Después de depositar la cabellera de Peter en el vertedero, vamos a la oficina. Le digo a Toby:
—No se lo cuentes a Jessica.
—¿El qué?
Ya sabe a qué me refiero, pero quiere que lo diga en voz alta.
—Lo de Peter.
No quiero que lo sepa porque no sé cómo va a reaccionar. No puedo permitirme que se asuste o tenga un ataque de pánico. No puedo permitirme otro cabo suelto. Por su bien y por el mío.
—Papá —dice Toby—, creo que se merece conocer la verdad.
—¿Eso crees? —respondo—. Me alegra saberlo.
No dice nada más.
Cuando llegamos a la oficina, Jess ya está allí. No saluda. Sigue enfadada.
—He hecho la nota de prensa —me dice—, como me pediste. —Me entrega una hoja de papel.
PALO ALTO, 28 de agosto. Nota de prensa: Halifax Protein Products ha anunciado esta mañana una reorganización de la empresa y un cambio de estrategia comercial. La empresa, activa durante los últimos siete años y que ejercía como proveedor de alimentos, ha anunciado que cambiará su nombre por el de Zip Internet Marketing y se convertirá en un importante portal de comercio electrónico y agregador de contenidos. Creará un portal de business to business vertical que centrará su actividad en las necesidades de la comunidad y la distribución de la tecnología necesaria para el comercio electrónico…
Antes de terminar el primer párrafo, mi velocidad de lectura es la misma que la de un todoterreno con las ruedas hundidas en el barro. No puedo continuar.
—Perfecto —digo—. Envíala a los medios de comunicación.
La nota de prensa es una cortina de humo, para despistar. Más adelante, la gente hará preguntas. ¿Por qué el precio de las acciones de HPPR pasó de tres céntimos a diez dólares en pocos días?
Por suerte, cualquier curioso podrá recurrir a la información de la nota de prensa: que Halifax Protein se ha convertido en Zip Internet Marketing, que una empresa de fabricación de aceites de pescado se ha metamorfoseado en un «portal de business to business» y en un «agregador de contenidos». La elevada cotización se considerará un caso más de Internetmanía, en vez de la prueba de una estafa de cien millones de dólares.
A las ocho y media, estoy sentado frente a mi mesa esperando a que aparezca Napier y la estafa llegue, por fin, a su final. Noto a Jessica detrás de mí.
Me dice:
—¿Sabes? Es muy extraño.
—¿El qué?
—Fíjate. —Se inclina sobre mí para teclear algo en el ordenador. Siento que sus pechos me acarician levemente la espalda. Me temo que está siendo cruel, que lo hace a propósito, como para decir: «¿Ves lo que nunca podrás tener?».
Cierro los ojos. Por un segundo, intento imaginarme desnudo en la cama con ella, cuando todo esto haya terminado. Pero ¿terminará alguna vez?
—¿Lo ves? —dice. Abro los ojos. En la pantalla del ordenador, veo una tabla de acciones, las de HPPR, Halifax Protein.
—¿Qué?
—El precio ya ha subido. En las últimas veinticuatro horas, ha pasado de tres céntimos a cinco dólares.
—La nota de prensa. Todo eso de business to business y del comercio electrónico.
—Todavía no ha llegado. No se publicará hasta dentro de media hora.
—Es muy raro.
—¿Quién demonios iba a querer pagar cinco dólares por unas acciones sin ningún valor?
—Buena pregunta —respondo.