Los últimos días en Rosario fueron de duelo en duelo. Caminaba por las calles de noche y cada vez compraba un nuevo boleto para el «Nico City Tour»: acá la esquina de Córdoba y Paraguay, el primer beso; acá el profesorado de Nico en donde pasó cuatro de los seis años que estuvo conmigo; acá en Avenida Pellegrini la parrilla La Estancia en donde cenábamos con amigos los sábados a la noche; acá el Hipermercado Tigre abierto las 24 horas en donde una vez robamos una lata con un jamón; acá el cine El Cairo, en donde lloramos juntos al ver una de Kusturica… acá, la vida juntos, acá… ¡acá el pasado!
¿Qué es el pasado?
Eso, a ver, ¿qué es el pasado?
Todos tenemos un pasado y nadie sabe muy bien qué hacer con él: no se diluye, no se decolora, no se desinfecta, no se achica.
Se niega a acomodarse tranquilo en un rincón. Se niega a irse. Se niega a simplificarse, a hacerse un paquete que pueda atarse y guardarse.
¿Por qué carajo mi pasado es tan presente?
¿Por qué? ¿Por qué no puedo dejar de recordar cómo sonreía? Estaba un día ahí, parado al lado del placard, buscando una camisa, creo, y se dio vuelta y sonrió. Si pudiera olvidar esa sonrisa, esa imagen, volvería a creer en mi futuro.
Pero no puedo.
Todo es memoria.
Todo.
Y encima, una memoria que me hace más adulto, lo único que nunca quise ser.
Una memoria que no me deja confiar, que no me deja reír, que me hace, simplemente, un buen burgués.
Una memoria de Nico que por su propia contundencia lleva el futuro a un formulario básico, elemental, un trámite menor, una planilla que no sé si tengo ganas de llenar.
El pasado es tan real y en comparación el futuro se presenta como una simple posibilidad en miles.
Sí, claro, eso te puede hacer libre. Pero yo no quería libertad.
Yo quería a Nico.
Y todavía lo quiero.
Sólo eso.
¿En serio te parece que pido demasiado?
Sólo verlo otra vez al lado del placard, buscar una camisa, darse vuelta, sonreír.
«La vida es tan fácil cuando dos personas se aman que me parece que los únicos tratados de filosofía importantes son los boleros», pensaba mientras caminaba por la ciudad puteando. Lo de siempre, que entraba en un bar, que pedía una cerveza, que pasaba algún conocido y lo invitaba y ahí estaba yo, contándole mi drama. A veces pasaban medio conocidos o gente totalmente desconocida. Y yo ahí, contando mi drama sin poder parar. Una noche terminé con tres taxi boys llorando conmigo en una mesa del fondo del Marmagal, cada cual contando cosas terribles. Esa vez pensé que si algún día volvía a estar bien, quizás escribiese una novela con las cosas que me contaron. Pero ya me olvidé de casi todo. Y encima soy tan vago que jamás me voy a sentar a escribir una novela. A menos que sea una que tenga a Nico como protagonista.
Lo peor es que te dejan cuando te dejan, lo cual es terrible. Claro, porque si te dejaran cuando están con vos, podrías afrontar el divorcio acompañado. Pero tenés que afrontarlo solo, justo porque de eso se trata. Imaginate que te dejan un año antes de que te dejen, sería bárbaro. Lo tendrías a tu lado para enfrentar el momento. Cuando me di cuenta de que estaba pensando esto, noté lo mal que estaba. Es que soy boludo pero pocas veces había llegado a ese extremo.
El pasado como lo único real.
Y si el pasado era lo único real, no podía dejar de pensar que ya estaba muerto.
Que mi vida había acabado esa maldita tarde de la gimnasia sobre la alfombra, la operación de la rodilla y sus consecuencias nefastas sobre mi existencia cotidiana.
«¿Qué fue de mí en todos estos años?», me pregunté. Y noté que nunca antes me había hecho esa pregunta.
Hice las cosas que él quería que hiciese. Pero yo también quería hacerlas. En serio. ¿Él hacía las cosas que yo quería que hiciese? Y… sí, pero él también quería.
¿Por qué querés a alguien?
Sí, Nico es lindo, eso está claro.
Y me resulta simpático, inteligente, tierno, etc., etc., etc. No ha de ser el único en esas condiciones. Quizás no sea el más lindo, el más simpático, el más inteligente, el más tierno, etc., etc., etc. Pero entonces, ¿por qué yo insistía? ¿Habrá sido el más lindo, simpático, inteligente, tierno y etc. que me dio bola? No sé, no les di posibilidades a muchos otros para eso. (Excepto Frodo, pero tampoco me juegues sucio).
¿Por qué él sí y otro no?
¿Por qué durante seis años yo sí y otro no?
¿Por qué ya no?
Dando vueltas por la ciudad en madrugada percibí que a los 31 había vuelto a la edad de los porqués.
Y otra vez, como cuando tenía trece y notaba que las cosas a mi alrededor no me gustaban y preguntaba por todo lo que no entendía, supe que estaba en un mundo demasiado extraño.
Un mundo sin Nico.
Una experiencia para la que ya no estaba preparado.