¡Aelazadne!
Es la melodía la que hace que la ciudad cobre vida, y no al revés. ¡Un millón de voces que se alzan! ¡Un millón de voces dolientes! El coro del Caos, una melodía infinita a cuyo son bailan los demonios más abyectos de la disformidad.
Las agujas de la ciudad de cristal son una multitud que unge el mundo con la sangre de su Dios, una multitud que se alza sobre la arena para entonar un cántico divino. Los maestros del coro dirigen la melodía del Dios de la Sangre que emerge de las gargantas de los esclavos, los más magníficos aullidos de terror se mezclan con los himnos más hermosos al sufrimiento. ¿Hubo alguna vez algo tan terrible y hermoso como Aelazadne? ¿Alguna vez la gloria y el horror estuvieron tan unidos como en la gran catedral de cristal? ¿Alguna vez fue un dios tan ensalzado como Aelazadne ensalza al Señor de los Cráneos de Drakaasi?
Inquisidor HELMANDAR OSWAIN
Viajes de la mente de un santo hereje
(censurado por decreto del Ordo Hereticus)