Nota editorial:

Una vez más necesitamos recurrir a otras fuentes para obtener una perspectiva más amplia de las secuelas del asunto que la que nos da el relato típicamente egocéntrico de Cain.

De ¡Purga de los culpables! Una narración imparcial de la liberación de Gravalax,

por STENTENTIOUS LOGAR, 085.M42

Y así sucedió que el mundo que tanto amamos fue salvado de la depredación de los alienígenas gracias al heroísmo de los guerreros de Su Divina Majestad y a la fortaleza marcial de héroes cuyos nombres perviven en la gloria de sus actos. Entre ellos los hubo del calibre del célebre comisario Cain, que, aunque su contribución en la campaña no fue más que periférica, sin duda se sintió orgulloso de haber participado en tan noble esfuerzo. Es realmente una pena que, como muchos de los guardias imperiales desplegados en esta empresa tan gloriosa, tuviera que limitarse a permanecer en las líneas secundarias, pero al menos presenció el desenlace, por así decirlo, ya que se encontraba presente cuando el traidor gobernador Grice al fin encontró su justo castigo a manos de la Inquisición. De hecho, algunos incluso afirman que presenció el célebre duelo a muerte entre el despreciable traidor y la propia inquisidora, aunque, como muchos historiadores concienzudos, debo admitir que esto es, con toda probabilidad, poco más que un mito encantador. Después de un examen concienzudo de las pruebas, parece mucho más probable que un oficial de su calibre estuviera en el centro de la batalla por controlar el palacio, especialmente cuando los pérfidos tau se habían movilizado para intentar proteger a la marioneta que sus insidiosos cómplices, los comerciantes independientes, habían instalado en el trono.

Sea como sea, la Batalla del Palacio fue sin duda el punto de inflexión en la historia de nuestro hermoso planeta, cuando el control del intruso alienígena se rompió finalmente y el aliviado y agradecido populacho fue devuelto por fin a la protección del Divino Emperador y sus incansables servidores. Los tau, deshechos y desmoralizados, se marcharon como los ladrones vagabundos que eran, escabullándose, habiendo fallado en su propósito de apoderarse del hermoso mundo de Gravalax. Pocas horas después de su derrota a manos de la Guardia Imperial, se retiraron, no sólo de la ciudad sino también del planeta. Uno por uno subieron a bordo de sus naves espaciales, regresando al interior del espacio de donde habían venido, para no volver a molestarnos jamás.

Podéis estar seguros de que nosotros, las generaciones que vinimos detrás, hemos tenido cuidado de no cometer los mismos errores que nuestros antepasados, y siempre estamos vigilando por si llegara la hora de su regreso. Incluso ahora, nuestras unidades de la FDP están listas para defender en cualquier momento el suelo sagrado de los sacrosantos dominios de Su Majestad hasta la última gota de sangre, y es nuestra mayor esperanza que algún día lo mejor de estos valientes soldados pase a formar parte de la mismísima Guardia Imperial.

Con respecto a los comerciantes independientes, también debemos estar alerta, ya que siguen entre nosotros, tejiendo su insidiosa red de traición…

[Etcétera, etcétera…

De esto se puede deducir fácilmente que la infestación de los genestealers sigue siendo un secreto que muy pocos conocen; y ya que esos pocos son o bien servidores de la Inquisición o miembros de alguna unidad de la Guardia Imperial que con toda probabilidad no volverán a pisar ese espantoso lugar, es un secreto que permanecerá seguro. En cuanto a por qué esto es tan importante…]