El «Ercwlf» (Hércules) de Gwion utilizó evidentemente el año de tres estaciones cuando puso en orden sus «cuatro pilares de la misma altura», el Boibel-Loth:

Las vocales representan los cinco días adicionales, el portal del año, y el dintel y los dos pilares representan cada uno 120 días. Pero la Q y la Z no tienen meses propios en el Beth-Luis-Nion y su ocurrencia como períodos de veinticuatro días en la segunda parte del año del Boibel-Loth hace a Tinne, y no a Duir, como en el Beth-Luis-Nion, la letra central, es decir la gobernante; Tinnus o Tannus se convierte en el dios principal, como en Etruria y en la Galia druídica. Es sencilla la transición desde esta figura a la ordenación en forma de disco:

Como 8 es el número sagrado del mes de Tinne —y en el calendario de la Roma imperial el mes gobernante era también el octavo, llamado Sebastos («Sagrado») di Augustus— así también el período de ocho días rige el calendario. En realidad, Tannus desaloja a su mellizo roble Durus, y parece hacerle un gran favor —el mismo favor que hizo a Atlas el Hércules Celestial— al aliviarlo de su carga tradicional. Los mellizos estaban yal vinculados con el número 8 a causa de su reinado del ocho años, fijado (como hemos visto) por la aproximación en cada centésima lunación del tiempo lunar y el solar. Que un calendario de esta clase era utilizado en la Irlanda antigua lo indican numerosos Círculos del Sol antiguos que consisten en cinco piedras qué rodean a un altar central; y la antigua división del país en cinco provincias —Ulster, las dos Munster, Leinster y Connaught— que se reunían como en un punto central en; lo que es ahora West Meath, señalado por una Piedra de Divisiones. (Los dos Munster se habían unido ya en la época del rey Tuathal el Aceptable, que reinó desde; 130 hasta 160 d. de C.; tomó un pedazo de cada una de las cuatro provincias para formar su dominio central de Meath.) Y hay una clara referencia a este calendario en la Saltair na Rann irlandesa del siglo X d. de C., donde se describe la Ciudad Celestial, con quince murallas, ocho puertas y setenta y dos clases diferentes de frutos, en los huertos cercados.

Ahora bien, se ha demostrado que el dios Bran poseía un secreto alfabético antes de que Gwydion, con la ayuda de Amathaon, se lo robara en la Batalla de los Arboles durante la primera invasión belga de Britania; que existían estrechos vínculos religiosos entre los pelasgos y la Britania de la Edad del Bronce, y que los pelasgos utilizaban un alfabeto de la misma clase que los de los árboles británico, y que los árboles de éste provenían del norte del Asia Menor.

Como se podía esperar, el mito que relaciona a Cronos, el equivalente de Bran, con un secreto alfabético sobrevive en muchas versiones. Concierne a los Dáctilos (dedos), cinco seres creados por la Diosa Blanca Rea, «mientras Zeus era todavía un infante en la Cueva Dictea», para que sirviera a su amante Cronos. Cronos llegó a ser el primer rey de la Elide, donde, según Pausanias, se rendía culto a los Dáctilos con el nombre de Heracles, Peonio, Epímedes, Jasio e Idas, o Aces-Idas. También se les adoraba en Frigia, Samotracia, Chipre, Creta y Éfeso. Diodoro cita a historiadores cretenses según los cuales los Dáctilos hacían encantamientos mágicos que causaron gran agitación en Samotracia, y Orfeo (que empleaba el alfabeto pelasgo) era su discípulo. Se les llama padres de los Cabiros de Samotracia y se dice que su sede original era Frigia o Creta. También están asociados con los misterios de la herrería y Diodoro los identifica con los Curetes, tutores del infante Zeus y fundadores de Cnossos. Sus nombres en la Elide coinciden exactamente con los dedos. Heracles es el pulgar fálico; Peonio («liberador del mal») es el dedo índice venturoso; Epimedes («el que piensa demasiado tarde») es el dedo del corazón o del tonto; Jasio («curador») es el dedo médico; Idas («el del monte Ida», morada de Rea) es el meñique oracular. La sílaba Acer significa que evitaba la mala suerte, y el sauce órfico, el árbol perteneciente a la punta del meñique, crecía a la entrada de la Cueva Dictea, a la que, tal vez por eso, se la llamaba también Cueva Idea.

El escoliasta alejandrino de Apolonio de Rodas cita los nombres de tres de los Dáctilos como Acmón («yunque»), Damnameneo («martillo») y Celmis («fundidor»). Éstos son probablemente los nombres del pulgar y los dos, primeros dedos, utilizados en la bendición frigia (o «latina»), pues las nueces se parten apretándolas entre el pulgar y el índice; y el dedo del medio basado en la U, la vocal de la sexualidad, conserva todavía su antigua reputación de obscenidad como fundidor de la pasión femenina. En la Edad Media se le llamaba digitus impudicas u obscenus porque, según el médico del siglo XVII Isbrand de Diernetbroek, se utilizaba «para señalar a los hombres que incurrían en infamia o escarnio» como señal de que no habían sabido conservar el afecto de sus esposas. Apolonio sólo había mencionado dos Dáctilos por su nombre: Titias y Cilenio. He demostrado que Cilén (o Cilenio) era hijo de Elate, «Artemisa del abeto»; de modo que el dáctilo Cilenio tiene que haber sido el pulgar, que se basa en la letra del abeto, A. Y Titias era rey de Mariandine en Bitinia, donde Hércules robó el perro y le dio muerte en unos juegos fúnebres. Algunos mitógrafos hacen a Titias padre de Mari andino, fundador de la ciudad. Como Hércules era el dios del año creciente que comienza con A, el pulgar, se deduce que Titias era el dios del año menguante, que comienza con U, el dedo del tonto, el tonto que mataba Hércules en el solsticio hiemal. El nombre Titias es, al parecer, una repetición de la letra T que pertenece al dedo del medio, e idéntico al del gigante Titios al que Zeus mató y envió al Tártaro.

Aquí se plantea un claro problema de lógica poética: si el dáctilo Cilenio es un alias de Hércules, y Hércules es el pulgar, y Titias el dedo del medio, sería posible descubrir en el mito de Hércules y Titias el nombre del dedo intermedio, el índice, para completar la tríada utilizada en la bendición frigia. Puesto que la serie numérica Heis, Duo, Treis, «uno, dos, tres», corresponde en griego, latín y goidélico antiguo a la serie de letras H.D.T. representada por las coyunturas superiores de los Dáctilos utilizados en esta bendición, es probable que el nombre que falta comience con D y tenga una referencia al uso o a las asociaciones religiosas del dedo. La solución parece ser «Dascilos». Según Apolonio, era rey de los mariandinos y presidió los juegos en los que Hércules mató a Titias. Pues este dedo se llama índice y Dascilos significa «el pequeño indicador», en griego didasco y en latín disco. Los presidentes de los juegos atléticos lo empleaban para hacer una advertencia solemne contra el juego sucio. La raíz Da de la que se deriva Dascilos es también la raíz de la palabra indogermana que significa trueno, apropiada para la D como la letra del dios del roble y el trueno. Dascilos era padre e hijo al mismo tiempo de Licaón (lobo); el lobo se relaciona estrechamente con el culto del roble.

Esta argumentación puede ser ampliada. En el capítulo IV se ha dicho que Pitágoras era un pelasgo de Samos que concibió su doctrina de la transmigración de las almas como consecuencia de un viaje al extranjero. Según su biógrafo Porfirio, fue a Creta, la sede de la doctrina órfica más pura, para que lo iniciaran los Dáctilos idéanos. Éstos lo purificaron ritualmente con un rayo, es decir que simularon matarlo con un aerolito o con un hacha neolítica confundida popularmente con un rayo, después de lo cual permaneció toda la noche tendido de bruces a la orilla del mar cubierto con lana de cordero negro; luego pasó «tres veces nueve días y noches santificados en la Cueva Ideana»; y finalmente salió de ella para la iniciación. Probablemente bebió entonces la acostumbrada copa órfica de leche de cabra y miel al amanecer (la bebida del Zeus cretense nacido en esa misma cueva) y lo enguirnaldaron con flores blancas. Porfirio no dice cuándo sucedió todo eso exactamente, salvo que Pitágoras vio que Zeus decoraba anualmente el trono con flores; lo que indica que los veintiocho días transcurridos entre su muerte por el rayo y su resurrección con la leche y la miel eran el mes R de veintiocho días, el mes de la muerte regido por el aliso o el mirto; y que Pitágoras renacía en el festival del solsticio de invierno como una encarnación de Zeus, una especie de Papa o de Aga Khan órfico, y pasaba por la habitual transformación mimetica: toro, halcón, mujer, león, pez, serpiente, etcétera. Esto explicaría los honores divinos que se le tributaban posteriormente en Crotona, donde el culto órfico estaba firmemente establecido; y también los que se tributaban a su sucesor Empédocles, quien pretendía haber pasado por esas transformaciones rituales. Los Dáctilos son aquí claramente los Curetes, los sacerdotes danzantes del culto de Rea y Cronos, preceptores del infante Zeus en el calendario alfabético pelasgo, el Beth-Luis-Nion, cuya serie de árboles había sido llevada a Grecia y las islas del Egeo desde Paflagonia por la Mariandine bitinia y Frigia, y armonizada allí con él principio alfabético creado en Creta por «Palamedes». Por razones climáticas el canon de árboles que enseñaron los Dáctilos cretenses tiene que haber sido distinto, del de Frigia, Samotracia y Magnesia; en Magnesia se, recordaba a los cinco Dáctilos como un solo personaje, y el pelasgo Quirón («la Mano»), hijo de Cronos y Filira (Rea) instruyó sucesivamente a Hércules, Aquiles, al héroe Jasón y otros muchos reyes sagrados.

Parece, no obstante, que Pitágoras[9], después de dominar el Beth-Luis-Nion, descubrió que el calendario del Boibel-Loth, basado en un año de 360 + 5 días, y no en el año de 364 + 1 días del Beth-Luis-Nion, se ajustaba mucho mejor que el Beth-Luis-Nion a sus profundas especulaciones filosóficas acerca de los tetrácticos sagrados, los cinco sentidos y elementos, la octava musical y el Ogdoad.

Pero ¿por qué era necesario alterar el alfabeto y el calendario para hacer del 8 el número importante más bien que del 7? El alfabeto de Simónides, como se ha visto, fue aumentado a 3 x 8 letras; tal vez era para que se cumpliera la siniestra profecía, corriente en la Grecia clásica, de que Apolo estaba destinado a castrar a su padre Zeus con la misma hoz con que Zeus había castrado a su padre Cronos y que se guardaba en un templo de la isla en forma de hoz de Drepane («hoz»), ahora Corfú. Hasta donde el dios supremo de los druidas era un dios solar, el cumplimiento de esta profecía se ponía de manifiesto todos los años con la castración ritual del roble sagrado por medio del desmoche del muérdago, el principio procreador, con una hoz de oro, pues el oro era el metal consagrado al Sol. El siete era el número sagrado de la semana, gobernada por el Sol, la Luna y los cinco planetas. Pero el ocho estaba consagrado al Sol en Babilonia, Egipto y Arabia, porque el 8 es el símbolo de la repetición: 2x2x2. De aquí el ampliamente distribuido disco solar regio con una cruz de ocho brazos, como una versión simplificada del escudo de Britania; y de aquí las tortas de cebada utilizadas en los sacrificios y cocidas de acuerdo con el mismo modelo.

Ahora examinemos la famosa cita por Diodoro del historiador Hecateo (siglo VI a. de C.):

Hecateo, y algunos otros, que tratan de historias o tradiciones antiguas, dan la siguiente información: «Frente a la costa de la Galia Céltica hay en el océano una isla, no menor que Sicilia, situada al norte, que está habitada por los hiperbóreos, llamados así porque viven más allá del Viento Norte. Esta isla tiene una temperatura agradable, una tierra fértil y es fecunda en todo, y da sus productos dos veces al año. La tradición dice que nació allí Latona, y por esta razón los habitantes veneran a Apolo más que a cualquier otro dios. Son, en cierto modo, sus sacerdotes, pues lo celebran a diario con continuos cantos de elogio y le rinden abundantes honores.

En esta isla hay un soto (o recinto) magnífico de Apolo, y un templo notable de forma redonda, adornado con muchas donaciones consagradas. Hay también una ciudad, consagrada al mismo Dios, la mayoría de los habitantes de la cual son arpistas que tocan continuamente sus arpas en el templo y cantan himnos al Dios, ensalzando sus acciones. Los hiperbóreos hablan un dialecto peculiar y sienten un notable afecto por los griegos, especialmente por los atenienses y los delianos, derivando su amistad de períodos remotos. Se dice que algunos griegos visitaron antaño a los hiperbóreos, a quienes entregaron objetos sagrados de gran valor, y también que en la Antigüedad Abaris, trasladándose de los hiperbóreos a Grecia, renovó el intercambio familiar con los delianos.

También se dice que en esta isla la luna aparece muy cerca de la tierra, que ciertas eminencias de forma terrestre se ven claramente en ella, que Apolo visita la isla una vez cada diecinueve años, período en el que las estrellas completan sus revoluciones, y que por esta razón los griegos distinguen al ciclo de diecinueve años con el nombre de “el gran año”. Durante la estación en que aparece el Dios toca el arpa y danza todas las noches, desde el equinoccio vernal hasta la salida de las Pléyades, complacido con sus propios triunfos. La suprema autoridad de la ciudad y el recinto sagrado están a cargo de los llamados Boreades, que son descendientes de Bóreas, y sus gobiernos han sido transmitidos ininterrumpidamente por esa línea.»

Al parecer, Hecateo atribuía a los hiperbóreos pre-belgas el conocimiento del ciclo de 19 años para igualar el tiempo solar con el lunar, lo que implica una intercalación de 7 meses al final. Este ciclo no fue adoptado fe oficialmente en Grecia hasta alrededor de un siglo después de la época de Hecateo. Como «número áureo» que reconcilia el tiempo solar con el lunar se puede deducir el 19 del calendario Beth-Luis-Nion de trece meses que contiene catorce estaciones solares (a saber, el primer día de cada mes y el día adicional) y cinco estaciones lunares. Probablemente era en honor de este Apolo (Beli) por lo que los mayores círculos le piedra de la región de Penzance en Cornualles se comí ponían de 19 pilares y a Cornualles le llamaban Belerium. Hay evidentemente alguna base para la leyenda de que el hiperbóreo Abaris instruyó a Pitágoras en la filosofía. Parecería que la gente de la Edad del Bronce (que importó los abalorios egipcios en la llanura de Salisbury desde la efímera capital de Akhenaton, la Ciudad del Sol, en Tell Amarna, hacia el año 1350 a. de C.) había refinado su astronomía en la llanura de Salisbury e inclusive anticipado la invención del telescopio. Como, según Plinio, el año céltico comenzaba en su época en julio (lo mismo que el ateniense) la afirmación de que el país producía dos cosechas, una al comienzo y otra al final del año, es comprensible. La cosecha de heno se haría en el año viejo y la de grano en el nuevo.

El Señor de la Semana de Siete Días era «Dis», el dios trascendental de los hiperbóreos cuyo nombre secreto le fue revelado a Gwydion. ¿No hemos dado ya con el secreto? ¿No revelaban el nombre las siete vocales del umbral, grabadas con tres veces nueve muescas sagradas leídas en el sentido en que se mueve el sol?

O, en letras romanas

JIEVOAŌ

Si es así, el vínculo entre Britania y Egipto es evidente: Demetrio, el filósofo alejandrino del siglo I a. de C., después de examinar en su tratado Sobre el estilo la elisión de vocales y el hiato, y de decir que «con la elisión el efecto es más desvaído y menos melodioso», da el siguiente ejemplo de la ventaja del hiato:

En Egipto los sacerdotes cantan himnos a los dioses pronunciando en; sucesión las siete vocales, el sonido de las cuales produce una Suerte impresión musical en sus oyentes, como si se empleara la flauta y la lira. Prescindir del hiato sería suprimir por completo la melodía y armonía del lenguaje. Pero tal vez, sea mejor que no trate detalladamente este tema en el presente contexto.

No dice de qué sacerdotes se trataba o a qué dioses se dirigían, pero se puede suponer que eran los dioses de la semana de siete días, entre ellos un solo dios trascendente, y que el himno contenía las siete vocales que aportó Simónides al alfabeto griego y a las que se atribuía un efecto terapéutico.

Cuando el Nombre quedó revelado, Amathaon y Gwydion instituyeron un nuevo sistema religioso, y un nuevo calendario, y nuevos nombres de las letras, e instalaron al Perro, el Corzo y el Avefría como guardianes, no del Nombre viejo, que habían adivinado, sino del nuevo. El secreto del nuevo Nombre parece relacionarse con la sustitución del sagrado número 7 por el sagrado número 8, y con la prohibición de las letras F y H en el uso alfabético ordinario. ¿Era que al Nombre se le dieron 8 letras en vez de 7? Sabemos por la información de Higinio que Simónides agregó Omega (O larga) y Eta (E larga) a las siete letras originales AOUEIFH, inventadas por las Parcas, o, «según dicen algunos, por Mercurio», y que también suprimió la H aspirada del alfabeto otorgando su carácter a Eta. Si hizo eso por razones religiosas, el óctuple Nombre de Dios, que contenía la Digamma F (V) y la H aspirada —el Nombre Altísimo que dio a Gwion su sensación de poder y autoridad— era tal vez:

JEHUOVAŌ

pero deletreado, por razones de seguridad, así:

JEBUOTAŌ

Tiene, ciertamente, un sonido augusto que les falta a «Iahu» y «Jahweh», y si lo interpreto bien, será «la óctuple Ciudad de la Luz», en la que se decía que residía la «Palabra», que era Thoth, Hermes, Mercurio, y, para los gnósticos, Jesucristo. Pero las Parcas habían inventado antes la F y la H. ¿Por qué?

JIEVOAŌ, la forma anterior de siete letras, recuerda las muchas conjeturas acerca del «Nombre Bendito del Santo de Israel» que hacían los doctos, sacerdotes y magos en la Antigüedad. Éste era un nombre que sólo podía pronunciar el Sumo Sacerdote, una vez al año y en voz baja, cuando iba al Santo de los Santos, y que no podía ser escrito. ¿Cómo, pues, era transmitido el Nombre de un Sumo Sacerdote a otro? Evidentemente, por medio de la descripción del procedimiento alfabético que lo revelaba. Josefo pretendía conocer el Nombre, aunque no podía haberlo oído pronunciar ni visto escrito nunca. Los presidentes de las academias fariseas también pretendían conocerlo. Clemente de Alejandría no lo conocía, pero suponía la existencia de un IAOOUE original —que se encuentra en papiros mágicos judeo-egipcios, «Zeus Tronante, rey Adonai, Señor Iaooue»— que se extendía también a IAOUAI y IAOOUAI. La fórmula oficial desfigurada, JEHOWIH, o JEHOWAH, escrita abreviadamente JHWH, indica que en la época de Jesús los judíos habían adoptado ya el Nombre revisado. Los samaritanos lo escribían IAHW y lo pronunciaban IABE. La conjetura de Clemente es, por supuesto, muy admisible, porque I.A.O.OU.E es el nombre que forman las vocales del año de cinco estaciones comenzando a principios de invierno, cuando se inicia el año agrícola[10]. El nombre que enseñaban en las academias es probable que fuera uno complicado de 42 o 72 letras. De ambas formas trata el Dr. Robert Eisler en el volumen dedicado al jubileo del Gran Rabino de Francia en La Revue des Etudes Juives. Ya se ha tratado del misterio del calendario de 72 letras; el de las 42 pertenece al sistema Beth-Luis-Nion[11].

En el capítulo IX se cita al escritor Eliano del siglo III como habiendo dicho que los sacerdotes hiperbóreos iban regularmente al Tempe. Pero si su viaje tenía que ver con Apolo, ¿por qué no iban al santuario más importante de Delfos? Tempe, la sede anterior de Apolo, se halla en el valle del Peneo, entre los montes Osa y Olimpo, y parece haberse convertido en el centro de un culto de un dios pitagórico que participaba de las naturalezas de todos los dioses olímpicos. Sabemos algo acerca de los misterios de ese culto porque Cipriano, un obispo de Antioquía en el siglo III, fue iniciado en ellos cuando tenía quince años. Como recuerda en su Confesión, lo llevaron al monte Olimpo, donde lo retuvieron durante cuarenta días, y siete mistagogos le enseñaron el significado de los sonidos musicales y las causas del nacimiento y la decadencia de las hierbas, los árboles y los cuerpos. Tuvo una visión de troncos de árboles e hierbas mágicas, vio la sucesión de las estaciones y sus cambiantes representantes espirituales, juntamente con los séquitos de varios dioses, y observó las dramáticas actividades de demonios en pugna. En un papiro mágico egipcio publicado por Parthey en 1866 se establece una estrecha relación entre esta instrucción semejante a la druida y el misticismo esenio en los siguientes versos:

Ven el primero, ángel del gran Zeus IAO (Rafael),

y tú también, Miguel, que posees el Cielo (gobiernas los planetas),

y tú Gabriel, el arcángel del Olimpo.

Gabriel, como se ha demostrado, era el equivalente hebreo de Hermes, el heraldo y mistagogo oficial del monte Olimpo.

¿Era Stonehenge el templo de Apolo el Hiperbóreo? El plano de Stonehenge parece un espejo redondo con un mango: un terraplén redondo al que se entraba por una avenida, cercado con un templo de piedra circular. El anillo de piedras exterior del templo formaba en otro tiempo un círculo continuo de treinta arcos, construidos con enormes piedras labradas: treinta pilares y treinta dinteles. El círculo encerraba una elipse, interrumpida en un extremo de modo que parecía una herradura y se componía de cinco dólmenes separados, cada uno de dos pilares y un dintel, construido con piedras enormes del mismo tamaño. Insertada entre el círculo y la herradura había una hilera de treinta pilares mucho menores; y dentro de la herradura otra de quince pequeños pilares análogos dispuestos en cinco grupos de tres para que correspondiesen a los cinco dólmenes.

Tal vez más que una herradura de caballo era del asno por lo estrecha. Si Stonehenge era el templo día Apolo y si Píndaro, en su Décima Oda Pítica, se refiere a los mismos hiperbóreos que Hecateo, tuvo que ser una herradura de asno, pues Píndaro dice que Apolo era adorado por los hiperbóreos a la manera de Osiris o Dioniso, cuyo triunfo sobre su enemigo Set, el dios asno, era celebrado con el sacrificio de un centenar de asnos al mismo tiempo. Pero es evidente que a mediados del siglo V a. de C. la relación entre los griegos y los; hiperbóreos se había interrumpido hacía mucho tiempo, probablemente porque las tribus belgas se habían apoderado de los accesos a Britania.

Se puede demostrar que Píndaro se equivoca en su Tercera Oda Olímpica cuando hace que Hércules vaya a las fuentes del Ister para traer de vuelta a Olimpia el olivo silvestre (acebuche) de los hiperbóreos servidores de Apolo. Sabemos por otras fuentes que lo que fue a buscar fue el álamo blanco, y no el olivo, que era cultivado en Grecia desde hacía siglos y que no es nativo del alto Danubio; la relación del álamo con el ámbar, que provenía del Báltico por el Danubio e Istria, y que estaba consagrado a Apolo, ya ha sido anotada. El error de Píndaro obedece a una confusión del Hércules que llevó el álamo desde el Epiro con el Hércules anterior que llevó el olivo de Libia a Creta. Dice en la Décima, Oda Pítica:

Ni a pie ni en barca en lo posible cabe
del Hiperbóreo ver la tierra oscura.
Sólo Perseo consumó la empresa
de entrar de aquella gente a los hogares.
Cien jumentos sin tacha en los altares
los vio inmolar, y se sentó a su mesa.
Deleitan sus festines y canciones
a Apolo, que leí fue siempre propicio,
le hacen reír, al ver el sacrificio,
del lozano animal las contorsiones.
A aquel pueblo la Musa no es extraña;
doquier se miran coros de doncellas
y mancebos, girar en danzas bellas
que la flauta o la cítara acompaña.
De dorado laurel ciñen la frente;
se gozan en opíparos convites;
ignoran de la guerra los embites;
nunca los hiere Némesis furente.
Sagrada raza, ni vejez la enerva,
ni de dolencias víctima decae;
impertérrito el hijo de Danae
allí arribó, llevado por Minerva.
La cabeza del tronco separada,
de la Gorgona audaz mostró a la isleña
criminal gente, que trocóse en peña
al verla de serpientes erizada[12].

Píndaro parece equivocarse respecto de la gorgona y de las coronas de laurel, consagrado a Apolo solamente en el sur; y como no nos dice en qué estación se hacía el sacrificio, no podemos saber de qué planta eran las coronas. Si era a mediados del invierno, tienen que haber sido de aliso; en todo caso los asnos se relacionan en el folklore europeo, especialmente el francés, con las Saturnales del solsticio hiemal, a la clausura de las cuales el dios de orejas de asno, más tarde el Tonto de Navidad, era muerto por su rival. Esto explica la de otro modo inexplicable relación de los asnos y los tontos en Italia así como en la Europa septentrional, pues los asnos son animales más inteligentes que los caballos. Que existía un culto del asno en Italia en los tiempos primitivos lo indican los distinguidos nombres de clan romanos Asina y Asellus, que eran plebeyos, no patricios; los patricios eran una aristocracia inmigrante adoradora del caballo proveniente del Oriente que esclavizó a los plebeyos. El uso del acebo en las Saturnales italianas confirma esta teoría: el acebo era el árbol del dios asno, como el roble era el árbol de su mellizo el buey cimarrón que se hizo predominante en la Roma patricia.

Plutarco, en su Isis y Osiris, dice: «De cuando en cuando, en ciertas festividades (los egipcios), humillaban el poder debilitado de Set, tratándolo malignamente, hasta el punto de hacer rodar a hombres de color tifónico por el lodo y de arrojar asnos por un precipicio». Por «ciertas festividades», quiere decir sin duda la celebración de la victoria del divino niño Harpócrates sobre Set en las Saturnales egipcias. En consecuencia Set, el asno pelirrojo, llegó a significar la lujuria física, a la que se daba rienda suelta en las Saturnales, y que repudiaban los iniciados purificados; en realidad, el espíritu como jinete y el cuerpo como asno son ahora conceptos cristianos legítimos. La metamorfosis de Lucio Apuleyo en asno debe ser entendida en este sentido: era su castigo por haber rechazado el buen consejo de su parienta bien educada Byrrhaena y haber intervenido deliberadamente en el culto erótico de Tesalia. Sólo después de haber pronunciado, su de profundis a la Diosa Blanca (citado al final del capítulo IV) fue liberado de su vergonzoso estado y aceptado como iniciado en sus puros misterios órficos. Así también, cuando Cárite («Amor espiritual») volvía a casa de la cueva de los ladrones, castamente triunfante a lomos de un asno, Lucio se había burlado de ello como de un acontecimiento extraordinario: a saber, que una muchacha pudiera dominar sus deseos físicos a pesar de todos los peligros y ataques. La degradación órfica del asno explica un pasaje de Las ranas de Aristófanes que, como señala J. E. Harrison, está situado en un infierno completamente órfico. Caronte pregunta: «¿Quién viene del país de las miserias y cuidados a los campos de reposo y del Leteo, a trasquilar la lana de los asnos, a la morada de los Cerberos, a los infiernos y al Ténaro, el lugar de los cuervos?» El lugar de los cuervos era evidentemente la morada infernal de Set-Cronos a la que los griegos enviaban a sus enemigos con la imprecación «¡Vete a los cuervos!», y el trasquileo de los asnos se refería al lugar donde los criminales peludos con pecados eran esquilados en el alma. El caballo era un animal puro para los órficos, así como el asno era impuro, y la continuación de esta tradición en Europa se pone muy de manifiesto en España, donde caballero significa gentilhombre y donde a ningún hijo de caballero se le permite cabalgar en un asno, ni siquiera en una emergencia, para que no pierda su clase social. La antigua veneración de los españoles no nobles por el asno se pone de manifiesto en la palabra carajo, el gran soporte de sus juramentos, que se emplea indistintamente como sustantivo, adjetivo, verbo o adverbio; su propósito es evitar la aojadura, o la mala suerte, y tanto mejor cuanto con más frecuencia se le puede introducir en un juramento. Tocarse el falo, o un amuleto en forma de falo, es la manera establecida de evitar la aojadura, y carajo significa «falo de asno»; con ello se apela al funesto dios Set, cuyo falo rutilante aparece en la constelación Orion, para reprimir su ira.

Los grandes dólmenes de Stonehenge, todos de piedra local, parecen haber sido erigidos para dar importancia a las piedras menores, que fueron colocadas en sus puestos poco después de haberlo sido aquellos, y al macizo altar de piedra que se halla en el centro. Se ha sugerido que las piedras menores, de las que se sabe que fueron transportadas desde los montes Prescelly en el condado de Pembroke, estaban dispuestas originalmente en otro orden, que modificó la gente que erigió las grandes. Esto es probable, y es notable que esas piedras importadas no fueran labradas hasta que se las volvió a erigir en Stonehenge. La piedra del altar también fue transportada desde la misma región, probablemente desde Milford Haven. Como este transporte se hizo unos mil años antes de la invasión belga, es evidente por lo menos que Gwydion no fue el autor de la construcción.

El plano de los cinco dólmenes corresponde exactamente al alfabeto de discos, puesto que hay una ancha brecha entre los dos que se alzan más cerca de la avenida (como la brecha que contiene los cinco días sagrados del año egipcio o etrusco) y entre la brecha y la: avenida se alza un grupo de cuatro piedras sin labrar más pequeñas que corresponden a los grupos de tres piedras en la herradura interior, pero con una brecha en el centro; y muy atrás, en la avenida misma, la gran piedra «Talón» no labrada era la quinta y central. Esto no es suponer que Stonehenge fue construido para que se ajustase al alfabeto de discos. El calendario puede haber precedido al alfabeto en algunos siglos. Lo único que parece claro es que la fórmula alfabética griega que da al Boibel-Loth los nombres de sus letras es por loi menos uno o dos siglos anterior al año 400 a. de C., fecha en que se libró en Britania la Batalla de los Arboles.

La fórmula es sencilla. El dios solar de Stonehenge era el Señor de los Días, y los treinta arcos del círculo exterior y los treinta pilares del círculo interior representaban los días del mes egipcio ordinario; pero el secreto que encerraban esos círculos era que el año solar se dividía en cinco estaciones, cada una de las cuales se dividía a su vez en tres períodos de veinticuatro días, representados por las tres piedras de los dólmenes, y cada uno de éstos en tres ogdoadas, representadas por los tres pilares menores situados frente a los dólmenes. Pues el círculo estaba situado de tal modo que al amanecer del solsticio estival el sol se levantaba exactamente al final de la avenida en línea vedada con el altar y la piedra Talón; del par sobreviviente de las cuatro piedras no labradas una marca la salida del sol en el solsticio hiemal y la otra su puesta en el solsticio estival.

Pero ¿por qué la piedra del altar y las verticales fueron transportadas desde el sur de Gales? Probablemente para destruir el poder religioso de la diosa de la Muerte del condado de Pembroke —la Annwm precéltica, como hemos visto, estaba en Pembroke— trasladando sus piedras no labradas más sagradas y volviendo a erigirlas, labradas, en la llanura. Según Geoffrey de Monmouth, el que hizo eso fue Merlín. Geoffrey, quien equivocadamente fecha el acontecimiento en la época de Hengjst y Horsa, dice que Merlín obtuvo las piedras en Irlanda, pero la tradición se refiere tal vez a la Tierra de Erin; y Erin, o Eire o Etiu, era una diosa del Destino pre-celta que dio su nombre a Irlanda. «Erin», explicado habitualmente como el dativo del nombre de Eriu, puede ser la Triple Diosa del Destino griega «Erinia», a la que conocemos como las Tres Furias. El ámbar encontrado en los túmulos de las cercanías de Stonehenge es en su mayor parte rojo, no dorado, como el encontrado en la costa fenicia.

El 72 sería el principal número canónico en Stonehenge: los setenta y dos días de la estación del solsticio estival. El 72 era el número más grandioso del Sol: ocho, multiplicado nueve veces por la fértil Luna. La Luna era Latona, la madre del Apolo hiperbóreo, y ella B decidía la duración del reinado del rey sagrado. La concurrencia aproximada de los tiempos solar y lunar una vez cada diecinueve años —19 revoluciones del Sol y 235 lunaciones— determinaba que Apolo se volviera a K casar y coronar cada decimonono año en el solsticio de la primavera, cuando guardaba un asueto de siete meses en honor de la Luna. El número 19 es conmemorado en Stonehenge en diecinueve huecos dispuestos en S semicírculo en el sudeste del círculo de arcos[13]. El destino del viejo rey era quizás el de Aarón y Moisés, vagamente insinuado en el Éxodo, y el de Dioniso en Delfos: ser despojado y desmembrado por su sucesor K y, una vez reunidos los pedazos, ser enterrado secretamente en un arca con la promesa de una eventual y gloriosa resurrección.

Stonehenge se data ahora generalmente entre los años 1700 y 1500 a. de C. y se considera obra de invasores dolicocéfalos de la Edad del Bronce. Las piedras están tan diestramente cortadas y unidas que un arqueólogo responsable, G. F. Kendrick, del Museo Británico, sugiere que no fueron colocadas en su puesto hasta la época de los belgas; pero la explicación más probable es que los arquitectos habían estudiado en Egipto o en Siria.

Si por consiguiente el dios de Stonehenge era primo de Jehová del Tabor y el Sión, uno esperaría encontrar las mismas prohibiciones sobre la comida o la matanza de ciertos animales observadas en Palestina y en la antigua Britania, prohibiciones que son mucho más fáciles de observar que el dogma. Esta proposición se comprueba sencillamente investigando si los animales comestibles pero prohibidos en el Levítico, que son naturales de los dos países, estaban prohibidos en Britania. Hay solamente dos de esos animales, el cerdo y la; liebre, pues el «conejo» del Levítico no es el conejo británico, sino el hyrax, un animal peculiar de Siria y consagrado a la Diosa Triple a causa de sus dientes triangulares y sus camadas de tres. Tanto la liebre, como el cerdo estaban prohibidos en la antigua Britania: conocemos la prohibición de la liebre por Plinio; y que la liebre era un animal regio lo prueba la leyenda de la liebre tomada por Boadicea en una batalla. Los campesinos de Kerry siguen detestando la carne de liebre; dicen que comerla es comer a su propia abuela. La liebre era sagrada, supongo, porque es muy veloz, muy prolífica —inclusive concibe, según Herodoto, cuando está ya preñada— y se aparea públicamente sin turbarse, como la tórtola, el perro, el gato y el picto tatuado. La posición de la constelación Liebre debajo de Orion indica que también era sagrada en la Grecia pelasga. El cerdo era asimismo sagrado en Britania, y la prohibición de comerlo sobrevivió hasta hace poco tiempo en Gales y Escocia; pero como en Egipto, y según Isaías entre los cananeos de Jerusalén, esta prohibición se interrumpía una vez al año en el solsticio hiemal con una fiesta de los cerdos, la Festividad de la Cabeza del Verraco. La prohibición del pescado, parcial en el Levítico, era total en Britania y entre el sacerdocio egipcio y tiene que haber sido muy incomoda. Sobrevivió en parte de Escocia hasta tiempos recientes. Las prohibiciones de aves, ya mencionadas al hablar del avefría como comunes a Britania y Canaán, son numerosas. La marsopa (mal traducida como «tejón»), con cuya piel estaba hecha la funda del Arca de la Alianza, ha sido siempre uno de los tres «peces» regios de Britania; los otros eran la ballena —el primer ser viviente creado por Jehová, y «ballena» incluye al narval— y el esturión, que no se da en el Jordán pero era sagrado en la Grecia pelasga y Escitia. Según Eliano, los pescadores que pescaban un esturión se enguirnaldaban a sí mismos y a sus embarcaciones; según Macrobio, lo llevaban a la mesa coronado con flores y precedido por un flautista.

Los hebreos parecen haber obtenido su cultura egea, que compartían con los descendientes de los invasores de Britania en la Edad del Bronce, en parte de los danaenos de Tiro y los sabeos de Harrán, pero sobre todo (como ya se ha indicado en el capítulo IV) de los filisteos, de quienes fueron vasallos durante algunas generaciones; los filisteos, o puresatis, eran inmigrantes del Asia Menor mezclados con cretenses de habla griega. Los de Gaza llevaron consigo el culto de Zeus Marnas (se dice que significa «nacido virgen» en cretense) que existía también en Efeso, y siguieron empleando la escritura egea durante algún tiempo después que los de Biblos habían adoptado la cuneiforme babilónica. Según Xantos, un historiador lidio primitivo, la ciudad filistea de Ascalón fue fundada por Ascalo, tío de Pélope de Enete, en la costa meridional del Mar Negro, y su rey era Adamo, nativo de la misma región. Entre los filisteos mencionados en la Biblia figuran Piram y Achish, a los que se puede identificar con los nombres troyano y dardaeno de Príamo y Anquises; los dardaenos figuraban entre las tribus bajo la jefatura hitita que Ramsés II derrotó en la batalla de Kadesh en 1335 a. de C. Es probable que la lista levítica de animales y aves prohibidos fuera tomada por los israelitas de los filisteos; y tal vez puesta por escrito en el siglo IX a. de C., que es cuando la fábula licia de Preto, Antea y Belerofonte fue incorporada inapropiadamente a la de José, convirtiendo a Antea en la esposa de Putifar.

Avebury data sin duda del final del tercer milenio a. de C. Es un terraplén circular que encierra un anillo de un centenar de pilares, los cuales encierran a su vez dos templos separados, todas las piedras de los cuales están sin labrar y son muy macizas. Los templos consisten en círculos de pilares, el número exacto de los cuales no se conoce porque muchos de ellos han sido sacados y porque el tamaño irregular de los que quedan hace difícil el cálculo, pero parecen haber sido unos treinta en cada caso. Dentro de cada uno de estos círculos había otro interior de doce pilares: uno de ellos contenía un solo pilar que servía de altar, y el otro tres.

Cien meses era el número de lunaciones en el Gran Año pelasgo, que terminaba con una aproximación de los tiempos lunar y solar, aunque mucho menos aproximada que la de la terminación del ciclo de diecinueve años. Cada uno de los reyes mellizos reinaba durante cincuenta de esos meses, lo que puede explicar los dos templos. Si en uno de los templos los pilares del círculo exterior eran veintinueve y en el otro treinta, esto representaría meses de alternativamente veintinueve y treinta días, como en el calendario ateniense: una lunación duraba 29 días y medio. Por la analogía del relato de Éxodo, XXIV, 4 podemos suponer que los círculos interiores representaban al rey y sus doce jefes de clan, aunque en un caso el altar central fue aumentado a tres, quizás en honor del rey como el Gerión de tres cuerpos.

Una avenida serpentina penetra en el terraplén de Avebury desde el sudeste y el sudoeste y encierra los dos túmulos, uno de ellos apilado en la forma de un falo y el otro en la forma de un escroto. Al sur, más allá de éstos, se alza la Silbury Hill, el túmulo artificial mayor de Europa, que abarca cinco acres, con una cima plana del mismo diámetro que la de New Grange, pero treinta pies más alta. Creo que Silbury era el Castillo en Espiral original de Britania, como New Grange es el de Irlanda; el santuario oracular de Bran, como New Grange era el de El Dagda. Avebury mismo no era utilizado para entierros.

Un interesante tema de especulación poética es por qué el orden de las vocales en el Beth-Luis-Nion, A.O.U.E.I., que es un orden que expresa fonéticamente el avance y la retirada del año, con la U como su culminación, fue alterado en los alfabetos cadmeo y latino haciéndolo A.E.I.O.U. La clave está tal vez en los valores numéricos que, como se sabe, fueron asignados en la literatura irlandesa medieval a las vocales, a saber: a la A, uno; a la E, dos; a la 1, tres; a la O, cuatro. El valor numérico cinco fue asignado a la B, la primera consonante del alfabeto, lo que indica que originalmente correspondía a la U, la vocal restante, que no tenía valor numérico en este sistema, pero que es el carácter que expresa el número romano 5. Si se considera a las vocales como una serie estacional, con A para el Año Nuevo, O para la Primavera, U para el verano, E para el Otoño e para el Invierno, los valores numéricos originales tienen sentido poético. A tenía el de Uno, como la Diosa del principio del Año Nuevo; E el de Dos, como la Diosa del celo y el combate del Otoño; el de Tres, como la Diosa de la muerte del Invierno, representada como las Tres Parcas, o las Tres Furias, o las Tres Greas, o la Perra de tres cabezas; O el de Cuatro, como la Diosa del crecimiento de la Primavera; y la U el de Cinco, como la Diosa del Verano, el frondoso centro del año, la Reina de todo el grupo de cinco. De ello se deduce especulativamente que el valor numérico original de las vocales pelasgas —A, uno; E, dos; I, tres; O, cuatro; U, cinco— sugirió a los autores del alfabeto cadmeo que las vocales podían ser ordenadas lógicamente en simple progresión aritmética de uno a cinco.

Los valores numéricos que dieron los irlandeses a las otras letras del Beth-Luis-Nion de 13 consonantes son los siguientes:

B Beth Cinco
L Luis Catorce
N Nion Trece
F Fearn Ocho
S Saille Dieciséis
H Uath Sin valor
D Duir Doce
T Tinne Once
C Coll Nueve
M Min Seis
G Gort Diez
P Peth Siete
R Ruis Quince

Se puede discutir detalladamente por qué cada uno de estos valores fue asignado exactamente a su consonante respectiva, pero razones poéticas evidentes se vislumbran en varios casos. Por ejemplo, Nueve es el número asociado tradicionalmente con Coll, el Avellano, el árbol de la Sabiduría; Doce es el número asociado tradicionalmente con el Roble: el rey del Roble tenía doce bufones; Quince es el número de Ruis, el último mes, porque es la decimoquinta consonante en el alfabeto completo. Los números Ocho y Dieciséis para las consonantes F y S que siguen a la vocal de la Primavera, O, o Cuatro, tienen un sentido obvio en el contexto del crecimiento. Que a H y U se les nieguen valores numéricos indica que se las dejaba fuera de la serie por razones religiosas. Pues U era la vocal de la Diosa de la Muerte en la Vida, a la que destronó el dios Sol; H era la consonante de Uath, el mes de mayo, infausto o demasiado sagrado.

Si este sistema numérico es de origen apolíneo y pertenece al período en que los irlandeses se hallaban bajo la influencia griega, es probable que a P se le diera el valor de siete, a L el de catorce y a N el de trece en honor de Apolo. Pues la asignación de estos valores a las consonantes de su nombre griego de siete letras, Apollón, lo convierte en un calendario en miniatura: P, los siete días de la semana; LL, los veintiocho días del mes de derecho consuetudinario; N, los trece meses legales del año. Los valores de las vocales completan la tabla: A, el día adicional único; O, las cuatro semanas del mes; la O larga, las dos mitades del año: APOLLŌN.

Esta clase de juego ingenioso con las letras y los números era característica de los poetas celtas. ¡Cómo debían de divertirse en sus colegios de los bosques! Y las restauraciones de su ciencia poética que todavía se pueden hacer con los documentos que sobreviven son más que amenas curiosidades históricas; ilustran un método de pensamiento poético que todavía no había perdido su utilidad por muy groseramente que hubieran abusado de él los charlatanes místicos de los siglos anteriores.

Considérese, por ejemplo, el Ogham de Aves y el Ogham de Colores del Libro de Ballymote. Los compositores de estas dos claves debían tener en cuenta no sólo la inicial de cada palabra, sino también su relación poética con el mes de letras ya establecido. Así, ninguna ave migratoria aparece en la lista de los meses de invierno, y samad (alazán) no se aplica al mes S, como se podía esperar, porque la planta acedera sólo toma el color alazán a fines del verano. La lista podía haber sido más aproximadamente poética si lo hubieran permitido las iniciales; así, el petirrojo habría iniciado indudablemente el año si hubiera comenzado con B, y no con una S (spidiog), y no había palabra para lechuza que pudiera ser utilizada para el mes Ng, que es cuando las lechuzas se hacen más vocingleras.

Puedo lograr mejor mi propósito glosando las claves la imitación del modo utilizado en el Libro de Ballymote, empleando la ciencia bárdica en cada caso:

Día del Solsticio de Invierno — A — aidhircleóg, avefría; alad, de varios colores.

¿Por qué está el Avefría a la cabeza de las vocales?

No es difícil la respuesta. Es una advertencia de que los secretos del Beth-Luis-Nion deben ser ocultados B por medio del engaño y la equivocación, como el avefría oculta sus huevos. Y de varios colores es esta estación de mediados del invierno, cuando los hombres prudentes se quedan junto a su chimenea, que está negra de hollín por dentro y blanca de nieve por fuera, y de la Diosa de la Vida en la Muerte y de la Muerte en la Vida, cuya ave profética es la urraca de varios colores.

Día del equinoccio de Primavera — O — odorscrach, cormorán; odhar, pardo.

¿Por qué viene el cormorán a continuación?

No es difícil la respuesta. Ésta es la estación de la Cuaresma, cuando, a causa de la prohibición de la Iglesia de comer carne y de la escasez de otros alimentos, los hombres se hacen cormoranes en su avidez de pescado. Y Pardo es el color de los campos recién arados.

Día del solsticio estival — U — uiseóg, alondra; usgdha, color de resina.

¿Por qué ocupa la Alondra el lugar central?

No es difícil la respuesta. En esta estación el Sol está en su punto más alto, y la Alondra se remonta cantando para adorarlo. A causa del calor los árboles se resquebrajan y manan resina, y de color de resina es la miel que da el brezo.

Día del equinoccio de Otoño — E — ela, cisne silbante; erc, bermejo.

¿Por qué ocupa el siguiente lugar el Cisne silbante?

No es difícil la respuesta. En esta estación el Cisne y su cría se preparan para volar. Y Bermejo es el color del helecho y del cuello del cisne.

Día del solsticio de invierno — I — illait, aguilucho; irfind, muy blanco.

¿Por qué está el Aguilucho a continuación?

No es difícil la respuesta. El buche del Aguilucho, es insaciable, como el de la Muerte, cuya estación es ésta. Y Muy Blancos son los huesos en su nido y la nieve en el retallo del acantilado.

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Dic. 24-enero 21 — B — besan, faisán; bán, blanco.

¿Por qué está el Faisán a la cabeza de las consonantes?

No es difícil la respuesta. Éste es el mes del que cantó Amergin: «Yo soy el Ciervo de las Siete Puntas»; y como la de venado es la mejor carne que corre, la de faisán es la mejor que vuela. Y el Blanco es el color de este Ciervo y este Faisán.

Enero 22-feb. 18 — L — lachu, pato; liath, gris.

¿Por qué está el Pato a continuación?

No es difícil la respuesta. Éste es el mes de las inundaciones, cuando los patos nadan en las praderas. Y Gris es el color del agua de las inundaciones y de los cielos lluviosos.

Feb. 19-marzo 18 — N — naescu, agachadiza; necht, claro.

¿Por qué ocupa la Agachadiza el siguiente lugar?

No es difícil la respuesta. Éste es el mes del loco Viento de Marzo que gira como una agachadiza. Y Claro es el color del viento.

Marzo 19-abril 15 — F — faelinn, gaviota; flann, carmesí.

¿Por qué está luego la Gaviota?

No es difícil la respuesta. En este mes las gaviotas se 11 congregan en los campos arados. Y Carmesí es el color del glain, el huevo mágico que se encuentra en este mes, y del tinte del aliso, y del Sol naciente que se esfuerza por salir entre la bruma.

Abril 16-mayo 13 — S — seg, halcón; sodath, color bello.

¿Por qué le sigue el Halcón?

No es difícil la respuesta. Amergin cantó de este mes: «Yo soy un halcón en un risco». Y sus praderas tienen un color bello.

El mismo — SS — stmolach, zorzal; sorcha, color brillante.

¿Por qué el Zorzal está unido con el Halcón?

No es difícil la respuesta. En este mes es cuando el Zorzal canta más dulcemente. Y las nuevas hojas son de color brillante.

Mayo 14-junio 10 — H — hadaig, búho; huath, terrible.

¿Por qué está el Búho a continuación?

No es difícil la respuesta. Éste es el mes en que nos abstenemos de los placeres carnales a causa del terror, que en irlandés es uath, y el Búho trae el terror. Su color es Terrible.

Junio 11-julio 8 — D — droen, reyezuelo; dub, negro.

¿Por qué ocupa el Reyezuelo el lugar central?

No es difícil la respuesta. El roble es el árbol de los; druidas y el rey de los árboles, y el Reyezuelo, Drui-én, es el pájaro de los druidas y el rey de todas las aves. Y; el Reyezuelo es el alma del Roble. Negro es el color del roble cuando lo hiere el rayo, y negros los rostros de los que saltan entre las fogatas del solsticio estival.

Julio 9-agosto 5 — T — truith, estornino; temen, gris oscuro.

¿Por qué está el Estornino a continuación?

No es difícil la respuesta. Amergin cantó de este mes: «Yo soy una lanza que ruge sedienta de sangre.» Éste es el mes de los guerreros, y el bien adiestrado ejército de los Estorninos gira rápida y suavemente sobre un pivote, a izquierda y derecha, sin una palabra de mando o de exhortación; así es como se ganan las batallas, no con hazañas particulares ni rompiendo las filas. Y Gris Oscuro es el color del hierro, el metal de los guerreros.

Agosto 6-sep. 2 — C — (corr, grulla,); cron, pardo.

¿Por qué está la Grulla a continuación?

No es difícil la respuesta. Éste es el mes de la sabiduría, y la sabiduría de Manannan Mac Lir, es decir del Beth-Luis-Nion, estaba envuelta en piel de grulla. Y Pardas son las nueces del Avellano, el árbol de la sabiduría.

El mismo — Q — querc, gallina; quiar, color de rata.

¿Por qué está la Gallina unida con la Grulla?

No es difícil la respuesta. Cuando la cosecha ha sido acarreada y los cosechadores se han ido, la Gallina vuelve a los maizales para comer lo que puede encontrar. Y una pequeña rival de color de rata se desliza a su alrededor.

Sept. 2-sept. 30 — M — mintan, paro; mbracht, abigarrado.

¿Por qué está el Paro a continuación?

No es difícil la respuesta. Amergin cantó de este mes: «Yo soy una Colina de la Poesía»; y éste es el mes del poeta, que es el hombre que menos fácilmente se consterna, lo mismo que le ocurre al Paro. Ambos se asocian en este mes y van describiendo circuitos en busca de una mano liberal; y así como el Paro asciende en espiral por un árbol, así también el Poeta asciende en espiral a la inmortalidad. Y Abigarrado es el color del Paro como la vestimenta del maestro en poesía.

Oct. 1.º-oct. 29 — G — géis, cisne mudo; gorm, azul.

¿Por qué ocupa el Cisne Mudo el siguiente lugar?

No es difícil la respuesta. En este mes se prepara para seguir a su compañero el Cisne Silbante. Y Azul es la bruma en las colinas, Azul el humo de la maleza ardiente, Azul el cielo antes de la lluvia de noviembre.

Oct. 29-nov. 25 — Ng — ngéigh, ganso; nglas, verde de vidrio.

¿Por qué está el Ganso en el siguiente lugar?

No es difícil la respuesta. En este mes se saca al ganso domesticado de los pastos brumosos para enjaularlo y engordarlo para la fiesta del solsticio de invierno; y el ganso silvestre lo llora en las praderas brumosas. Y de color Verde vidrioso es la ola que golpea contra las rocas, advirtiendo que el año debe terminar.

Nov. 26-dic. 22 — R — rócnat, corneja; ruadh, color de sangre.

¿Por qué ocupa la Corneja el último lugar?

No es difícil la respuesta. Se lamenta por el año que muere en este mes. Y de color de Sangre son las hojas de los alisos, una señal de la matanza.

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El faisán era el ave más aprovechable para el mes B, pues bran, el cuervo, y bunnan, el alcaraván, eran más adecuados para los últimos meses del año. El autor del artículo sobre los faisanes de la Encyclopaedia Britannica dice que es probable que los faisanes (aves sagradas en Grecia) fueran indígenas de las Islas Británicas y; que la variedad blanca, o «bohemia» aparece con frecuencia entre faisanes de plumaje ordinario.

Es posible que el color original de S fuera serind, en amarillo verdoso o rojizo claro de la vellorita, pero la: reputación erótica de esta planta hizo qué se le reemplazara por el eufemismo sodath.

La omisión de corr, grulla, para el mes C es intencional; el contenido de la bolsa de piel de grulla era secreto y se desaprobaba toda alusión a él.

¿Y qué se puede decir del 23 de diciembre, el día sobrante del año en el que el rey joven, o Espíritu del! Año, era coronado y recibía alas de águila, y se le expresaba por medio de la semivocal J, escrita como doble I? Su ave era naturalmente el Águila, iolar en irlandés, que tiene la inicial correspondiente. Los poetas irlandeses se cuidaban tanto de mencionar este día que ni siquiera sabemos cuál era su árbol; pero que consideraban al Águila como su ave lo prueba el empleo del diminutivo illait, aguilucho, para la letra I: es decir que si al día adicional, doble I, no se le hubiera dado secretamente el equivalente en clave solar no habría habido necesidad de expresar el día anterior, el del solsticio de invierno, o sea única, con illait, Aguilucho, pues E no se expresa con pollo del cisne, ni A con polluelo de avefría.

Estas claves se utilizaban para confundir y engañar a las personas ordinarias que no conocían el secreto. Por ejemplo, si un poeta preguntaba a otro en público: «¿Cuándo volveremos a encontrarnos?», esperaba una respuesta en la que se empleaban elementos de varios alfabetos cifrados y que era encubierta todavía más pronunciándola al revés o en un idioma extranjero, o de ambos modos. Podía, por ejemplo, responder el otro con una frase formada con oghams de colores, aves, árboles y fortalezas:

Cuando una corneja de plumaje pardo se pose en el abeto debajo de la fortaleza de Seolae.

Esto expresaría la palabra latina CRAS, «mañana».

Además de los ciento cincuenta alfabetos en clave regulares que el candidato al título de ollave tenía que aprender, había otras muchas tretas para despistar al no iniciado; por ejemplo, el empleo de la letra posterior o anterior a la deseada. Con frecuencia se utilizaba un sinónimo para la palabra con clave de árbol: «el principal inspector de la Torre de Nimrod» por Beth, abedul; «actividad de las abejas» por Saille, sauce; «manada de P lobos» por Straif, endrino, etcétera.

En uno de los alfabetos con clave, Luis se da como K olmo, no como fresno silvestre, porque la palabra irlandesa que significa olmo, lemh, comienza con L; S Tinne se da como saúco porque la palabra irlandesa K que significa saúco; trom, comienza con T; igualmente, B Quert se da como quulend, acebo. Esta treta puede explicar a Ngetal, caña, tan frecuentemente interpretada como retama, que en irlandés se llama n’gilcach; pero hay también una razón poética práctica para el cambio. El Libro de Ballymote da a la retama el nombre poético de «Poder de los Médicos», probablemente porque sus tallos amargos, que son diuréticos, eran apreciados S como «un remedio para las indigestiones y todas las enfermedades que se derivan de ellas». (Una cocción de flores de retama era el medicamento favorito de Enrique VIII.) Un árbol medicinal era apropiado para el mes de noviembre, cuando el año moría y los vientos fríos mantenían a las personas acomodadas en sus casas con escasa diversión, pero comiendo y bebiendo.