Muchas gracias a mi agente, Carina, a mi editora, Sofia, y a mi redactora, Anna, por ser tan buenas en lo que hacéis.
Igualmente quiero dar las gracias a los extraordinarios lectores Maria, Maud y el tío Hans. Y a Rixon, por supuesto.
También a los profesores Lindkvist y Carlsson, así como al inspector de policía Loeffel, de Växjö, por los datos facilitados que posteriormente he tergiversado a mi gusto. Y a mi amigo y corresponsal en África, Selander, por las mismas razones.
Para Hultman en Zúrich vayan también mis agradecimientos. Y a Brissman, aunque sea seguidor del Djurgården.
Y finalmente, últimos en orden pero no en importancia, quiero darles las gracias a mi madre, a mi padre, al club de fútbol Östers IF y a Gotland por el simple hecho de existir.