Este libro es fruto de la lectura y de la experiencia. La primera la brindan los propios protagonistas; la segunda, los años de docencia, sobre todo, en la enseñanza secundaria. Por eso, estoy en deuda con todos mis alumnos, quienes me han obligado a esforzarme para hacer cercana la filosofía.
Mauricio Bach, director de Ariel, confió en el proyecto y me hizo muchas y valiosísimas indicaciones. Le quedo muy agradecido.
Mi gratitud también a Joan Oriach, que ha sabido ilustrar las ideas con sencillez y maestría.
Por último, agradezco a mi familia su comprensión por las horas robadas.