Sí, lloré mientras contaba la historia de Nico. Tanto, que se borraron los guiones de diálogo de la primera edición. Cuando salió el libro hubo algunos que elogiaron la osadía de la experimentación: «Un libro sin guiones de diálogo, ¡qué audacia!». ¿Y cómo les iba a decir que en realidad fue porque de tanto llorar ni me di cuenta de qué apreté y los guiones desaparecieron?
Ahora que vuelve a la calle, y yo estoy mucho mejor, ya aparecieron todos los guiones que habían desaparecido. Y algunas otras cosas. Algunos capítulos que antes no supe contar. Algunas situaciones que ahora pude revisitar. En fin, que esta edición está basada en aquella pero tiene algunos cambios.
Durante estos años que Nico anduvo en las calles pasaron algunas cosas interesantes. Chicos gays que me dijeron que le regalaron el libro a sus madres (¿me convertiré en el escritor preferido de las madres de los gays?, ¿el yerno ideal?), chicos heterosexuales que se sintieron identificados con los sentimientos de los protagonistas, en fin, que parece que la historia pegó en algún costado sensible de los lectores.
Quiero agradecer al profesor Daniel Balderston que se puso en contacto con mi trabajo y fue tan cálido y conceptuoso, a Costanza Brunet, única responsable de esta edición maravillosa y a Nico que, estando allá lejos, terminó por convertirse en un personaje de novela. Y a todos los que leyeron y se emocionaron con la primera edición.
Finalmente, ¿cómo siguió la historia?, ¿qué pasó después de la despedida?
¿Tenés tiempo?
Te cuento.