Ahmose se dispuso a emprender tan gran obra y convocó a los ingenieros de Tebas. Les expuso su idea y ellos se pusieron a estudiarla con atención y mucho ahínco. Luego le dijeron al rey que su idea no era descabellada, siempre y cuando les dejara tiempo suficiente y les proporcionara miles de obreros, de lo que Ahmose dedujo que su proyecto no vería la luz antes de dos años; pese a lo cual no se desesperó. Mandó mensajeros a diferentes regiones invitando a la gente a participar desinteresadamente en esta gran obra, pues su realización era una condición imprescindible para liberar a la patria y echar al enemigo. Afluyeron trabajadores de todos los rincones del país, hasta que se juntó un número suficiente para iniciar las obras. El rey inauguró este grandioso proyecto, tomando él mismo un azadón y dando unos golpes en la tierra, dando a entender con ello el inicio de las obras. Luego los brazos musculosos de los obreros hicieron lo mismo al son de los cantos.
Al rey y a su ejército no les quedó otra opción que la paciente espera. Los soldados se entrenaban diariamente bajo la supervisión de los oficiales y comandantes. El rey, en cambio, llenaba su tiempo libre saliendo al desierto oriental en busca de caza, practicando con la lanza y haciendo carreras para distraer así a su corazón. Durante esta espera, un mensajero le llevó un mensaje de la madre sagrada Tutishiri que decía:
Mi señor hijo de Amón, faraón del Alto y Bajo Egipto. Amón te salve y te guarde, y te dé la victoria. La pequeña Dabur es ahora un paraíso de felicidad y alegría gracias a las victorias que el Señor te ha otorgado, según las noticias que han llegado hasta aquí. Nuestra espera en Dabur no es ahora la misma que antes, pues está rodeada de consuelo y más cerca de la esperanza. ¡Qué felices somos al saber que Egipto se ha librado de la humillación y de la esclavitud! Su enemigo y opresor se ha encerrado entre las murallas de su fortaleza, esperando resignado el destino que le vas a imponer.
Amón quiso otorgarte a ti, que has humillado a su enemigo y has alzado su palabra, su gracia y clemencia dándote un niño que te colmará de dicha y será tu heredero. Se llama Amenhotep, y ha sido bendecido por la gracia del adorado Señor. Yo lo recibí entre mis brazos como hice antes con su padre, con su abuelo y con el abuelo de su padre. El corazón me dice que será el heredero de un gran reino de diversas razas, lenguas y religiones, bajo los auspicios de su querido padre.
El corazón de Ahmose latió con fuerza como buen padre y se emocionó. Al mismo tiempo se alegró mucho, olvidándose un poco de los numerosos sufrimientos de un amor frustrado. Anunció a sus hombres el nacimiento de Amenhotep, su heredero, y fue aquel un día de fiesta.