Por supuesto, la caja que instalamos debajo de la calle Catorce en Manhattan sólo contiene lo siguiente: una pila de nueve voltios y dos lucecitas. A pesar de la complicada explicación de Peter acerca de cómo la caja intercepta las órdenes de Internet y las desvía a California y cómo allí analizamos decenas de miles de órdenes, la realidad es más prosaica. La caja no hace nada, las luces sólo parpadean. No interceptamos nada. No analizamos nada.
¿Qué es lo que hacemos? Hacemos parpadear lucecitas.
¿Acaso creías lo contrario? Debes tener siempre esto en mente: ésta es la historia de una estafa. En una estafa, todo el mundo tiene un papel. Y todo el mundo sabe que todo es mentira, excepto un hombre. Y lo que quieres a toda costa es que ese hombre no seas tú.