Nota editorial:

Una vez más, parece prudente insertar aquí algo de material de otras fuentes, ya que la expedición de los valhallanos contra los desertores xenoístas habría de tener repercusiones inesperadas. El propio Cain, como era de esperar; tiene poco que decir sobre la cuestión, ya que tenía su atención fija en otra parte.

Lo primero está tomado del informe posterior a la acción del mayor Ruput Broklaw, presentado en 593.931.M41, poco después de que el combate terminara con éxito.

Una vez que cesó el bombardeo preliminar, los pelotones de infantería desembarcaron de los Chimeras que habían sido distribuidos en torno al perímetro de la zona ocupada por los rebeldes según el despliegue previamente determinado. El tercer pelotón contaba con el apoyo del primer escuadrón Sentinel, actuando el elemento de mando de la compañía como una reserva móvil.

La resistencia fue escasa, como se había previsto, y el quinto pelotón avanzó por el flanco con poca dificultad, salvo por un par de intercambios de fuego con algunos sobrevivientes del bombardeo que habían permanecido ocultos. El teniente Faril pidió el apoyo de los Sentinel para los dos escuadrones que participaron en este enfrentamiento, lo cual hizo que entrara en combate nuestro escuadrón de reserva. Los Sentinel equipados con lanzallamas, de los que había uno en cada grupo, limpiaron las trincheras sin dificultad después de que los otros dos lanzaran fuego de eliminación de sus multilásers para permitir que se acercara.

Por la izquierda, las cosas no marcharon tan bien, ya que el cuarto escuadrón del tercer pelotón se encontró bajo el fuego cruzado de dos posiciones enemigas que le impedía avanzar. El Sentinel lanzallamas enviado a ayudar fue alcanzado e incapacitado por un misil Krak, lo que obligó a sus compañeros a tomar una posición defensiva que atenuó la efectividad de su fuego de eliminación.

En este punto, la teniente Sulla rompió el bloqueo conduciendo a su escuadrón de mando en un ataque por el flanco contra una de las posiciones enemigas mientras el segundo escuadrón, liderado por el sargento Lustig, atacaba la otra. Llevados por la suerte o por su buen juicio, ambos pudieron tomar las posiciones casi de forma simultánea, permitiendo que los demás Sentinels se acercaran y el cuarto escuadrón avanzara.

Todavía no tengo claro si la acción de la teniente Sulla fue atrevida o temeraria y pero lo que es innegable es que fue efectiva.

Extracto de Como un fénix de entre las llamas: la fundación del 597.º,

por la general JENIT SULLA (retirada), 097.M42.

A pesar de la afirmación del comisario Cain de que la resistencia iba a ser débil, como resultó realmente, sentí más que una ligera aprensión cuando cesó el bombardeo y el mayor Broklaw dio orden de avanzar. No por la perspectiva del combate en sí mismo —el penoso puñado de rebeldes al que nos enfrentábamos no me parecía temible en absoluto después de las hordas de tiránidos a los que habíamos superado en Corania escasos meses antes—, sino porque se me planteaba la primera ocasión real de ponerme a prueba como oficial, y por el hecho de que uno de los héroes de mayor renombre en el Segmentum había depositado en mí su confianza, lo cual era peso agregado que me sentía poco preparada para soportar.

Sin embargo, todo fue bien al principio, con los escuadrones de mi pelotón avanzando rápidamente para tomar contacto. Mis lectores pueden imaginar perfectamente la frustración que sentí, allí sentada en mi Chimera de mando, escuchando intercambios de voz, dependiendo de los partes de mis subordinados para un análisis táctico completo, porque hasta mi inesperada promoción, prefería estar entre ellos, haciendo frente a los enemigos del Emperador como un soldado más. Mi impaciencia aumentó cuando se hizo evidente que uno de mis escuadrones, de mujeres junto a las cuales había servido y de hombres a los que estaba empezando a conocer y a respetar, estaba bloqueado, sufriendo bajas e imposibilitado de avanzar. Como los Sentinels que deberían haber llegado como refuerzo también pasaban por problemas, no pude esperar más e hice caso omiso de la recomendación del comisario de ser precavidos. En esto influyó precisamente la certeza de que, conociendo su reputación, él mismo no habría vacilado en ponerse en peligro por el bien de sus subordinados en caso de encontrarse en una posición similar.

Ordenando a mis tropas que me siguieran, y tras un breve momento para conectar los canales de mando con el intercomunicador que tenía en el oído, salté de la rampa posterior ansioso de incorporarme a la refriega.

El espectáculo con que me encontré me obligó a hacer una pausa. Los elegantes edificios y avenidas que habíamos recorrido ya no estaban. En su lugar sólo había montañas de escombros entre las cuales todavía podían distinguirse puntualmente algunas de sus formas originales. Sobre este panorama se cernía una espesa nube de polvo y humo que reducía el brillante sol de la tarde a un gris apagado, y por un momento no pude evitar la sensación de pena que me inundó. A pesar de su aire alienígena, la arquitectura tenía una elegancia innegable.

No obstante, no tuve mucho tiempo para la reflexión, ya que el crepitar del fuego láser me hizo tomar conciencia del peligro en que se encontraba mi gente, y al grito de «¡Por el Emperador!» conduje a mi valeroso cuarteto al rescate. Un somero estudio de la placa táctica del Chimera me había mostrado que tenía un escuadrón que no había entrado en combate lo bastante cerca de las posiciones más distantes del enemigo para flanquearlo con probabilidad de éxito, y después de unas cuantas instrucciones sucintas al sargento que lo lideraba, esto se demostró cierto. Sólo quedaba el más cercano a nosotros.

Los tomamos totalmente por sorpresa. Un par de rondas de fragmentación de nuestro lanzagranadas estallaron entre ellos y causaron gran desánimo antes de cargar para liquidar a los supervivientes con pistolas y espadas sierra. Como todos los que se enfrentan al Emperador, éstos mostraron su cobardía y huyeron en desbandada, exponiéndose al fuego vengativo del escuadrón al que tenían bloqueado y que estaban empeñados en tomarse la revancha. Me enorgullece decir que del equipo que estaba bajo mi mando directo un solo hombre resultó herido al recibir un disparo de bólter láser en la pierna durante nuestra carga, mientras que ninguno de los traidores escapó con vida.

[Todo lo cual nos permite concluir sin ánimo de equivocarnos que, fueran cuales fueren sus capacidades marciales, Sulla carecía por completo de estilo literario.]