Érase un hombre a una nariz pegado,

érase una nariz superlativa,

érase una alquitara medio viva,

érase un peje espada mal barbado;

era un reloj de sol vial encarado,

érase un elefante boca arriba,

érase una nariz sayón y escriba,

un Ovidio Nasón mal narigado.

Érase el espolón de una galera,

érase una pirámide de Egito,

los doce tribus de narices era;

érase un naricísimo infinito,

frisón archinariz, caratulera,

sabañón garrafal, morado y frito.

FRANCISCO DE QUEVEDO