[1] Al igual que en nuestro texto-sujeto, nos detenemos aquí para aclarar lo que ya hemos planteado, esto es, los cinco códigos más relevantes bajo los cuales pueden clasificarse todos los significantes textuales. Los presentamos en orden de aparición, no de importancia. El código hermenéutico comprende términos que implican, sugieren, encarnan, contienen, prolongan, revelan y/o resuelven enigmas. Los semas existen sin que deban vincularse al personaje, el lugar o el sujeto, y si los anotamos es en aras de una apariencia de unidad. Debemos concederles su «inestabilidad, su dispersión, lo que hace de ellos partículas de polvo, reverberaciones del sentido». (En otras palabras, las paparruchas a las que suele dar lugar la asociación libre no son un mal modo de instalar o estimular el significado o, lo que es más importante, el interés.) No debemos estructurar el campo simbólico, sino, generosos, permitir que sea un espacio para la multivalencia y la reversibilidad. El significado del texto bien podría estar en su contrario, pues todo positivo conlleva la comprensión de su negación. Los comportamientos (términos del código proairético) se enumeran sin más, pues la secuencia de los términos «no es sino el efecto de un artificio de lectura», lectura que acumula una secuencia de nombres genéricos para las acciones (sentarse, morir, explotar, quedarse dormido), y son esos nombres los que materializan las secuencias, que existen en el momento en que pueden ser designadas, y puesto que se revelan en y por el proceso de designación, el nombre no es el producto de la deducción o la inducción lógicas, y solo será empírico en el sentido de que el nombre se establece por alguna razón (lógica aparte). Finalmente, los códigos culturales son citas de un sistema o a un tipo de conocimientos (médicos, literarios, históricos…) que indican el cuerpo del conocimiento sin expresión de la cultura que articulan (REF. cultura). <<
[2] El chiste solo tiene sentido en inglés: Roe (que en inglés suena igual que row, ‘remar’) versus Wade (‘vadear’) fue el caso judicial por el que la Corte Suprema de Estados Unidos reconoció en 1973 el derecho al aborto. (N. de la t.) <<
[3] Rinehart es el protagonista de El hombre invisible, de Ralph Ellison, que continuamente cambia de disfraz y al que nunca se llega a ver. (N. de la t.) <<
[4] «Y si montas tu tienda al lado de la autopista | los de Sanidad dicen: “No puede quedarse, lo sentimos”. | “Vamos, vamos, circulando”, no paran de gritar | Si no puedo ni quedarme, ni volver ni emigrar, ¿dónde diablos estoy?» <<
[5] «El papa sin suerte está bajo la lluvia | Si el mundo estuviera hecho de maíz, no podría comprar ni un grano, | Señor, Señor, tiene el blues del Ferry Brown.» <<