No habría podido escribir Donde llega la marea sin el aliento y el compañerismo de todos los participantes en el Máster en Escritura Creativa de la Anglia Ruskin University, en Cambridge, profesores y compañeros por igual. En particular, deseo dar las gracias a Martin Waites, Anna D’Andrea y John Davy por haber leído los primeros borradores, por sus aportaciones y su inestimable apoyo.
Estoy eternamente agradecida a mi amiga Suzanne Dominian, pues fue su inspiradora conversación lo que me dio la idea inicial para escribir Donde llega la marea y me ha prestado su apoyo durante todo el proceso.
Vaya también mi agradecimiento a: Todos los miembros de Gregory and Company, en particular Jane Gregory por contratarme, y Stephanie Glencross por sus ideas y consejos editoriales.
El equipo de Simon & Schuster, y en especial a Francesca Main, por su trabajo y perspicacia.
Jethro Pemberton, por sus investigaciones acerca de los Buckley y por sus conocimientos musicales. Y Victoria Rance, por su ayuda en la investigación y por ofrecerme una base en Greenwich desde la que llevarla a cabo.
Pip Tabor y Matthew Hancock, por sus recuerdos del Támesis durante las décadas de 1970 y 1980.
Polly, Emma y Jem Hancock-Taylor, por acompañarme en las travesías del río y por arreglárselas tan bien solos cuando yo estaba demasiado distraída para acordarme de prepararles la comidas. Y Andy Taylor, por su inquebrantable paciencia y por tender la colada.
Gracias a Eliot y a Mohammed, de la central eléctrica de Greenwich.
También estoy en deuda con Peter Ackroyd por su libro Londres: una biografía, una gran fuente de información sobre la historia del Támesis.
La historia del niño vagabundo del capítulo 12 está inspirada en la película El diablillo y la reina (1950), dirigida por Jean Negulesco y basada en una novela homónima escrita en 1949 por Theodore Bonnet (1908-1983).