Beowulf, rey de los gautas. El tesoro del dragón.
2200 Vino a ocurrircon el paso del tiempo
que Híglak cayóen el duro combate.
Las recias espadas—no obstante su escudo—
muerte le dierona Hárdred también
cuando guerra le trajoa su pueblo valiente
2205 la tropa rabiosa,la gente skilfmga;
atacaron con furiaal sobrino de Hérrik.
Entonces Beowulfel inmenso dominio
en sus manos lo tuvo.
Bien lo había regido
por años cincuenta—ya era un anciano,
2210 un prudente monarca—cuando vino un dragón
a ejercer su poderen las noches oscuras;
su tesoro guardabaen un túmulo alto,
arriba de un risco;allá iba un sendero
a las gentes oculto.Cierto hombre por él
2215 sin embargo avanzóy habiendo encontrado
el tesoro malditorobó con su mano
una pieza labrada.¡Bien hizo patente
el hurto mañoso—él estaba dormido—
del hábil ladrón!¡Conocieron las gentes
2220 de aquellos contornossu furia terrible!
El que así lo irritóno hizo su robo
con ánimo bravoy por propio deseo.
Se trataba del siervode un noble señor
que huía en apurosde golpe y castigo:
2225 el hombre culpable,buscando refugio,
a la gruta llegó.Pronto el intruso
al ver a la sierpellenóse de espanto,
mas el pobre proscrito............................
..............................................................
2230...................................tentando el peligro
una copa robó.En la cueva se hallaban
las grandes riquezasde tiempos antiguos
que allá en otro tiempoun cierto guerrero
había escondidocon mucho secreto,
2235 las joyas queridas,la vieja heredad
de su alto linaje.Ya a todos la muerte
atrapados teníay el único de ellos
que vivo quedaba,aquel que lloraba
a sus nobles parientes,lo mismo pensó:
2240 que ya poco tiempopodría gozar
de su buen patrimonio.El túmulo estaba,
nuevo y dispuesto,en lo alto de un risco
a la orilla del mar,en sitio seguro.
Puso allá dentroel señor de las joyas
2245 el rico legado,las piezas de oro.
Con pocas palabrasentonces habló:
«¡Oh tierra, ten tú,pues los héroes no pueden,
el viejo tesoro!¡De ti lo arrancaron
valientes antaño!Muerte en la guerra,
2250 en terrible combate,les cupo a mis deudos;
perdieron su vidamis nobles parientes,
la sala dejaron.No tengo a ninguno
que ciña esta espada,que pula esta copa
valiosa y brillante;los bravos murieron.
2255 Del sólido yelmoque el oro embellece
el adorno caerá:duermen aquellos
que bien cuidaríandel casco de guerra.
Ahora la mallaque el golpe del hierro
al quebrarse el escudouna vez aguantó
2260 como el dueño se pudre;no sale ya nunca
la cota anilladaentre gente animosa
cubriendo al guerrero.Ya el arpa no suena,
la tabla del gozo,no vuela festivo
en la sala el halcónni trota en los patios
2265 el ágil caballo.¡Se lleva a menudo
la muerte violentaa los seres humanos!».
Así se quejabacon ánimo triste
el que a nadie tenía;de día y de noche
apenado vagabay luego la muerte
2270 su pecho tocó.
Abierto el tesoro
lo vino a encontrarel nocturno enemigo,
el reptil fogueanteque hurga las tumbas,
el torvo dragónque en la noche revuela
entre llamas horribles.¡Mucho le temen
2275 los hombres del mundo!Él busca de siempre
tesoros ocultos;luego este viejo,
sin cosa que gane,los guarda y vigila.
El dragón descubre la violación del tesoro. Su venganza.
Así la serpientetrescientos inviernos
llevaba guardandolos ricos anillos
2280 allá en su mansióncuando vino aquel hombre
a encenderle su furia.Llevóle a su amo
la copa adornada,con ella a su dueño
la paz le pedía.Descubiertas las joyas,
mermadas quedarony obtuvo el perdón
2285 aquel pobre proscrito.Admiró a su señor
la magnífica piezade tiempos antiguos.
El reptil despertóy empezaron sus iras.
Allá olfateandohalló por las rocas
las huellas del hombreque astuto y mañoso
2290 muy cerca llegóde su propia cabeza.
¡Así puede un guerrerono urgido a morir
evitar su desgracia,si tiene la ayuda
del Dios Poderoso!El guardián del tesoro
afanoso en la cuevatrató de encontrar
2295 al ladrón que le hurtócuando estaba dormido.
Fogueante de furia,en torno a la tumba
miró y rebuscó,mas hombre ninguno
afuera se hallaba.¡Pero él la pelea,
el combate, quería!Buscando la copa
2300 a su gruta volvió:comprobó de este modo
que alguno de ciertotocó sus riquezas,
llevóse la joya.El guardián del tesoro
con gran impacienciaesperó hasta la noche[161].
Estaba rabiosoel señor de la tumba:
2305 el robo del vasopensaba el maligno
vengarlo con fuego.El día acabó:
eso diole contento;no más en su cueva
tenerse podía.Remontó presuroso,
entre llamas, su vuelo.Comenzó la desgracia
2310 que al pueblo le vinoy que pronto daría
una muerte fatalal benigno monarca.
El monstruo su fuegoempezó a vomitar
incendiando las casas.¡De las llamas el brillo
a la gente espantaba!¡Nadie quería
2315 el feroz voladorque con vida quedase!
Lejos y cercase pudo observar
la horrible proezadel duro enemigo,
cómo la sierpehostigaba a los gautas
y mal les hacía.Antes del alba
2320 corrió a su tesoro,a su oculta guarida.
Apresados en fuegoa los hombres dejó,
entre llamas ardientes.Confiaba en su fuerza
y su firme reducto.¡Le fallaron después!
Beowulf decide enfrentarse con el dragón. La sucesión de Híglak. Sobre las guerras entre gautas y suecos.
Pronto a Beowulfel espanto se dijo
2325 de exacta manera,cómo su sala,
el hermoso palacio,entre llamas ardió,
la mansión de los gautas.Llenóse de pena
el valiente caudillo,agobiado su pecho.
El monarca pensósi no habría violado
2330 las leyes eternas,así enfureciendo
al Señor Poderoso;conturbóse su mente
con tristes ideasque él nunca tuviera.
Había incendiadoel dragón fogueante
el reducto del pueblo,la franja de tierra
2335 a la orilla del mar.El intrépido rey,
protector de los wedras,vengarse pensó.
El gran soberano,el señor de su gente,
mandó que le hicieran,de hierro tan sólo,
un escudo excelente:él sabía muy bien
2340 que poco ante el fuegopodría ayudar
la madera del tilo[162].Estaba fijado
que allá agotaríasu vida terrena
el famoso monarca,y también el reptil
que guardó tanto tiemposu rico tesoro.
2345 No creyó necesarioel rey dadivoso
enfrentarse con muchos,con tropa nutrida,
al de rápido vuelo,pues no le asustaba.
En poco teníael vigor de la sierpe,
su fuerza y poder:ya él muchas veces
2350 se puso en peligroen feroces combates,
en choques de guerra,después que la sala,
varón victorioso,de Ródgar salvó
con su puño abatiendoa la gente de Gréndel,
la raza maligna.
Tampoco fue mala[163]
2355 la recia batallaen que Híglak cayó,
cuando el rey de los gautas,amigo del pueblo,
quedóse sin vidaen la tierra frisona;
al hijo de Rédelel sorbo del hierro,
su herida, mató.Solamente Beowulf[164]
2360 regresó por las aguas,nadando con fuerza:
treinta cotas de mallaen su brazo tenía
el osado guerreroal echarse a las olas.
Mal los chatuariosque al noble atacaron
con duros escudospudieron jactarse
2365 del fiero combate:pocos lograron
salvarse del héroey volver a sus casas.
El hijo de Ekto,solo y con pena,
a través de los maresnadó hasta su gente.
Entonces Higedaofrecióle riquezas,
2370 el reino y el trono:no creía que el hijo
—ya Híglak sin vida—fuese capaz
de guardar la naciónde enemigos ataques.
Mas el pueblo, afligido,por medio ninguno
logró convenceral valiente varón
2375 de que rango tomaramás alto que Hárdred,
se dejase elegircomo rey de su gente.
Fiel y amistosoconsejo le dio[165]
hasta el día en que pudo,alcanzada la edad,
gobernar a los gautas.
Dos exiliados[166]
2380 por mar le llegaron,los hijos de Óhter;
habíanse opuestoal señor skilfingo,
al famoso monarca,el más excelente
de todos los reyesque han dado regalos
en tierra de suecos.Por aquello murió:
2385 el hijo de Híglakles dio su acogida
y pagóselo el hierrocon golpe mortal.
De nuevo a su reinoel hijo de Ongento
después se volviótras la muerte de Hárdred;
en el trono dejabaal osado Beowulf
2390 como rey de los gautas.¡Fue un gran soberano!
Él supo cobrarsellegado el momento[167]
la muerte del príncipe:Ádgils obtuvo,
exiliado, su ayuda;al hijo de Óhter
tropa le dioque con él embarcara,
2395 equipos y gente,y este vengóse
en el gélido marabatiendo al monarca.
Beowulf va en busca del dragón. Sobre la muerte de Hérbald.
Ya el hijo de Ektose había salvado
de muchos peligrosen duros combates,
feroces encuentros,y cuando vino aquel día
2400 en que tuvo que darlebatalla a la sierpe.
Con once guerrerosel rey de los gautas
marchó enfurecidoa buscar al reptil.
Ya bien conocíacuál era el motivo
del odio a su gente;la copa famosa[168]
2405 la obtuvo de aquelcuya mano la halló.
Iba en la tropa—era el número trece—
el pobre causantedel mal descalabro:
viose obligado—agarrábalo el miedo—
a mostrar el camino.Con poco contento
2410 los vino a llevardonde estaba la tumba
—una cueva en la tierramuy cerca del mar,
de agitadas corrientes—que dentro guardaba
los ricos tesoros.Vigilaba sus joyas
el viejo guardián,la sierpe rabiosa,
2415 en la oculta caverna.¡En riesgo terrible
poníase el hombreque allá se metía!
Sentóse en la rocael intrépido rey;
despidióse el afableseñor de los gautas
del grupo de amigos.Pesaroso se hallaba[169]
2420 y dispuesto a la muerte:se acercaba su fin,
se aprestaba el destinoa llevarse al anciano,
a privarlo del alma,a quitarle el aliento
y sacarlo del cuerpo.¡Ya poco estaría
la vida del noblea su carne amarrada!
2425 Dijo Beowulf,el hijo de Ekto:
«Ya siendo muy jovenme vi con frecuencia
en feroces batallas;de todas me acuerdo.
Siete años teníay al rey generoso
mi padre me dio;el ínclito Rédel
2430 consigo me tuvo.¡Mucho me honraba
—tal hace un pariente—con joyas y fiestas!
Allá en su mansióncon el mismo cariño
tratábame a míque trataba a sus hijos
Hérbald o Hedkino Híglak, mi rey.
2435»La acción del hermano,de torpe manera[170],
al mayor le dispusosu lecho de muerte
el día en que Hedkinmató a su señor
con la flecha salidadel arco curvado:
errando su blanco,al hermano la vida
2440 quitóle el hermanocon dardo sangriento.
Mal esta muerteque el pecho apenaba[171]
cobrarse podía,y así el valeroso,
el noble, cayósin que nadie pagara.
»Semejante es a esteel dolor que acongoja[172]
2445 al anciano varóncuyo hijo muchacho
en la horca cabalga.Allá se lamenta
con triste cantarante el hijo que pende,
delicia del cuervo;el viejo, impotente,
no encuentra ya modoen que pueda ayudarle.
2450 Cada día recuerdatan pronto amanece
la muerte del hijo;ya poco le importa
que luego en su casale pueda nacer
un nuevo heredero,pues aquel que tenía
por mala desgraciala vida perdió.
2455 Apenado contemplala alcoba del hijo[173],
la sala desierta:el viento la barre,
no alberga rumor;en sus túmulos duermen
los nobles jinetes;ya el arpa no suena
alegrando el lugarcomo antaño solía.
2460 Se retira a su lechoy entona su queja,
al otro lo añora;parécenle enormes
la tierra y vivienda.
»De la misma manera
el señor de los wedraspor Hérbald lloraba
con mucho pesar.Venganza ninguna
2465 tomarse podíade aquel desafuero,
no le era posiblehostigar al culpable,
aunque poco lo amaba,con saña enemiga.
Entonces el rey,por la pena que tuvo,
partió de este gozoa la luz del Señor;
2470 como todo monarca,dejóle a su hijo[174]
al marchar de este mundoel palacio y el reino.
Sobre las guerras entre gautas y suecos. Beowulf se despide de sus hombres.
»Hubo guerra y querellaentre suecos y gautas[175],
combate en las aguas,batalla terrible
y con odio feroz,tras la muerte de Rédel,
2475 al hacerse atrevidoslos hijos de Ongento,
en la brega valientes.No quisieron la paz
que reinaba en el lago:por el Alto del Resna[176]
a menudo atacabanmatando a traición.
Mis nobles parientes—es bien conocido—
2480 tomaron venganzade tales ultrajes,
aunque el uno por ellopagó con su vida,
costóle ese precio:en aquella refriega
Hedkin cayó,el señor de los gautas.
He oído que al albael hermano al hermano[177]
2485 vengó con el hierromatando al culpable
cuando Ongento se pusodelante de Éfor:
rajósele el yelmoy el viejo skilfingo
fue herido de muertepor brazo seguro
que poco dudó,recordando la injuria.
2490»Con mi espada brillantepagué en las batallas
—¡lo quiso mi suerte!—los ricos tesoros
que obtuve de Híglak.Tierras me dio,
dominios y predios.A los gépidos nunca
debió recurriro a la gente danesa
2495 al reino de suecostratando de hallar
un guerrero peory comprarlo con oro,
pues a todo combateyo siempre corría
y luchaba el primero.De este modo lo haré[178]
mientras goce de viday resista mi hierro
2500 que en tantos momentosme ha dado su apoyo
después que mi mano,ante todos los héroes,
a Dágref mató,al intrépido huga.
En modo ningunollegó a presentarle
al monarca frisónel adorno del pecho,
2505 pues antes el bravo—portaba la enseña—
quedóse sin vida.No cayó por la espada:
mi puño terribleparóle la sangre
y quebróle su cuerpo.¡Ahora mi mano
y mi hierro potenteobtendrán el tesoro!».
2510 Así dijo Beowulfatrevidas palabras
por última vez:«Con frecuencia de joven
me expuse en la guerra.De nuevo a mi edad,
ya anciano caudillo,entraré en el combate
a ganarme renombre,si el torvo enemigo
2515 del túmulo saley conmigo se enfrenta».
Ya para siempredespués despidióse
de todos sus hombres,de la tropa querida
equipada con yelmos:«Por la sierpe no iría
con hierro y con armassi sólo supiese
2520 de qué otra manerapodría vencer,
como hice con Gréndel,al hosco dragón;
pero ahora me aguardansus cálidas llamas
y pútrido alientoy por ello me cubro
con cota y escudo.No he de dar ante el monstruo
2525 ni un paso hacia atrás.Nuestra lucha decida
en lo alto del riscoel destino que rige
y gobierna a los hombres.Me incita la furia:
demorarme no quieroanunciando su fin.
Mirad desde el monte,oh mis bravos guerreros
2530 con cotas de malla,cual de nosotros
soporta mejorsus mortales heridas
tras este combate.En él poco podríais:
no hay otro varón,sino yo solamente,
que pueda enfrentarseal maligno reptil,
2535 que realice la hazaña.¡Yo con mi fuerza
ese oro obtendréo en la fiera batalla
que vidas destruyecaerá vuestro rey!».
Levantóse el valiente,el señor bajo el yelmo,
tomando su escudo;con sus buenos pertrechos,
2540 fiado en su fuerza,hacia el risco avanzó.
¡De muy otra manerael cobarde se porta!
Beowulf comienza su lucha con el dragón.
El hombre excelenteque antaño se viera
en frecuentes combates,en duros encuentros
de gente de a pie,descubrís en la montaña
2545 la entrada de piedra:por allá de la gruta
salía terribleun ardiente oleaje
de pérfidas llamas.Nadie al tesoro
ni un solo momentoacercarse podía
que no lo quemaraen su fuego el dragón.
2550 El príncipe gautafurioso se hallaba;
con fuerza arrojósu palabra del pecho,
gritó, valeroso,y su voz resonó,
su llamada de guerra,en la roca grisácea.
Allá hubo combate.Oyó el desafío
2555 el guardián del tesoro.¡Ya mal a un arreglo
llegarse podía!De la cueva, espantoso,
primero salióel aliento del monstruo,
su cálido fuego:la tierra tronó.
Se guardó de la sierpeel señor de los gautas,
2560 al pie de la peña,elevando su escudo.
Dispuesta a la luchase hallaba la fiera
de cola enroscada.El bravo monarca
su hierro empuñó,la pieza valiosa
de filo potente.Miedo sintieron,
2565 el uno del otro,los dos enemigos.
El rey de su pueblodetrás del escudo
animoso esperócuando el torvo reptil
se dispuso al ataque:equipado aguardaba.
La feroz entre llamasreptando corrió[179]
2570 a encontrar su destino.Al famoso caudillo
salvóle el escudola vida y el cuerpo
por tiempo más breveque él se pensaba.
En su vida esta fuela primera ocasión
en que usó su valorsin que gloria en la lucha
2575 la suerte le diera.El rey de los gautas
el brazo elevó:su espada excelente
cayó sobre el monstruo,mas al filo brillante
detúvolo el hueso;no tanto mordió
como el gran soberano—en apuro se hallaba—
2580 lo hubiese querido.Fue mucha la rabia
del fiero guardiántras el golpe terrible:
su fuego lanzó,las llamas ardientes
muy lejos llegaron.No le cupo victoria
al príncipe gauta;fallóle en la brega
2585 —no así lo debía—su espada valiosa,
su hierro heredado.Poco contento
le daba al famosohijo de Ekto
tener que partiry dejar este mundo;
aunque no lo quería,buscarse debió
2590 una otra morada.¡Para todos termina
esta vida terrena!
Los dos enemigos
con mucha premuraotra vez se atacaron;
el horrible guardián—jadeante su pecho—
furioso avanzó.El rey de su gente,
2595 apresado en las llamas,agobio sufría.
No corrió sin embargoen su ayuda la tropa,
no hicieron con éllos intrépidos héroes
un corro aguerrido:huyeron al bosque
en temor de sus vidas.Uno sólo en su pecho
2600 la pena sintió.¡El que bien considera
no olvida jamáslo que un vínculo exige!
Wíglaf se dispone a ayudar a Beowulf.
Llamábase Wíglaf,hijo de Wistan[180],
un bravo señor,un noble skilfingo
pariente de Álfer.Vio que su rey
2605 bajo el yelmo de guerrael ardor padecía.
Recordó los favoresque de él recibiera:
la rica mansiónde la estirpe wegmunda,
los muchos derechosque obtuvo su padre.
Ya no quiso aguardar:agarróse el escudo,
2610 el tilo amarillo,y su espada sacó,
la que fue en otro tiempodel hijo de Óhter,
el hierro de Anmundo.
A este en la guerra[181]
—exiliado se hallaba—con filo temible
Wistan matóy llevóle a su tío
2615 el yelmo adornado,la cota anillada
y la espada potente.Él obtuvo de Onela
el arnés de batallaque Anmundo vistió,
su equipo de guerra.No se habló de venganza
aunque habíale muertoa su propio sobrino.
2620 Tuvo él muchos añoslas armas guardadas,
la cota y el hierro,esperando a que el hijo
se hiciera capaz,como el padre, de hazañas
Allá entre los gautasricos pertrechos,
muchos, le dio,cuando ya de este mundo
2625 el anciano partía.
Nunca hasta entonces
habíase vistoaquel joven vasallo
ayudando a su reyen un duro combate.
Ni su mente dudóni falló en la pelea
la herencia del padre.¡Bien la serpiente[182]
2630 lo vino a sabercuando allá se encontraron!
Wíglaf hablóa los otros diciendo
—enojado se hallaba—furiosas palabras:
«Yo el día recuerdoen que estando en la sala
bebiendo hidromieljuramento prestamos
2635 al gran soberanoque anillos nos daba
de estar a su ladosi falta le hacía
y pagarle en la luchalas cotas de guerra,
los yelmos y espadas.Por propio deseo
nos quiso elegirpara esta jornada
2640 —incitó nuestro brío,estas joyas me dio—
pues él nos teníapor bravos guerreros,
por héroes sin tacha.Sin embargo el caudillo,
el rey de su pueblo,solo y sin nadie
pensaba abordaresta hazaña excelente,
2645 pues más que ningunosu fama ganó
con osadas acciones.Ha llegado el momento
en que mucho al monarcael apoyo le urge
de buenos vasallos.¡Acudamos al rey!
¡Prestémosle ayuda!¡El fuego terrible
2650 y las llamas lo abrasan!Dios es testigo
que yo por mi parteprefiero morir
con mi buen soberano,quemado mi cuerpo.
No será con honorque a la sala volvamos[183]
llevando el escudo,si antes no hacemos
2655 que el monstruo perezcay salvamos la vida
del príncipe wedra.He aquí lo que sé:
que jamás merecióel que él solamente
entre todos los gautassu agobio soporte
y caiga en la lucha.¡Ya juntos estemos
2660 con yelmo y espada,con cota y arnés!».
Wíglaf lucha junto a Beowulf. Entre los dos matan al dragón.
Por la horrible humaredaavanzó con el yelmo
a ayudar a su rey.Brevemente le habló:
«¡Oh querido Beowulf,no dejes de hacer
lo que en tiempo lejano,de joven, juraste:
2665 que nunca en tu vidaquerrías que en nada
menguase tu fama!¡Empléate ahora
con toda tu fuerza,oh valiente señor
de gloriosas hazañas!¡Yo te presto mi apoyo!».
Tras estas palabrasel torvo reptil,
2670 la sierpe maligna,entre llamas ardientes
de nuevo atacóbuscando con odio
a sus dos enemigos.Destruyeron su escudo
las olas de fuego;al joven vasallo
defensa ningunasu cota le daba
2675 y presto se pusodetrás del broquel
de su noble pariente:quemaron el suyo,
del todo, las llamas.Nuevamente el monarca
en su fama pensó:terrible en su brío[184]
dio con la espada—era mucha su ira—
2680 en el cráneo del monstruo.Quebróse la Négling,
su hierro a Beowulfle falló en la pelea,
el antiguo y grisáceo.Estaba fijado
que de hoja ningunapudiera valerse
en un duro combate;era tanta su fuerza
2685 —así se refiere—que nunca una espada
su golpe aguantócuando el arma valiosa
en la lucha empuñaba:allá las rompía.
Su tercera embestidainició la serpiente,
el dragón fogueanteenemigo del pueblo;
2690 cuando tuvo ocasiónse lanzó sobre el héroe
con rabia y con llamas:su cuello completo
atrapó entre sus dientes.Cubrióse de sangre,
con fuerza brotóel sudor de la herida[185].
He oído que el noblemostró su coraje[186]
2695 ayudando al monarcaen el grave peligro;
era un hombre capazy de espíritu fiero.
No buscó la cabeza;mas él, valeroso[187],
su brazo quemócuando, al rey asistiendo,
hirió a la serpienteun poco más bajo.
2700 El armado guerrerohasta el puño su hierro,
adornado, clavóy al instante las llamas
allá decrecieron.Sus sentidos el rey
recobró nuevamentey sacando un puñal
que en la cota llevaba,afilado y temible,
2705 el príncipe en dosal reptil dividió.
A la sierpe abatieron,quedóse sin vida;
ambos parientesjuntos lograron
que el monstruo cayera.¡Así debe un vasallo
apoyar a su rey!
Beowulf, mortalmente herido, le pide a Wíglaf que le muestre el tesoro del dragón.
El noble monarca
2710 victoria ningunadespués ganaría:
fue su última hazaña.El mordisco fatal
del dragón de la cuevaal instante empezó
a quemarle y dolerle:supo el valiente
que horrible en su pechoel dañino veneno
2715 con fuerza corría.El sabio señor
al pie de los murosbuscóse un asiento;
admiró la mansiónque gigantes hicieran[188],
cómo los arcosen firmes pilares
formaban la salaallá bajo tierra.
2720 Por sus manos entoncesel bravo vasallo,
excelente guerrero,con agua lavó
al famoso caudillo—exhaustas sus fuerzas,
cubierto de sangre—y quitóle su yelmo.
Hablóle Beowulf—abundante manaba
2725 su herida mortal.Estaba seguro
que ya se agotabasu tiempo de vida,
su gozo en la tierra;al total de sus días
el fin le llegó,se acercaba su muerte—:
«Ahora a mi hijopodría entregarle
2730 mi arnés de batalla,si algún heredero
me hubiese nacido,algún sucesor
que de mí descendiera.He regido a mi gente
por años cincuenta:nunca un monarca
de tierras vecinastuvo el valor
2735 de venir a atacarmecon armas de guerra,
de hacerme quebranto.En mi reino me estuve
guardando lo mío,apurando mi suerte;
ni buscaba querellani hacía jamás
juramentos en falso.Ahora por ello
2740 me siento feliz—ya de cierto perezco—,
pues no ha de acusarmede muertes ajenas
el Dios Celestial cuandoen mí se separen
la vida y el cuerpo.¡Oh Wíglaf amado,
corre al momentoa la cueva rocosa
2745 a buscar el tesoro,que el torvo enemigo,
de joyas privado,ya duerme su muerte!
Apresúrate muchoy haz que examine
las viejas riquezas,que de cerca contemple
las piedras brillantes:después que las vea
2750 podré confortadomarcharme del mundo
y del reino que yotanto tiempo he tenido».
Wíglaf le lleva a Beowulf parte del tesoro. Beowulf muere.
He sabido que luego,tras estas palabras,
el hijo de Wistanallá obedeció
al herido monarca:entró en la caverna
2755 vistiendo su cota,su arnés de combate.
El bravo encontrócuando dentro se hallaba,
el varón victorioso,abundantes riquezas,
magníficas joyasque el suelo cubrían;
a lo largo del muro,en la sala del monstruo,
2760 del fiero dragón,estaban las copas
de héroes antiguos,ya faltas de adorno
y sin brillo ninguno;muchos yelmos había,
mohosos y viejos,y anillos también
hábilmente trenzados.¡A menudo el tesoro
2765 en la tierra escondidoal varón sobrevive,
quienquiera que sea,que allá lo ocultó!
Después, sobre el oro,vio que pendía
un dorado estandarte,excelente trabajo
de ágiles manos.Era tanto su brillo
2770 que bien al valientealumbrábale el suelo
y el rico tesoro.No estaba en su cueva
el furioso reptil.¡Por el hierro murió!
He oído que un hombrese pudo adueñar
de las piezas que antañogigantes hicieran.
2775 Copas y fuentescargóse en el pecho
según su criterioy también el pendón,
reluciente, tomó.Cayó por la espada
del viejo monarca—de acero su filo—
aquel que las joyashabía guardado
2780 por tiempo muy largo.Vomitando de noche
su fuego terriblede llamas mortales
del oro cuidóhasta el fin de sus días.
El buen mensajeroansiaba volver
con su rico botín;agobiaba la duda
2785 al heroico señorde si afuera en el llano
hallaría con vidadonde él lo dejara
al muy malheridorey de los wedras.
Llegó con el oroante el noble caudillo;
estaba el monarcacubierto de sangre,
2790 cercana su muerte.Lavó nuevamente
con agua su rostro.Breves palabras
el príncipe dijo;el anciano, apenado,
entonces habló—el tesoro miraba—:
«Doy gracias al Reyque las cosas gobierna,
2795 al Dios de la Gloria,al Eterno Señor,
por las muchas riquezasque ahora contemplo,
por dejarme vivirhasta haberlas ganado
y podérselas daren herencia a mi gente.
Ahora que yoel tesoro he pagado
2800 entregando mi vida,encargaos vosotros
del bien de mi pueblo.¡Se acerca mi fin!
»Haz que mis bravos,después que me quemen,
alto en la costaun túmulo erijan:
corone grandiosola Punta Ballenas
2805 dando a mi gentememoria de mí
y por ello la llamenlos hombres de mar
el Peñón de Beowulf,cuando surquen sus naves,
de lejos venidas,las lúgubres aguas».
El fiero caudillosacóse del cuello
2810 un dorado collar;al joven guerrero,
al vasallo, lo diocon su yelmo brillante
y la cota anillada:«Disfrútalos tú;
el último eresde nuestro linaje,
la estirpe wegmunda;ya trajo el destino
2815 a mis nobles parientes,heroicos señores,
a todos, la muerte.¡Ya parto tras ellos!».
Habló de este modoel anciano monarca
por última vezantes que fuese
a la pira y el fuego.Entonces su alma
2820 del pecho salióa buscarse su premio.
Wíglaf acusa de cobardía a los gautas que no fueron a luchar con su señor.
Fue mucha la penadel joven vasallo
al ver que en el sueloagotaba su fuerza
y quedaba sin vidael hombre del mundo
que más estimaba.El que muerte le dio,
2825 el dragón de la cueva,también abatido
en tierra yacía.Ya dejó de guardar
el maligno reptilsu excelente tesoro,
pues recias espadas,hierros forjados
con duro martillo,le hicieron caer.
2830 Tirado por tierraquedó el volador
—quieto y herido—cerca del oro;
ya dejó de volary correr por el aire
en las noches oscuras,de elevarse orgulloso,
señor de sus joyas.¡Muerto cayó[189]
2835 por la fuerza del puñodel bravo caudillo!
Pocos valienteshabía en el reino
—así lo escuché—que, por más que gustasen
de fieras hazañas,hubieran querido
exponerse al alientode aquel malhechor
2840 tomar con sus manosel rico tesoro,
de haber encontradodespierto al guardián
que la tumba habitaba.Con su muerte pagó
el heroico Beowulflas magníficas joyas.
El uno y el otrollegaron al fin
2845 de sus vidas terrenas.
No mucho más tarde
salieron del bosquelos poco animosos,
los malos vasallos—diez en total—
que no se atrevierona usar de sus lanzas
estando su reyen tan grave peligro.
2850 Con vergüenza acudieronllevando el escudo
y las cotas vistiendoante el príncipe muerto,
A Wíglaf miraban.Estaba sentado,
excelente varón,junto al hombro del rey:
de animarlo trataba—cansado— con agua,
2855 mas poco podría,por más que quisiera,
hacer que en el mundocon vida quedara,
alterar los designiosde Dios Poderoso.
El Eterno Señorentonces regía,
lo mismo que ahora,el destino del hombre.
2860 Duras palabrasle dijo al momento
el intrépido jovenal grupo cobarde;
Wíglaf habló,el hijo de Wistan
—de mala maneraa la tropa miraba—:
«Bien puede afirmarsediciendo verdad
2865 del egregio caudilloque os dio en su palacio
los ricos arnesesque puestos tenéis,
de aquel que en la salacon mucha frecuencia
regalo os hacíade cotas y yelmos
—de su gente pensabael señor de vasallos
2870 que era imposibleencontrarla mejor—,
que en balde entregabatan buenos pertrechos:
sin apoyo ningunose vio en el combate.
Mal pudo ufanarseel magnánimo rey
del valor de sus hombres.Pero Dios permitió,
2875 el Señor de Victorias,que él con la espada,
apurado y con fuerza,su muerte vengara.
De poco mi ayudaservirle podía
en la brega feroz,mas yo desde luego,
esforzándome mucho,asistí a mi pariente;
2880 herí con mi hierroal mortal enemigo
y su furia perdió:cedieron las llamas
que el monstruo arrojaba.¡Pocos tenía
a su lado el valienteal llegarle su fin!
»Ya nunca de nuevoos serán ofrecidas
2885 espadas o joyasque luego en herencia
reciban los vuestros.Privados de patria
y errantes por siempretendrán que vagar
los de vuestro linaje,así que los reyes
de tierras lejanasconozcan la huida,
2890 la mala traición.¡Para un noble guerrero
mejor es la muerteque vida sin gloria!».
Mandó que la luchase hiciese saber[190]
en el alto reducto:toda aquella mañana
aguardaron allá,pesarosos, los hombres
2895 armados de escudos,esperando la nueva
bien de la muerteo bien del regreso
del gran soberano.
Un mensajero informa a los gautas de la muerte de Beowulf. Sobre las guerras entre gautas y suecos.
Nada el jinete
al llegar al reductocalló del mensaje;
de exacta maneraante todos lo dijo:
2900 «Yace el afableseñor de los wedras,
el príncipe gauta,en su lecho de muerte:
lo privó de su vidael horrible dragón.
A su lado, por tierra,se encuentra el reptil,
por la daga abatido;de ninguna manera
2905 logró con su espadacausarle una herida
a la torva serpiente.Wíglaf ahora,
el hijo de Wistan,está con Beowulf;
guarda el vasalloal monarca sin vida,
con ánimo tristevelando quedó
2910 al amigo y al monstruo.
»Guerra terrible
a los gautas aguarda,pues pronto sabrán
los frisones y francosen tierras lejanas
la muerte del rey.De los hugas el odio[191],
feroz, comenzócuando Híglak les vino
2915 mandando su flotaa la costa frisona.
Allá los chatuariosle hicieron morir:
le atacaron con bríoy con fuerzas mayores
y el bravo en su cotasin vida quedó,
cayó entre su gente.¡No pudo premiar
2920 el valor de sus hombres!Ninguna amistad
desde entonces nos tieneel señor merovingio.
»Tampoco confíoen la paz y la fe
que nos guarden los suecos.Es bien conocido[192]
que Ongento matópor el Bosque del Cuervo
2925 al intrépido Hedkin,al hijo de Rédel,
así castigandoel ataque atrevido
que hicieron los gautasal pueblo skilfingo;
pronto el monarca,el padre de Óhter[193],
viejo y terrible,arrancóle su vida
2930 al caudillo del mar.A la anciana señora,
a su esposa, libró—despojada de adornos—:
ella era de Onelay de Óhter la madre.
A la gente enemigadespués persiguió
y estos huyeroncon grandes apuros,
2935 privados de príncipe,al Bosque del Cuervo.
Sitió con su tropaa los hombres heridos
que al hierro escaparon;por toda la noche
a la hueste vencidale hizo amenaza,
diciendo que al albadaríales muerte
2940 a unos el filoy a otros la horca
que al pájaro alegra.
»A los tristes guerreros
ayuda les vinoal llegar la mañana:
de la gente de Híglakoyeron los sones
de trompas y cuernos;acudía el valiente,
2945 las huellas siguióde los nobles varones.
Bien se veíanpor todo aquel campo
las manchas de sangrede suecos y gautas.
¡Terrible batallaentre sí mantuvieron!
»Entonces el bravomarchó con su tropa,
2950 el viejo, apenado,a su firme reducto:
debió retirarseel intrépido Ongento.
Él ya conocíala fuerza de Híglak,
su brío en la guerra,y poco creyó
que pudiera oponersea su gente de mar,
2955 proteger de los gautassu rico tesoro,
la esposa y los hijos:el anciano buscó
tras el muro defensa.Atacados entonces
se vieron los suecos.Los pendones de Híglak
abriéronse pasohasta dentro del fuerte,
2960 la tropa de wedrasentró en el reducto.
Allá las espadashicieron que Ongento,
el canoso caudillo,la vida perdiera:
al rey de su pueblole cupo la suerte
que Éfor dictó.
»Herida espantosa
2965 hízole Wulf,el hijo de Wónred,
al príncipe sueco:brotó bajo el pelo
el sudor de las venas.No quedó acobardado[194]
el viejo skilfingo:devolvióle al momento
y con fuerza mayoraquel golpe fatal,
2970 tan pronto lo pudoal volverse de nuevo.
No logró el valeroso,el hijo de Wónred,
herir otra vezal anciano monarca,
pues este su yelmole hendió en la cabeza
y, cubierto de sangre,abatido quedó,
2975 arrojado por tierra.No era aquella su hora:
salvóse despuésa pesar de la herida.
Entonces el fierovasallo de Híglak[195]
—su hermano yacía—,sorteando el escudo,
rajó con su espada,ancha y potente,
2980 el yelmo del rey.El caudillo cayó,
el señor de su pueblo,le vino la muerte.
Entre muchos alláal pariente vendaron[196];
fue recogidotan pronto el destino
les dio, victoriosos,el campo de guerra.
2985 Éfor tomólos despojos del otro
quitándole a Ongentola cota de hierro,
la espada adornaday el yelmo también.
El equipo del viejoofrecióselo a Híglak,
que quiso aceptarloy le dijo que premio
2990 entre todos tendría.Así lo cumplió:
al volver a su reino,el príncipe gauta,
el hijo de Rédel,a Éfor y a Wulf
les pagó generososu hazaña en la guerra.
Le dio a cada unocien mil de terreno
2995 y trenzados collares—¡nadie el regalo
lo tuvo por malo!—pues fueron valientes.
Su única hijaen señal de amistad
a Éfor la dio,que su casa alegrara.
»Tal fue la batalla,la dura querella
3000 y el odio mortal,y ahora me temo
que venga a atacarnosel pueblo de suecos,
pues pronto sabránque sin vida quedó
nuestro gran soberano,el que a salvo ponía
de gente enemigael tesoro y el reino
3005 (tras mucha matanza,bravos skildingos[197]),
y siempre a sus hombresel bien procuraba,
proezas hacía.
»Presto corramos
a ver al monarcapor última vez.
A la pira llevemosal rey generoso
3010 que anillos nos daba.No sólo una parte
consuma su hoguera:hay oro abundante,
riquezas sin finfieramente ganadas,
y ahora, además,las joyas que obtuvo
entregando su vida.¡Que el fuego las tome!
3015 ¡Las tengan las llamas!No serán de los hombres,
tras él, los adornosni hermosa doncella
a su cuello pondráel collar excelente:
con ánimo triste,de oro privados,
errantes iránpara siempre en exilio
3020 ahora que el héroesin risa quedó,
sin gozo y contento.Pronto las lanzas
habrán de tomarse—frías al alba[198]—
y blandirse en la mano.¡No será el despertar
entre sones del arpa!Mas el cuervo negruzco,
3025 el que vuela al acecho,de mucho hablará
cuando al águila cuenteque tuvo su fiesta
y al lado del lobose hartó con los muertos».
Así les expusolas malas noticias
el fiero guerrero.En nada mintió[199]
3030 al decir sus palabras.
Los gautas se apoderan del tesoro del dragón.
Levantóse la tropa;
marcharon los hombrescon mucho pesar
a la Punta del Águilaa ver el portento.
Allá contemplaron,tendido en la tierra,
en su lecho de muerte,al bravo que anillos
3035 antaño les daba.Ya su último día
el valiente vivió;el intrépido rey,
el señor de los wedras,yacía abatido.
Vieron tambiénuna extraña criatura,
un maligno reptil,arrojado por tierra,
3040 muerto a su lado:el dragón fogueante,
el feroz enemigoabrasado en sus llamas[200].
No menos medíade veces cincuenta
el tamaño de un pieaquel que a menudo
volaba en la nochey luego a su cueva
3045 volvía de nuevo;mas ya pereció,
ya dejó de habitaren su oculta caverna.
Rodeado se estuvode fuentes y copas,
de muchos jarrones,valiosas espadas
comidas de orín:mil años la tierra
3050 mantuvo el tesoroen su seno abrazado.
Mas a aquellas riquezasde tiempos antiguos
fuerza terribleles daba un hechizo
y nadie por elloadentrarse podía
en la sala del oro,sino aquel solamente
3055 al que Dios Verdadero,el Señor de Victorias
—Él rige a los hombres—,quisiera otorgarlo,
el varón que el Eternopor digno tuviese.
Allá fue manifiestoque mal acabó[201]
quien se hizo en la cueva,con poco derecho,
3060 guardián del tesoro.A uno primero
mató la serpiente,mas luego con furia
vengóse la hazaña.El modo se ignora
en que el tiempo de vidade un bravo guerrero
a su fin llegaráy ya en adelante
3065 no pueda en la salagozar con su gente.
Así con Beowulf,que a la sierpe le vino
buscando combate:el modo ignoraba
en que iría a acabarsesu vida en la tierra.
Los nobles señoresque el oro ocultaron[202]
3070 pusiéronle hechizohasta el Último Día:
que fuera aquel hombreque hollara el lugar
de pecado culpable,en el templo metido[203],
amarrado al infiernoy allá atormentado,
si antes no tuvo—afanoso del oro—
3075 el favor y la graciadel Rey de la Gloria.
Wíglaf habló,el hijo de Wistan:
«A muchos a vecesaflige el pesar
que uno solo causó,como aquí nos sucede.
No pudimos llevarleal amado caudillo,
3080 al señor de su pueblo,el debido consejo:
que no se enfrentaseal horrible guardián,
sino en paz lo dejaratendido en su cueva,
en ella habitandohasta el fin de los días.
¡Su destino cumplió!¡El tesoro tenemos,
3085 con pena ganado!¡Espantosa la suerte
que al gran soberano,viniendo, le cupo!
»En el túmulo entrépara ver lo que había,
el tesoro en la tumba,tan pronto lo pude;
paso me abrí,aunque no sin trabajo,
3090 a la oculta caverna.Luego al instante
tomé con mis manosmagnífica carga
de piezas valiosas:aquí se las traje
a mi afable señor,que aún se encontraba
con vida y consciente.Mucho el anciano
3095 a su muerte me dijo:para honrar su recuerdo
mandó que se alzaraen el mismo lugar
en que ardiese la piraun túmulo alto,
grande y glorioso,digno del hombre
que tuvo en la tierrala fama mayor
3100 mientras pudo gozarde su reino y reducto.
»Presto vayamosahora de nuevo
a mirar el tesoro,la gran maravilla
que está en la caverna:yo he de guiaros
de modo que bieny de cerca veáis
3105 los anillos y el oro.Con mucha premura
las andas se hagan:llevaremos en ellas
tan pronto volvamosal noble caudillo,
al amado monarca,allá donde luego
por siempre disfrutede Dios Poderoso».
3110 El hijo de Wistan,fiero en la guerra,
quiso que a muchossu orden llegase,
que los dueños de salas,señores del pueblo,
trajesen la leñaa la pira del rey
desde tierras remotas:«Ahora en el fuego
3115 será consumidoel egregio varón
que se vio con frecuenciaen llovizna de hierros,
cuando nubes de flechasque cuerdas urgían
pasaban por altodel muro de escudos,
el cabo emplumadoencauzando a la punta».
3120 Luego el intrépidohijo de Wistan
gente eligióde la tropa del rey,
los siete mejores,y entró con los hombres
—él era el octavo—en la torva guarida;
el que iba delante,guerrero animoso,
3125 llevaba en la manouna antorcha de fuego.
Cuando vieron entoncesel rico tesoro
que nadie guardabay que brillo perdía
escondido en la cueva,no echaron a suertes[204]
quién fuera a tomarlo,que todos corrieron
3130 —ninguno dudó—y sacaron afuera
las piezas valiosas.Desde el alto peñasco
arrojaron al mara la horrible serpiente,
recibieron las aguasal hosco dragón.
Oro trenzadoen enorme abundancia
3135 en el carro se pusoy llevaron al rey,
al de blanco cabello,a la Punta Ballenas.
Los funerales de Beowulf.
Los gautas entoncesallá le erigieron
magnífica pira,como él ordenó,
y de hermosa apariencia:la adornaron con yelmos,
3140 escudos de guerray brillantes arneses.
En el centro los bravospusieron con pena
al famoso señor,al amado caudillo.
Altísimas llamasse alzaron después
al prenderse la pira;elevóse del fuego
3145 la negra humareday se oyó el crepitar
con el llanto mezclado.Cuando el viento cesó
consumido se hallaba,abrasado del todo,
el cadáver del rey.Con ánimo triste
lloraban los hombresal príncipe muerto.
3150 La anciana señora—trenzado el cabello[205]—
también entonabaen honor de Beowulf
su doliente lamento;sin cesar repetía
que tiempos terriblesal reino aguardaban,
crueles matanzas,pavor de enemigos
3155 y vil cautiverio.La humareda acabó.
Luego los wedrasun túmulo alto
erigieron arriba,en el gran promontorio,
de lejos visiblea la gente de mar:
diez días tomóconstruirle su tumba
3160 al osado en la guerra.En torno a sus restos[206]
alzaron un muro:el trabajo mejor
que supieron hacermuy expertos varones.
Allá colocaronanillos y joyas[207],
las grandes riquezasque habían tomado
3165 los fieros guerrerosdel rico tesoro;
la antigua heredada la tierra la dieron
—oro en lo hondo—,que guárdala aún
sin que traiga provecho,ni entonces ni ahora.
Excelentes señores—doce en total[208]—
3170 cabalgaron entoncesen torno a la tumba
llorando al monarcacon triste lamento:
entonaron su cantoy hablaron del rey
elogiando su vida,las nobles hazañas
del bravo diciendo.Es justo que el hombre
3175 dedique alabanzaa su amigo y señor
y en su pecho lo llore,cuando llega el momento
en que debe alejarsey partir de su cuerpo.
La muerte del príncipemucho apenó
a los gautas que un díaen su sala moraron;
3180 afirmaban que fuede entre todos los reyes
el más apacibley amante del pueblo,
el más amigabley ansioso de gloria.
***